(LAS).
La Biblia se conoce también por los nombres de «Las sagradas Escrituras», o «Las Santas Escrituras», desde Ireneo: (en el siglo II). Jesús y Pablo se refieren a los escritos del A.T. como «La Escritura», o «Las Escrituras», o «escrito está», Mar 12:10, Jua 7:28, Mat 4:4, 1Pe 2:6, Rom 1:17.
La Sagrada Escritura se dividió en «capítulos» en 1206, por Esteban Langton, Arzobispo de Canterbury. Después el N.T. se subdividió en «versículos» en 1550, por el impresor Roberto Estienne: (Stephanus), y fue aceptado en todas las Biblias por razones prácticas. Ver «Biblia», «Manuscritos».
Diccionario Bíblico Cristiano
Dr. J. Dominguez
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Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano
En las Escrituras Griegas Cristianas, la palabra griega gra·fe (escrito) se usa solo con referencia a los escritos sagrados de la Palabra de Dios, la Biblia. Tanto los escritores de las Escrituras Hebreas como los de las Escrituras Griegas consultaron otros documentos —registros genealógicos públicos y oficiales, historias, etc.—, pero a estos no se les consideraba inspirados ni se les daba el mismo valor que a los escritos reconocidos como canónicos. Es posible que los apóstoles escribieran otras cartas a algunas congregaciones (por ejemplo, la declaración de Pablo en 1 Corintios 5:9: †œEn mi carta les escribí†, da a entender que había escrito una carta anterior a los Corintios, que hoy día no existe). El espíritu santo de Dios no conservó tales escritos para uso de la congregación cristiana porque solo debieron ser de importancia para aquellos a quienes iban dirigidos.
La palabra griega grám·ma, que designa una letra o carácter del alfabeto, se deriva del verbo grá·fo. Cuando se utiliza en el sentido de †œdocumento†, a veces se vierte †œescritura† en algunas traducciones y †œescrito† en otras. En Juan 5:47 y 2 Timoteo 3:15 se utiliza con referencia a los †œescritos† inspirados de las Escrituras Hebreas. (Véanse ESCRITURAS GRIEGAS CRISTIANAS; ESCRITURAS HEBREAS.)
Cristo y los apóstoles recurrieron a ellas. Jesucristo y los escritores de las Escrituras Cristianas utilizaron a menudo la palabra gra·fe para referirse a los escritos de Moisés y los profetas, que debido a que Dios lo había inspirado, eran la máxima autoridad en su enseñanza y su obra. Era frecuente que se denominara †œEscrituras† a estos escritos hebreos en conjunto. (Mt 21:42; 22:29; Mr 14:49; Jn 5:39; Hch 17:11; 18:24, 28.) En algunas ocasiones, se usaba la palabra †œEscritura† en singular, cuando se citaba un determinado texto, refiriéndose así a dicho texto como parte del conjunto de las Escrituras Hebreas. (Ro 9:17; Gál 3:8.) Asimismo se hacía referencia a un solo texto con la palabra †œescritura† en el sentido de que era una declaración autorizada. (Mr 12:10; Lu 4:21; Jn 19:24, 36, 37.) Parece ser que en 2 Timoteo 3:16 y 2 Pedro 1:20 Pablo y Pedro se refieren a los escritos inspirados, tanto hebreos como griegos, con el término †œEscritura†. En 2 Pedro 3:15, 16, Pedro incluye los escritos de Pablo entre las †œEscrituras†.
Es posible que la expresión †œescrituras proféticas† (Ro 16:26) se refiera al carácter profético de todas las Escrituras Hebreas. (Compárese con Rev 19:10.)
Personificación. Como se consideraba que las Escrituras habían sido inspiradas por Dios, es decir, que eran su Palabra o su voz (en realidad, como si Dios hablara), a veces se las personificaba, como si hablaran con autoridad divina (tal como Jesús personificó al espíritu santo o fuerza activa de Dios y dijo que este enseñaba y daba testimonio [Jn 14:26; 15:26]). (Jn 7:42; 19:37; Ro 4:3; 9:17.) Por la misma razón, se habla de las Escrituras como si poseyesen la cualidad de la presciencia y el poder de predicar. (Gál 3:8; compárese con Mt 11:13; Gál 3:22.)
Fundamentales para los cristianos. Puesto que Jesucristo recurrió constantemente a las Escrituras Hebreas para apoyar su enseñanza, es importante que sus seguidores no se desvíen de ellas. El apóstol Pablo enfatiza su valor y carácter fundamental cuando dice: †œToda Escritura es inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia, para que el hombre de Dios sea enteramente competente y esté completamente equipado para toda buena obra†. (2Ti 3:16, 17.)
Fuente: Diccionario de la Biblia