TRADICIONALISMO

Movimiento dentro del catolicismo. Sector católico que trata de mantener las tradiciones y sobre todo los acuerdos del Concilio de Trento (siglo XVI), especialmente la misa en latí­n. En muchos textos de historia se identifica a este término con católicos franceses conservadores que reaccionaron ante los avances del ® RACIONALISMO, la Ilustración y la Revolución Francesa.

Fuente: Diccionario de Religiones Denominaciones y Sectas

[024]
Sistema de pensamiento que alude a la importancia que se atribuyo a lo que se ha recibido por ví­a de comunicación social entre unas generaciones y otras.

Ha tenido importancia en Sociologí­a y en Polí­tica, con la creación de diversas opciones, movimientos y partidos polí­ticos que se han proclamado defensores de la tradición. Estos partidos han proliferado en los estados democráticos de Occidente y han encontrado la réplica de los autedenominados «progresitas», «renovadores» o incluso «revolucionarios». Con todo, el concepto de tradicionalismo ha invadido también otras esferas sociales como el arte, la música y la misma economí­a. El sentimiento de que lo conseguido por la tradición es un valor que merece respeto y cultivo ha estado presente en muchos ambientes sociales y culturales. Y ello a pesar de que los tiempos modernos son propensos al cambio por la rapidez con que se suceden los acontecimientos y por la novedad de los nuevos medios de comunicación y de los grandes progresos experimentados

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

El tradicionalismo es una visión filosófico-religiosa que minusvalora la capacidad de la razón humana y establece como criterio de verdad y certeza la tradición del género humano, ligada a la génesis del lenguaje. Los principales exponentes de este pensamiento son De Bonald (t 1840), F. de Lamennais (t 1854), Bautain (t 1867), Bonnety (t 1879) y Gioacchino Ventura (t f861). Rí­gidamente hablando, según el tradicionalismo, el hombre no habrí­a podido acceder a ninguna forma de conocimiento sin la revelación; pero, en una versión más mitigada, los tradicionalistas niegan a la razón humana únicamente la capacidad de alcanzar verdades de orden ético-religioso. El tradicionalismo, al deprimir la autonomí­a y la fuerza de la razón, desemboca necesaria y lógicamente en el fideí­smo.

G. Bove

Bibl.: Tradicionalismo, en ERC, VII, 294298; P Poupard. Tradicionalismo, en SM, VI, 70~-707. W Beinert, Tradicionalismo. en DTD, 72i-722; R. Latourelle, Fideismo y tradicionalismo, en DTF, 483-486; R. Aubert. El acto de fe, Herder, Barcelona 1965.

PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico

T. en sentido general es una actitud conservadora que se siente obligada unilateralmente a la tradición. Normalmente es caracterí­stica de tal actitud una inteligencia mecánica de la tradición en oposición a una postura abierta frente al pasado y al futuro.

El t. en sentido estricto es la doctrina según la cual fue absolutamente necesaria al género humano una revelación primitiva para adquirir el conocimiento no sólo de las verdades de orden sobrenatural, sino también el de las verdades fundamentales de orden metafí­sico, moral y religioso: existencia de Dios, espiritualidad e inmortalidad del alma y existencia de una ley moral estrictamente obligatoria. Esta revelación nos llega por la -> tradición; de ahí­ el nombre de t. dado a este sistema, que se desarrolló en Francia poco después de la revolución y en los primeros años del s. xix. Sus representantes principales son: Joseph de Maistre (1753-182i; cf. Oeuvres, 13 vol. LP 1884-1886j), Louis de Bonald (1754-1840; cf. Oeuvres, 15 vol. LP 1817-18431), y Felicité de Lamennais (1782-1854; Essai sur l’indifférence en matiere de religoin, 4 vol. LP 1817-1823J). Cf. R.O.C. Maréchal, Essai d’un systeme de philosophie catholique (P 1906).

Chateaubriand habí­a mostrado que el cristianismo es útil para el conocimiento, así­ como para el orden moral y polí­tico; los tradicionalistas quieren probar de manera radical que es indispensable para esos ámbitos. Según Bonald, en el campo dei conocimiento (origen de las ideas, relación entre pensamiento, palabra y lenguaje) no hay ningún pensamiento sin el lenguaje; y el uso de la palabra presupone la palabra misma. Por tanto, para que el hombre pueda hablar, alguien debe haberle hablado antes. Este «alguien» es necesariamente Dios. Su palabra es la revelación primitiva, de donde provienen todas las verdades indispensables. En reacción a los excesos del individualismo racionalista, del que proceden «la anarquí­a y la incredulidad», la filosofí­a del t. sostiene que el orden social se basa en el orden moral, cuyo fundamento es Dios, conocido por la revelación primitiva. El t. descubre en el hombre una vida intelectual, fundada en el lenguaje y radicada en la sociedad o dependiente de ella, cuyo autor inmediato es Dios. Así­ se constituye la noción equí­voca de una revelación primitiva, que transmite al hombre todas las verdades, tan inaccesibles como indispensables para él, en una sorprendente mezcla, sean de orden natural o de orden sobrenatural. Y, ante la ausencia de una auténtica conciencia filosófica y teológica de la tradición, el clero se apropió la idea seductora y peligrosa del t., siguiendo a Lamennais, según el cual el cristianismo no puede ser demostrado por prueba alguna de la razón humana, falible por naturaleza, y se funda en la autoridad del sentido común, que ve en aquél la fuente de sus creencias tradicionales. Comoquiera que la fe natural del género humano es la única fuente de certeza, este sentido común es el que demuestra la legitimidad de la única religión verdadera y revelada, cuya autenticidad está garantizada por tres criterios: antigüedad, perpetuidad y universalidad.

Aquí­ está en esencia el t. teológico de Lamennais, que encantó al cí­rculo de discí­pulos reunidos en torno a él, primero en La Chcsnaie, luego, de ] 823 a 1833, en Juilly. Combalot, de Coux, Gerbet, Guéranger, Lacordaire, Montalembert, Salinis, se convierten en propagadores entusiastas del nuevo sistema, que conquista a muchos seminarios y encuentra fervientes adeptos en el clero joven, antes de ser atacado por Saint-Sulpice y la Compañí­a de Jesús, censurado por los obispos y condenado por Gregorio xvi en su encí­clica Singulari nos (1834). La ruptura misma de Lamennais con el catolicismo no detendrá la propagación de sus ideas filosóficas y teológicas, de que se harán vehí­culo, hasta el concilio Vaticano T, los Annales de philosophie chrétienne de Bonnetty.

Paralelamente a este t. rí­gido, se desarrollaba un t. mitigado, según el cual la razón necesita una instrucción espiritual para llegar a su pleno ejercicio. Tal fue, en formas diversas, la posición de Ventura de Raulica en Italia (1792-1861), de Ubaghs y de Laforét (Les dogmes catholiques, Tournai 1860) en Bélgica, donde el t. de los profesores de Lovaina se mezcló con el -> ontologismo, v de Louis Bautain, cuya tendencia fideí­sta se alió con una especie de intuicionismo mí­stico: el hombre necesita de un auxilio exterior para excitar el movimiento primitivo de sus facultades; pero una vez asegurado el contacto con Dios, lo cual sucede normalmente por la palabra y la tradición, la inteligencia llega a una certeza de la realidad natural y de la sobrenatural.

Estas corrientes diversas ejercieron influencia duradera a lo largo del s. xix, particularmente en torno a G. Ventura en Italia, a J. Geissel en Alemania, ala Universidad de Losraina en Bélgica, v a L. Bautain en Francia. Como muchos católicos creí­an hallar así­ una respuesta radical a los errores del racionalismo, pero corrí­an el riesgo de confundir el orden natural con el sobrenatural y de abrir la puerta al escepticismo, el concilio Vaticano r quiso afirmar sin equí­voco el poder de la razón para conocer a Dios sin ser iluminada previamente por una revelación divina (constitución dogmática De fide catholica, del 24 de abril de 1870; Dz 1781-1820). Hay que notar, por lo demás, que el concilio afirma la posibilidad y no el hecho de este conocimiento de Dios independientemente de la revelación, acentúa la utilidad de esta revelación para un conocimiento seguro de Dios, y no toma posición en la cuestión de si se requiere cierta formación como presupuesto para un uso pleno de la razón. El. examen de los documentos conciliares muestra que el anteproyecto de Franzelin, reelaborado por K. Martin, obispo de Paderborn, con la ayuda de J. Kleutgen, suscitó defensas reiteradas en favor del t. moderado y, como respuesta, V. Dechamps y el obispo Gasser hicieron más preciso el texto. Sólo fue condenado expresamente el t. extremo, que en definitiva no es sino una forma del -> fideí­smo.

BIBLIOGRAFíA: Th. Combelot, Eléments de philosophie catholique (P 1833); A. de Riamborg, L’Ecole de Paris. Du rationalisme et de la tradition (P 1834); E. Saisset, Essais sur la philosophie et la religion au XDCIDo siede (P 1845); P. Chaise!, De la valeur de la raison humaine ou ce que pellt la raison par elle seule (P 1854); H. Maret, Philosophie et religion. Dignité de la raison humaine et nécéssité de la révélation divine (P 1856); Deux Iettres h M. le Professeur Ubaghs (Bot 1857); P.-L. Parisis, Tradition et raison (P 1858); J. Lieja, Le Traditionalisme et le Rationalisme (Lieia 1858); M. Ferraz, Histoire de la philosophie en France au XIXS°’e siede, II: Traditionalisme et Ultramontsnisme (P 1880); H. Ricard, L’Ecole lamennaisienne, 4 vols.: Lamennais, Gerbet. Salinis et Rohrbacher. Montalembert (P ‘18951:.7. Henry. Le traditionalisme et 1’ontologisme á l’Université de Louvain (Lv 1922); H. Lennerz, Natürliche Gotteserkenntnis (Fr 1926); DAFC TV 1765s; A. Michel: DThC XV 1350; J. R. Geiselmann, Lebendiger Glaube eus geheiligter Überlieferung (Me 1941) 30-119 147-160 508s: idem. Die theologische Anthropologie J. A. Möhlers (Fr 1955) 1-20 232-257 345s; Hocedez T 67-130 205-251. IT 69-112 (bibl.); L. Foneher, La philosophie catholique en France au XIXam° siécle avant la renaissance thomiste et dans son rapport avec elle (1800-80) (P 1955); A. Franco, Geschiedenis van het Traditionalisme aan de Universiteit te Leuven (Lv 1955): F. X. Arnold, Seelsorge aus der Mitte der Heilsesschichte (Fr 1958) 112-151: R. Saeert arm. Der Urspnmg der Snzinloaie aus dem Geist der Restauration. Studien über L. G. A. de Ronald (Mn 1959) (bibl.); P. Poupard, L’abbé Louis Bautain (P 1961) (bibl.); J.-R. Derré, Lamennais, ses amis et le mouvement des idées á l’époque romantique 1824-1834 (P 1962); N. Hötzel, Die Uroffenbarung im französischen Traditionalismus (Mn 1962) (bibl.); idem, Die «historische Methode» im französischen Traditionalismus: ZKTh 84 (1962) 471-479; E. Schott: RGG3 VI 984 ss; F. Brousse, Lamennais et le Christianisme universel (P 1963); P. Grootens, Was abbé Luis Bautain een fideist?: Bijdragen 25 (1964) 29-63; W. G. Roe, Lamennais and England. The Reception of Lamennais’ religious ideas in England in the Nineteenth Century (Lo 1966); L. Le Guillou, L’évolution de la pensée religieuse de Félicité Lamennais (P 1966); H. Klomps, La tradición y el progreso en la teologí­a moral (E Paulinas B Aires 1965).

Paul Poupard

K. Rahner (ed.), Sacramentum Mundi. Enciclopedia Teolσgica, Herder, Barcelona 1972

Fuente: Sacramentum Mundi Enciclopedia Teológica