(circular general).
Un documento que el Papa envía a todos los Obispos. En general, no son infalibles, pero encierran ensenanzas de fe y moral, que son «de hecho» infalibles, porque expresan la ensenanza ordinaria de la Iglesia. Todo Católico debe leer cada Ecíclica del Papa.
Diccionario Bíblico Cristiano
Dr. J. Dominguez
http://biblia.com/diccionario/
Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano
Del griego enkiklios, literalmente » circular». Desde e1 siglo Vll sirve para indicar los documentos «circulares» del papa y/o de un concilio, destinados a toda la cristiandad: a partir del siglo XVlll se convirtió en término técnico.
Toma el nombre específico de las dos primeras palabras del escrito (y. gr. Redemptoris missio).
El papa la dirige generalmente a los ordinarios del mundo entero o de una parte del mundo (pero incluso en este caso tiene siempre cierto alcance universal; por ejemplo, pío XI en la Mit brennender Sorge, dirigida a los católicos alemanes respecto al nazismo) y, por medio de ellos, a sus fieles. Nos interesa especialmente conocer la importancia teológica del Magisterio que en ellas se contiene. La encíclica es normalmente una intervención ordinaria del Magisterio. El destino universal de estos documentos les confiere una autoridad especial como expresión del Magisterio. Se les presta oídos y obediencia positiva e interior, pero no es necesaria una aceptación absolutamente definitiva. Si el papa quiere servirse de una encíclica para precisar definitivamente algún problema todavía abierto, tiene que declararlo expresamente (cf. DS 3885).
Gf Coffele
Bibl.: Encíclica, en ERC, III, 506-597′ F, Guerrero (ed.), El magisterio pontificio contemporáneo, 2 vols., BAC, Madrid 19911992; J. Alfaro, L.a teologia frente al magisterio, en R. Latourlle – G. O’Collins, Problemas y perspectivas de teología fundamental, Sígueme, Salamanca 1982.
PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995
Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico
Una carta circular (griego enkuklios). En los tiempos modernos el término está confinado casi exclusivamente a los documentos papales, aunque el término ha sido aplicado a las cartas enviadas por los obispos de la Conferencia de Lambeth a las iglesias de la comunidad anglicana. Una encíclica varía de una bula (un mandato solemne con el sello del Papa, bulla) y de un breve (una carta papal menos formal sellada con el símbolo del anillo del Papa). No existe una forma particular mediante la cual identificar una encíclica aunque algunas usan definidamente el nombre en las palabras introductorias. Los papas recientes han adoptado la encíclica como el medio de hacer importantes declaraciones sobre cuestiones teológicas y sociales. La autoridad papal no significa que una encíclica sea infalible en sus declaraciones.
Richard J. Coates
Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (205). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.
Fuente: Diccionario de Teología
(En latín, Litterae Encyclicae)
Según su etimología, una encíclica (del griego egkyklios, kyklos significa círculo) no es nada más que una carta circular. En los tiempos modernos, el uso ha limitado el término casi exclusivamente a ciertos documentos papales que difieren en su forma técnica del estilo ordinario de Bulas o Breves, y que en su sobrescrito están explícitamente dirigidas a los patriarcas, primados, arzobispos, y obispos de la Iglesia Universal en comunión con la Sede Apostólica. Por excepción, a veces se dirigen también encíclicas a los arzobispos y obispos de un país particular. Así se da este nombre a la carta del Papa San Pío X (6 de enero de 1907) a los obispos de Francia, pese al hecho de que fue publicada, no en latín, sino en francés; mientras que, por otro lado, la carta “Longinqua Oceani” (5 de enero de 1895) dirigida por León XIII a los arzobispos y obispos de los Estados Unidos, no se titula encíclica, aunque en todos los demás aspectos observe su forma. De esto y de una cantidad de hechos similares podemos inferir probablemente que el nombre preciso usado no se pretende que sea de gran significación. Por la naturaleza del caso las encíclicas dirigidas a los obispos del mundo están generalmente relacionadas con asuntos que afectan al bienestar de la Iglesia en su conjunto. Condenan alguna forma prevalente de error, señalan peligros que amenazan a la fe o la moral, exhortan a los fieles a la constancia, o prescriben remedios para males previstos o ya existentes. En su forma una encíclica en la actualidad comienza así—podemos tomar como muestra la encíclica Pascendi sobre el modernismo:—
«Sanctissimi Domini Nostri Pii Divinâ Providentiâ Papæ X Litteræ Encyclicæ ad Patriarchas, Primates, Archiepiscopos, Episcopos aliosque locorum Ordinarios pacem et communionem cum Apostolicâ Sede habentes de Modernistarum Doctrinis. Ad Patriarchas, Primates, Archiepiscopos, Episcopos aliosque locorum Ordinarios, pacem et communionem cum Apostolicâ Sede habentes, Pius PP. X., Venerabiles Fratres, salutem et apostolicam benedictionem. Pascendi dominici gregis mandatum», etc.
La conclusión toma la siguiente forma: — «Nos vero, pignus caritatis Nostræ divinique in adversis solatii, Apostolicam Benedictionem vobis, cleris, populisque vestris amantissime impertimus. Datum Romæ, apud Sanctum Petrum, die VIII Septembris MCMVII, Pontificatus Nostri anno quinto. Pius PP. X.»
Aunque sólo durante los tres últimos pontificados las declaraciones más importantes de la Santa Sede se han dado al mundo en forma de encíclicas, esta forma de Carta Apostólica se ha usado ocasionalmente desde mucho antes. Casi el primer documento publicado por el Papa Benedicto XIV tras su elección fue una “Epistola encyclica en commonitoria” sobre los deberes de la función episcopal (3 de diciembre de 1740). Bajo el Papa Pío IX muchas declaraciones trascendentales se presentaron en esta forma. El famoso pronunciamiento “Quanta cura” (8 de diciembre de 1864), que fue acompañado de un Syllabus de ochenta errores anatematizados, fue una encíclica. Otra importante encíclica de Pío IX, descrita como una “Encíclica del Santo Oficio”, fue la que empezaba con “Supremae” (4 de agosto de 1856) en condena del espiritualismo. El Papa León XIII publicó una serie de encíclicas sobre asuntos sociales y otras cuestiones que atrajeron la atención universal. Podemos mencionar especialmente “Inscrutabilis” (21 de abril de 1878) sobre los males de la sociedad moderna; “Aeterni Patris” (4 de agosto de 1879) sobre Santo Tomás de Aquino y la filosofía escolástica; “Arcanum divinae sapientiae” (10 de febrero de 1880) sobre el matrimonio cristiano y la vida familiar, “Diuturnum illud” (29 de junio de 1881) sobre el origen de la autoridad civil; “Inmortale Dei” (1 de noviembre de 1885) sobre la constitución cristiana de los estados; “Libertas praestantissimum” (20 de junio de 1888) sobre la verdadera libertad; “Rerum novarum” (16 de mayo de 1891) sobre la cuestión laboral; “Providentissimus Deus” (18 de noviembre de 1893) sobre las Sagradas Escrituras; “Satis cognitum” (29 de junio de 1896) sobre la unidad religiosa. Pío X se ha mostrado igualmente partidario de esta forma de documento, por ejemplo, en su fervorosa recomendación de la instrucción catequética “Acerbo nimis” (15 de abril de 1906) su discurso en el centenario del Papa San Gregorio I Magno (12 de marzo de 1904), su primera carta al clero y fieles de Francia, “Vehementer nos” (11 de febrero de 1906), sus instrucciones sobre intervención en política al pueblo de Italia y en el pronunciamiento sobre el modernismo ya mencionado.
Dos funcionarios que presiden oficinas separadas cuentan aún entre sus deberes ayudar al Santo Padre en la redacción de sus cartas encíclicas. Son éstos el “Segretario dei brevi ai Principi” ayudado por dos “minutanti”, y el “Segretario delle lettere latine” también con un minutante. Pero fue indudablemente costumbre de León XIII escribir sus propias encíclicas, y es claramente competencia del soberano pontífice prescindir de los servicios de sus subordinados.
Respecto a la fuerza obligatoria de estos documentos se admite generalmente que el mero hecho de que el Papa pueda haber dado a cualquiera de sus declaraciones la forma de encíclica no constituye necesariamente un pronunciamiento ex-cathedra ni le inviste de autoridad infalible. El grado en que se compromete el magisterio infalible de la Santa Sede debe juzgarse por las circunstancias, y por el lenguaje utilizado en cada caso particular. En los primeros siglos el término encíclica se aplicó, no sólo a las cartas papales, sino a ciertas cartas que emanaban de los obispos o arzobispos y se dirigían a su propia grey o a otros obispos. Tales cartas dirigidas por un obispo a todos sus súbditos se llaman ahora comúnmente pastorales. Entre los anglicanos, sin embargo, el nombre “encyclical” se ha revivido recientemente y se ha aplicado, en imitación de la costumbre papal, a las cartas circulares de los primados ingleses. Así la respuesta de los arzobispos de Canterbury y York a la condena papal a los órdenes anglicanos (esta condena, “Apostolicae Curae” tomó la forma de una Bula) fue llamada por sus autores como la encíclica “Saepius officio”.
Bibliografía: Poco se ha escrito expresamente sobre las encíclicas, que en los tratados de derecho canónico se agrupan generalmente con las demás Cartas Apostólicas. La obra de BENCINI, De Literis Encyclicis Dissertatio (Turín, 1728), trata casi exclusivamente de los primeros documentos de la Iglesia que fueron llamados así; ver, sin embargo, HILGENREINER en Kirchliches Handlexikon (Munich, 1907), I, 1310; y GOYAU, Le Vatican (París, 1898), p. 336; WYNNE, The Great Encyclical Letters of Leo XIII (Nueva York. 1903); EYRE, El Papa y el Pueblo (Londres, 1897); y D’ ARROS, Léon XIII d’après ses Encycliques (París, 1902). Sobre la autoridad de las encíclicas y documentos papales similares, ver especialmente el utilísimo libro de CHOUPIN, Valeur des Décisions Doctrinales et Disciplinaires du Saint-Siège (París, 1907); cf. BAINVEL, De Magisterio vivo et Traditione (París, 1905).
Fuente: Thurston, Herbert. «Encyclical.» The Catholic Encyclopedia. Vol. 5. New York: Robert Appleton Company, 1909.
http://www.newadvent.org/cathen/05413a.htm
Traducido por Francisco Vázquez. L H M.
Fuente: Enciclopedia Católica