Una parte de la adoración religiosa de casi todos los pueblos antiguos semíticos. Por lo menos desde el tiempo del éxodo, en Egipto adoraban toros vivos. Los babilonios contemplaban al toro como el símbolo de sus dioses más grandes. Entre los cananeos semíticos, el toro era el símbolo de Baal. Simbolizaba fuerza, vigor y resistencia.
Aarón hizo una imagen de oro de un becerro macho para que el pueblo pudiera adorar al Señor bajo esta forma (Exo 32:4). La fiesta que se celebraba en relación con esta adoración era una fiesta al Señor (Exo 32:5).
Después de la división del reino, Jeroboam puso dos becerros de oro en su reino, uno en Betel y otro en Dan (1Ki 12:28-29), porque temía que su pueblo lo abandonara si continuaban adorando en Jerusalén. Se suponía equivocadamente que las imágenes de los toros representaban a Dios, pero con el tiempo llegaron a ser considerados como ídolos comunes (1Ki 12:30; Hos 13:2).
Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano