VULGATA

Ver versiones de la Biblia.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

(vulgatus= común).

La «Biblia Vulgata» es la versión en latí­n de la Biblia, preparada por San Jeroónimo en el siglo 4. Se llama «Vulgata» porque es para uso común del pueblo.

Es la única versión de la Biblia que la Iglesia ha declarado «oficial» y «auténtica» en dos Concilios, queriendo decir con «auténtica» que «está enteramente inmune de todo error en las cosas de fe y de costumbre».

Como Daniel dice que al final de los tiempos el Anticristo tratará de cambiar hasta la Biblia: (Dan 7:25), es muy importante saber que la «Vulgata» está libre de todo error contra la fe y costumbres.

Hay Biblias modernas que han cambiado cosas importantes: Por ejemplo, si usted quiere enseñar a su hijo dónde está el «Ave Marí­a» en la Biblia, en algunas Biblias no lo va a encontrar, porque han quitado la palabra «salve» o «llena de gracia», en Luc 1:28, o han cambiado Luc 1:42.

Algunas Biblias han quitado la palabra «virgen» que está dos veces en Luc 1:27; sin embargo traducen por «virgen» la misma palabra griega «parzenos» en otros pasajes, en las 10 virgenes de Mt.25, en 1 Cor.7, en Rev 14:4, en Hec 21:9. en estos sitios traducen «parzenos» por «virgen», sin embargo, en Luc 1:27, al hablar de la Virgen Maria, traducen por «joven», en vez de «virgen», ¡que es distinto! Ver «Virgen».

Algunas Biblias han cambido Mat 25:40 y 46: En vez de decir «a mí­ me lo hicisteis», dicen «lo hicisteis por mi».

Así­ han proclamado 2 Concilios acerca de la «Vulgata» de San Jeronimo.

– Concilio de Trento: (año 1546).

«Si alguno no recibiere como sagrados y canónicos los libros mismos í­ntegros con todas sus partes, tal como se han acostumbrado leer en la Iglesia Católica, y se contienen en la antigua edición vulgata latina, y despreciare a ciencia y conciencia las tradiciones predichas, sea anatema. Este sacrosanto Concilio establece y declara que esta misma antigua y vulgata edición que está aprobada por el largo uso de tantos siglos en la Iglesia misma, sea tenida por auténtica en las publicas lecciones, disputaciones, predicaciones y exposiciones, y que nadie, por cualquier pretexto, sea osado o presuma rechazarla».

(Denzinger 784-785).

– Concilio Vaticano I
(año 1870) declaró que deben ser tenidos por canónicos «todos aquellos libros, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, que se enumeran en el Concilio de Trento, í­ntegros, con todas sus partes, y tales como se encuentran en la antigua edición Vulgata latina».

(Denz. 1787).

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

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Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

tip, LIBR

vet, (lat.: «de uso universal»). Este es el nombre que por lo general se da a la versión latina de las Escrituras, significando que es la comúnmente recibida; es la versión oficial y acreditada por la Iglesia de Roma. Habí­a una versión latina anterior. Pablo manifestaba en su Epí­stola a los Romanos que habí­a sido su deseo visitarlos desde hací­a «muchos años» (Ro. 15:23). Es por ello bien posible que ya en este lapso de tiempo los creyentes en Roma se hubieran procurado copias del AT en latí­n, y de los escritos del NT conforme se iban redactando los Evangelios y las Epí­stolas. Jerónimo (346-420) y Agustí­n de Hipona (350-430) dan evidencia de que en el siglo IV habí­a una gran variedad de versiones latinas, aunque modernamente se acepta que muchas de ellas pueden provenir de alguna recensión desconocida. En cuanto al AT, estas versiones fueron traducidas de la LXX. Agustí­n menciona, sin embargo, que una de estas versiones destacaba de las demás por su claridad y fidelidad, distinguiéndola por el nombre de Itala. Ello ha conducido a asociar los más antiguos códices latinos con Italia, donde ya en los dí­as de los apóstoles habí­a ciertas asambleas (Hch. 28:13-15; He. 13:24). Otros, al comparar las copias más antiguas con los escritos de algunos Padres latinos, están persuadidos de que la traducción primitiva al latí­n tuvo lugar en ífrica. Esta opinión fue aceptada por Lachmann, Tischendorf, Davidson y Tregelles. Cabe la posibilidad de que hubiera versiones llevadas a cabo en ambos lugares. Los principales mss. que citan los crí­ticos textuales como anteriores a la época de Jerónimo reciben el nombre de Vetus Latina, representada, por lo que parece, por la lí­nea europea, o ítala, y por la africana, y son: (a) Cod. «Vercellensis». Contiene los Evangelios. Siglo IV. (b) Cod. «Veronensis». Los Evangelios. Algo posterior a (a), es una buena muestra de la Vetus Latina. (c) Cod. «Colbertinus». Todo el NT, pero sólo los Evangelios son de la Vetus Latina. Siglo XI. (d) Cod. «Bezae». Las secciones latinas de los Evangelios y Hechos. Siglos VI o VII. (e) Cod. «Claromontanus». Las Epí­stolas de Pablo. Siglos VI o VII. (f) Cod. «Palatinus». Los Evangelios. Siglos IV o V. Texto mixto. (g) Cod. «Laudianus». Los Hechos del Codex E griego. (h) Cod. «Sangermanensis». Las epí­stolas de Pablo. El texto latino del Codex E griego, pero se considera que es una copia de (d). (i) Cod. «Boernerianus». Epí­stolas de Pablo. El texto interlineal latino del Codex G griego. Siglos IX o X. (j) Cod. «Claromontanus». Los Evangelios. Pero sólo Mateo en la versión de la Vetus Latina. Siglos IV o V. (k) Codex «Bobbiensis». Secciones de Mateo y Marcos. Es considerado por algunas autoridades como el representante más antiguo del tipo africano. Siglos IV o V. (l) De un «speculum», una destacada obra antigua. Contiene unos textos del AT y del NT, sin notas ni comentarios, ordenados bajo unos encabezamientos doctrinales. Este texto es considerado africano en contraste con el itálico. Contiene dos veces 1 Jn. 5:7, conocido como «los testigos celestiales». Siglos VI o VII. Existen muchas otras porciones, habiendo dificultad en adscribirlas a ífrica, a Italia o a Europa. Hay también ejemplares españoles de la Vetus Latina. Habiéndose multiplicado mucho las copias latinas en el siglo IV, y apareciendo evidentes corrupciones en algunas de ellas, se hizo patente que era necesario llevar a cabo una revisión y uniformización, y Dámaso, obispo de Roma, encargó a Jerónimo esta tarea. Jerónimo, consciente de las dificultades que iba a tener que afrontar, y los prejuicios que tal obra suscitarí­a, era, sin embargo, consciente de su necesidad. Afirma que habí­a errores «por falsas transcripciones, por burdas correcciones, y por negligentes interpolaciones». Estos males sólo podrí­an remediarse volviendo a los originales. Siendo que los defectos afectaban mayormente a los Evangelios, se dedicó primero a ellos, aunque no volviéndolos a traducir, sino revisando la Vetus Latina. Su revisión de los Evangelios apareció el año 384, con un prefacio a Dámaso, que murió aquel mismo año. Es probable que finalizara el NT el 385. Su versión del AT fue hecha directamente del hebreo, excepto los Salmos, que tradujo de la LXX. En los 400 años siguientes fueron otra vez introduciéndose errores con la multiplicación de las copias, hasta que Carlomagno buscó remedio a ello encargando a Alcuin la revisión del texto para la lectura pública. Esta revisión salió a la luz en el año 802, y recibe el nombre de Biblia de Carlomagno. Sin embargo, las copias seguí­an multiplicándose, y con ellas los errores. Al llegar la invención de la imprenta, se publicaron varias ediciones, con divergencias entre ellas. Al final, los papas emprendieron la tarea de preparar una edición correcta, que fue finalizada por Sixto V en 1590; sin embargo, el resultado no fue muy satisfactorio, por lo que se llevaron a cabo otras revisiones. En 1592 Clemente VIII publicó una, en 1593 otra, y una tercera en 1598, con una lista de erratas para las tres. Las copias modernas llevan la fecha de 1592. Al dar la Vulgata como autoridad para las varias lecturas del NT, las ediciones impresas no son citadas con frecuencia, sino los mss. aún existentes de la revisión de Jerónimo. Los principales son: am. Cod. «Amitianus», conteniendo toda la Biblia. Siglo VI. fuld. Cod. «Fuldensis». El NT. Siglo VI. tol. Cod. «Toletanus». Toda la Biblia en letras góticas. for. Cod. «Forojuliensis». Partes de los Evangelios. per. Fragmentos de Lucas. harl. Cod «Harleian». Los Evangelios. Siglo VII. Existen además porciones y fragmentos de muchos otros. El pasaje de Jn. 7:53-8:11, «la mujer tomada en acto de adulterio» (que aparece omitido ea muchos mss. griegos, incluyendo A B C L T X Delta, pero habiendo un espacio en blanco en L y Delta) se halla en los Códices (c) y (e) de la Vetus Latina, y se hallaba en el (b), pero fue borrado. Ello ilustra cómo la Vetus Latina, preservada en la Vulgata, puede ser el medio de autenticar lecturas verdaderas que de otra manera quedarí­an rechazadas debido a la supuesta preponderancia (en importancia, no en cantidad) de mss. griegos en contra de ellas. Agustí­n (354-430) y Nicon (siglo X) explican que este pasaje fue omitido porque se opinaba «que daba licencia a pecar» (!). El texto de la Vulgata, y de la Vetus Latina detrás de él, tiene, como testigo, una gran importancia en estudios de crí­tica textual, como otras antiguas versiones, además de su gran papel ea la transmisión de la Palabra de Dios en el mundo latino del pasado. Por ello tiene, además de un gran interés para la crí­tica, también un gran interés como legado histórico. Véase VERSIONES ANTIGUAS. Bibliografí­a: S. Berger: «Histoire de la Vulgate», Parí­s, 1893; Germain Morin: «Etudes, textes, découvertes. Contributions á la littérature et í  l’histoire des douxe premiers siècles», en Anécdota Maredsolana, Maredsous, 1913; Jean Gribomont: Artí­culo «Vulgata», en Enciclopedia de la Biblia, Ed. Garriga, Barcelona, 1963. *** W

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

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Versión de la Biblia que hizo S. Jerónimo, erudito sacerdote de Roma y experto en lenguas orientales, con admirable dominio del hebreo, arameo, sirí­aco, y también del griego, Realizó el admirable trabajo de revisar todos los libros hacia finales del siglo IV. Según la tradición, el Papa Dámaso le ordenó hacer una traducción latina de los libros sagrados para terminar con los problemas que originaban las diversas versiones que eran usadas y generaban disputas estériles y en ocasiones errores. Se conoce con el nombre de la Vetus Itala, o vieja italiana, a la traducción latina más divulgada anterior a la Vulgata. Pero las transcripciones se habí­an diversificado al introducir glosas o términos añadidos o al omitir algunos fragmentos o incluso hecho no del gusto del traductor o del copista.

Para terminar con esa situación, San Jerónimo elaboró una versión nueva. Al ser autorizada por la jerarquí­a de Roma cobró dimensión universal y por eso fue considerada la primera y más duradera de las traducciones de la Biblia. La Vulgata (vulgar o popular) de San Jerónimo se fue imponiendo en Roma lentamente. Hacia el siglo VII ya era mayoritario su uso en Occidente.

San Jerónimo tradujo directamente del hebreo, arameo y griego, las lenguas de los textos conservados sobre todo en Oriente. A excepción de los libros de Baruc, Sabidurí­a, Eclesiástico y 1 y 2 de los Macabeos, que no tradujo sino sólo los transcribió sin alteración alguna de la Itala antigua. Fue un trabajo paciente y serio que duró años: probablemente del 383 al 384, del 389 al 393 y del 404 al 495.

Consultó documentos y discutió con nativos y hasta con rabinos. La autoridad de su texto durarí­a casi mil quinientos años en el uso eclesial.

Sobre la «Vetus Latina», la «Vulgata» mejoró las formas y la redacción; precisó los términos que no le parecieron perfectamente traducidos, eliminó añadiduras o fragmentos interpolados, prefirió los textos hebreos primitivos y mejor conservados. La «itala» provení­a de la versión de los LXX, hecha de los originales hebreos hacia el 300 antes de Cristo en relación al Antiguo Testamento y del griego corriente en referencia al Nuevo. Pero la de S. Jerónimo mejoró grandemente las fuentes. También cuidó la calidad del texto traducido, siguiendo criterios de fidelidad, antigüedad y racionalidad. Para eso paso muchos años, tal vez 16, en Belén, donde contó con recursos y ayudas de la piadosa matrona romana Paula, viuda y rica, que también fundo dos monasterios femeninos en Tierra Santa, en unos de los cuales ella vivió. Esa ayuda permitió a S. jerónimo comprar los mejores manuscritos, recuperar otros de Bibliotecas antiguas, pagar a amanuenses bien preparados para recuperar y transcribir textos.

Los libros del Nuevo Testamento los recogió de textos griegos conservados en comunidades cristianas primitivas, para cuya adquisición también contó con recursos de Santa Paula.

El hecho de traducir directamente del hebreo para el Antiguo Testamento, sin pasar por el griego de los LXX, y del griego original al latí­n, dio a la traducción más pureza y garantí­a. Eso explicó que su autoridad se conservara hasta el siglo XX en que comenzaron nuevas traducciones directas. Su misma autoridad condicionó la conservación del texto conseguido, pues se multiplicaron las copias y nuevas alteraciones a lo largo de mil años. Por ello en diversas ocasiones fue puesta en duda la forma original.

Así­ pasó con otras traducciones posteriores, como cuando Lutero, Erasmo o Nebrija hicieron sus propias versiones de textos griegos. Se suele llamar también Neovulgata a la misma versión de la Vulgata, a la que se incorporaron los avances y descurimientos más recientes.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

(v. Escritura)

(ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)

Fuente: Diccionario de Evangelización

La versión latina de la Biblia realizada por san Jerónimo por encargo del papa Dámaso a finales del siglo 1V recibe el nombre de Vulgata (Vg), es decir, divulgada, difundida entre el pueblo.

Los libros protocanónicos del Antiguo Testamento fueron traducidos por san Jerónimo utilizando por primera vez directamente el texto hebreo. En efecto, las traducciones anteriores se basaban en el texto griego de los Setenta. La traducción de los protocanónicos no es el producto de una traducción puramente servil o literal, sino que deja asomar el esfuerzo del santo por traducir al latí­n el pensamiento expresado en hebreo por los escritores sagrados; al mismo tiempo es posible observar una cierta elegancia de estilo.

Para la traducción del Nuevo Testamento se utilizó como base un texto griego muy parecido al códice B (Vaticanos) y la misma Vetus latina (.71). El vocabulario de esta última sólo se cambió cuando lo requerí­a el sentido, pero muchas veces no se hizo más que retocarlo tan sólo para obtener una mayor elegancia de estilo.

No poseemos ningún manuscrito del original de san Jerónimo, sino más de 8,000 copias más o menos corrompidas (Sangallensis, Fuldensis, Amiantinos). Con el correr de los años la Vulgata se vio sujeta a alteraciones (sustituciones de vocablos difí­ciles por vocablos fáciles, interpolaciones y correcciones, etc.); por eso, en el perí­odo del concilio de Trento habí­a una gran variedad de recensiones de la Vulgata. Todas estas numerosas recensiones tení­an la pretensión de ser el texto genuino de la Vulgata, que en realidad no se poseí­a ya por aquellas fechas.

En 1546 el concilio de Trento declaró la Vulgata «auténtica», es decir, que podí­a usarse como texto normativo de referencia con preferencia a otras versiones latinas, sin excluir el recurso a los textos originales, y promovió una edición oficial de la misma para el uso común. Varios papas nombraron comisiones para la revisión de la Vulgata, hasta llegar a la edición de 1590 de Sixto Y que volvió a revisarse en el pontificado de Clemente VIII. La edición sixto-clementina del 1592 fue el texto oficial de la Biblia en la Iglesia católica. No era, sin embargo, el texto de la Vulgata que presentó en sus tiempos Jerónimo; en consecuencia, por diversos motivos, no llega todaví­a a realizarse plenamente el deseo del concilio de Trento, que querí­a una edición totalmente correcta. Solamente en el Génesis se encontraron unas mil diferencias, relativas casi todas ellas al vocabulario y al estilo; tan sólo algunas afectaba más o menos al sentido.

pí­o X, en 1907 confió a los benedictinos la tarea ¿e preparar una edición crí­tica de la Vulgata, en la abadí­a de san Jerónimo de Roma. En los años 1965- 1978 una comisión pontificia nombrada para ello realizó la revisión del texto de la Vulgata, para ponerlo de acuerdo con el sentido de los textos bí­blicos originales, donde las investigaciones crí­ticas modernas habí­an demostrado su disconformidad. El fruto de este trabajo de la comisión ha sido la publicación de la Neo-Vulgata.

R. Chiarazzo

Bibl.: AA. vv , Nova Vulgata Bibliorum sacrorum editio, Roma 21986; AA. VV., La Biblia en su entorno , Inst. San Jerónimo-Verbo Divino, Estella 1992, 5385: A. Garcí­a Moreno, La neovulgata. Precedentes y actualidad Pamplona 1986: J Trebolle, La Biblia judí­a y la Biblia cristiana, Trotta, Madrid 1993, 539-543.

PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico