No se conoce mucho acerca de las diversiones de los antiguos israelitas (Zec 8:5). El único juego de niños que se menciona en el NT es el de imitar la danza matrimonial y las endechas con la música de la flauta (Mat 11:16-17; Luk 7:32). Se lanzaba a los criminales condenados a los leones en la arena como castigo y deporte (1Co 4:9; 1Co 15:32; 2Ti 4:17).
Se hace alusión gráfica a los juegos ístmicos, celebrados cada dos años en el istmo de Corinto (1Co 9:24-27). Se celebraban en honor de los dioses griegos y eran ocasión de orgullo patriótico, una pasión mas que un pasatiempo y por lo tanto imagen apta de la sinceridad de la carrera del cristiano. El NT alude a la competencia (Act 20:24; Eph 6:12; Phi 3:12-14; 1Ti 6:12; 2Ti 4:7; Heb 12:1-2) y la corona o premio (Col 3:15; 2Ti 2:5; Jam 1:12; Rev 2:10).
Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano
Aunque los juegos atléticos como tales no formaban parte de la vida de los israelitas en la antigüedad, la valentía en el campo de batalla y la fortaleza física fueron altamente apreciados. Los juegos formales fueron importantes en el mundo griego y romano y el Nuevo Testamento hace ocasionales alusiones a ellos.
Los juegos olímpicos fueron el festival nacional principal de los griegos. Se celebraban en Olimpia cada 4 años en honor del dios Zeus. Aunque eran principalmente gimnásticos, también había competencias ecuestres y musicales. En el segundo y cuarto año de cada olimpíada se celebraban en Corinto los juegos ístmicos en una alameda dedicada al dios Poseidón. Al fin de cada primero y tercer año de las olimpíadas se celebraban los juegos nemeos en honor de Zeus en el valle de Nemea. Los siguientes en importancia a los juegos olímpicos fueron los juegos pitios que se celebraban el tercer año de cada olimpíada bajo Delfo.
En los tiempos romanos el número de juegos aumentó tanto que a mediados del siglo II de la era cristiana, 135 días del año estaban dedicados a los juegos. Los sacerdotes eran los que generalmente dirigían los juegos y se les pagaba del erario público. Mientras los griegos preferían los juegos atléticos, los romanos se inclinaban por los concursos que incluían peligro y derramamiento de sangre. Los griegos, en particular, disputaban las carreras, las luchas y el lanzamiento del disco y la jabalina. El boxeo era también favorito. Las carreras de carrozas en la arena eran populares entre los romanos. El circo máximo de Roma acomodaba 400,000 espectadores. Grandes cantidades de dinero cambiaban de manos cuando la gente apostaba en las carreras. Un conductor de carroza que tuviera gran éxito podía bien amasar una fortuna.
En la lucha de gladiadores se empleaba a prisioneros de guerra y esclavos para luchas cuerpo a cuerpo en la arena. Estadios circulares o anfiteatros se designaban para los combates de los gladiadores con bestias salvajes. El coliseo en Roma fue usado para simulacros de batallas en las cuales ejércitos enteros participaban en batallas fingidas, luchas con animales salvajes se ponían en escena y ocasionalmente la arena era llenada con agua para que pequeños barcos pudieran realizar batallas navales ante los ojos de la multitud, la cual podía llegar hasta 87,000.
Los griegos y romanos practicaban juegos de pelota y la gente participaba en varios juegos de azar usando dados. Se practicaba un juego similar al ajedrez, en el cual la gente movía piedras sobre un tablero dividido en espacios.
Fuente: Diccionario Bíblico Arqueológico
Pablo alude a las competiciones atléticas, 1Co 9:24-25, Efe 6:12, Heb 12:1-2. Juego de ninos, Mat 11:1617, Luc 7:32.
Diccionario Bíblico Cristiano
Dr. J. Dominguez
http://biblia.com/diccionario/
Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano
Los israelitas jugaban diversos juegos. Las adivinanzas, por ejemplo, eran muy populares, como la que propuso Sansón a sus compañeros (Jue 14:12-15). Se mencionan j. infantiles. Pintando el cuadro de la felicidad y paz que reinará en la era mesiánica, se nos dice que †œel niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid† (Isa 11:8), y en Jerusalén †œlas calles de la ciudad estarán llenas de muchachos y muchachas que jugarán en ellas† (Zac 8:5). El Señor Jesús hizo alusión a un j. de los niños de su época, †œque se sientan en las plazas, y dan voces a sus compañeros, diciendo: †Os tocamos flauta y no bailasteis; os endechamos, y no lamentasteis» (Mat 11:16-17). La expresión †œse sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a jugar†, que aparece en 1Co 10:7, es una cita de Exo 32:6. La palabra †œjugar† apunta a festejos orgiásticos. Los j. de azar no son tratados de manera específica en las Escrituras. En tiempos modernos los rabinos rechazan su práctica si es para beneficio personal. Si es para fines benéficos los aprueban.
Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano
ver, IDOLATRíA
vet, Las alusiones en Gá. 2:2, 7; Fil. 2:16; 3:14 y 2 Ti. 2:5 se refieren a los encuentros atléticos a que eran tan afectos los griegos y romanos, y que fueron introducidos por Antíoco Epifanes y fomentados por los Herodes en Palestina. Los hebreos no conocieron esta clase de diversiones y en tiempos de Cristo se consideraban como profanaciones por los judíos ortodoxos. Pablo no parece considerarlos malos en sí, pero eran repudiados por los judíos principalmente debido a su conexión con las fiestas dedicadas a las divinidades paganas. (Véase IDOLATRíA.)
Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado
Desde los albores de la historia, el hombre ha manifestado interés por la distracción y el entretenimiento. Se dice que Jubal, perteneciente a la séptima generación desde Adán, fue el †œfundador de todos los que manejan el arpa y el caramillo†. (Gé 4:21.) Con el tiempo, especialmente en el período postdiluviano, se inventaron ciertos juegos.
Egipto y Mesopotamia. En lugares muy dispersos de Egipto, Palestina y Mesopotamia, los arqueólogos han desenterrado varias clases de tableros, figuras de ajedrez, dados y otras piezas para juegos, algunas de las cuales datan de tiempos anteriores a Abrahán. Un relieve de una puerta de un templo egipcio representa a Ramsés III jugando a un juego parecido a las damas con una de sus concubinas. En muchos juegos se utilizaban dados o se tiraban palos para determinar los movimientos.
En las pinturas egipcias se representan, además de bailes e instrumentos musicales, escenas de muchachas egipcias haciendo malabarismos con varias pelotas a la vez. Otros juegos típicos entre los más jóvenes eran los de equipo, como, por ejemplo, una competición que consistía en tirar de una cuerda. También eran populares las canicas.
Israel. En la Biblia no se hace ninguna referencia directa a los juegos de los hebreos, pero hay ciertos indicios de que había algunas formas de esparcimiento además de la música, el canto, el baile y la conversación. Zacarías 8:5 habla de niños que jugaban en las plazas públicas, y en Job 21:11, 12 se mencionan las canciones y las danzas de los muchachos. En los días de Jesús, los niños jugaban a representar ocasiones felices y tristes. (Mt 11:16, 17.) Por otra parte, las excavaciones en Palestina han sacado a la luz juguetes de niños, como sonajeros y silbatos, además de ollas y carros en miniatura. Job 41:5 puede indicar que se tenían pájaros domesticados. Al parecer, también se practicaba el tiro al blanco con flechas, así como con hondas. (1Sa 20:20-22, 35-40; Jue 20:16.) Sin embargo, parece que los judíos no practicaron los juegos de competición propiamente dichos hasta el período helenista.
Los enigmas y juegos de adivinanza eran populares en Israel, como lo ilustra el que Sansón planteara un enigma a los filisteos. (Jue 14:12-14.)
Grecia. Hacia el tiempo en que Isaías empezó a profetizar en Judá, los griegos dieron comienzo a sus famosas competiciones olímpicas de atletismo en honor de Zeus, en el año 776 a. E.C. Aunque los juegos de Olimpia siguieron siendo los más famosos, otras tres ciudades griegas llegaron a ser importantes centros de competiciones. En el istmo cercano a Corinto se celebraban los juegos ístmicos, consagrados a Poseidón. En Delfos se disputaban los juegos píticos, mientras que los juegos nemeos, también en honor de Zeus, se celebraban cerca de Nemea.
Los juegos olímpicos se celebraban cada cuatro años y tenían una marcada connotación religiosa. Algunos rasgos importantes de estos juegos eran los sacrificios religiosos y la adoración al fuego olímpico. Los juegos ístmicos se celebraban cada dos años cerca de Corinto.
Todas estas competiciones constaban básicamente de carreras pedestres, lucha, boxeo, lanzamiento de disco y jabalina, carreras de carros y otras pruebas. Los participantes hacían un voto de guardar el horario del rígido entrenamiento de diez meses, que ocupaba la mayor parte de su tiempo. Dicho horario estaba supervisado estrictamente por jueces que vivían con los participantes. Por lo general los entrenamientos se hacían en condiciones más difíciles que las de la misma competición: los corredores se ponían pesos en los pies y los boxeadores llevaban pesados uniformes. Solían pasar años hasta que un atleta desarrollaba las cualidades necesarias para vencer en los juegos. El premio consistía en una simple guirnalda o corona de hojas: en los juegos olímpicos se usaban hojas de acebuche; en los juegos ístmicos, de pino; en los juegos píticos, de laurel, y en las competiciones nemeas, de apio silvestre. El premio se exhibía en la línea de llegada junto al árbitro, lo que impulsaba a los participantes de las carreras pedestres a esforzarse al máximo mientras mantenían su vista fija en el premio. Sin embargo, se descalificaba al que no guardase las reglas. Los juegos eran el tema de conversación para todos antes, durante y después de su celebración. A los atletas vencedores se les elogiaba e idolatraba, se les obsequiaba con muchos regalos y se les agasajaba. En Corinto, se otorgaba una pensión vitalicia a los atletas ganadores.
Roma. Los juegos romanos diferían mucho de los juegos griegos, ya que sus rasgos principales eran las luchas de gladiadores y otras exhibiciones de extrema brutalidad. Las competiciones de gladiadores empezaron en el siglo III a. E.C. como un servicio religioso en los funerales, y posiblemente tenían una estrecha relación con los ritos paganos antiguos en los que los adoradores se laceraban a sí mismos, dejando fluir la sangre en honor de sus dioses o de sus muertos. (1Re 18:28; compárese con la prohibición de tales prácticas a Israel en Le 19:28.) Más tarde, los juegos romanos se dedicaron al dios Saturno. No había nada que les superase en brutalidad e insensibilidad. En cierta ocasión, el emperador Trajano organizó unos juegos en los que figuraban 10.000 gladiadores, la mayoría de los cuales luchó hasta morir antes del final del espectáculo. Incluso algunos senadores, algunas mujeres †œnobles† y un emperador, Cómodo, bajaron a la arena gladiatoria. A partir de la época de Nerón, muchos cristianos murieron atrozmente en estas celebraciones.
Se introducen en Palestina juegos paganos. Durante el reinado de Antíoco Epífanes, en el siglo II a. E.C., los judíos helenizantes introdujeron la cultura y las competiciones atléticas griegas en Israel. Según se relata en el primer capítulo del libro apócrifo de 1 Macabeos, se abrió un gimnasio en Jerusalén. En 2 Macabeos 4:12-15 se dice que incluso los sacerdotes descuidaban sus deberes para participar en los juegos. Sin embargo, hubo quienes se opusieron fuertemente a tal adopción de costumbres paganas.
En el siglo I a. E.C. Herodes el Grande construyó un teatro en Jerusalén y un anfiteatro en la llanura, además de un teatro y un anfiteatro en Cesarea, e instituyó la celebración de juegos cada cinco años en honor de César. Además de luchas, carreras de carros y otras competiciones, introdujo rasgos de los juegos romanos, como luchas entre animales salvajes o entre animales y condenados a muerte. Según Josefo, por todo ello los judíos planearon dar muerte a Herodes, aunque sin éxito. (Antigüedades Judías, libro XV, cap. VIII, secs. 1-4; libro XV, cap. IX, sec. 6.)
El punto de vista cristiano. Tertuliano, escritor de los siglos II y III E.C., expuso la posición de los cristianos primitivos tocante al entretenimiento romano al decir: †œ¿Qué puede esperar nuestro deseo en las cuadrigas del Circo? ¿Qué tienen que oír nuestros oídos en las torpezas del Teatro? ¿Qué tienen que ver nuestros ojos en la atrocidad con que las fieras despedazan hombres en la arena? ¿Qué tiene que aprender nuestra atención en la vanidad de las acciones del [juego llamado] Xisto? ¿En qué os ofendemos por presumir hay otros deleites más gustosos que vuestros juegos? […] Si reprobamos vuestros entretenimientos, también nuestros deleites os disgustan a vosotros†. (Apología contra los gentiles, Espasa-Calpe, Buenos Aires, 1947, cap. XXXVIII, [4, 5,] pág. 100.) El apóstol Pablo sintetiza el punto de vista cristiano sobre el entrenamiento corporal en el consejo que da a Timoteo en 1 Timoteo 4:7-10.
Uso ilustrativo. Pablo y Pedro utilizaron algunos rasgos de los juegos para ilustrar ciertas enseñanzas. En contraste con el premio que buscaban los competidores en las competiciones griegas, la corona por la que se esfuerza un cristiano ungido no es una guirnalda de hojas que se marchitan, sino la recompensa de vida inmortal. (1Pe 1:3, 4; 5:4.) El cristiano tiene que correr con la determinación de ganar el premio y tiene que mantener su vista fija en él; mirar atrás sería desastroso. (1Co 9:24; Flp 3:13, 14.) Ha de contender según las reglas de una vida moral con el fin de no ser descalificado. (2Ti 2:5.) El autodominio, la autodisciplina y el entrenamiento son fundamentales. (1Co 9:25; 1Pe 5:10.) Los esfuerzos del cristiano deben estar bien dirigidos hacia la victoria, como el buen boxeador dirige sus golpes sin desperdiciar energía, si bien en el caso del cristiano, el objeto de sus golpes no es otro ser humano, sino aquellas cosas que pueden hacerle fracasar, que pudieran hallarse dentro de sí mismo. (1Co 9:26, 27; 1Ti 6:12.) El cristiano ha de quitarse todo peso que le estorba y el pecado que podría enredarle, es decir, la falta de fe, de la misma manera que los competidores en las carreras se quitaban toda ropa que dificultase su movimiento. El corredor cristiano tiene que estar preparado para una carrera de fondo que requiere aguante, no simplemente para una carrera de velocidad. (Heb 12:1, 2.)
Debe observarse que en Hebreos 12:1 Pablo habla de una gran †œnube de testigos [gr. mar·tý·ron] que nos cerca†. El contenido del capítulo precedente —al que Pablo se refiere con las palabras: †œPues, entonces†— hace patente que esta †œnube de testigos† no era una simple multitud de observadores. De modo que Pablo animó a los cristianos a seguir adelante en la carrera señalando, no a meros observadores, sino al ejemplo excelente de otros que también eran corredores, y en particular instándolos a mirar atentamente al que ya había salido victorioso y que entonces era su Juez, Cristo Jesús.
Es posible que la ilustración de 1 Corintios 4:9 se haya tomado de las competiciones romanas. En ella, a Pablo y sus compañeros apóstoles se les asemeja a los que participaban en la última prueba del espectáculo en la arena, normalmente la más sangrienta y la que se reservaba para aquellos que debían morir. Hebreos 10:32, 33 puede que también tenga como fondo los juegos romanos. (Véase TEATRO.) Es posible que Pablo mismo hubiera experimentado los peligros de los juegos romanos, en vista de lo que dice en 1 Corintios 15:32 sobre †˜pelear con bestias salvajes en Efeso†™. Algunos creen poco probable que un ciudadano romano hubiera peleado con bestias salvajes en la arena, por lo que piensan que la expresión es figurativa y se refiere a los opositores semejantes a bestias de Efeso. Sin embargo, las palabras de 2 Corintios 1:8-10 concernientes a los graves peligros a los que se enfrentó en el distrito de Asia, donde se encontraba Efeso, y según las cuales Dios lo rescató de †œtan grande cosa como la muerte†, encajan mejor con el hecho de que tuviera que luchar en la arena romana con fieras reales que con la oposición que halló en Efeso. (Hch 19:23-41.) Puede, por lo tanto, haber sido una de las varias veces que estuvo †œa punto de morir† durante su ministerio. (2Co 11:23; véase DIVERSIí“N.)
[Ilustración en la página 163]
Tablero de juego de Ur
Fuente: Diccionario de la Biblia
I. En el Antiguo Testamento
a. Deportes físicos
Al igual que en los países vecinos del Cercano Oriente, la vida de la mayor parte de los hebreos no les dejaba mucho tiempo ni inclinación para los deportes físicos. Cuando los judíos helenizantes introdujeron la afición griega por los deportes en la época de Antíoco Epifanes (1 Mac. 1.10–14; Jos.,
b. Juegos de azar
En varios lugares se han descubierto tableros para juegos, incluso en Tell el Ajjul y Bet-semes. Se hacían de marfil (Meguido, ca. 1350–1150 a.C.), piedra (Gezer, ca. 1200 a.C.), o madera, y tenían Forma humana” o de “violín”, con agujeros para clavijas destinadas al juego de los “55 hoyos”, del tipo que comúnmente se encontraba en Egipto y Mesopotamia. Se jugaba a las damas en tableros de 20 ó 30 cuadros, hechos de piedra, arcilla, ébano, o marfil, y a veces con un hueco en la parte posterior para guardar las fichas. A diferencia de los modernos métodos de juego, como base de los movimientos se arrojaban dados (de los que se encontró uno hecho de marfil, perteneciente al ss. XVII a.C., en Tell Beit Mirsim), huesos de nudillos o palillos de suertes. También se hallaron lugares para juegos y mostradores piramidales o cónicos, y fichas de “halma” en Laquis. En Elam y Babilonia se conocía el ajedrez de tipo chino ya en el 3º milenio a.C., y bien puede haberse practicado en Palestina también. Había juegos de tablero poco usuales, como los descubiertos en *Ur, Nínive, y Tell Halaf, Siria (s. VIII), pero todavía se desconoce el método de juego. Los hebreos, al igual que sus vecinos, consideraban las suertes (pûr; * Adivinación) como un modo de determinar la voluntad divina, y por ello algunos juegos de tablero tenían también significación religiosa.
c. Juegos para niños
Los niños jugaban en las calles (Zac. 8.5), imitando a sus mayores en la vida diaria, o en bodas y funerales. Los varones pueden haber aprendido los juegos egipcios en equipo que se ven en algunas pinturas, y pueden haber practicado algún tipo de cinchada, mientras que las niñas se entretenían con malabarismos o juegos de pelota, incluido el juego de la mancha en equipos, con una jugadora montada sobre la espalda de otra. Se han encontrado pelotas recubiertas de cuero. También se han recuperado silbatos, matracas, ollas de juguete, carros (algunos con ruedas) y animales, lo que prueba la invariable atracción que ejercen los juguetes sobre los niños más pequeños. Es poco probable que todas las hondas halladas hayan sido usadas solamente para propósitos serios, como espantar pájaros de los plantíos, o evitar que los rebaños se alejasen del lugar. No hay pruebas de que las figurillas o las pequeñas estatuas con articulaciones móviles encontradas en varios lugares hayan sido muñecas. Es más probable que se tratara de objetos de culto. La gente de todas las edades se divertía haciendo mímica, saltando a la cuerda, haciendo girar trompos, y jugando con argollas.
d. Diversiones
Las fiestas, las canciones, la música, y especialmente el baile, eran las formas comunes de recreo. En cada ocasión festiva doméstica se aprovechaba para practicarlas (Jer. 31.4), inclusive en las fiestas celebratorias de las cosechas (Jue. 9.27; 21.21), y en las funciones públicas y de estado, como, por ejemplo, la coronación de un rey (1 R. 1.40) o la celebración de una victoria (Ex. 15.20; Jue. 11.34; 1 S. 18.6). El arte de contar cuentos, y el de proponer adivinanzas también eran muy estimados (Jue. 14.12; Ez. 17.2; 1 R. 10.1). (* Dara )
Bibliografía. R. de Vaux, Instituciones del Antiguo Testamento, 1985; J. A. G. Larraya, “Juego”,
H. J. C. Murray, A History of Board Games other than Chess, 1952; P. Montet, Everyday Life, 1958; Iraq 1, 1935, pp. 45–50; 4, 1938, pp. 11ss; 8, 1946, pp. 166ss;
D.J.W.
II. En el Nuevo Testamento
Aparte de una oscura referencia a juegos de muchachos (Mt. 11.16–17), y de una posible alusión a una carrera de carros (Fil. 3.13s), los juegos mencionados en el
En las epístolas neotestamentarias aparecen metáforas tomadas de los juegos en general, y de las carreras pedestres y de carros, en particular.
En 1 Co. 9.24–27 Pablo llama la atención sobre el vigoroso entrenamiento del atleta (metáfora que también emplea Epicteto). El atleta no sepreocupa por el premio simbólico inmediato consistente en la corona de olivo silvestre, perejil, pino o laurel, sino por la recompensa ulterior. De la misma manera, se exhorta al cristiano a “luchar”, porque su premio es, por contraste, una corona “incorruptible” (cf. 2 Ti. 2.5; 4.8; 1 P. 1.4; 5.4). 1 Co. 9.26 describe un encuentro pugilístico. Para esto, las manos y los brazos se envolvían con cuero, que tenía incrustaciones metálicas que provocaban graves lesiones, y el combatiente buscaba más bien evitar que parar los golpes: de aquí la expresión “golpear el aire”. Pablo comienza con una escena de victoria y termina con una derrota. Se ve a sí mismo como el heraldo que llama a otros a la competición, pero que está él mismo descalificado para competir. “Haber predicado” y “reprobado” (1 Co. 9.27 °vrv1) son traducciones poco felices (véase
Gá. 2.2; 5.7; Fil. 2.16; He. 12.1–2, se refieren a carreras pedestres, para las cuales se llevaba un mínimo de ropa. “Todo peso” probablemente se refiera al peso que se eliminaba en el entrenamiento preparatorio, con el fin de poner al corredor en condiciones óptimas para la carrera. “El pecado que nos asedia” es más claramente una referencia a la ropa. La “nube” es una metáfora común para las multitudes. Sugiere la visión borrosa de los espectadores que tiene el corredor, al tener los ojos fijos en la meta.
Es probable que la referencia en Fil. 3.13–14 esté vinculada con las carreras de carros. Las carreras de caballos con carros ligeros eran muy conocidas por los griegos; las referencias al respecto vienen de la época de Homero y Sófocles. También formaban parte de los elementos espectaculares de los festivales. En la época en que escribía Pablo estaban particularmente de moda entre los romanos, y filipos era una colonia romana. Podríamos traducir así estos vv.: “No considero haberlo hecho yo mismo, pero esto hago, olvidando todas aquellas cosas que quedan atrás, estirándome hacia lo que está por delante, sigo hacia la meta, hacia el galardón del llamado supremo de Dios en Jesús su Ungido.” Pablo se ve a sí mismo en el carro, inclinado sobre la baranda contra la cual apretaban sus rodillas los conductores, con las riendas alrededor del cuerpo, extendiéndose sobre los lomos de los caballos y apoyando el cuerpo sobre las riendas. Con una preocupación tan intensa, una mirada a “las cosas que quedaban atrás” resultaba fatal.
Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.
Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico