DEMOCRACIA

(gobierno por el pueblo).

Es algo bueno y deseable. Sin embargo Dios no es demócrata, no nos da las cosas por votación de los demás, sino que nos da a cada uno «lo mejor» según El lo cree: No nos da a elegir los padres, ni el lugar de nacimiento, ni el color de la piel, ni el dí­a de morir.

– No hizo votaciones para elegir a Pedro: (Mat 16:18), ni a los apóstoles, ni a los discí­pulos: (Mt.10, Jua 15:16). ni su Iglesia para sacerdotes, obispos.

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

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Sistema de gobierno representativo, orgánico y basado en la expresión libre de la voluntad de los gobernados. Es la forma más concordante con los derechos humanos y sociales de las personas.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

Significado

La expresión «democracia» significa textualmente «poder del pueblo». Es un término y un concepto ya existente en la antigüedad griega (Aristóteles), pero hoy indica que la sociedad o el pueblo es gobernado por representantes elegidos (según diversas modalidades históricas) por el mismo pueblo, para que busquen el bien común de todos los ciudadanos, sin discriminación alguna, en vistas a una justa distribución de los bienes. En circunstancias normales, un gobierno no democrático, no podrá demostrar su legitimidad. Todo gobierno debe ser, en cierto modo, del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. La democracia puede darse en las diversas posibilidades de gobierno monárquico, republicano, federalista, etc.

Señales de democracia

Este concepto de democracia es relativamente moderno, con cierto influjo de los contenidos positivos de la revolución francesa (libertad, igualdad, fraternidad). La democracia se concreta en la elección de los gobernantes por sufragio universal sin discriminación (hombres, mujeres, jóvenes), de suerte que el gobierno represente al pueblo y garantice el ejercicio de las libertades fundamentales libertad de pensamiento, de expresión, de educación, de asociación, de religión.

Una señal de democracia es la independencia de los tres poderes públicos poder legislativo, judicial y ejecutivo. El dialogo institucional debe representar a todo el pueblo, también según las diversas tendencias o pluralidad de partidos polí­ticos. Se da la posibilidad de «referendum» para los cambios institucionales. Las decisiones deben reflejar las diversas tendencias, aunque pueda prevalecer, como orientación básica y no excluyente, la tendencia mayoritaria. En resumen, el gobierno democrático está al servicio del bien común de la sociedad, para el desarrollo integral de todas las personas sin discriminación.

Concepto sobre el hombre

Los gobiernos democráticos están al servicio de la verdad del hombre en toda su integridad. El concepto de hombre es el que califica a las diversas democracias. Una democracia perfecta todaví­a no se ha realizado. Una lí­nea capitalista liberal busca la «democracia» de un libre mercado donde prevalga la competencia (con la consecuencia de un empobrecimiento de muchos pueblos). La lí­nea socialista materialista busca la «democracia» en una economí­a colectivista (con detrimento de la iniciativa y libertad de las personas e instituciones privadas). La lí­nea «media» es la que dicen buscar todas las expresiones democráticas (tanto de lí­nea liberal como socialista)…

Cristianismo y democracia

El cristianismo presenta una base fundamental para la dignidad de la persona y el valor de la comunidad las bienaventuranzas y el mandato del amor. Por esto, la colaboración de los cristianos en el proceso democrático, mira hacia la construcción de la paz, superando toda forma de totalitarismo local e internacional, respetando las diferencias de escuelas y partidos, en una sociedad más solidaria y más humana, en la perspectiva de la cultura de la vida y de la civilización del amor.

Referencias Derechos humanos, doctrina social de la Iglesia, justicia, libertad, polí­tica, sociedad.

Lectura de documentos GS 31, 73-75; «Pacem in terris» (Juan XXIII, 1963); «Octogesima adveniens» (Pablo VI, 1971); «Centesimus annus» (Juan Pablo II, 1991) 44-52.

Bibliografí­a AA.VV., El Magisterio Pontificio contemporáneo ( BAC, Madrid, 1991) II (orden sociopolí­tico); AA.VV., Los cristianos y el Estado (Bilbao, Mensajero, 1969); G. BURDEAU, La democracia (Barcelona, Ariel, 1970); J. DE LATORRE, Cristianos en la sociedad polí­tica (Madrid, Narcea, 1982); M. DUVERGER, Instituciones polí­ticas y derecho institucional (Barcelona, Ariel, 1970); A. UTZ, B., VON GALEN, Concepción cristiana de la democracia pluralista (Barcelona, Herder, 1978).

(ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)

Fuente: Diccionario de Evangelización

Etimológicamente significa dominio, señorí­o, supremací­a del pueblo, y entra en la distribución aristotélica de los tres poderes, que es clásica en la historia de las doctrinas polí­ticas: monarquí­a, aristocracia y democracia.

Hoy el término » democracia» supone una forma de Estado y de gobierno basada en la distinción de los poderes (legislativo, ejecutivo y judicial) tí­pica del «estado de derecho». en las elecciones libres (sin discriminaciones de sexo o de censo), a través de las cuales el pueblo escoge a sus representantes; en la pluralidad de partidos que permiten al pueblo participar activamente en las orientaciones de la polí­tica nacional.

Siendo, por consiguiente, un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, la democracia representa una forma de Estado y de gobierno antitética a los regí­menes absolutistas y despóticos, en los que la participación del pueblo en la vida pública se ve excluida o fuertemente reducida e insuficientemente garantizada.

La democracia moderna tuvo su origen en Europa gracias a la praxis parlamentaria inglesa y francesa, y encontró su alimento ideológico en él pensamiento de Locke y de Montesquieu.

Los historiadores d~ las doctrinas polí­ticas advierten sin embargo que, sobre todo en los modelos continentales, la democracia, lejos de ser la soberaní­a popular que se proclamaba, resultó escasamente representativa del pueblo y de sus exigencias, debido a las inspiraciones individualistas del Estado liberal, Hov los Estados modernos se proclaman todos democráticos. Pero siguen siendo distintas las acepciones de la democracia; en efecto, puede distinguirse fácilmente la democracia capitalista, basada en el reconocimiento del libre mercado y en la competencia, la democracia socialista (llamada también «progresiva») de planteamiento económico colectivista: la democracia , formal y la democracia substancial; la democracia polí­tica y la democracia social: la democracia directa y la democracia indirecta; la democracia parlamentaria y la democracia presidencial, etc.

Por lo que se refiere a la actitud de la Iglesia y a la reflexión teológico-moral en cuestión de democracia, se advierte que, después de una larga etapa en que prevaleció el principio de la indiferencia frente a las diversas formas de gobierno (en lo que se refiere a sus aspectos técnico-formales), aunque en lí­nea con las finalidades de la comunidad polí­tica (servicio del bien común y respeto a los derechos fundamentales de las personas y de los grupos), se ha venido configurando un aprecio cada vez más claro del régimen democrático. A pesar de la proclamada indiferencia de la Iglesia frente a las diversas formas de régimen polí­tico, pí­o XI y pí­o XII suscitaron fuertes crí­ticas contra las involuciones totalitarias de los Estados nazistas, fascistas y comunistas. pí­o XII, en su mensaje de Navidad de 1944, expresaba, aunque con cierta cautela, una valoración positiva de la democracia y de la participación popular que ésta consiente y garantiza. Esta valoración se ha visto remachada en sucesivos documentos, hasta la Centesimus annus de Juan Pablo II. El Pontí­fice, mientras que muestra su aprobación del régimen democrático, que asegura a los ciudadanos la posibilidad de elegir, controlar y sustituir de modo pací­fico, cuando resulte oportuno, a sus propios gobiernos, proclama al mismo tiempo la exigencia de que la democracia, para ser auténtica, se base en el estado de derecho y en una concepción recta de la persona humana.
G. Mattai

Bibl.: P. J Lasanta, Las enseñanzas sociales de Juan Pablo II EDICEP Valencia 1991; J.de Latorre, Cristianos en ia sociedad polí­tica, Narcea, Madrid 1982; A. Utz y B. von Galen, Concepción cristiana de la democracia pluralista, Herder, Barcelona 1978.

PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico