JONAS, LIBRO DE

Mientras que la mayorí­a de los libros de los Profetas Menores contienen discursos proféticos, con muy poco material narrativo, el libro de Jonás se ocupa principalmente de una narración, y el mensaje profético es casi incidental. Los capí­tulos mismos marcan la división natural del libro:
Cap.

1, la desobediencia de Jonás;
Cap.

2, la oración de Jonás;
Cap.

3, Jonás predica en Ní­nive;
Cap.

4, las quejas de Jonás.

El propósito del libro es, esencialmente, enseñar que los bondadosos planes de Dios no se limitan sólo a Israel, sino que se extienden al mundo gentil. El deseo del autor es ampliar las simpatí­as de Israel para que, como misioneros de Dios, puedan guiar a los gentiles al arrepentimiento y hacia Dios. La respuesta positiva de la gente de Ní­nive muestra que los paganos son capaces de un arrepentimiento genuino. El libro de Jonás bien puede considerarse como una obra maestra en cuanto a misiones foráneas. El mismo anticipa lo universal del evangelio de Jesús, y es la contraparte del AT en relación con Joh 3:16 :
Porque de tal manera amó Dios al mundo…

El punto de vista tradicional, en cuanto a que Jonás es el autor y que el relato es históricamente verdadero, está respaldado por un sinnúmero de consideraciones:

( 1 ) El libro se escribió como un simple relato, y así­ fue considerado por judí­os y cristianos hasta hace un siglo.

( 2 ) No parece haber duda de que Jesús consideraba el relato como algo histórico y así­ lo enseñó.

Algunos crí­ticos, refugiándose en la doctrina de la Kenosis (que Cristo estaba un tanto limitado por su naturaleza humana; ver Phi 2:5-8), hacen a un lado la enseñanza de Jesús sobre este punto considerándola errónea. Otros, apoyándose en la doctrina de la acomodación, piensan que Jesús no consideró que fuera necesario corregir los puntos de vista erróneos de sus contemporáneos. Pero ninguna de estas explicaciones armoniza con el punto de vista bí­blico en cuanto a la persona de Cristo.

La mayorí­a de los crí­ticos o eruditos modernos en los últimos 100 años han considerado que el libro es una obra de la imaginación. Algunos lo consideran un mito; otros, una alegorí­a, una parábola, o una historia didáctica; y así­ por el estilo. Estas interpretaciones no toman en cuenta los elementos milagrosos en el relato, los cuales estos crí­ticos consideran imposibles de aceptar; pero ello no hace justicia al hecho de que nuestro Señor evidentemente sostuvo lo histórico del libro.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

El único libro de las Escrituras Hebreas que trata exclusivamente de la comisión encargada a un profeta de Jehová de ir a una ciudad pagana a proclamar un mensaje de juicio, lo que resultó en el arrepentimiento de dicha ciudad. Fue Jonás, hijo de Amitai, quien vivió las experiencias que se relatan en este libro. Puesto que es probable que fuese el mismo Jonás de 2 Reyes 14:25, debió profetizar durante el reinado del rey Jeroboán II de Israel (c. 844-804 a. E.C.). Por lo tanto, es razonable situar los acontecimientos registrados en el libro de Jonás en el siglo IX a. E.C. (Véase JONíS núm. 1.)

Autenticidad. Debido al carácter sobrenatural de muchos de los acontecimientos mencionados en el libro de Jonás, los crí­ticos de la Biblia lo han cuestionado a menudo. El que se levantara un viento tempestuoso y cesara de repente, o el que un pez se tragara a Jonás y tres dí­as después lo vomitara sin que el profeta hubiese sufrido daño, así­ como el que repentinamente creciese y se secase una calabaza vinatera, son hechos calificados de no históricos, porque no suceden en la actualidad. Este argumento podrí­a tener alguna base si el libro de Jonás alegara que tales sucesos eran corrientes en aquel entonces. No obstante, este no es el caso. El libro relata acontecimientos de la vida de una persona a quien Dios habí­a comisionado para algo especial. Por consiguiente, los que dicen que estos hechos no podí­an haber sucedido están negando la existencia de Dios o su capacidad para influir en las fuerzas de la naturaleza o en la vida vegetal, animal y humana con el fin de hacer cumplir su propósito. (Mt 19:26.)

¿Qué criatura marina pudo haberse tragado a Jonás?
Una de las objeciones favoritas en el pasado era que no existí­a ningún animal acuático capaz de tragarse a un hombre. Sin embargo, este argumento ha quedado rebatido. El cachalote, dotado de una enorme cabeza, que constituye casi un tercio de su cuerpo, puede tragarse perfectamente a un hombre entero. (Mammals of the World, de Walker, revisión de R. Nowak y J. Paradiso, 1983, vol. 2, pág. 901.) Es interesante que existen indicios de que Jope fue en el pasado un puerto ballenero. Por otra parte, es posible que el pez que se tragó a Jonás haya sido un tiburón blanco. Un ejemplar que se pescó en 1939 contení­a en su estómago dos tiburones enteros de unos dos metros de longitud, ambos del tamaño aproximado de un hombre. Y los tiburones blancos merodean por todos los mares del globo, incluido el Mediterráneo. (Australian Zoological Handbook, †œThe Fishes of Australia†, de G. P. Whitley, Sydney, 1940, Parte 1: †œThe Sharks†, pág. 125; The Natural History of Sharks, de R. H. Backus y T. H. Lineaweaver III, 1970, págs. 111, 113.) Hay que puntualizar, no obstante, que lo único que dice la Biblia es: †œJehová asignó un gran pez para que se tragara a Jonás†. (Jon 1:17.) De modo que no puede precisarse qué †œpez† en concreto se tragó al profeta. De hecho, el conocimiento de que dispone el hombre sobre las criaturas que habitan los mares y océanos es aún limitado. La revista Scientific American (septiembre 1969, pág. 162) dijo: †œAl igual que ha ocurrido en el pasado, la exploración del mundo abisal sacará a la luz criaturas desconocidas, incluso individuos de grupos que por largo tiempo se han considerado extintos†.
Hay quien duda de la autenticidad del libro de Jonás porque no hay confirmación de la obra de este profeta en los registros asirios. No obstante, la ausencia de tal información no deberí­a sorprendernos. Antiguamente las naciones tení­an por costumbre ensalzar sus éxitos, no sus fracasos y humillaciones, y omití­an cualquier cosa que les fuese desfavorable. Por otra parte, ya que no se han conservado o hallado todos los registros antiguos, nadie puede decir con certeza que nunca existió un relato escrito de lo que sucedió en el tiempo de Jonás.
Se ha dicho asimismo que la falta de ciertos detalles (como el nombre del monarca asirio y el punto exacto en donde Jonás fue vomitado en tierra seca) constituye otra prueba de que el libro de Jonás no es histórico. Sin embargo, esta objeción pasa por alto el hecho de que todas las narraciones históricas son relatos condensados en los que el historiador solo registra la información que considera relevante o necesaria para su propósito. Según la pertinente observación del comentarista C. F. Keil, †œno hay ni uno solo de los historiadores antiguos en cuyas obras se encuentren tantos detalles como en esta. Además, los historiadores bí­blicos ni siquiera pretenden comunicar aquellos detalles que no tienen una conexión estrecha con el objetivo principal de su narración o con el significado religioso de los hechos mismos†. (Commentary on the Old Testament, 1973, vol. 10, †œIntroduction to Jonah†, pág. 381.)
Puesto que los descubrimientos arqueológicos han llevado a pensar que los muros que rodeaban la antigua Ní­nive solo tení­an 13 Km. de perí­metro, se alega que el libro de Jonás exagera el tamaño de la ciudad cuando dice que equivalí­a a una distancia de tres dí­as de camino. (Jon 3:3.) Sin embargo, esta no es una razón válida para dudar de la referencia bí­blica. Tanto en el uso bí­blico como en el moderno, cuando se habla de una ciudad se puede incluir su periferia. Además, Génesis 10:11, 12 muestra que Ní­nive, Rehobot-Ir, Cálah y Resen constituí­an la †œgran ciudad†.
A fin de desacreditar el libro, se ha dicho que Jonás no escribió en primera persona, pero este argumento no toma en consideración que era común que los escritores de la Biblia se refirieran a sí­ mismos en tercera persona. (Ex 24:1-18; Isa 7:3; 20:2; 37:2, 5, 6, 21; Jer 20:1, 2; 26:7, 8, 12; 37:2-6, 12-21; Da 1:6-13; Am 7:12-14; Ag 1:1, 3, 12, 13; 2:1, 10-14, 20; Jn 21:20.) También han usado la tercera persona historiadores antiguos, como Jenofonte y Tucí­dides. Sin embargo, es digno de mención que nunca se ha puesto en duda la autenticidad de sus relatos sobre la base de este argumento.
Con la frase de apertura: †œY la palabra de Jehová empezó a ocurrirle†, el libro de Jonás deja constancia de su origen divino. (Jon 1:1.) Desde tiempos antiguos, los judí­os han aceptado como auténticos tanto este como otros libros proféticos que tienen introducciones similares. (Jer 1:1, 2; Os 1:1; Miq 1:1; Sof 1:1; Ag 1:1; Zac 1:1; Mal 1:1.) Esta aceptación supone por sí­ misma un buen argumento a favor de su autenticidad. Se ha hecho la siguiente observación: †œEs inconcebible […] que las autoridades judí­as hubieran recogido este libro en el canon de las Escrituras sin prueba concluyente de su legitimidad y autenticidad†. (The Imperial Bible-Dictionary, edición de P. Fairbairn, Londres, 1874, vol. 1, pág. 945.)
Además, este libro está en completa armoní­a con el resto de las Escrituras. En él se atribuye la salvación a Jehová (Jon 2:9; compárese con Sl 3:8; Isa 12:2; Rev 7:10), y la narración refleja la misericordia, paciencia y bondad inmerecida de Jehová al tratar con los seres humanos pecaminosos. (Jon 3:10; 4:2, 11; compárese con Dt 4:29-31; Jer 18:6-10; Ro 9:21-23; Ef 2:4-7; 2Pe 3:9.)
Otra prueba en favor de la autenticidad de este libro de la Biblia es su candor, pues en el relato no se omiten la mala actitud de Jonás hacia su comisión ni su desagrado por el hecho de que Dios perdonase a los ninivitas.
No obstante, la prueba más concluyente la suministró el propio Hijo de Dios, puesto que dijo: †œNo se le dará ninguna señal [a esta generación], sino la señal de Jonás el profeta. Porque así­ como Jonás estuvo en el vientre del gran pez tres dí­as y tres noches, así­ el Hijo del hombre estará en el corazón de la tierra tres dí­as y tres noches. Varones de Ní­nive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque ellos se arrepintieron por lo que Jonás predicó, pero, ¡miren!, algo más que Jonás está aquí­†. (Mt 12:39-41; 16:4.) La resurrección de Cristo Jesús iba a ser tan real como la liberación de Jonás del vientre del pez, y la generación que oyó la predicación de Jonás tuvo que ser tan literal como la generación que oyó lo que Cristo Jesús dijo. Unos ninivitas imaginarios nunca podrí­an levantarse en juicio y condenar a una generación de judí­os indiferentes.

[Recuadro en la página 116]

PUNTOS SOBRESALIENTES DE JONíS
Las experiencias de Jonás cuando se le designó para profetizar a un pueblo pagano, los ninivitas
Se escribió alrededor de 844 a. E.C., aproximadamente un siglo antes de que Asiria se llevase a Israel al destierro

Jonás huye (1:1–2:10)
Jonás recibe la comisión de advertir a los ninivitas de la ira de Jehová. Sin embargo, se embarca en una nave con destino a Tarsis
Se levanta una tempestad que hace temer el naufragio
Los aterrados marineros claman a sus dioses, intentan aligerar la nave y echan suertes para averiguar quién tiene la culpa de la calamidad que se cierne sobre ellos
La suerte recae sobre Jonás; dice a los marineros que le arrojen por la borda, ya que la tempestad se debe a él
La tripulación, que no desea hacerlo, intenta dirigir el barco a tierra. Como no lo consiguen, arrojan a Jonás al mar; la tormenta se calma
En el agua, un gran pez se traga a Jonás
Jonás ora a Jehová desde el vientre del pez y promete cumplir su voto
Finalmente, el pez vomita a Jonás en tierra seca

Jonás va a Ní­nive (3:1–4:11)
Jehová vuelve a ordenar a Jonás que vaya a Ní­nive a proclamar Su advertencia
Jonás va a Ní­nive y anuncia que la ciudad será derribada al cabo de cuarenta dí­as
Los ninivitas se arrepienten; cumpliendo las órdenes de su rey, se cubren a sí­ mismos y a sus animales de saco y claman a Dios pidiendo misericordia; Jehová †˜siente pesar†™ por la calamidad predicha
Jonás se enfurece porque Jehová perdona a la ciudad; se hace una cabaña fuera de la ciudad y, sentado a la sombra, aguarda para ver lo que sucede
Jehová hace que brote una calabaza vinatera que proporciona a Jonás una agradable sombra; al dí­a siguiente un gusano ataca la planta y esta se marchita; valiéndose de la reacción de Jonás, Jehová le hace ver por qué mostró misericordia a los más de 120.000 habitantes de Ní­nive

Fuente: Diccionario de la Biblia

I. Bosquejo del contenido

Este libro consta de cuatro capítulos, que sirven para dividir claramente los temas. El primer cap(s). relata cómo Jonás, a quien Dios había ordenado ir a Nínive para protestar por su impiedad, se rebeló y abordó un barco que se dirigía en dirección opuesta. Se levantó una tormenta, y finalmente los marineros arrojaron a Jonás al mar siguiendo su propia sugerencia. En esas circunstancias un gran pez tragó al profeta. En el cap(s). 2 encontramos el texto de su plegaria, o más bien de un salmo de acción de gracias, pronunciado desde el vientre del pez. Finalmente el pez arrojó a Jonás a la playa. El cap(s). 3 muestra al profeta dirigiéndose a Nínive después de todo. Su predicación del desastre que les esperaba hizo que sus habitantes se arrepintieran de sus pecados. En el cap(s). 4 vemos a Jonás enojado por el arrepentimiento de los ninivitas, actitud que hizo que se salvaran de la destrucción; por ello, Dios, al inducir a Jonás a compadecerse de una planta, le enseñó que debía tener compasión de todos los hombres.

II. Paternidad y fecha

El libro no proporciona datos sobre su autor. Jonás mismo puede haberlo escrito, pero en ninguna parte del libro usa la primera persona (en contraste, p. ej., con Os. 3.1); y la probabilidad de que haya sido escrito después del ss. VIII se desprende de la inferencia basada en Jon. 3.3 de que Nínive ya no existía (fue destruida en 612 a.C.). Si Jonás no fue el autor, nadie puede decir quién escribió el libro. Puede haber sido escrito en el ss. VIII, pero con mayor probabilidad no se lo escribió antes del ss. VI. A fines del ss. III se conocía y veneraba a los doce profetas menores (cf. Ecl. 40.10), de modo que lo más tarde que podemos fechar el libro es el ss. III. El enfoque universalista del mismo se ha considerado frecuentemente como una protesta contra el espíritu ultranacionalista de los judíos después de la época de Esdras; sin embargo, ya en el ss. VIII encontramos pasajes universalistas (cf. Is. 2.2ss). Varias características del heb. de Jonás constituyen un argumento más poderoso en favor de una fecha posexílica; pero la brevedad del libro no permite tener certeza. (Véase tamb. D. W. B. Robinson en °NCBR a este respecto.)

III. Interpretaciones

La naturaleza del libro es un tópico sumamente controvertido. Se ha explicado de diversas maneras: como mitología, alegoría, comentario (o Midrás), parábola, e historia. Ya no tienen vigencia los enfoques mitológico y alegórico, y es más prudente descartarlos. La mayor parte de los entendidos actuales considera que se trata en primer lugar de una parábola, pero en parte también midrásico, o sea que relata tradiciones relativas a Jonás adicionales a los sucintos detalles de 2 R. 14. La interpretación parabólica considera al libro como un relato moral, comparable con la historia de Natán a David (2 S. 12.1ss) o con la parábola de nuestro Señor sobre el buen samaritano (Lc. 10.30ss), que, por supuesto, tenía el propósito de enseñar la misma lección que el libro de Jonás. El punto de vista parabólico no es simplemente un expediente que nos permite evitar creer en el milagro de la recuperación de Jonás, sano y salvo, del vientre del pez, como a veces se ha sostenido. Tales parábolas son frecuentes en la Escritura; el principal argumento contra este tipo de interpretación es la desusada longitud del relato.

La interpretación histórica se basa en el sentido obvio del texto, y el hecho de que se aplica la historia a una figura concreta e histórica, Jonás, hijo de Amitai (mientras que los personajes en las parábolas que hemos mencionado son anónimos). Cierta tradición judía aceptó el libro como historia, y las referencias de nuestro Señor a ella (Mt. 12; Lc. 11), probablemente, aunque no necesariamente, significan que él también lo consideraba así. La interpretación histórica, sin embargo, se disputa por varias razones, principalmente el milagro del pez y el gran tamaño que se atribuye a Nínive, la declaración de que su rey y sus ciudadanos no sólo escucharon a un profeta heb., sino que, además, sin duda o excepción alguna, se arrepintieron, y, finalmente, el crecimiento excesivamente rápido y antinatural de la calabacera. No obstante, puede ser que lo primero haya sido un verdadero milagro; de todos modos, es posible que el relato tenga paralelos modernos (véase A J. Wilson). También el crecimiento de la calabacera puede haber sido milagroso; o, más simplemente, podemos considerar que Jon. 4.10 no ha tratado de ser estrictamente literal. En cuanto al tamaño de Nínive (Jon. 3.3), es posible que el autor se haya referido a una zona mucho mayor que la ciudad propiamente dicha; podemos ver una confirmación de esto en el hecho de que se refiere al “rey de Nínive” (3.6), mientras que otros escritores del AT mencionan al rey de Asiria, país del cual Nínive fue su última capital. (Pero véase *Nínive) También podemos afirmar que, dada la poca fortuna de los asirios antes de la llegada al trono de Tiglat-pileser III (745 a.C.), los ninivitas pueden haber escuchado de buen grado a un profeta que les pronosticara desastre a menos que se arrepintieran. Su religión era politeista, de modo que bien pueden haber querido evitar ofender a una deidad foránea desconocida.

Es justo decir que ninguna de las objeciones a la interpretación histórica es insuperable. Lo mismo podríamos decir con respecto a la interpretación parabólica. Parecería que la elección queda, por consiguiente, entre estas dos.

IV. Propósito

Generalmente se considera que el propósito de Jonás es didáctico; finaliza con una pregunta que hace pensar (cf. Lc. 10.36). Se disputa la noción de si fue una protesta contra un judaísmo estrecho y exclusivista; un desafío a realizar esfuerzos misioneros; o una explicación ante el aparente incumplimiento de los anteriores oráculos proféticos contra las naciones extranjeras. Al no conocer las circunstancias exactas en las que se preparó el libro, no podemos decidir fácilmente el interrogante; de todos modos, estas posibilidades no son mutuamente excluyentes. Sin duda alguna el libro destaca los poderes universales de Dios, tanto sobre los individuos como sobre las naciones todas, y sobre la vida y la muerte; como así también la universalidad de la misericordia y el amor de Dios para con los judíos desobedientes y los crueles gentiles, por igual.

V. Composición

Este libro ha sido ampliamente aceptado como una unidad, aparte del salmo (2.2–9), que según muchos eruditos es una interpolación. La tendencia actual puede ser hacia la aceptación de toda la obra, sin embargo (cf. Kaiser, IOT, pp. 196). El salmo no está tan fuera de lugar como a menudo se ha considerado; Jonás había sido rescatado de una tumba acuática—aun cuando todavía no había podido salir del vientre del pez—y el uso de lenguaje tradicional que simbolizaba la muerte en metáforas marinas es, por lo tanto, extraordinariamente adecuado. Al mismo tiempo, es digno de mención el hecho de que el marco de referencia más usual para un salmo de esta naturaleza ofrece la base para la interpretación neotestamentaria de su significado (cf. Mt. 12.39ss).

Bibliografía. L. Alonso Schökel, J. L. Sicre Díaz, Profetas, l980, t(t). II, pp. 1033–1073; M. García Cordero, Biblia comentada, 1961, t(t). III, pp. 1186–1200; J. Leal, La Sagrada Escritura, 1971, t(t). VI, pp. 258–279; J. Tyciak, Figuras proféticas, 1970, pp. 85–102; H. L. Ellison, Portavoces del Eterno, 1982, pp. 29–34; J. Alonso Díaz, Jonás el profeta recalcitrante, 1963; J. C. McGowan, “Jonás”, Comentario bíblico “San Jerónimo”, 1971, t(t). II, pp. 753ss; R. Criado, “Jonás”, °EBDM, t(t). IV, cols. 580–589; °D. W. B. Robinson en °NCBR.

A. J. Wilson, PTR 25, 1927, pp. 636ss; G. Ch. Aalders, The Problem of the Book of Jonah, 1948; L. C. Allen, The Books of Joel, Obadiah, Jonah and Micah, NICOT, 1976, pp. 173–235; D. W. B. Robinson, en °NCBR; F. D. Kinder, “The Distribution of Divine Names in Jonah”, TynB 21, 1970, pp. 126ss; A. R. Johnson, “Jonah II. 3–10; A Study in Cultic Phantasy”, en Studies of OT Prophecy presented to T. H. Robinson, eds. H. H. Rowley, 1950; y arts. en diccionarios e introducciones corrientes. Véase O. Kaiser, IOT, 1975, para bibliografía reciente.

D.F.P.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico