Alfarero/a (heb. yôtsêr, «modelador/ra» [del verbo yâtsar, «formar»]; aram. pejâr; gr. keraméus). Quien hace vasijas de barro. Aparentemente el arte de la alfarería se inventó en Sumeria, durante el período histórico más antiguo (como lo indica la evidencia arqueológica), y probablemente de allí se extendió a los demás países hasta que los objetos de alfarería fueron la posesión más común de todos, ricos y pobres por igual. Los alfareros fueron lo suficientemente numerosos en la antigua Palestina como para formar gremios o corporaciones (véase 1Ch 4:23), y su trabajo se menciona con frecuencia en la Biblia. El alfarero tomaba la arcilla de la tierra, la pisaba (ls. 41:25) y luego la amasaba con las manos hasta formar una pasta. Después ponía una porción de ella sobre un disco grueso o rueda de madera (Jer 18:3), y al hacer girar esa rueda con la mano o los pies le daba la forma que quería (fig 13; los escritores bíblicos usaron esta habilidad del alfarero para ilustrar la soberanía de Dios; Isa 45:9; Jer 18:5-12; Rom 9:20-25). El producto terminado era cocido en un horno, a veces después de aplicarle una pasta para esmaltar la pieza (Pro 26:23; cf Eclo. 38:29, 30). El más antiguo taller de alfarería que se ha conservado es el que se excavó en Khirbet Qumrân. Data del s I d.C., y contiene un espacio donde se amasaba la arcilla, el asiento del alfarero, el lugar donde estuvo la rueda y el horno donde se cocían las piezas.
Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico