Antigua iglesia en el Norte de ífrica. A partir del siglo IV, los opositores al reingreso en las filas del clero cristiano de los que habían cedido durante las persecuciones se fueron separando de los católicos. La consagración de Ceciliano como obispo, con la participación de Félix de Aptunga, precipitó los acontecimientos. Félix era acusado de haber cometido traición por haber entregado las Escrituras a sus perseguidores.
El principal líder del movimiento fue Donato, elegido como obispo en 313 d.C. De ahí el nombre de sus seguidores, quienes constituyeron la mayoría de los cristianos hasta la época de Agustín de Hipona. Los donatistas sufrieron molestias por parte de las autoridades imperiales y hubo casos de persecución.
Los donatistas practicaban el rebautismo de los bautizados por sacerdotes considerados indignos y glorificaban el martirio. Los sectores más extremistas rechazaban la autoridad del Estado y se inclinaron a la defensa de los intereses del ífrica romana contra la sede imperial.
El donatismo mantuvo cierta influencia en la región durante algunos siglos. Su ala extrema se le conoce como ® CIRCUMCELLIONES.
Fuente: Diccionario de Religiones Denominaciones y Sectas
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El donatismo, movimiento cismático del norte de Africa, que suele datarse entre el 308-310/311, tuvo su origen remoto en el edicto de Diocleciano que ordenaba entregar las Escrituras. A los que lo hicieron se les dio el nombre de traditores (de tradere: entregar). Un grupo de católicos se negó a aceptar como obispo de Cartago a Ceciliano, argumentando que había sido consagrado por un traditor, Félix de Aptunga. Los obispos numidios apoyaron a los objetores y consagraron a un rival que pronto sería sucedido por Donato, de quien tomó nombre el cisma. Sus partidarios fueron atacados tanto por el Estado como por los teólogos, especialmente Optato y san >Agustín. El movimiento se mantuvo en el norte de Africa hasta que desapareció cuando la Iglesia de esta región fue destruida por los árabes entre los siglos VII y VIII.
En el centro del donatismo hubo conflicto de personalidades, gente con deseos de escapar a la sospecha de haber sido traditores y muy pocas ganas de dialogar. Teológicamente, el donatismo se mostró tendente a restringir la pertenencia a la Iglesia únicamente a los >santos y, por consiguiente, a no reconocer el valor de los sacramentos administrados por los que eran considerados pecadores. San Agustín afirmó la validez de estos sacramentos y atacó la práctica del doble bautismo que los donatistas llevaban a cabo con todos los que se unían a ellos. Las cuestiones planteadas en este cisma vuelven a aparecer siempre que se adopta una actitud rigorista en relación con la >pertenencia a la Iglesia. (>Congregación para la doctrina de la fe; > Magisterio; >Disenso).
Christopher O´Donell – Salvador Pié-Ninot, Diccionario de Eclesiología, San Pablo, Madrid 1987
Fuente: Diccionario de Eclesiología
A la muerte de Mensurio, en el 311, tres obispos africanos eligieron como sucesor suyo al diácono Ceciliano, lo que provocó una reacción contraria de los cristianos extremistas, que alegaron en contra de Ceciliano su condición de traditor. Reunidos en Cartago 70 obispos de Numidia, anularon la elección de Ceciliano y en el 312 eligieron a Mayorino, presuntamente convencidos por los sobornos de Lucila, una acaudalada matrona enemistada con Ceciliano. Al fallecer en breve Mayorino, la sucesión recayó sobre Donato. En el 313, los donatistas recurrieron a Constantino para que los obispos galos mediaran en una solución al problema. En octubre de aquel mismo año, se reunieron en Roma varios obispos galos e italianos, bajo la presidencia del obispo de la ciudad, Milcíades, decidiendo en favor de Ceciliano. Los donatistas apelaron a la autoridad de un concilio que se celebró en Arles en el 314 y que, también, les deparó un adverso resultado. En el 316 Constantino optó por emplear contra ellos la fuerza, exilando a sus dirigentes. Con todo, el cisma no concluyó. De hecho, en el 321 Constantino proclamó un edicto de tolerancia permitiendo regresar a los desterrados. En el cuarto de siglo posterior, Donato, que comparte la opinión de muchos cristianos africanos contrarios a las intervenciones imperiales en la vida de la Iglesia y que sigue viendo al poder político como algo anticristiano y ahora incrustado en el seno de la comunidad cristiana, creó toda una estructura eclesial paralela, convencida de ser la iglesia pura frente a la relajada y semi-apóstata. En el 347, Constante envió a dos funcionarios, Macario y Paulo, para que acabaran con el cisma. Donato se opuso a aquella intervención imperial en un asunto religioso, y la respuesta de Macario fue la persecución del donatismo, persiguiendo a los miembros de las comunidades y desterrando a los dirigentes como Donato. Al autorizar en el 362 Juliano la vuelta de los desterrados, Parmeniano (m. 391) reorganiza el movimiento donatista y coloca al sector católico en una postura minoritaria y débil de la que sólo saldrá a finales del s. IV con Aurelio de Cartago y Agustín de Hipona que, no obstante, muy posiblemente no se hubieran alzado con el triunfo de no contar con el apoyo militar del emperador. Tras el concilio de Cartago del 404, Honorio promulgó en el 405 un edicto contra los cismáticos. En el 411, una conferencia conjunta de católicos y donatistas celebrada en Cartago concluyó con la victoria de los primeros, ya que el nuevo dirigente donatista, Petiliano de Constantina, no sólo no estaba a la altura de sus antecesores Donato y Parmeniano, sino que además el bando católico contaba con toda la panoplia teológica desarrollada por Agustín de Hipona. Aquel revés de los cismáticos animó a Honorio a promulgar al año siguiente otro edicto represivo contra los mismos. En relativamente poco tiempo, el movimiento donatista se vio aplastado por las fuerzas imperiales degenerando en los últimos años en grupos armados dedicados al bandidaje — como los circumcelliones — cuyo interés parece haber sido ya más nacionalista y social que religioso. Ver: Agustín de Hipona.
VIDAL MANZANARES, César, Diccionario de Patrística, Verbo Divino, Madrid, 1992
Fuente: Diccionario de Patrística
Cisma que se consumó en la Iglesia de ífrica del norte, relacionado con la persecución del 303-305, cuando los obispos y el clero tuvieron que entregar a las autoridades los libros de las Escrituras, con reflejos socio-económicos y religiosos que desbordaron el espacio africano, con algunas repercusiones -aunque en pequeao número de seguidores- en Italia, Espaaa y la Galia, donde todavía se les recuerda a comienzos del siglo Vl.
La cuestión doctrinal entre los donatistas y los católicos se refería a la naturaleza de la Iglesia como sociedad y a las relaciones de ésta con el mundo. Aunque fue inicialmente un movimiento religioso que intentaba defender y conservar la pureza de la Iglesia, remitiéndose a Tertuliano y a Cipriano en particular, y consideraba a Donato como un reformador o purificador de la Iglesia, el donatismo explotó también con una notable fascinación socio-cultural: desde un punto de vista psicológico el donatismo se configuró como movimiento de protesta y se dirigió a las clases rurales del norte de Africa que digerían de mala gana la fiscalidad de la reforma administrativa de Diocleciano y Constantino. Comenzó como un intentosedición para conservar la pureza de la fe y de la Iglesia contra todos aquellos que habían cedido durante la persecución: luego el donatismo prosiguió como cultura y movimiento que protesta contra la época constantiniana, fuertemente vinculado al tradicionalismo teológico de la Iglesia norteafricana, de talante francamente puritano. Si no se convirtió en la religión de los norteafricanos, como el monofisismo entre los coptos, se debe a la circunstancia de que, tras el fracaso de la revuelta de Gildón (aao 398), los donatistas tropezaron con una Iglesia católica que, además de estar guiada por san Agustín, podía contar con el poder represivo del Imperio y con una sólida organización eclesial. Posteriormente, la llegada de los vándalos, de los bizantinos, y la decadencia definitiva del cristianismo norteafricano con la irrupción islámica impidieron todo movimiento de renacimiento donatista.
G.Bove
Bibl.: W H, C, Frend. Donatismo, en DPAC, 1, 633-640; E. Romero Pose, El donatismo en las regiones extra-africanas. Donatistas, en DPAC, 1, 640-641; M. Sotomayor y Muro, Historia de la Iglesia en España, 1, Madrid 1979, 193-195; Donatistas, en ERC, 3, 29930 1.
PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995
Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico