No se hizo provisión en el AT para la reconsideración de un caso ya juzgado de una corte menor a una mayor. Exo 18:26 muestra, sin embargo, que Moisés proveyó para una corte menor y una mayor. Se hizo provisión para una corte menor, bajo ciertas condiciones, para buscar instrucciones en cuanto al procedimiento de una corte mayor; pero la decisión en sí pertenecía a la corte menor (Deu 17:8-13).
En el tiempo del NT el gobierno romano permitía a cada sinagoga ejercer disciplina sobre los judíos, pero sólo los romanos podían castigar con la pena de muerte. Un ciudadano romano podía, sin embargo, reclamar exención de juicio en una corte judía y apelar a fin de ser juzgado por una corte romana. Es lo que hizo Pablo cuando dijo: Yo apelo al César (Act 25:11). En tales casos el litigante o pronunciaba la palabra appello, como lo hizo Pablo, o presentaba la apelación por escrito. En cualquier caso el magistrado que presidía estaba obligado a dar trámite al expediente, junto con un informe personal, al magistrado superior competente.
Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano
Derecho de un reo a pedir que su caso sea conocido por un tribunal superior. Moisés, por consejo de su suegro †¢Jetro, constituyó jueces en Israel, pero se reservó él mismo para conocer los casos difíciles, una especie de recurso de a. (Exo 18:26). Pablo apeló al emperador (César) ejerciendo un derecho que le correspondía como ciudadano romano (Hch 25:11).
En otro sentido, a. (episkaleo en griego) aparece en el NT como una forma de llamar. A veces se traduce †œsobrenombre†, como en el caso de José Barsabás, (episkaleo) Justo (Hch 1:23), José (episkaleo) Bernabé (Hch 4:36), Juan (episkaleo) Marcos (Hch 12:12). También es un llamamiento, un recurso elevado a Dios que trae salvación (Hch 2:21; Rom 10:12-13; 1Co 1:2; 1Pe 1:17), en tales casos se traduce por †œinvocar†.
Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano
tip, LEYE COST Cuando Pablo fue hecho prisionero recurrió a su derecho como ciudadano romano de apelar a César. La apelación, antigua prerrogativa aún vigente en el Derecho Romano, es aquella cláusula por la cual el reo puede pedir que su causa sea tratada por una autoridad superior a la del que lo ha encausado. Al ser condenado por un tribunal local y de provincia, Pablo, invocando sus privilegios (Hch. 25:11,12, 21, 25; 26:32; 28:19), pudo escapar a sus perseguidores y ser tratado más benignamente, como ciudadano romano. En el griego del Nuevo Testamento, especialmente en los Hechos de los Apóstoles y en las cartas paulinas, se usa la misma palabra «epicaleo» para invocar el nombre del Señor y ser salvo (Hch. 7:59; 9:14, 21; Ro. 10:12- 14; 1 Co. 1:2); y en el pasaje de 2 Co. 1:23, Pablo llama (apela) a Dios por testigo. En la segunda carta de S. Pablo a Timoteo el apóstol recomienda a su discípulo apelar al Señor con el mismo verbo griego, y le dice que el Señor está para ayudar y defender en todos los momentos difíciles: «Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio «invocan» al Señor (2 Ti. 2:22). El nombre de Cristo es nuestra mejor defensa si nosotros apelamos a El. «¿No blasfeman ellos el buen nombre que fue invocado sobre vosotros?» (Stg. 2:7). Este nombre, que fue invocado sobre todo el pueblo de Israel, sirve también de defensa para todos los que cumplen la ley conforme a las Escrituras de Cristo. El apóstol Pedro nos dice que tenemos ante el Padre un intercesor si nosotros apelamos a El (1 P. 1:17).
Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado