Historia
El Rey de Inglaterra, Enrique VIII, pidió al Papa Clemente VIII, la anulación del matrimonio con su legítima esposa, Catalina de Aragón, para casarse con Ana Bolena. El Papa rehusó, fiel al mandato de Cristo: †œLo que Dios unió, no lo separe el hombre† (Mc 10:9).
El rey, obstinado en su propósito de divorcio, en el año 1534 forzó la separación de la iglesia en Inglaterra de la comunión con Roma. Se declaró a si mismo como único y supremo jefe de la iglesia inglesa.
Doctrina
— El rey o la reina de Inglaterra es la autoridad suprema de la iglesia anglicana (anglicana-inglesa).
— Como la separación fue por razones de política e interés personal del rey, al principio los cambios en la doctrina se limitaban al rechazo las siguientes doctrinas respecto a los sacramentos:
— El matrimonio no es indisoluble, se admite el divorcio.
— La confesión es una mera declaración del perdón concedido por Dios. Mientras que la Iglesia Católica enseña que el ministro perdona en nombre de Dios: †œA quienes perdonen los pecados, queden perdonados, y a quienes no los perdonan, queden sin perdonar† (Jn 10:23).
— Jesús está espiritualmente presente en el pan y vino consagrados. Mientras que la Iglesia Católica enseña que Jesús está real y substancialmente presente con Su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, aunque sea bajo las formas del pan y del vino.
— Los anglicanos continuaron teniendo verdaderos obispos, ya que la gran mayoría de ellos prefirió ceder ante el rey para no sufrir el martirio. Una notable excepción fue el obispo mártir San Juan Fisher. Los obispos y sacerdotes, apóstatas, aunque actuaban ilícitamente, eran ejercían sacramentos válidamente. Sin embargo, después que el Rey Enrique VIII nombró a Tomás Cranmer, que no era obispo, como titular de la sede de Canterbury y como su representante sobre la Iglesia Anglicana. No siendo obispo, no podía validamente consagrar a sacerdotes y obispos ni tener autoridad sobre ellos.
Fuente: Diccionario Apologético