CRUCIFIXION

Pena capital usada por los egipcios y romanos. La crucifixión de Cristo fue profetizada 1.000 años antes de que se conociera la crucifixión, en Sal 22.

17: (16); y Cristo mismo profetizó su crucifixión, Mat 20:19.

– Cristo crucificado: Mt.27, Mc. 15, Lc.23, Jn.18.

– Los 2 ladrones: Mat 27:38, Luc 23:43.

– Maldita: Gal 3:13, Gal 5:11.

– Cuatro tipos de cruces: Latina: San Andrés:X
Griega: +: San Antonio: T

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

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Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

tip, COST LEYE

ver, AZOTE CRUZ

vet, Pena capital ejecutada mediante la fijación del reo a una cruz. Se ataban las manos y los pies o, de manera más cruel, se usaban clavos, traspasando manos y pies. Numerosas naciones de la antigüedad practicaban la crucifixión o un suplicio análogo. Primitivamente se empleaba un solo madero (de empalizada o de fortificación), o un palo aguzado en su parte superior, frecuentemente representado en los bajorrelieves, y bien conocido por los asirios, persas, cartagineses y egipcios. En ocasiones, sólo se dejaba allí­ fijado al condenado hasta que le llegaba la muerte (Gn. 40:19; Est. 7:10). Los israelitas sabí­an bien lo que era «colgar [a alguien] de un madero» (Nm. 25:4; Jos. 8:29; 2 S. 21:9); este suplicio era para ellos señal de una maldición especial (Dt. 21:22-23). Pablo ve en este texto el anuncio profético de la maldición que Cristo iba a llevar en la cruz en nuestro lugar (Gá. 3:13). Los griegos y romanos modificaron a su tiempo el primitivo madero, añadiéndole un madero transversal («patibulum»). Es de ellos que los judí­os aprendieron la crucifixión propiamente dicha: Alejandro Magno crucificó a 2.000 tirios. Según Josefo, Ciro, en el edicto permitiendo el retorno de los judí­os de Babilonia a Jerusalén, amenazó con la pena de crucifixión a cualquiera que quisiera obstaculizar el cumplimiento de su orden (Antigüedades 12:5, 4). Esd. 6:11 muestra que Darí­o de Persia amenazó de muerte a los que no obedecieran sus decretos. Antí­oco Epifanes crucificó a judí­os fieles que rehusaron abandonar su religión (Antigüedades 12:5, 4). Alejandro Jáneo (Guerras 1:4, 6) y los fariseos crucificaron a sus enemigos (Guerras 1:5, 3). Los romanos solamente aplicaban este castigo a los esclavos, o a los hombres libres culpables de los crí­menes más execrables; una ley formal prohibí­a la crucifixión de cualquier ciudadano romano; aparte de esto, este afrentoso castigo se empleaba abundantemente: el año 7 d.C., un procurador romano en Judea hizo crucificar a 2.000 rebeldes. Durante el Imperio, también se llegó a crucificar a ciudadanos romanos, a pesar de la ley en contra. Con frecuencia se azotaba al condenado (véase AZOTE) (Mt. 27:26; Mr. 15:15; Jn. 19:1), que, con el cuerpo lacerado, era a continuación obligado a llevar su cruz (Jn. 19:17; cp. el sentido espiritual de Mt. 10:38). La simple fijación de la ví­ctima a la cruz mediante cuerdas no entrañaba la muerte. Esta sobrevení­a después que la sed y el hambre hubieran surtido sus efectos. El clavamiento de manos y pies no producí­a una muerte necesariamente más rápida. Cuando era necesario acelerar la muerte del condenado, se le quebraban las piernas, como se hizo con los dos ladrones crucificados juntamente con Jesús (Jn. 19:31-33). Numerosos judí­os fueron crucificados después de la toma de Jerusalén por Tito (Josefo, Vida 75). Movido por motivos religiosos, Constantino abolió la crucifixión en todo el territorio del Imperio Romano.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

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Fijación del cuerpo en una cruz. Era suplicio que parece provenir del Oriente asiático y era usado sobre todo por los persas. Estaba destinado preferentemente para los esclavos rebeldes. Ordinariamente se hací­a la fijación del cuerpo con ligaduras y ocasionalmente con clavos.

Si los clavos horadaban las extremidades, al desangrar a la ví­ctima, hací­an la muerte más rápida. Las ligaduras de las extremidades prolongaba el suplicio. Y, si se colocaba un soporte de madera para que el cuerpo se apoyara y los pulmones no se encharcaran o se congestionaran, la muerte podí­a tardar varios dí­as en llegar, aumentando el sufrimiento para el crucificado y el escarmiento para los testigos.

En Israel no se empleó nunca, aunque consta en ocasiones el hecho de colgar los cadáveres de los ya ajusticiados después de muertos como señal de ignominia (2 Sam. 21. 6 y 9; Deut. 21. 21-23; Gen. 40. 19)

La crucifixión de Jesús se hizo a la manera romana, con unos soldados actuando y vigilando (Mt. 27.31; Mc. 15. 20), desnudando al reo (Mt. 27.35), clavando al cuerpo en el suelo con cuatro clavos (Jn. 21.18; Luc. 24.39) y usando algunas formas probablemente propias de Palestina (bebida embriagante: Mt. 27.34; Mc. 15.23).

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa