ESTOICISMO

Pablo lo encontró en Atenas (Act 17:18). Haciendo alarde de una galaxia de distinguidos exponentes, tanto griegos como romanos (p. ej., Zenón, Cleantes, Séneca, Cicerón, Epí­cteto y Marco Aurelio), el estoicismo era un sistema de monismo panteí­sta. Sostení­a que el fuego es la sustancia fundamental de Dios, el principio activo del cosmos penetrándolo todo como una especia de alma. Enseñaba que la naturaleza es una unidad jerárquica controlada por el Logos universal, una razón impersonal a la vez inmanente y divina. Como participante en el Logos, el hombre es también participante en la deidad. Ciertamente, la verdadera esencia de la humanidad es el nous o mente, la capacidad de entender el orden racional velado por los fenómenos. Como un ser-logos, el hombre puede percibir y asentir al determinismo que hace a todos los eventos necesarios y por lo tanto reduce el mal a una mera apariencia. Al asentir a este determinismo, indistintamente llamado destino o providencia, el hombre es capaz de vivir en armoní­a con la naturaleza. Por esto la ética estoica es egocéntricamente negativa. Nada está dentro del poder del hombre, salvo la imaginación, el deseo y la emoción; de este modo, cultivando no sólo una separación del mundo exterior de sí­, sino también dominio sobre sus reacciones a la intrusión del mundo sobre sí­ mismo, el filósofo logra libertad, felicidad y autosuficiencia. El estoicismo era aristocrático y austero, excluyendo rigurosamente la piedad, negando el perdón y suprimiendo las emociones genuinas. El pecado era simplemente un error de juicio, fácilmente rectificado con un cambio de opinión.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

Escuela filosófica fundada por el griego Zenón. Son «estoicos», no los conmueve el placer ni el dolor: (Hec 17:18). Panteista. Consideraba la virtud como el bien más elevado.

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

[910]
Corriente de pensamiento nacido en Grecia y que, de una u otra forma, se prolongó como estilo de vida en el mundo romano y posteriormente en el cristiano. Fue fundada por Zenón de Cittium, ciudad de Chipre, hacia mediados del siglo IV antes de Cristo. Trasladado a Atenas este pensador, vivó en la pobreza y en la austeridad, al haber quedado empobrecido en un naufragio. Siguió al filósofo cí­nico Crates y luego se introdujo en las escuelas megárica y platónica.

Adoptó su postura estoica como sistema propio de Filosofí­a y acogió discí­pulos y seguidores, que se reuní­an en uno de los pórticos de Atenas, denominado Stoa. Por eso se llamaron estoicos.

Defensor del suicido, él mismo puso fin a su vida cuando la enfermedad le visitó. Sus seguidores siguieron proclamando en Atenas las ideas del maestro: austeridad, sobriedad, renuncia a los bienes, fortaleza ante las desgracias, solidaridad. Sus discí­pulos Cleantes y Crisipo desarrollaron sus doctrinas y las extendieron en los medios helení­sticos.

En el siglo I el estoicismo brilló en Roma con figuras excelentes como Séneca y Epicteo. En el siglo II el mismo Emperador Marco Aurelio fue su defensor.

La escuela estoica cuidó mucho los conocimientos naturales: la fí­sica y la metafí­sica, la cosmologí­a, la teodicea y la dialéctica. También fue respetuosa con la religión y sobre todo las doctrinas morales, sobre todo aplicadas a una vida polí­tica honesta y una valoración de las virtudes prácticas: trabajo, comercio justo, convivencia honesta.

Es normal que estás ideas prendieran en el mundo cristiano, en cuanto se identificaban con las actitudes éticas del mensaje evangélico. Por eso muchos de los escritores primitivos del cristianismo fueron simpatizantes de esas idea de lucha, de vencimiento, de renuncia a los bienes terreno y de cordialidad en las relaciones sociales.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

Después de la primera transmisión del mensaje cristiano en estructuras semí­ticas, en el siglo 11 se difundieron formas de pensamiento helení­stico-romano, entre ellas el estoicismo, de tendencia medioplatónica y luego neoplatónica. La influencia de la Stoa se refiere más bien a elementos terminológicos que se transfieren como vehí­culos del pensamiento cristiano, aunque a veces se advierte una sutil pe netración de aquel optimismo espiritual que era propio del estoicismo. Las convergencias y las divergencias entre el estoicismo y los escritores cristianos son de tal naturaleza que hacen vis1umbrar la vivacidad del movimiento estoico y al mismo tiempo el esfuerzo primitivo de los cristianos por lograr un anuncio sistemático, necesitado todaví­a de categorí­as y de términos donde concentrar su propio contenido.

Los Padres del siglo 11 están de acuerdo con la Stoa en concebir al hombre como » animal racional » , compuesto en una unidad, en contra del dualismo platónico en el que el cuerpo es cárcel del alma; la doctrina estoica le permite a Tertuliano defender la resurrección y recomposición de alma Y cuerpo en contra del gnosticismo platonizante. El estoicismo conoce una especie de Providencia que se expresa inmanentemente en el mundo, en cuanto que la divinidad regula cada una de las cosas: se trata de un concepto adecuado para expresar el dogma cristiano. Se puede registrar una amplia convergencia entre los estoicos y los cristianos en la visión del hombre como centro del cosmos. En relación con el matrimonio, cuya justificación está solo en el fin procreativo, el estoicismo parece más radical aún que la Biblia: se excluye el placer aislado de la procreación, dado que hay que desarraigar todo tipo de pasiones. Todos estos conceptos, presentes en los estoicos Epicteto, Lucano, Séneca, aparecen en los cristianos Justino, Atenágoras, Minucio Félix y Clemente de Alejandrí­a, hasta algunas notables coincidencias con Juan Crisóstomo. Pero las convergencias a menudo son solamente exteriores; y cuando Tertuliano reconoce «Seneca saepe noster», o cuando Jerónimo dice que «Stoici nostro dogmati in plerisque concordant «, quieren aludir al uso de unas categorí­as idénticas de pensamiento, pero no ciertamente a una equivalencia en los contenidos doctrinales.

G. Bove

BibI.: C. Tibiletti, Estoicismo y los Padres, en DPAC, 1, 780-783; E, Elorduy El estoicismo, 2 vols., Gredos. Madrid 1972; J Bergua (ed.), Los estoicos, Ed. Ibéricas. Madrid 1963.

PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico

I. Caracterí­sticas generales
1. Las modificaciones sociales y polí­ticas de la época de Alejandro y de los Diácodos motivan la disolución de la ciudad-Estado griega y, con ello, la pérdida del apoyo interno que un griego de la época clásica encontraba en la vinculación a la polis y a su religión. Las posibilidades de la actitud teorética parecen fundamentalmente agotadas con la obra especulativa de Platón y de Aristóteles y con la investigación empí­rica de la escuela peripatética. Por ello de las dos escuelas filosóficas que surgen en época helení­stica, el e. adquiere una más amplia expansión que el «jardí­n» de Epicuro; ambas se centran en cuestiones prácticas de la vida. Las disciplinas teoréticas se cultivan (preferentemente) a causa de la ética. La filosofí­a pasa a ocupar para los hombres cultos el lugar de la religión, y busca una nueva seguridad para el hombre. Predomina la cuestión del sentido y finalidad (Télos) del hombre y del cosmos. El hombre ya no es visto desde la polis (Aristóteles: pson politicón), y la ética ya no es considerada como una parte de la polí­tica. El hombre se retira a su interior, para alcanzar así­ su independencia frente a las circunstancias exteriores. Mientras que Epicuro se contenta con una conducta exclusivamente individualista, la cual convierte el estado general del hombre particular en punto de referencia de toda acción, el e. ve al hombre particular como miembro de la humanidad una, en la cual no hay diferencias étnicas ni sociales. La unidad del hombre consigo mismo, en la que radica su felicidad y su télos, presupone necesariamente la conformidad con la ley (nomos) que une de igual modo a todos los hombres. Este nomoses idéntico con el lógos divino que dirige el cosmos.

2. A pesar de que estoicos importantes (Zenón, Crisipo y otros) son de origen oriental, apenas hay alguien que esté de acuerdo con la tesis de Pohlenz, según la cual en la doctrina estoica, además de los elementos griegos, han influido otros de origen semí­tico. Es importante la influencia de las escuelas socráticas, principalmente la de los cí­nicos. Rasgos esenciales de la fí­sica y de la teologí­a estoicas han sido tomados de Heraclito.

II. Doctrina
La sofí­a (-> sabidurí­a) se define como «el saber acerca de las cosas divinas y humanas» y la filo – sofí­a (-> filosofí­a) como «ejercicio en el arte necesario para la vida». Se divide en lógica, fí­sica y ética. La relación recí­proca de las partes queda esclarecida mediante la imagen de en huerto: la fí­sica, de la cual forma parte la teologí­a, corresponde a los árboles que se elevan hacia el cielo, la ética a los frutos que proporcionan alimento y la lógica a los muros que le dan seguridad.

1. La lógica comprende la dialéctica y la retórica. La primera crea los presupuestos de la recta acción, pues con su ayuda se puede conocer lo que es verdadero bajo el aspecto de la forma y del contenido. Puesto que el hablar, lo mismo que el pensar, es manifestación del logos normativo (los estoicos tardí­os distinguen entre el logos configurado en el interior y el que por la voz sale al exterior, la dialéctica, además de la lógica formal y de la doctrina del conocimiento, comprende también la teorí­a lingüí­stica y la gramática. De la forma corpórea de los sonidos hay que distinguir las ideas o las circunstancias incorpóreas, las cuales a su vez son distintas de las cosas reales. Los nombres de las cosas han sido dados conscientemente por los hombres según la norma de la fysis. Las designaciones de los cinco casos gramaticales se remontan a los estoicos. Su doctrina de los tiempos no se basa, como la de Aristóteles, en los estadios temporales (presente, pretérito, futuro), sino en las clases de acción, en virtud de las cuales los modos determinados (xpóvoc iapcaµévoc) se distinguen de los indeterminados (&6pca’roc ). Los enunciados (definición: unidad completa para entenderse, que es verdadera o falsa) dividen los tiempos en simples y compuestos (copulativo, disyuntivo, hipotético). Apoyándose en los megáricos, los estoicos, mediante la doctrina de los razonamientos hipotéticos y disyuntivos, fundan la moderna -> lógica de los enunciados. Un conocimiento independiente de la percepción sensible no puede darse. La sensación causada por el objeto material en el órgano sensitivo se convierte en representación cuando larazón la recoge en la conciencia. La representación sólo recibe significación para el conocer y el obrar cuando el logos la reconoce en asentimiento voluntario. Pero éste sólo está justificado cuando la representación reproduce el objeto en una forma que no serí­a posible sin su existencia real. Esta representación llamada cataléptica posibilita una «comprensión» del objeto (Zenón), provoca necesariamente nuestro asentimiento (Crisipo), y es (según Crisipo) criterio de verdad. En el nacimiento el alma es semejante a una pizarra sin letra alguna, la cual recibe sus contenidos por la percepción. De muchas representaciones homogéneas conservadas en la memoria surgen la representaciones generales empí­ricas. Por analogí­a, composición y negación, pueden formarse conceptos no empí­ricos a partir de los experimentales. La formación de un concepto se realiza o de un modo metódico y reflejo o por obra de la naturaleza. De este segundo modo se forman las ideas innatas, que se encuentran en todos los hombres (imperfectamente ya antes del desarrollo pleno de la razón) y que son el presupuesto para cualquier otro conocimiento.

2. Fí­sica. Propiamente sólo de lo corpóreo se puede decir que existe. Lo corporal se divide en lo paciente o material y en lo agente, que es concebido como fuego que configura artí­sticamente, como hálito que penetra lo más í­ntimo o como fuerza en tensión. De manera correspondiente al microcosmos del hombre, también el macrocosmos, concebido como una universal esfera limitada, es un ser viviente dotado de razón. Su substancia es eterna. Su ordenación actual sólo subsiste hasta el retorno al í­gneo estado originario. Después empieza de nuevo el mismo proceso del mundo. Puesto que el pneuma penetra todo el mundo con distinta pureza y fuerza, se da una gradación en los entes. La causa de la formación y del desarrollo de las cosas particulares está en los logoi spermatokoi, que proceden de la razón universal. Los entes inferiores son el presupuesto de los superiores, y existen en orden a ellos. La diferencia, acentuada por los estoicos, entre hombre y bruto se funda en el tipo de pneuma aní­mico. El alma humana, que para muchos estoicos es perecedera, surge por generación. Ella se articula en la razón que domina, en los cinco sentidos, en la facultad de hablar y en la fuerza procreadora. El espanto y la sorpresa ante los fenómenos naturales y la ordenación de la naturaleza hacen surgir en el hombre la prolepsis de la divinidad. Las pruebas filosóficas de Dios (por la gradación de los entes y por su teleologí­a) deben probar cómo la divinidad existe y existe como un sentido racional. A la mediación entre la imagen filosófica de Dios (Dios es el logos que gobierna el mundo, es el fuego, el pneuma) y la vigente en la religión del pueblo sirve la interpretación alegórica de los mitos y la distinción (posterior) entre la teologí­a de los poetas, la de los filósofos (teologí­a natural) y la del Estado. La providencia, conocida por la teologí­a del mundo, lo gobierna todo para el máximo bien de los hombres. Todo lo que sucede, incluso la vida aní­mica del hombre, está bajo el nexo causal del destino. Por esto es posible una mántica cientí­fica. Los estoicos veí­an pero no resolvieron satisfactoriamente el problema de cómo conciliar este determinismo con la autodeterminación del hombre que ellos enseñaron insistentemente.

3. Etica. Todo ser vivo, junto con la percepción externa, tiene una percepción de sí­ mismo. Esta hace que el ser vivo se experimente como perteneciente a sí­ mismo (oikeiosis) y que él tienda al desarrollo de su naturaleza peculiar, que para el hombre es el logos. En su desarrollo está la verdadera utilidaddel hombre, la cual se identifica con lo moralmente bueno y la felicidad. Esta es independiente de todo lo no moral (adiaphoron). Sin embargo, dentro de los adiaphora, hay una distinción entre aquello que corresponde a nuestra naturaleza y aquello que es contrario a ella. El fin de la vida humana es la armoní­a con el logos como facultad que distingue al hombre y ley general de la naturaleza, de la cual se derivan todas las leyes positivas. La oikeiosis se dirige por encima del propio yo a todos los hombres, pues ellos están emparentados por la naturaleza racional. El estoico es un cosmopolita. En virtud de la naturaleza racional todos los hombres tienen los mismos derechos.

En toda virtud entra como constitutivo esencial la fronésis, el saber acerca del bien y del mal. Las virtudes están indisolublemente unidas entre sí­ y, lo mismo que los defectos, son iguales. Cada una de ellas es una magnitud indivisible: o la poseemos totalmente o no la poseemos. Entre las acciones moralmente perfectas, realizadas mirando a lo moralmente bueno y las acciones defectuosas, hay un tipo intermedio de actos, los que son adecuados a la naturaleza del hombre, pero no se ejecutan de cara a un fin moral.

El afecto (pathos) es un juicio erróneo (Crisipo) o un impulso que, a causa de un juicio erróneo, supera la medida (Zenón). Ha de extinguirse totalmente, pues es una enfermedad del logos (apatheia). La época del e. medio vuelve a la doctrina aristotélica de la justa medida en los afectos o pasiones. La mejor protección es darse cuenta de que fuera de lo moral no hay ningún bien y ningún daño y prepararse para lo que pueda sobrevenirnos.

El hombre es o un sabio o un necio o «uno que progresa». Mientras que el necio vive en escisión interna, el sabio está de acuerdo consigo mismo y con la ley universal. Si él ya no es capaz de soportar su vida externa o sólo puede cumplir sus deberes morales mediante el abandono de la vida, después de ponderar todos los momentos escogerá voluntariamente su propia muerte.

III. Historia
1. El e. antiguo. Zenón de Citio (que vivió aproximadamente desde el 334 al 263 a.C. ), discí­pulo del cí­nico Crates, empezó su docencia en Atenas hacia el 300, en el adornado «pórtico policromo». En la dirección de la escuela le sigue Cleantes de Assos (331-232 a.C.), cuyo himno a Zeus es el más bello testimonio de la piedad cósmica de los primeros estoicos. Perfecciona el antiguo sistema estoico Crisipo de Solo¡, en Cilicia (281-208), que se distingue por su capacidad dialéctica y por su productividad literaria.

2. El e. medio fue fundado por Panecio de Rodas (180-110 a.C.). Se apoya de nuevo en Platón y en Aristóteles y con ello atenúa el rigorismo ético. Panecio es la cabeza filosófica del cí­rculo de Escipión Emiliano, importante para el desarrollo espiritual de Roma. Su obra Sobre el recto obrar fue utilizada por Cicerón en el tratado De officiis, y así­ Panecio influyó decisivamente en el desarrollo de la ética romana y del pensamiento del humanismo. Su discí­pulo Posidonio de Apamea (135-51 a.C.) fue filósofo, investigador de la naturaleza, geógrafo e historiador. Vio en el cosmos un organismo que se mantiene unido por simpatí­a, en el cual todo está en viva relación recí­proca.

3. El e. tardí­o. De L. Anneo Cornuto (siglo i p.C.) se ha conservado una Breve teologí­a griega, que utiliza la interpretación alegórica de los mitos, propia del e. antiguo. En Musonio Rufo (30-108 p.C.) y en su discí­pulo Epicteto (50-120) el interés por cuestiones sistemáticas queda totalmente suplantado por las orientaciones éticas. También L. Anneo Séneca (4-65 p.C.) persigue finalidades educativas y edificantes, pero se interesa por cuestiones de filosofí­a de la naturaleza. El punto culminante y final del e. tardí­o son los Soliloquios del emperador Marco Aurelio (121-180 p.C.). Después de él, el e. desaparece como sistema. Parte de sus pensamientos pasan al platonismo medio y al -> neoplatonismo.

BIBLIOGRAFíA: 1. FUENTES: H. v. Arnim, Stoicorum veterum fragmenta, 4 vols. (L 1905-24); M. van Straaten, Panaitü Rhodii fragmenta (1952, 3Lei 1962). – 2. COMENTARIOS: Ueberweg I 125*-130* 149*167*; 0. Gigon, Antike Philosophie (Bibliographische Einführungen in das Studium der Philosophie 5) (Bern 1948) 36-41, tr. cast.: Problemas fundamentales de la filosofí­a antigua (Fabril BA); W. Totok, Handbuch der Geschichte der Philosophie I (F 1964) 272-278 293-321; M. Pohlenz, Die Stoa II (Go 31964) 232 s; Zeller III 1; A. Schmekel, Die Philosophie der mittleren Stoa (B 1892); E. Bréhier, Chrysippe et l’ancien stoicisme (P 1910, 1951); K. Reinhardt, Poseidonios (Mn 1921); idem, Kosmos und Sympathie (Mn 1926); idem, Poseidonios: PaulyWissowa 22/1 (1953) 558-826; W. Theiler, Die Vorbereitung des Neuplatonismus (B 1930, 1964); O. Rieth, Grundbegriffe der stoischen Ethik (B 1933); P. Barth, Los estoicos, Revista Occidente (Ma 1930); M. Pohlenz, Grundfragen der stoischen Philosophie (G61940); idem, Stoa und Stoiker (1950, Z2 1964); B. Mates, Stoic Logic (Berkeley [Calif.] 1953); K. Barwick, Probleme der stoischen Sprachlehre und Rhetorik (B 1957); S. Sambursky, Physics of the Stoics (Lo 1959); G. Patzig, Stoa: RGG3 VI 382-386; M. Laffranque, Poseidonios d’Apamée (P 1964); B. R. Raffo, El estoicismo y su teorí­a del hombre: Sapientia 11 (1956), 292; M. Cruz Hernández, Los lí­mites del estoicismo de Séneca: Crisis 12 (1965) 173-181. A.S.L. Farquharson, Marcus Aurelius (0 1951).

Friedo Ricken

K. Rahner (ed.), Sacramentum Mundi. Enciclopedia Teolσgica, Herder, Barcelona 1972

Fuente: Sacramentum Mundi Enciclopedia Teológica