YOGA

Sistema metafí­sico del hinduismo. Generalmente indica ciertos métodos de autocontrol y meditación, pero forma parte de la filosofí­a religiosa del hinduismo. Se trata de uno de los seis darshanas o sistemas metafí­sicos (vista) del hinduismo (mimansa, vedanta, samkhya, nyaya y vaishesika son los otros). Muchos lo consideran una rama del sistema sankhya. También es parte de la capacidad de asimilación y sí­ntesis de las antiguas creencias hindúes. Se atribuye a Patanjali del siglo III a.C. A pesar de considerarse actualmente como teí­sta pudiera haber sido un sistema filosófico ateo.
El yoga acepta la existencia de un Dios supremo y considera que el mundo tiene una existencia dependiente del pensamiento, lo cual indica una posición semirrealista. El propósito del yoga es la liberación del espí­ritu sobre la materia, a los efectos del karma. Sus seguidores o «yoguis», además de vegetarianos, son tradicionalmente indiferentes al sistema de castas prevaleciente en el ® HINDUISMO. Mediante ocho ví­as esperan alcanzar la concentración mental. Un método utilizado es fijar la mirada en el ombligo o en la punta de la nariz.
En un sentido amplio, el yoga se presenta como todo método o disciplina que tiende a lograr cierto grado de «salvación», entendida esta en su sentido hindú o en alguna versión modificada compatible con el origen del término. En un sentido más estricto, el yoga se propone la supresión de los estados de conciencia, es decir, de lo mental en beneficio de lo espiritual, como lo sugieren los métodos mencionados.
Se puede hacer distinciones entre yogas sicosomáticos y metafí­sicos, entre muchas otras de sus formas. Además de versiones hinduistas, jainistas y budistas, se ha propuesto un yoga cristiano, pero tanto el Vaticano como varias confesiones protestantes se pronuncian en torno a una incompatibilidad entre el yoga y la fe cristiana. Varios estudiosos hasta vinculan el origen del yoga con fenómenos espiritistas.

Fuente: Diccionario de Religiones Denominaciones y Sectas

Popularmente, el yoga se asocia con ejercicios de relajación y cuidado del cuerpo. Ofrece algo aparentemente muy atractivo: una vida mejor sin que sea necesario renunciar al pecado ni comprometerse con Dios a vivir según sus Mandamientos.

Según un anuncio para clases de yoga, esta †œnos enseña a abordar nuestra vida sin esfuerzo psicológico, permitiéndonos vivirla con mayor intensidad y alegrí­a.† Pocos, al comenzar estas clases, comprenden que se les está iniciando en una espiritualidad de orientación hindú que contradice las doctrinas cristianas.

La palabra †œyoga† viene del sánscrito †œyug† que significa †œunir†; literalmente significa †œunión con la divinidad.† No se trata de unión con Dios, nuestro Padre, pues la religión hindú no reconoce un Dios personal sino al Braman, o Absoluto, que es energí­a impersonal. Según el hinduismo, el fin de todo yoga es la realización del absoluto uniéndose a Braman. La energí­a, según el hinduismo, lo invade todo y se manifiesta en muchos dioses. Uno de estos es el dios Chiva, deidad que juega un papel importante en la práctica del yoga.

El concepto de que todo es parte de una misma sustancia envolvente se conoce como †œmonismo.† Referido a Dios, se llama panteí­smo: †œDios es todo y todo es Dios.† En consecuencia, todos los seres serí­an parte de la divinidad. Tanto el monismo como el panteí­smo son teorí­as claramente contrarias a la fe católica.

La Yoga está vinculada con otra creencia hindú, la Reencarnación. Creen que el espí­ritu está atrapado en el cuerpo, por lo que buscan liberarlo para que pueda fusionarse con la energí­a que es dios. A esta fusión con la divinidad se le llama †œsamadi.†

La liberación del espí­ritu se lograrí­a alterando los estados de conciencia, para lo que es necesario la †œmeditación† y las posturas del cuerpo.

Tipos de yoga

Existen siete escuelas tradicionales de yoga, a saber: Raja Yoga, Karma Yoga, Jnana Yoga, Hatha Yoga, Laya Yoga o Kundalini Yoga, Bhakti Yoga y Mantra Yoga. Cada escuela emplea un método distinto para desenvolver los †œchakras† pero todas pretenden llegar, mediante un vací­o interior, conseguido a través de la alteración de los estados de la conciencia, a la realización de la propia divinización.

En el Hatha Yoga, uno de los más practicados en Occidente, los ejercicios fí­sicos y las posturas están destinados a condicionar la mente y entonar el cuerpo para experimentar un estado alterado de conciencia. Los ejercicios respiratorios se usan para controlar el †œprana,† que, supuestamente, es la fuente de energí­a psí­quica y el origen de todos los fenómenos extrasensoriales experimentados en los estados avanzados de las prácticas yoga. El prana se localizarí­a en los †œchakras,† los cuales lo regulan.

¿Yoga solo como ejercicio?

Muchos cristianos dicen que utilizan la yoga exclusivamente para hacer ejercicio sin involucrarse en el aspecto pagano. A ellos responde el famoso Suami Vishnudevananda: †œMucha gente piensa que el Hatha Yoga es solamente un mero ejercicio fí­sico. Pero en realidad, no hay diferencia entre el Hatha Yoga y el Raja Yoga (la disciplina ocultista de los hinduistas).†

La tradición cristiana toma en cuenta la importancia del cuerpo y de los sentidos en la oración, ya que somos cuerpo y alma y estos dos aspectos no se pueden desvincular. Pero, ¿por que optar por ejercicios que están asociados a prácticas idolátricas?

Es necesario estar bien atentos a que la esencia de la oración es unión con Dios, quien se ha revelado plenamente en Jesucristo. Por eso nosotros no ponemos la mente en blanco sino que recurrimos a Jesús en la oración para que El, y solo El, reine en nuestros corazones.

Recomendamos mucha cautela:

†¢ Los centros de yoga suelen ser lugares de promoción (velada o abiertamente) para las creencias orientales, el hinduismo y la nueva era. Se ofrece literatura, otras reuniones… El ambiente va influyendo paulatinamente.

†¢ Los libros de yoga pueden incluir enseñanzas hindúes o de la nueva era.

†¢ El cristiano no debe tratar de poner su mente en †œblanco,† hacer †œmantras† o tener †œexperiencias† extrasensoriales. ¡Cómo le gusta al enemigo de Dios que la gente se relaje y ponga su mente en blanco cuando el está rondando! Una mente abierta a que entre cualquier espí­ritu serí­a fácilmente penetrada por el demonio. La oración cristiana se centra en Jesucristo Nuestro Señor de manera que la mente se somete a El. No permitimos cualquier intruso.

Fuente: Diccionario Apologético

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En sánscrito se llama o dice «yuga» o «yugo» y es uno de los seis sistemas clásicos de filosofí­a hindú. Este sistema se cuida mucho del dominio del cuerpo y del aprovechamiento de las energí­as que encierra la parte somática del ser humano. Se ha prestado a mucha espectacularidad, pero el yoga es sólo una forma de entender la psique y el soma, en perfecta conjunción de energí­as.

1. Qué es
Es una técnica o ciencia para desarrollar la personalidad de manera integral. Desarrolla el cuerpo fí­sico por fuera y por dentro y también la mente, tanto en su parte inconsciente como en la consciente. Trata de suscitar el equilibrio y por lo tanto de proporcionar la serenidad y la felicidad, incluso la armoní­a y la salud.

El yoga se presenta también como doctrina que disciplina al ser humano a fin de que alcance la liberación de los sentidos y de las tensiones interiores que pueden angustiar. En este sentido la cultivan los yoguis o creyentes búdicos e hinduistas que creen en el espí­ritu universal, el Brahma.

Pero evidentemente sus principios psicofí­sico valen también para los que no creen en ese Brahama, pero advierten que pueden dominar el cuerpo con ejercicios inteligentemente ordenados y realizados. Por eso es compatible en sus formas fí­sicas, no en las mí­sticas, con otras creencias religiosas como son el mahometismo, el cristianismo y el judaí­smo.

2. Historia
Las doctrinas y prácticas son muy antiguas. Se dice que hace 5.000 años ya se conocí­an. La verdad es que los escritos Upanisad son los primeros que hablan de esos ejercicios.

El «Maitrî Upanisad» es el que mejor diseña consignas de yoga, aludiendo una base filosófica del Yoga Sûtra del siglo II a.C. de un sabio hindú llamado Patanjali, tal vez el fundador del yoga.

Por otra parte, al presentarse como sistema práctico, atrae a muchos adeptos que testifican que les produce efectos saludables. En Occidente cuenta también el estí­mulo de ser algo exótico, curioso y por lo tanto sorprendente.

Algunos autores occidentales como los británicos Francis Yeats-Brown, Aldous Huxley y Christopher Isherwood, han contribuido a difundirlo en Europa y América.

Tanto en Oriente como en Occidente las formas y los estilos del yoga se han diversificado. El «Hatha yoga» es la rama más seguida en Occidente y la «Kundalini yoga» se considera las más sintética o ecléctica de las formas o escuelas que se han extendido.

3. Ocho escalones La práctica del yoga se desenvuelve en niveles o formas que se van siguiendo y se orientan a que el practicante llegue al conocimiento perfecto del espí­ritu que esta debajo de los movimientos y acciones d los yoguis. Son los siguientes:

– 1. Autocontrol (yama). Supone llevar vida ética: veracidad, abstinencia, evitar el robo, austeridad y no perjudicar a los seres vivos.

– 2. Observancia religiosa (niyama). Reclama actitud de renuncia, austeridad, pobreza, frecuentes purificaciones, recitar plegarias e himnos que están en los Vedas y confiar en el Ser Supremo.

– 3. Prácticas de posturas (âsana), que su diversas y numerosas. Son consideradas importantes para seguir en los escalones que siguen.

– 4. Regular la respiración (prânâyâma). Eso supone aprender a dominar el ritmo y la profundidad. Controlar la inspiración y la expiración.

– 5. Dominar los sentidos (prâtyâhâra). Exige renunciar los objetos externos y hacerse consciente de las demandas de la propia mente.

– 6: Estabilidad de la mente (dhârâna). Capacidad de centrarse en determinada del cuerpo, como la frente, la nariz, un pie y ser capaces de mantenerse firmes ante alguna perturbación externa.

– 7. Meditación (dhyâna). Es la capacidad de dejar la mente fija en un objeto y sentir que el espí­ritu Brahama se adueña de uno mismo.

– 8. Contemplación profunda (samâdhi). Es la absorción perfecta del pensamiento en cada objeto del pensamiento. Es la perfección, y la continua profundización en el propio interior. Esto conduce a la iluminación interna, al éxtasis.

4. Efectos
Es la liberación y la serenidad total. Los budistas e hinduistas que creen en las reencarnaciones dicen que esto no se puede alcanzar en una única vida. Los que no admiten esa idea de la reencarnación sospechan que es posible, pero difí­cil, llegar a la perfección interior total.

Los expertos yoguis dicen que llegan de ese modo al «Kâivalya» que es un estado de perfección final. Pero es evidente que es una forma de hablar, original, pero no experimentable.

Afirman los que llegan a ese estado perfecto que se hacen insensibles al calor o al frí­o, al dolor y al placer, que pueden incluso cambiar el curso de su naturaleza. Pero es evidente que es eso: un modo de hablar.

De hecho, quienes practican en el yoga, hablan con frecuencia de efectos positivos como son el mejor control de la respiración: Todo movimiento cuenta con el acompañamiento coordinado de la respiración, la fácil práctica de la relajación muscular, pero también psicológica, la mayor aptitud para la concentración y para mantener la atención. etc.

5. Valor pedagógico
El yoga se considera como una forma interesante de educar el cuerpo: la sensibilidad y el movimiento. Y en este sentido sus efectos pueden declararse positivos y aprovechables.

Pero también es una forma de educar el espí­ritu o el elemento interior de los hombres: criterios, sentimientos, actitudes. El educador que desee aprovecharse del yoga debe evitar mitificarlo excesivamente y mucho menos de convertirlo en una religión. Es un apoyo excelente si se sabe practicar adecuadamente, pero nada más.

Se puede practicar individualmente y en grupo. Se puede ser más asiduo en sus ejercicios o se puede practicarlo ocasionalmente. Se puede mitificar excesivamente su eficacia y se puede ser más prudente y flexible en los criterios que lo rigen.

El pedagogo Jiddu Krishnamurti decí­a en 1994 que los alumnos captan lo que el profesor sabe trasmitirles y defendí­a, como buen hinduista, que el yoga es un lenguaje de comunicación y que para entenderse en él hay que practicarlo y dominarlo por parte del que lo enseña y del que lo aprende.

En los ambientes en los que el yoga se ha extendido como práctica fí­sica y como ejercicio de control mental, la satisfacción ha sido general. Pero con frecuencia se ha empleado como señuelo para a traer a espí­ritus inquietos o a jóvenes inestables. Entonces se pasa de ser una moda que, por lo general, no dura mucho.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

En el hinduismo es clásica la expresión «yoga», que significa «camino» o «medio» («método») para unirse con Dios. En las innumerables escuelas y explicaciones, prevalece la concentración de la mente por la repetición de fórmulas sagradas o nombres divinos (los «mantra»), para asimilar su realidad. A veces se tiene en cuenta el relax muscular y la respiración rí­tmica o normal. Ese camino necesita algún «guí­a» («guru») o maestro, que tenga experiencia de Dios, el cual indicará los pasos a seguir. La disciplina y los programas son variados según la escuela y el maestro.

De suyo, el «yoga» no incluye una «ideologí­a» o una doctrina de religión particular, pero en el hinduismo tiene las connotaciones que derivan de esa religión. Por medio del «yoga», se dominan los sentidos para adaptarse a la realidad, en vistas a la experiencia espiritual de Dios. La concentración del pensamiento aspira a la autorealización. También se puede distinguir entre los ejercicios psicofisiológicos (ascética), los ejercicios mentales (concentración y meditación), y la experiencia espiritual o iluminación, a la que se aspira.

La diversidad de «yogas» deja entrever la variedad de escuelas de espiritualidad hindú el Raja-yoga (que es el clásico de la concentración-meditación), el Jñana-yoga (de la sabidurí­a), el Karma-yoga (de la acción ritual o del cumplimiento de los deberes con perfecto desasimiento), el Bhakti-yoga (de la devoción amorosa hacia Dios). El método de la «meditación trascendental» de Maharishi Mahesh Yogi (difundido en occidente a mediados del siglo XX) es un ejercicio de concentración, pero que no deja de tener connotaciones religiosas (hinduistas) sobre el concepto del ser humano en relación con el Absoluto.

Todo «yoga», en su sentido religioso, es un camino hacia la luz. Pero Dios es siempre más allá de toda experiencia. Entonces la experiencia de Dios parece «tiniebla». De suyo, el ejercicio o metodologí­a del «yoga» no pasa de ser un medio de interiorización; pero la intención de quien lo practica y sus actitudes interiores pueden llegar a la relación de oración y unión con Dios. Es una búsqueda milenaria de Dios, que intenta unificar el corazón para unirse con el Absoluto.

El mensaje de los mí­sticos cristianos consiste en que Dios es más allá de todo «método» («yoga»), puesto que Dios se da a sí­ mismo gratuitamente. «Tú eres el Dios escondido» (Is 45,15). «Tú eres más allá de todo… Tú eres todo ser y Tú no eres ninguno de ellos… Tú tienes todos los nombres, ¿cómo podré nombrarte si Tú eres el único a quien no se le puede nombrar?» (San Gregorio Nacianceno PG 37,507).

Referencias Hinduismo, Zazen.

Bibliografí­a D. ACHARUPARAMBIL, Espiritualidad hinduista ( BAC, Madrid, 1992) cap. VII-X. Ver estudios en hinduismo.

(ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)

Fuente: Diccionario de Evangelización

Término derivado de la raí­z sánscrita y, que significa †œsubyugar, refrenar†. Los orí­genes del yoga se encuentran en capas muy antiguas de la cultura religiosa de la India, especialmente en las prácticas chamánicas precarias, con las que se intentaba dominar las fuerzas cósmicas, y también en antiguos cultos sacrificiales que exigí­an una †œsumisión» del espí­ritu del sacerdote, de manera que pudiera concentrarse perfectamente en el acto ritual, revestido de la fuerza necesaria para realizarlo. Estrechamente ligado a la repetición de fórmulas mágicas o rituales iba también el control de la respiración.

Cuando el culto sacrificial perdió su papel central en la religiosidad india, los Upanishads (.71) elaboraron las prácticas del yoga, con los elementos esenciales de concentración, control de la respiración y unión con una fuerza sobrehumana, como caminos para unirse («ser subyugado») a la realidad total, cósmica y divina, lo cual significaba también una unión del ser humano consigo mismo en una experiencia de armoní­a y de liberación. En este contexto tuvo su origen el budismo (.71), que dio una sí­ntesis original de los caminos del voga en la perspectiva de una nueva visión de la existencia humana.

Se encuentran expresiones clásicas del yoga en el capí­tulo VI de la Bhagavad-Gita y en los Yoga-sútra de Patañjali (siglo 11 a.C.). Aunque la práctica de las diversas disciplinas que se encuentran en el yoga indio son comunes a algunas otras religiones, en ninguna otra han encontrado tan amplia elaboración y tan universal aplicación como en el hinduismo (.71). Gracias a su amplia difusión, las diversas escuelas del yoga han tenido una notable influencia en la cultura india, no sólo en la esfera religiosa, sino también en la danza, la poesí­a, la valoración de la naturaleza, el amor conyugal e incluso en la ciencia y en la polí­tica.
A. Roest Crollius

Bibl.: J. Masson, Yoga/Zen, en NDE, 14251435: M, Eliade, Yoga, inmortalidad y libertad, Pléyade, Buenos Aires 1971 : A. Blav Fontcuberta, Los Yoga, Cedel, Viladrau 1971 : S. M, Chazini, Yoga: contemplación en el silencio, San Pablo, Madrid 1978: J M.

Dechanet, Yoga cristiano en diez lecciones, DDB, Bilbao 1965: X, Moreno Lara. El voga clásico, Mensajero. Bilbao 1979.

PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico