HOLOCAUSTO

v. Ofrenda, Sacrificio
Gen 8:20 edificó Noé un altar .. y ofreció h en
Gen 22:7 mas ¿dónde está el cordero para el h?
Exo 18:12 tomó Jetro .. h y sacrificios para Dios
Exo 29:42 esto será el h continuo por vuestras
Lev 1:3 si su ofrenda fuere h vacuno, macho sin
Lev 1:13 h es, ofrenda encendida de olor grato
Lev 6:9 esta es la ley del h: el h estará sobre el
Num 23:3 Balaam dijo .. Ponte junto a tu h, y yo
Num 28:3 dos corderos .. día, será el h continuo
Jdg 13:16 si quieres hacer h, ofrécelo a Jehová
1Sa 13:12 me esforcé, pues, y ofrecí h
1Sa 15:22 ¿se complace Jehová tanto en los h
1Ki 3:15 cuando Salomón despertó .. sacrificó h
1Ch 29:21 ofrecieron a Jehová h al día siguiente
2Ch 29:27 mandó Ezequías sacrificar el h en el
Ezr 3:4 h cada día por orden conforme al rito
Psa 40:6 oídos; h y expiación no has demandado
Psa 51:16 sacrificio, que yo lo daría; no quieres h
Isa 1:11 hastiado estoy de h de carneros y de sebo
Isa 56:7 sus h .. serán aceptos sobre mi altar
Isa 61:8 soy .. aborrecedor del latrocinio para h
Jer 6:20 vuestros h no son aceptables, ni
Jer 7:21 añadid vuestros h sobre .. sacrificios
Eze 45:17 al príncipe corresponderá el dar el h
Amo 5:22 y si me ofreciereis vuestros h y vuestras
Mic 6:6 ¿me presentaré ante él con h .. becerros
Mar 12:33 el amarle con .. es más que todos los h
Heb 10:6 h .. por el pecado no te agradaron


griego holos, todo, kaustos, quemado. Ofrenda ritual en la que se sacrificaban animales, corderos y becerros, ganado vacuno, aves, que luego eran quemados en el altar. El primer sacrificio de animales en las Escrituras es de Abel, oblación de los primogénitos de su rebaño a Yahvéh, Gn 4, 4. Noé, tras el diluvio, construyó un altar y ofreció el h. de varios animales puros a Yahvéh, Gn 8, 20. Después que Abraham fue probado en su fe, cuando Yahvéh le pidió el sacrificio de su hijo Isaac, ofreció el h. de un carnero que encontró, en lugar del hijo, Gn 22, 13.

Moisés le pidió al faraón que dejara salir a su pueblo junto con ganado para ofrecer sacrificios a Yahvéh, Ex 10, 25.

El h. es entonces, uno de los ritos más antiguos e importantes de Israel, y se debí­an ofrecer animales machos sin defecto, de por lo menos siete dí­as de nacidos. El animal se degollaba y se derramaba la sangre alrededor del altar, se lavaban con agua las entrañas y las patas, y se quemaba todo en el altar; si el h. era de aves, se le quitaba la cabeza, luego el buche y las plumas, que se desechaban, se exprimí­a la sangre contra la pared del altar, y se quemaba todo, Lv 1, 1-17.

El h. debí­a ofrecerse diariamente uno por la mañana y otro por la tarde; en las festividades de Israel se ofrecí­an holocaustos en mayor número, Nm 28; 29. Igualmente, en ocasiones especiales se ofrecí­an holocaustos, como para las purificaciones: de la mujer después del parto, Lv 12, 6-8; de los leprosos, Lv 14, 10-31; del hombre y la mujer que padezcan flujo, Lv 15, 15-30; del nazireo, Nm 6, 10-21.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

ver SACRIFICIOS

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

(ví­ctima enteramente quemada).

Es el sacrificio más antiguo de la Biblia: (Ge.4, 8:20).

– A Moisés le dijo Dios que era el «sacrificio eterno, perpetuo», y así­ lo celebraban en el Templo, con un cordero en la mañana y otro en la tarde, todos los dí­as, Num 28:3, Exo 29:42.

– Como es «eterno» y «perpetuo», diario, se sigue celebrando en la Nueva Alianza, ¡ahora!, en el Sacrificio de la Misa, diaria, es el Cordero de Dios, de Jua 1:29, Mat 26:26, Hec 2:42.

– Como es «eterno», también tení­a que estar en el Cielo, eternamente y a diario, ¡y está!, es el «cordero de pie, como degollado» que vio Juan en Rev 5:6, que es la razón de todas las glorias y cantos y gozos del Cielo eternamente. Ver «Misa», «Eucaristí­a».

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

†¢Sacrificios y ofrendas.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, LEYE TIPO

ver, SACRIFICIOS

vet, (heb. «Olah», «Alah», «hacer ascender»). Se traduce holocausto, transcripción del término griego usado en la LXX y en el NT griego «holokautos», y denota quemar totalmente. Se refiere a la combustión total de la ví­ctima ofrendada, después de haberse impuesto sobre ella las manos y degollada a continuación. Según la ley ceremonial israelita, se tení­an que ofrecer dos holocaustos a diario, uno por la mañana y otro por la tarde, lo que recibe nombre de «holocausto continuo». También habí­a holocaustos adicionales, ofrecidos por los fieles en cumplimiento de diversas leyes con respecto a ritos de purificación. (Véase SACRIFICIOS.) Tipológicamente, representa a Cristo presentándose a Sí­ mismo de acuerdo con la voluntad divina para el cumplimiento del propósito y mantenimiento de la gloria de Dios allí­ donde se advertí­a pecado. En el tipo, la ví­ctima y el ofrendante eran esencialmente distintos, pero en Cristo los dos estaban necesariamente combinados. La ofrenda ofrecida en holocausto, cuando no estaba obligatoriamente prescrita, era ofrecida para la aceptación de alguien. La expresión «de su voluntad» en Lv. 1:3 tiene una mejor traducción como «la ofrecerá para su aceptación». La ví­ctima podí­a ser macho de las manadas, o de las ovejas o cabras de los rebaños, o bien una tórtola o un palomino, según la capacidad económica del ofrendante, o el aprecio que tuviera de la ofrenda. Estas ofrendas eran diferentes en grado, pero del mismo tipo. El macho es el tipo más elevado de ofrenda; no se menciona ninguna hembra en la ofrenda de holocausto. Después que el ofrendante hubiera puesto sus manos sobre la ví­ctima, le daba muerte (excepto en el caso de las aves, que eran muertas por el sacerdote). De Lv. 1 parecerí­a que también era el ofrendante quien la desollaba, descuartizaba y lavaba sus intestinos y patas en agua; pero las expresiones usadas pueden tomarse en un sentido impersonal: «el holocausto será desollado, y será dividido en sus piezas», etc. (v. 6). Estas funciones pueden haber sido llevadas a cabo por los sacerdotes o por los levitas. (Los levitas desollaban los sacrificios cuando habí­a pocos sacerdotes; cfr. 2 Cr. 29:34). El sacerdote rociaba la sangre alrededor del altar y, excepto la piel, que quedaba para el sacerdote, todo el animal era quemado como olor grato sobre el altar. Hací­a expiación por el ofrendante, que hallaba aceptación en base a su valor. Tipológicamente, es figura de Cristo en su perfecta ofrenda de Sí­ mismo, siendo probado en lo más hondo de su ser por el fuego escudriñador del juicio divino (Lv. 1). (Este aspecto de la cruz se ve en pasajes como Fil. 2:8; Jn. 10:14-17; 13:31; 17:4; Ro. 5:18, etc.). En Lv. 6 se da la ley del holocausto: «El holocausto estará sobre el fuego encendido sobre el altar… no se apagará» (Lv. 6:9, 13). Esto se refiere a los corderos de la mañana y de la tarde; constituí­an un holocausto continuo (Ex. 29:38-41). Se debe señalar que era «toda la noche, hasta la mañana» (aunque era perpetuo), indudablemente para señalar que Cristo es para Israel siempre olor grato a Jehová, incluso durante el presente periodo de tinieblas y olvido de Israel. Aarón tení­a que ponerse sus vestiduras de lino para quitar las cenizas del altar y ponerlas «junto al altar». Después se cambiaba los vestidos de lino por otras ropas, y llevaba las cenizas fuera del campamento. Las cenizas constituí­an la prueba de que el sacrificio habí­a sido totalmente aceptado (Sal. 20:3, lit.: «encenice tu holocausto»; cfr. la versión de Reina 1569). Por «la mañana» Israel conocerá que su aceptación y bendición es mediante la obra de su Mesí­as en la cruz. El sacrificio diario era ofrecido por el sacerdote actuando por toda la nación, y presenta tipológicamente la base de sus bendiciones y privilegios. De ahí­ que la fe le diera un gran valor (cfr. Esd. 3:3; Dn. 8:11, 13, 26; 9:27).

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

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Sacrificio ofrecido a Dios en los tiempos antiguos y en el que se quemaba la totalidad de la ví­ctima como homenaje supremo y total a la divinidad.

El holocausto (olokaustos, todo quemado) implicaba la totalidad de la ofrenda y el reconocimiento pleno de la entrega y adoración a la divinidad.

En el Antiguo Testamento, el holocausto era el sacrificio más significativo del templo y estaba prescrito en las solemnidades especiales, sin que los oferentes pudieran participar de parte de la victima, como acontecí­a en los otros sacrificios (propiciatorio, eucarí­stico, impetratorios)

En el Nuevo Testamento, entre las diversas alusiones a los sacrificios (45 veces) y a las ofrendas (66), sólo en cuatro ocasiones aparece el término (holokautomas): en Mac. 12. 33 y tres veces en la Epí­stola a los Hebreos. La escasez es debido a que los escritores sagrados miraban el holocausto como ya superado por la muerte de Cristo, que ha sido el verdadero sacrificio: «Sacrificios y holocaustos por el pecado no han agradado» (Hebr. 10. 8). Además la ley del Nuevo Testamento ya no es la del templo, sino la de la caridad fraterna: «Amar a Dios y al prójimo vale más todos los holocaustos y sacrificios.» (Mc. 12.33)

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

(v. sacrificio)

(ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)

Fuente: Diccionario de Evangelización

(-> sacrificios). La palabra griega holocausto, que significa «quemado del todo» (en hebreo †˜olah), evoca los sacrificios en los que la ví­ctima se ofrecí­a sólo a Dios, quemándola í­ntegramente, sin comerla. En griego se puede decir también holokarpoma, indicando así­ que se ofrece a Dios todo el fruto o carne del animal. El primero y más significativo de los holocaustos de la Biblia aparece en la historia de Noé, tras el diluvio: «Noé construyó un altar a Yahvé, y tomando de todos los animales puros y de todas las aves puras ofreció holo caustos [en hebreo †˜olot, en griego holokarpóseis] en el altar. Yahvé olió el aroma aplacador y dijo en su corazón: Nunca más volveré a maldecir el suelo por causa del ser humano, porque los deseos del corazón humano son malos desde su juventud, pero no volveré a herir a todo ser viviente como lo he hecho. Mientras dure la tierra, no cesarán siembra y siega, frí­o y calor, verano e invierno, dí­a y noche» (Gn 8,20-22). El texto fundamenta la celebración de sacrificios: supone que Noé, el nuevo ser humano que vive tras el diluvio, está lleno de deseos malos (Gn 8,21), pero desde su maldad ofrece en holocausto vida y sangre de animales puros, reconociendo así­ la grandeza de Dios y aplacándole con sus dones. Por su parte, Yahvé se compromete a no matarle, fundando así­ la paz en la tierra. El proceso de la salvación se habí­a iniciado como un gesto ecológico, de fraternidad con los animales a los que Noé ha guardado con él en el diluvio. Pero después tiene que ofrecer algunos de esos animales, en sacrificio total, para Dios. Evidentemente, se ha roto la armoní­a paradisí­aca entre hombres, animales y Dios. Vivimos en un mundo en el que parece que sólo se puede mantener la armoní­a del conjunto a través de holocaustos. Ese nombre ha vuelto a recibir una terrible actualidad al aplicarse a la So’a o gran devastación de los judí­os bajo el régimen nazi (1939-1945).

Cf. E. L. FACKENHEIM, La presencia de Dios en la historia, Sí­gueme, Salamanca 2002.

PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007

Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra

Véase OFRENDAS.

Fuente: Diccionario de la Biblia

jolokautoma (oJlokauvtwma, 3646) denota una ofrenda encendida integral (jols, total, integral; kautos, de kaustos, adjetivo verbal derivado de kaio, quemar; cf. el término castellano cauterio, cauterizar, etc.), esto es, una ví­ctima quemada en su totalidad, como en Exo 30:20; Lev 5:12; 23.8,25,27. En Mc 12.33 lo usa el escriba que preguntó al Señor acerca del primer mandamiento de la Ley, y en Heb 10:6,8. Véase también OFRENDA.¶

Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento

Ésta es una de las cinco ofrendas principales de la ley levítica. El sustantivo hebreo ʿōlāh, «subida», probablemente se refiere al hecho de que el sacrificio era del todo quemado. También se le llamaba kālîl, «completo», ofrenda de holocausto.

La ofrenda (descrita en Lv. 1 y 6:8–13), podía hacerse de buey, carnero, chivo o (para los pobres) tórtola. El ofrendante colocaba sus manos sobre la cabeza del animal, representando el traspaso de la culpa (véase Lv. 16:21); después, el animal era sacrificado y la sangre derramada para hacer expiación. Cualquiera podía traer una ofrenda quemada; pero un sacrificio matutino y vespertino regular se requería con ofrendas adicionales en los días de reposo y de fiestas especiales (Nm. 28:2–29:39).

El equivalente griego holokautōma sólo aparece en Mr. 12:33 y Heb. 10:6, 8 en el NT. En el texto de Hebreos (citando Sal. 40), la ofrenda de Cristo es colocada como el antitipo de todos los sacrificios del AT.

La palabra que se usa para referirse a la realización de la expiación a menudo se traduce «cubrir», de una palabra árabe relacionada. Pero el hebreo kippēr parece más bien un denominativo del sustantivo kōp̄er, «rescate», significando «redimir», «propiciar». El «propiciatorio» (kappōreṯ) es, entonces, el lugar donde se hace la propiciación—griego, hilastērion, propiciación (Ro. 3:25; Heb. 9:5).

  1. Laird Harris

Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (295). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

Fuente: Diccionario de Teología

Como sugiere su origen griego (holos «todo», y kaustos «quemado») la palabra designa una ofrenda completamente consumida por el fuego, usada entre los judíos y algunas naciones paganas de la antigüedad. Según usada en la Vulgata, corresponde a dos términos hebreos: (1) a holah, literalmente: «lo que sube», ya sea al altar para ser sacrificado, o al cielo, en la llama del sacrificio; (2) Kalil, literalmente: «todo», «perfecto», el cual, como término relativo al sacrificio, es usualmente un sinónimo descriptivo de holah, y denota una ofrenda consumida totalmente en el altar.

En cualquier momento y por quienquiera que los ofreciera, los holocaustos fueron considerados naturalmente como lo máximo, por ser la expresión externa más completa de la reverencia del hombre hacia Dios. De hecho, es verdad que los críticos modernos han interpretado ciertos pasajes de los profetas de Israel con un rechazo absoluto por la ofrenda de sacrificios, los holocaustos incluidos; pero esta posición es el resultado de una visión parcial de la evidencia, de un concepto erróneo de un ataque contra los abusos como un ataque a la institución que ellos habían contaminado.

Para detalles acerca de este punto, y para una discusión del lugar que los mismos estudiosos le asignan al holah, (holocausto) en su teoría de la evolución del sistema de sacrificios entre los hebreos, vea sacrificio. La siguiente es una exposición concisa de la Legislación de Moisés respecto a la totalidad de la quema de ofrendas, según aparece principalmente en lo que los críticos comúnmente llaman el Código Sacerdotal.

VÍCTIMAS PARA LOS HOLOCAUSTOS

Sólo los animales podían ofrecerse en holocausto; pues las víctimas humanas, que eran sacrificadas por los cananeos y otros pueblos, estaban absolutamente excluidas del legítimo culto a Yahveh (cf. Lev. 18.21: 20,2-5; Deut. 12,31; etc.). En general, las víctimas debían ser tomadas de la manada (becerros) o del rebaño (ovejas o cabras); y, para ser aceptable, el animal debía ser macho, como el más valioso y sin defecto, ya que sólo así era digno de Dios (Lev. 1,2.3.5.10; 22,17 ss.). Sin embargo, en ciertos casos se ofrecían aves (sólo tórtolas o pichones) en holocausto (Lev. 1,14 ss.); estas aves usualmente se les permitían a los pobres como sustituto de animales más grandes y costosos (Lev. 5,7; 12,8; 14 22), e incluso eran prescritos directamente en algunos casos de impureza ceremonial (Lev. 15,14.15.29.30). Los animales de caza y pesca, que eran sacrificados en algunos cultos paganos de Asia Occidental, no fueron objeto de sacrificio en la Ley Mosaica.

RITUAL DE LOS HOLOCAUSTOS

Los ritos principales llevados a cabo en la ofrenda de holocaustos, eran (1) por parte del oferente, que debía llevar el animal a la puerta del tabernáculo, imponerle sus manos sobre la cabeza, matarlo al norte del altar, desollar y cortar su cadáver y lavar sus entrañas y patas; (2) por parte del sacerdote, que debía recibir la sangre de la víctima, rociarla sobre el altar y quemar la ofrenda. En el caso de ofrendas de aves, era el sacerdote quien mataba a las víctimas y dejaba a un lado, como inadecuados, su buche y plumas (Lev. 1). En sacrificios públicos, era también deber del sacerdote matar a las víctimas, en lo cual en ocasiones era ayudado por los levitas. La inspección de las entrañas, que jugaba una parte muy importante en los sacrificios de varios pueblos antiguos, especialmente de los fenicios, no tenía lugar en el ritual mosaico.

CLASES DE HOLOCAUSTOS

Entre los hebreos, los holocaustos eran de dos tipos generales, según que la ofrenda fuese prescrita por la Ley o el resultado de voto privado o devoción. Los holocaustos obligatorios eran (1) el holocausto diario de un cordero; este holocausto se hacía dos veces al día (a la hora tercera y a la nona), y acompañado de una oblación de cereal y una libación de vino (Éx. 29,38-42; Núm. 28,3-8); (2) el holocausto del sábado, que incluía una cantidad doble de todos los elementos del holocausto diario ordinario (Núm. 28,9-10); (3) el holocausto festivo, celebrado en luna nueva, en Pascua, en la Fiesta de las Trompetas, el Día de la Expiación, y en la Fiesta de los Tabernáculos, en cuyas ocasiones el número de víctimas y la cantidad de otras ofrendas aumentaba considerablemente; (4) los holocaustos prescriptos para la consagración de un sacerdote (Éx. 29,15 ss.; Lev. 8,18; 9,12), para la purificación de las mujeres (Lev. 12,6-8), en la purificación de los leprosos (Lev. 14,19-20), para purgar la impureza ceremonial (Lev. 15,15.30), y finalmente en relación con el voto del nazir (Núm. 6,11.16). En el holocausto voluntario, el número de víctimas quedaba a la liberalidad o a la riqueza del oferente (cf. 1 Rey. 3,4; 1 Crón. 29,21, etc., para los holocaustos voluntarios muy grandes), y las víctimas podían ser proporcionadas por los gentiles, un permiso que Augusto aprovechó para sí mismo, según Filo (Legatio ad Caium, XL).

PROPÓSITOS PRINCIPALES DE LOS HOLOCAUSTOS

Los siguientes son los propósitos principales del conjunto de holocaustos prescritos por la Ley Mosaica: (1) por la total rendición y destrucción de víctimas valiosas, puras, inocentes, y muy cercanamente relacionadas al hombre, los holocaustos les recordaban vivamente a los hebreos desde antaño el dominio supremo de Dios sobre sus criaturas, y les sugería sentimientos de pureza interior y completa entrega de sí mismos a la Divina Majestad, sin la cual incluso los sacrificios más excelentes no serían de ningún provecho ante el Todopoderoso observador de los secretos del corazón. (2) Al ofrecer holocaustos con la debida disposición los adoradores podían tener la seguridad de la aceptación con Dios, quien luego veía a las víctimas como medios de expiación de sus pecados (Lev. 1,4), como un sacrificio bueno y grato a su favor (Lev. 1,3.9), y como una limpieza de cualquier deshonra que les pudiera impedir aparecer dignamente ante Él (Lev. 14,20). (3) Los holocaustos de la Ley Antigua prefiguraron el gran y perfecto sacrificio que Jesús, el sumo sacerdote de la Nueva Ley y el verdadero Cordero de Dios, ofrecería en cumplimiento de todos los sacrificios cruentos de la primera alianza (Heb. 9,12, ss.; 10,1 ss. etc.).

Bibliografía: Autores católicos: Haneberg, Die religioesen Alterthuemer der Bibel, 2da ed. (Munich, 1869); Schoepfer, Geschichte des A. T. 2da. ed., (Brixen, 1895); Larange, Etudes sur les Religions Semitiques, 2da. ed. (París, 1905). Autores no católicos: Kurtz, Sacrificial Worship of the Old Testament, tr. (Edimburgo, 1863); Edersheim, The Temple and its Services (Londres, 1874); Riehm, Alttestamentliche Theologie (La Haya, 1889); Nowack, Hebraeische Archaeologie (Friburgo, 1894); Schultz, Old Testament Theology, tr. (Edimburgo, 1898); Kent, Israel’s Laws and Legal Precedents (Nueva York, 1907); Benzinger, Hebraeische Archaeologie, 2da. ed. (Friburgo, 1907). Vea también la bibliografía del artículo sacrificio.

Fuente: Gigot, Francis. «Holocaust.» The Catholic Encyclopedia. Vol. 7. New York: Robert Appleton Company, 1910. 29 Jan. 2012
http://www.newadvent.org/cathen/07396b.htm

Traducido por José Luis Anastasio. rc

Fuente: Enciclopedia Católica