CRIATURA

v. Ser [sust.]
Mar 16:15 id .. y predicad el evangelio a toda c
Luk 1:41 aconteció que .. la c saltó en su vientre
Rom 1:25 dando culto a las c antes que al Creador
Jam 1:18 para que seamos primicias de sus c


En el NT la palabra denota aquello que ha sido creado (Rom 1:25; Rom 8:39; Heb 4:13). Algunas veces se usa con el adjetivo kaine en el sentido de la nueva creación (2Co 5:17) o en contraste de la antigua persona con la nueva persona (Gal 6:15).

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

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Término usual por debilitación vocálica en la palabra creatura. Se alude a todo ser que ha sido sacado o creado de la nada por el Ser Supremo.

Entre las criatura, o creaturas, del universo las hay minerales (sin vida), las hay vegetales (con vida y sin sensibilidad), las hay animales (dotadas de sistemas nervioso sensible). Entre los animales están los racionales, que son los hombres. Y existe una creación invisible que aceptamos por el Credo que recitamos y que identificamos con los ángeles.

El mundo maravilloso de las criaturas ha sido hecho por el Creador para su gloria. Y las racionales han sido dotadas de inteligencia y de libertad, para que sean conscientes de los dones divinos y eternamente puedan dar gracias al Creador por haberlas hecho partí­cipes de su felicidad, sabidurí­a, bondad y gracia.

La catequesis de la creación debe ser amena, más bí­blica que cientí­fica, más antropocéntrica que astronómica. Debe conducir a la Providencia divina. (Ver Creación)

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

Genéricamente este término indica a todo ser distinto de Dios que ha tenido su origen de él en el tiempo. Depende ontológicamente del Creador y está profundamente marcado por la finitud. Cuando se refiere al ser humano, el término conserva los significados precedentes y recuerda de manera especial la vinculación profunda que existe entre el hombre y Dios, no sólo en cuanto a su origen, sino también en cuanto a su salvación y su destino final.

Según la narración bí­blica, las criaturas no son el fruto de una » degradación» del ser supremo, ni el resultado de una acción maliciosa por parte de un poder divino, ni realidades que existan desde siempre y destinadas a una permanencia banal en la vida. Las criaturas no pueden dividirse en positivas y negativas, en buenas y malas.

Como todo proviene del Creador que es bueno, todo lleva consigo una’ bondad connatural: ,»vio Dios que era bueno», afirma el autor de Gn 1, hablando de 1 as diversas criaturas que van apareciendo al comienzo del tiempo. Toda criatura, por el mero hecho de existir, contiene y expresa una serie de positividades y de valores indiscutibles. La primera es el mismo dato de la vida: el existir es una cosa buena respecto a la nada de la no existencia: El que es fuente inagotable de vida, con la creación difunde por el espacio y por el tiempo los rayos de su vida esplendente y eterna; y las criaturas todas, especialmente el hombre, son un testimonio perenne de su gloria, de su «densidad» ontológica.

Otro aspecto positivo de todas las criaturas es la belleza. El término hebreo tov, que utiliza el autor del Génesis para expresar la bondad que Dios ve en todas las criaturas, puede traducirse también por hermoso : lo que sale de las manos de Dios es intrí­nsecamente bello, es portador de un splendor formae, de una luminosidad intrí­nseca que hace del conjunto de las criaturas puestas en el mundo una especie de «liber et pictura» (Alano de Lille) y un «pulcherrimum carmen)’ (san Agustí­n).

Además, toda realidad creada posee otra perfección: la autonoma existencial, don de un Dios «señorial» que, a pesar de mantener con vida y de ordenarlo todo a su propio fin, les ha dado a sus criaturas, sobre todo al hombre, una «consistencia» ontológica y unas leyes propias que permiten afirmar que «todas las cosas son de Dios, como si Dios no fuese» (A. D. Sertillanges), En virtud de su procedencia de Dios, la criatura es, según los datos bí­blicos, objeto del cuidado y de la providencia amorosa del Creador. El crear no es para el Dios bí­blico un simple producir las cosas y «tirarlas» a la existencia. La creación es ya una primera forma de alianza (.71): es la inclinación benévola de Dios, su voluntario acercamiento y su afectuosa providencia con todos los seres; Dios guí­a libre y sabiamente a todo cuanto existe hacia la consecución de su propio fin (Providencia). Esto aparece evidente sobre todo en relación con el hombre, criatura privilegiada, objeto del amor especial del Dios trino creador y de su disponibilidad a la alianza. Esta absoluta cercaní­a de Dios a todos los seres no excluye, sin embargo, que siga habiendo una absoluta diferencia cualitativa entre el Creador y la criatura; contra todo monismo, la fe bí­blica atestigua sin sombra alguna de duda la alteridad que existe entre Dios y las criaturas, la «distancia esencial» y la «desemejanza mayor todaví­a» (DS 806) de cualquier forma de semejanza, que existe a pesar de todo en virtud de la procedencia de las cosas del «divino artesano». La divinidad y la santidad pertenecen sólo a Dios; – las criaturas tienen que despojarse de toda dimensión sacral; y el mundo queda confiado, «como mundo mundano y profano, al saber inquisitivo y a la voluntad hacedora del hombre» (W. Kern).

Más aún, si la criatura procede de Dios y no se confunde con él, se seguirá para el hombre la necesidad de atribuir a Dios una prioridad absoluta incluso en el plano moral.

La criatura, en cuanto existente ontológicamente distinto del Creador, está también naturalmente necesitada: la creaturalidad es también sinónimo de caducidad y de debilidad; estos aspectos, según la fe bí­blica, se han acentuado por causa del pecado original (.71 ) , a pesar de que permanece la dignidad substancial de todo existente. La salvación realizada por el Dios trinitario en favor de las criaturas sana de nuevo y eleva a la creaturalidad; según santo Tomás, la gracia no anula, sino que perfecciona a la criatura, y la participación en la vida de Dios (.71 divinización), a pesar de ser un don que supera infinitamente la herencia creatural, restituye al hombre a sí­ mismo; en efecto, la redención cristiana no libera de la creaturalidad, sino que libera a la criatura.

G. M. Salvati

Bibl.: K. Rahner, Universo-tierra-hombre, en «Fe cristiana y sociedad moderna», n. 3, SM, Madrid 19~5, 7-101; P. Schmulders, Creación, en SM. 11, 3-15.

PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico

1. brefos (brevfo», 1025) denota: (a) un niño aún no nacido, como en Luk 1:41, 44: «criatura»; (b) un recién nacido, o un niño ya más grande (Luk 2:12,16; 18.15; Act 7:19; 2Ti 3:15 «niñez», lit., «desde niño»; 1Pe 2:2). Véanse NIí‘EZ, NIí‘O.¶ 2. ktisis (ktivsi», 2937), véase , Nº 2. Se traduce «criatura» en Mc 16.15; Rom 1:25; 2Co 5:17: 3. ktisma (ktivsma, 2938) tiene el sentido concreto, la cosa creada, la criatura, el producto del acto creativo (1Ti 4:4 «todo lo que Dios creó»,lit., «toda criatura de Dios»; RV: «lo que †¦ crió»; Jam 1:18 «criaturas», RV, RVR; Rev 5:13 «lo creado», RV: «criatura»; 8.9: «seres», RV, «criaturas»). Véanse CREADO, CREAR, SER.¶

Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento