YAEL

esposa de Jéber el quenita. Después de la batalla en que los israelitas vencieron al ejército del rey cananeo Yabí­n, comandado por Sí­sara, este buscó refugio en la tienda de Y., quien lo acogió. Estando el general cananeo ya dormido, Y. le hundió una clavija de la tienda, con un martillo, hasta clavarla en la tierra, y Sí­sara murió, Jc 4, 17-21. La profetisa Débora habí­a pronosticado que Sí­sara morirí­a a manos de una mujer, Jc 4, 9.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

(Je 4,17-21; 5,24-27). (-> Débora, Barac). Mujer quenita* que ayuda a los israelitas en su lucha contra los cananeos. Cuando terminó la batalla decisiva en las cercaní­as del torrente Quisón, Sisara, general cananeo, vencido por el israelita Barac, salió huyendo «y vino a su encuentro Yael y le dijo: ¡Ven hacia mí­, señor mí­o, ven hacia mí­, no tengas miedo! Vino pues hacia ella, entró en su tienda y ella le tapó con un cobertor. El le dijo: ¡Por favor, dame de beber un poco de agua, pues tengo sed! Abrió ella el odre de leche y le dio de beber, tapándole de nuevo… Después, Yael, mujer de Heber, tomó una estaca de la tienda, agarró en sus manos el martillo, se acercó a él en silencio, y le clavó la estaca en la sien, hasta clavarla en el suelo…» (cf. Je 4,17-21). La escena invierte y repite de algún modo, en clave de violencia activa, el tema de Rajab*, que habí­a ayudado a los espí­as israelitas. Rajab era hospedera, mujer independiente, que habitaba por pacto en Jericó, pero que se inclinó después a favor de los israelitas; Yael aparece como esposa de Heber, quenita, pero su condición de casada no influye en el relato, de manera que puede interpretarse quizá de manera simbólica: Heber significa «amigo o asociado» y, en esa lí­nea, ella serí­a así­ Mujer Asociada, que se habrí­a vinculado en pacto con los cananeos, pero que luego prefirió ayudar a los israelitas, matando al enemigo fugitivo. Sea como fuere, Yael actúa como soberana de su tienda (como Rajab era dueña de su casa), con gestos cargados de fuerte simbolismo erótico (ya en el texto en prosa de Je 4,1722 y más en el paralelo poético de 5,24-27). Parece que Sisara le pide y ella le ofrece aquello que la ley y la costumbre suponí­an que una mujer ha de dar al guerrero: le introduce en su tienda, le cubre con su manta, le alimenta con su leche… Pues bien, nuestro relato cambia el sentido de esos sí­mbolos, de manera que es ella, la mujer, quien toma la iniciativa, como vengándose de mil agravios y violaciones que han sufrido las mujeres, para matar en este soldado fugitivo a todos los soldados que las han violado. No hay que buscar más motivos morales, ni en el relato en prosa (Je 4) ni en el canto (Je 5). Yael responde como puede (¿debe?) responder una mujer que ha estado sometida a los varones: quiere romper o detener esa violencia, destruyendo en Sisara a todos los soldados violadores, con las armas que ella tiene: la clavija de su tienda, la cobija de su manta… Es muy posible que después de la muerte de Sisara todo haya seguido igual sobre la tierra; pero, al menos, ha quedado el testimonio de dos mujeres, una profetisa-madre (Débora) y una heroí­na de tienda (Yael) que han querido destruir la opresión de los guerreros varones.

PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007

Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra