HEBREO, IDIOMA

Con excepción del arameo (Ezr 4:8—Ezr 6:18; Ezr 7:12-26; Dan 2:4—Dan 7:28; Jer 10:11), el heb. es el idioma del AT. El término hebreo se usó originalmente como una designación para individuos o gente, pero más tarde se usó para denotar un idioma o lenguaje. El AT no se refiere a esta lengua como heb., sino como la lengua de Canaán (Isa 19:18) o la lengua de Judá; es decir, de los judí­os (2Ki 18:26, 2Ki 18:28 en BA y pasajes par.; también Neh 13:24). Sin embargo, Josefo, Eclesiástico y el NT (Rev 9:11; Rev 16:16) se refieren a ella como heb. Con una afinidad bastante cercana a los dialectos ugarita, fenicio, moabita y cananeo, el heb. representa la rama noroeste de la familia o lengua semita. Sus lenguas hermanas incluyen el árabe, el acadio y el arameo. Con pocas excepciones, los textos heb. más antiguos que están en existencia son aquellos del AT y algunas obras apócrifas y pseudoepigráficas. Inscripciones que emplean el heb. incluyen la Inscripción de Siloé, que data del siglo VIII a. de J.C. y el calendario Gezer que data del siglo X a. de J.C.

Aunque el arameo mismo es una lengua muy antigua y la presencia de arameí­smos en el AT a menudo indica una fecha temprana más que tardí­a para los pasajes en donde ocurren, desde el tiempo del exilio hacia adelante el heb. se habló menos y menos y, por consiguiente, el uso del arameo floreció.

Algunos de los Rollos del Mar Muerto fueron escritos en heb. El heb. también fue el vehí­culo para algunas obras literarias religiosas de los judí­os, tales como la Mishna y la Midrash en la primera parte de la era cristiana, y en los tiempos medievales de los comentarios bí­blicos y obras filosóficas y literarias. En el Israel moderno, el heb. ha llegado a ser una lengua viva.

Los orí­genes históricos de esta lengua son bastante oscuros, pero se remontan más allá del año 2000 a. de J.C. La literatura del AT, escrita sobre un perí­odo de 1000 años, revela un mí­nimo de cambios de estilo, aunque las palabras prestadas y las nuevas maneras de expresión llegaron a ser bastante visibles con el paso de los años, especialmente después del exilio. También es verdad que en un tiempo dado existieron diferencias dialécticas, algo que puede comprobarse con la narración en Jueces 12, en donde se observa que los de la tribu de Efraí­n tení­an dificultades para pronunciar la †œsh† de sus vecinos al sur.

Con sus oraciones cortas y conjunciones simples, el heb. antiguo se prestaba muy bien para expresar vivamente los eventos. Estas caracterí­sticas, juntamente con el paralelismo, ritmo, y significados y construcciones especiales, hizo que la poesí­a hebrea, tal como se encuentra en los Salmos y en gran parte en los profetas, fuera más expresiva y, de un modo impresionante, más efectiva.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

El que se hablaba en Israel. La Biblia misma no lo menciona en esa forma. Los siervos de Ezequí­as, al dialogar con †¢Rabsaces en el sitio de Jerusalén, le dijeron: †œNo hables con nosotros en lengua de Judá a oí­dos del pueblo† (2Re 18:26). En Isa 19:18 se le nombra como la †œlengua de Canaán†. Pero en el prólogo del libro apócrifo Eclesiástico, escrito unos 200 años a.C., se dice: †œNo tienen la misma fuerza las cosas expresadas originalmente en h….† La mayorí­a de los eruditos están de acuerdo en que el h. tuvo su origen en un dialecto semita que era utilizado por los pueblos de Canaán, especialmente los fenicios. Pero de esto, que podrí­a llamarse el protohebreo, no se han conservado muchos testimonios, a excepción de algunos topónimos.

El alfabeto h., que viene directamente del fenicio, al igual que los otros que se utilizan actualmente, tiene veintidós consonantes. Durante muchos siglos no se escribí­an las vocales, suponiéndose que el lector las pondrí­a al leer. Pero como este idioma dejó de usarse en el lenguaje corriente por muchos siglos, la gente olvidó la forma de utilizarlas. Las invasiones asirias y caldeas, con el exilio de los israelitas, marca el fin del uso del h. en el lenguaje corriente, pues vino a imponerse el arameo como lengua en el Oriente Medio. Se supone, además, que los patriarcas hablaban arameo antes de emigrar a Canaán. El h. se siguió utilizando entre la gente culta y como lenguaje sagrado. Pero unos eruditos judí­os, que son llamados los †¢masoretas, fueron introduciendo signos para representar las vocales en un proceso que tomó varios siglos (entre el V y el X d.C.). En tiempos del NT es evidente que se mantení­a el uso del h. como lengua sagrada, como puede verse por las aclaraciones que hace en varias ocasiones el evangelista Juan (†œun estanque, llamado en h. Betesda† [Jua 5:2; Jua 19:13, Jua 19:17, Jua 19:20]). Cuando Pablo comenzó a hablar frente a una multitud en Jerusalén que le querí­a matar, lo hizo en h. (†œY al oí­r que les hablaba en lengua h., guardaron más silencio† [Hch 21:22]).
h. es el idioma en el cual se escribió el AT, con excepción de unos cuantos capí­tulos de Esdras y de Daniel (Gen 31:47; Esd 4:8 al 6:18; 7:12-26; Jer 10:11; Dan 2:4 al 7:28). Los libros de Ester y Eclesiastés, aunque escritos en h. tienen una marcada influencia del arameo. El †¢Talmud también fue escrito en h. Se han encontrado muchas inscripciones en este idioma en exploraciones arqueológicas, especialmente en estelas, sellos, tumbas, osarios, monedas, marcas en vasijas de barro, etcétera.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano