Según el Génesis mientras existió la armonía entre el hombre y los animales, y, por supuesto con Dios, aquéllos se alimentaban de hierbas, plantas y frutos de los árboles 1, 29-30, excepto del árbol de la ciencia del bien y del mal 2, 16. Tras la caída del hombre, éste fue condenado a ganar el sustento con el sudor de su frente Gn 3, 17. Luego, por la corrupción de la humanidad, vino el castigo del diluvio, después del cual Dios estableció una alianza con Noé y un nuevo orden en el mundo, y puso a disposición del hombre los animales, †œtodo lo que se mueve y tiene vida† servirá para su alimentación Gn 9, 3.
Sin embargo Dios prescribió una serie de restricciones a este respecto.
La primera no comer la carne con la sangre, pues ésta era el alma del animal, Gn 9, 4; y porque toda sangre pertenece a Dios y debe usarse únicamente en los ritos expiatorios en el Templo. El animal empleado para la alimentación debía sacrificarse en el Templo o, en caso contrario, degollado y la sangre derramada en la tierra, Lv 3, 17; 7, 26-27; 17, 1014; 19, 26; Dt 12, 15-16; 23-25; 15, 23; 1 S 14, 31-35. No se debía cocer el cabrito en la leche de su madre Ex 23, 19; 34, 26; Dt 14, 3-21. Los ® animales están clasificados en puros o limpios e impuros, de suerte que sólo se pueden emplear en la alimentación los primeros Lv 11; Dt 14, 3 21. Además de la lista de animales impuros, lo eran también los que morían de muerte natural o matados por otros animales Ex 22, 30; Dt 14, 21; Lv 17, 15; Ez 4, 14. A este respecto, es ejemplo del celo de los judíos por cumplir con las leyes sobre alimentos, el martirio por apaleamiento que sufrió Eleazar por negarse a comer carne de puerco, animal impuro, Lv 11, 7; Dt 14, 8; en tiempo de Atíoco IV Epífanes, 2 M 6, 18-28; igualmente, los siete hermanos macabeos y su madre fueron sacrificados por la misma causa 2 M 7. Antíoco V Eupátor les devuelve a los judíos la libertad religiosa conculcada por su padre y su derecho a la, según la ley de Moisés, 1 M 6, 58-59; 2 M 11, 31.
Dentro de la alimentación de los judíos estaban la carne de becerro Gn 18,7; de cabrito Jc 6, 19; 13, 15; Tb 2, 11-12; Lc 15, 29; de buey, carnero, cabra, ciervo, gacela, gamo, antílope, búfalo, gamuza, Dt 14, 3-8; de pescado Tb 6, 6; Jn 21, 9-13; Mt 14, 15-21; 32-39; Mc 6, 30-34; Lc 9, 1217; Jn 6, 5-15. Vegetales, lentejas, habas, mijo, trigo, espelta, cebada, dátiles, uvas, pasas, higos, frutas, y los productos que preparaban a partir de lo que daba la naturaleza, como harina, pan, polenta, pastas, aceite de olivas, vino, cuajadas, quesos, miel, etc., Gn 25, 34; 27, 28; 2 S 6, 19; 17, 27-37; 1 Cro 16, 3; Ez 4, 9. La tierra prometida es abundante en estos frutos, se le llama †œtierra que mana leche y miel† Ex 3, 9 y 17; Dt 8, 7-10; 11, 10-17; 13, 5; Moisés envió exploradores a Canaán, los cuales, al cabo de cuarenta días, volvieron y le hicieron una relación de los productos que allí se daban y que en verdad manaba leche y miel Nm 13; Dt 1, 25.
En los tiempos bíblicos hubo épocas de hambruna de escasez de a. Abraham debió ir a Egipto por esta causa Gn 12, 10; Isaac fue a Guerar, porque padeció hambre Gn 26, 1; en época de José, igualmente, todos los países iban a Egipto a comprar granos Gn 41, 57; Jacob mandó a sus hijos a proveerse de él en Egipto Gn 42, 2 ss. En la travesía del desierto, Yahvéh alimentó a su pueblo con maná y codornices Ex 16; Nm 11; Dt 8, 3 y 16; Sal 105 (104), 40; Sb 16, 2; 19, 12; cuando los israelitas llegaron a Guilgal, al día siguiente de la pascua, cesó el maná y se alimentaron de lo que producía la tierra de Canaán Jos 5, 10-12. En el N. T., también encontramos la mención a una escasez de a., cuando el emperador romano Claudio, predicha por ígabo, situación corroborada por el historiador Josefo, Hch 11, 27-30.
En el N. T. Cristo, hablando sobre puro y lo impuro, dijo que †œno es lo que entra en el boca lo que lo contamina al hombre, sino lo que sale de la boca, eso es lo que contamina†, es decir, que lo que importa es la pureza moral y no la legal, Mt 15, 10-11; 15, 20; Mc 7, 14-16; 17-23; las prescripciones sobre comidas y bebidas sólo son carnales Hb 9, 6-10. Sin embargo, a medida que crecía el cristianismo y penetraba en los pueblos gentiles, se presentaron discusiones y tensiones entre éstos y los judaizantes. El apóstol Pedro tuvo un éxtasis y vio que bajaba del cielo toda clase de animales, y oyó una voz que le decía †œsacrifica y come† Hch 10, 9-16; 11, 5-10. Pedro comprendió que las prescripciones sobre los alimentos habían quedado abrogadas y que nadie podía ser tenido por impuro en razón de lo que comía Hch 10, 28. Esto dio origen al concilio de Jerusalén, el cual decidió, inspirado por el Espíritu Santo, liberar a los paganos convertidos al cristianismo de las prescripciones judías sobre alimentos; pero se les pidió abstenerse de las carnes de animales sacrificados a los ídolos y de la sangre Hch 15, 10-29. Aunque Pablo, dentro del espíritu de lo dicho por Cristo sobre la pureza, la carne que se les sacrifica a los ídolos en nada se distingue de otra, 1 Co 8, 4-6 y 8; 10, 25-28; Rm 14.
De pesar de que estas cosas se definieron en la asamblea de Jerusalén hubo nuevos intentos judaizantes y gnósticos respecto a los a., sobre lo cual en varias cartas encontramos exhortaciones para que los fieles cristianos no se dejen influir, Col 2, 16 y 20-22; 1 Tm 4, 1-11; Hb 9, 10; 13, 9.
De los a. se derivan en la Escritura muchos simbolismos. En Dt 8 3, ya se dice que †œno sólo de pan vive el hombre, sino de todo lo que sale de la boca de Yahvéh†, idea a la que se vuelve en Mt 4, 4; Cristo le repite estas palabras al diablo cuando éste en el desierto lo tienta, pidiendo que convierta las piedras en pan, Lc 4, 1-4. En Jn 4, 34, Jesús dice que su alimento es hacer la voluntad del que lo ha enviado.
Las palabras de Yahvéh son más dulces que la ® miel Sal 19 (18) 11; 119 (118), 103. Tal vez el simbolismo más usado es el del ® pan; quien teme al Señor, es alimentado con pan de inteligencia Si 15, 3; Jesús dice que él es †œel pan de vida† Jn 6, 28-58.
Diccionario Bíblico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003
Fuente: Diccionario Bíblico Digital
(Comida y bebida).
Ayunar es cosa buena, nos ensenan Jesús y su primo San Juan el Bautista, en Mat 3:4 y cap. 4.
La sangre estaba prohibida en el Antiguo Testamento, pero ahora viene Jesús y nos dice que tenemos que comer su carne y beber su sangre. ¡Y lo repite seis veces en Jua 6:48-58! Los judíos lo entendieron así, a la letra, y las muchedumbres se marcharon, tomándolo por loco: (Jua 6:60-66), y por ello decidieron matarlo: (Jua 7:1) ¡Y Jesús no les quitó ni una letra de lo dicho! El que quiera que lo coja, el que no, que lo deje: (Jua 6:67-69).
Jesús y los apóstoles rechazaron las leyes del Antiguo Testamento sobre la prohibición de ciertos alimentos: (Mar 7:19, Rom 14:13-23, 1Co 6:13, 1Co 8:7-13, Col 2:16.
Diccionario Bíblico Cristiano
Dr. J. Dominguez
http://biblia.com/diccionario/
Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano
tip, ALIM
ver, COMIDA Cuando eran todavía nómadas, los hebreos se alimentaban principalmente de pan y de los productos de sus ganados, como la leche fresca o agria, y en ocasiones carne (Gn. 18:7, 8; Jue. 5:25). También comían miel silvestre (Jue. 14:8, 9). Cuando se instalaron en Palestina, complementaron su alimentación con los productos de sus huertos, viñas y campos: lentejas, calabacines, habas, garbanzos, grano tostado (2 S. 17:28), granadas, higos, uvas pasas, aceitunas, etc. (Nm. 13:23; 20:5; Mt. 7:16). El mosto y el vinagre eran bebidas muy usadas. También se comía pescado, langostas, volatería y huevos (1 R. 4:23; Neh. 13:16; Mt. 4:18; Lc. 11:12). Las comidas más simples se componían de pan y lentejas (Gn. 23:34), o de otros potajes (2 R. 4:38), o de pan y vino (Gn. 14:18), o de grano tostado y vinagre (Rt. 2:14). Abraham festejó a sus huéspedes ofreciéndoles una comida más sustanciosa: mantequilla, leche, tortas de flor de harina, y carne de un becerro (Gn. 18:3-8). La mesa de los ricos y de los grandes ofrecía una diversidad mayor de alimentos (1 R. 4:22, 23; Neh. 5:18). (Ver COMIDA)
Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado
(-> comida, vegetarianos, ecología). La Biblia hebrea es en gran parte un libro de comidas, vinculadas de un modo muy concreto a la tierra de Israel, como recuerda (Dt 8,7-8): «Yahvé, tu Dios, te introduce en una tierra buena, tierra en que corren las aguas, manantiales y fuentes que brotan en el valle y la montaña; tierra del trigo y la cebada, de la viña, la higuera y el granado, tierra de olivares y miel (de dátiles)». Estos siete alimentos constituyen para la memoria israelita la expresión privilegiada de una comida bendecida por Dios.
(1) Lo puro y lo impuro. En el principio, según la Biblia hebrea, todos los alimentos son puros, como suponen tanto Gn 1 como Gn 2. Pero poco después, tras el gran riesgo del diluvio que significa la ruptura del orden anterior, la misma Biblia nos habla de animales puros e impuros (Gn 7,2.8; 8,20), estableciendo de esa forma una distinción que ha sido detallada por Lv 11 y Dt 14,1-21. Como animales puros, es decir, comestibles, se toman aquellos que parecen responder a una lógica unitaria, de manera que su naturaleza es clara y definida (son sólo terrestres o acuáticos…). Entre los impuros se citan aquellos que parecen tener dos naturalezas, como si fueran mezclados. Sea como fuere, se pueden comer los que rumian y tienen pezuña hendida, pero no los que tienen sólo uno de estos rasgos; de los peces sólo se pueden comer los que tienen aletas y escamas… De todas formas, la división de los animales puros e impuros no responde a unos motivos biológicos, sino simbólicos y religiosos que hoy nos resultan difíciles de precisar. El más importante de los animales impuros es el cerdo, quizá por haber sido sacrificado a los dioses. Más que por su materialidad, entendida en forma de proteínas o calorías, en un plano religioso, los alimentos resultan importantes porque son un signo de Dios y sirven para distinguir la realidad, de un modo simbólico, dividiéndola entre aquello que es puro e impuro. Esta distinción se aplica en todos los campos de la realidad, entendida de un modo dual, desde el mismo principio de la Biblia, tal como muestra el árbol del conocimiento «del bien y del mal» (cf. Gn 2-3). En esa misma línea se sitúan los dos chivos*, el expiatorio y el emisario. La halaká o normativa legal sobre alimentos puros e impuros constituye uno de los elementos distintivos del judaismo del tiempo de Jesús, como indica la disputa de Mc 7, donde Jesús afirma que, en sí mismos, todos los alimentos son puros (Mc 7,21). Así lo ha destacado también Pablo, en su polémica con los judeocristianos, aunque aquí el tema no es tanto la distinción de alimentos puros e impuros, sino la de alimentos sacrificados a los ídolos o no sacrificados (idolocitos*; cf. Rom 14,2-4.21; 1 Cor 8,1-13; Ap 2,14.20).
(2) Carne y sangre (sacrificios*). Según el Génesis, los hombres del principio eran vegetarianos*: dominaban sobre los animales, pero sin matarles (cf. Gn 1,28-30 y 2,19-22). Tras el diluvio, ellos se convierten, por ley de Dios, en dictadores o depredadores de animales, matándolos para alimentarse de ellos. Esa nueva actitud había aparecido ya en el gesto de Abel, que ofrece para Dios los primogénitos y la grasa de los sacrificios (Gn 4,4), pero sólo se confirma y ratifica con el sacrificio* de Noé, que sacrifica a Dios tras el diluvio los primogénitos de los animales puros (cf. Gn 8,20). Dios y el hombre se vinculan por tanto sobre el fundamento de los animales sacrificados, en gesto cultual y alimenticio (cf. Gn 9,2-3). A Dios mismo le agrada el sacrificio de animales y en esa misma línea él concede a los hombres el poder para comerlos, instaurando así una nueva ley de alimentación, que sustituye a la vegetariana (paradisíaca) de Gn 1-2. «Vuestro miedo y terror se impondrá sobre todo animal de la tierra, y sobre toda ave de los cielos… Todo lo que se mueve y vive os servirá de alimento; yo os lo concedo, lo mismo que las legumbres y plantas verdes. Pero carne con su vida, que es su sangre, no comeréis… El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios ha sido hecho el hombre» (Gn 9,2-6). (a) Esta es una ley de dominio. El hombre ha dejado de ser rey pacífico y se convierte en señor-dominador de los animales, a los que Dios mismo pone bajo su poder, es decir, bajo el dominio de sus manos y su boca, de manera que los puede consumir, (b) Es una ley de terror. Los animales vivían antes en idilio de paz bajo el señorío de hombres, compartiendo el mismo suelo, comiendo los mismos frutos, enriqueciéndose con la misma riqueza de su vida. Pues bien, ahora ha surgido la ruptura, de manera que los animales tendrán miedo y terror mora, jat) de los hombres. El señor bueno y protec tor de las fieras (en la línea de la potnia therón, protectora de animales según el mito griego) se ha convertido en destructor, depredador y enemigo de los animales, (c) Esta es una ley de alimentación. El texto supone que hay algo irregular en nuestra historia: el nuevo pacto de vida de Dios (expresado por el arco iris*, amenazante y gozoso, que brilla en la tormenta de las nubes) es signo de la nueva humanidad violenta, dominada por varones que viven matando animales. Por eso, en este contexto, se introduce la ley de la sangre*, en su doble nivel: no comer sangre animal, no derramar sangre humana.
Cf. M. Douglas, Pureza y peligro, Siglo XXI, Madrid 1991; P. Dumoulin, Entre la Matine et VEucharistie, Istituto Biblico, Roma 1994; X. Pikaza, Fiesta del pan, fiesta del vino. Mesa común y eucaristía, Verbo Divino, Estella 2000.
PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007
Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra
En este término general se incluyen todos los productos animales y vegetales utilizados por el hombre para mantener la vida física de su cuerpo.
I. En el Antiguo Testamento
a. Las épocas más antiguas
Desde el principio (Gn. 1.29–30; 2.16) todas las plantas productoras de semillas (
b. La época patriarcal
En Egipto, Palestina, y Mesopotamia, los cereales y los diferentes tipos de pan constituían el alimento básico a principios del 2º milenio
Algunas de las principales plantas alimenticias del Antiguo Cercano Oriente.
En Egipto, también, la miel era, por sobre todo, la prerrogativa principal de la realeza y la alta sociedad, pero ocasionalmente también la gustaban sus inferiores. Finalmente, el acto de comer juntos era señal evidente de amistad entre las dos partes ligadas por un acuerdo, p. ej. Isaac y los filisteos en Gn. 26.30, y Jacob y Labán en Gn. 31.54. No hay detalles sobre la comida que José sirvió a sus hermanos en Egipto (Gn. 43.31–34).
c. Israel en Egipto
A pesar de la dureza de la vida que pasaban los israelitas en Egipto, habían disfrutado de una variedad de alimentos que recordaron con nostalgia en la travesía del desierto: pescado en abundancia, pepinos, melones, puerros, cebollas, ajos (Nm. 11.5). Esta lista concuerda muy bien con los alimentos egp. conocidos, especialmente en el delta oriental (zona de Gosén) en el ss. XIII a.C. Es así que al hacer las alabanzas de la región de Ramesés, un escriba hace notar su abundancia de alimentos: cebollas y puerros, siete clases de pescados en sus aguas, y diversas frutas y verduras (ANET, pp. 471; mejor aun, R. A. Caminos, Late-Egyptian Miscellanies, 1954, pp. 74).
d. Los productos alimenticios en Israel
(i) Alimentos vegetales. Los cereales, el vino y el aceite de oliva eran los tres productos básicos (Dt. 7.13; Neh. 5.11; Os. 2.8). Los cereales principales eran la cebada, el trigo y a veces la escanda, un trigo de inferior calidad; véase Ex. 9.32 (Egipto); Dt. 8.8; e Is. 28.25 (nótese el orden de los cereales). Para la preparación y el horneado el pan, véase * Pan; este alimento básico sirvió como descripción gráfica sumamente apropiada de Cristo mismo, el pan de vida (cf. Jn. 6.33, 35).
La *vid era la segunda productora de alimentos; no solamente de uvas frescas (Nm. 6.3; Dt. 23.24), sino también de pasas (1 S. 25.18; 30.12); de zumo dulce de la uva, o mosto, ˒ası̂s (Is. 49.26; Am. 9.13; Jl. 1.5; 3.18,
Aparte de ser un término general para las bebidas fermentadas, šēḵār, ‘bebida fuerte’, parece haberse aplicado específicamente a las bebidas fermentadas mediante cereales (p. ej. la cerveza; Herodoto 2.77) o dátiles (
El tercer elemento básico, el aceite de oliva, se usaba como alimento y para cocinar. Se mezclaba el *aceite con harina para hornear los diversos tipos de pan y tortas, que también se podían freír en aceite (Ex. 29.2); su uso era universal, cf. la viuda de Sarepta (1 R. 17.12).
Para hortalizas, véanse las secciones b y c, que anteceden, La época patriarcal (lentejas), e Israel en Egipto (Nm. 11.5); las habas, pôl, también se empleaban (2 S. 17.28; Ez. 4.9). Este término también se usó en Egipto a partir del ss. XIII a.C. Entre las frutas, además de las uvas y las aceitunas, ya mencionadas, se encontraban los *higos propiamente dichos, que a veces se prensaban para hacer tortas (cf. Is. 38.21 para un uso medicinal; también se los utilizaba en Ugarit como medicamento, para los caballos), y los higos silvestres, como en Egipto, a los que se les tenía que hacer una muesca para que se hincharan y adquieran el tamaño necesario para que sirvieran para comer (esta era la ocupación de Amós; Am. 7.14). Se comían granadas y se bebía su jugo (Cnt. 8.2). Entre las diversas frutas secas se encontraban la almendra (Jer. 1.11) y el pistacho (véase La época patriarcal,
(ii) Productos animales. Entre ellos se encontraban la miel, las grasas y la carne. Se empleaba mucho la miel de abejas silvestres que se encontraba en rocas, árboles, etc. (Dt. 32.13; Jue. 14.8; 1 S. 14.25; 2 S. 17.29). Los escritores del
La leche era otro elemento básico en la alimentación, junto con sus derivados, la mantequilla y el queso. Para la leche, cf. Pr. 27.27; Is. 7.22; Ez. 25.4; la mantequilla, Pr. 30.33; y el queso, véase Job 10.10; 1 S. 17.18; 2 S. 17.29 (como obsequio). A menudo se ofrecía leche al huésped o visitante inesperado, como en el caso de Sísara en Jue. 4.19; 5.25, y como siglos atrás se había hecho con el fugitivo egp. Sinué (ANET, pp. 19).
Sólo ocasionalmente se comía carne, con excepción quizás de los ricos, que pueden haberla consumido regularmente. Como ocurrió con Abraham, se agasajaba a los huéspedes con becerros, cabritos o corderos (cf. Jue. 6.19ss; 2 S. 12.4), los que además constituían obsequios aceptables, ya fueran vivos o aderezados (1 S. 16.20; 25.18). El buey engordado a veces se comía como manjar principesco (Pr. 15.17), al igual que en Egipto (figura en N. M. Davies, Egyptian Paintings, 1955,
(iii) La provisión de alimentos para el palacio de Salomón. En 1 R. 4.7, 22–23, 27–28, vemos que los gobernantes de las doce provincias administrativas tenían a su cargo, durante un mes, la provisión de alimentos para la corte de Salomón: la provisión de un día era de 30 kōr de una flor de harina, 60 kōr de harina, 30 piezas de ganado vacuno, 100 ovejas, además de ciervos y aves, y forraje para los establos reales. También Salomón pagó a Hiram I de Tiro, por su madera y sus obreros, 20.000 kōr de trigo por año, y una cantidad correspondiente de aceite. Esta provisión de alimentos para el palacio era típica de las cortes orientales de la antigüedad, como lo demuestran los registros contables reales de Egipto y Mesopotamia. Al parecer las cortes de Nabucodonosor II de Babilonia y Ciro de Persia eran abastecidas mensualmente por funcionarios de los distritos, en forma similar al sistema que se empleaba en la corte de Salomón; véase R. P. Dougherty,
No solamente el sistema, sino también la cantidad y la probable distribución de las provisiones de la corte de Salomón puedan compararse con el consumo en otras cortes reales. El personal que prestaba servicios en la corte en el antiguo oriente puede dividirse en tres categorías: primero, el rey, la familia real y todos los principales ministros del reino; segundo, el cuerpo principal de cortesanos y funcionarios subordinados agregados a los “departamentos” de los principales ministros; y tercero, el número (probablemente) mayor aun de empleados domésticos de todas las categorías concebibles. El palacio del Cercano Oriente de la antigüedad no era simplemente una residencia real, sino también el verdadero foco de todo el gobierno central del estado. Hay estadísticas parciales que permiten comparar las prácticas en Egipto y Mesopotamia. En el ss. XVIII a.C. los archivos reales de Mari y Chagar Bazar, en el
En el caso de Salomón, si consideramos que el kōr, ‘medida’, equivale a 220 litros (R. B. Y. Scott, BA 22, 1959, pp. 31; cf. * Pesos medidas), sus 30 más 60 kōr diarios de flor de harina equivaldrían a unos 6.600 más 13.200 litros respectivamente, lo que haría un total de 19.800 litros o 594.000 litros como cuota mensual. Si tomamos en cuenta las cifras comparativas mencionadas más arriba, 600 litros diarios corresponderían a Salomón, su familia y sus principales ministros (cf. 726 y 945 litros, en el caso de Egipto y Chagar Bazar, sup.), o sea la “categoría 1”; los otros 6.000 litros de flor de harina corresponderían, quizás, al grupo principal de cortesanos y funcionarios (“categoría 2”), y los 13.200 litros de harina común a la multitud de empleados domésticos (“categoría 3”). Los datos obtenidos en Mari indican que 1 iku de tierra (3.600 m2) producían 1 ugar de grano (1.200 litros). Si el rendimiento de las cosechas de los israelitas se le parecía en alguna medida, y si un litro de cereal producía alrededor de un litro de harina integral, es posible sugerir entonces que la provisión mensual de harina para la corte de Salomón (594.000 litros) sería aproximadamente equivalente al cereal producido por 495 iku de terreno, o sea unas 17.000 áreas. Esto representa una superficie de 1, 7 km2, lo que sin duda no debe haber sido una carga anual imposible para cada uno de los doce distritos administrativos de Israel. En cuanto a los 20.000 kōr anuales de trigo para Hiram, esta cantidad representaría la cosecha de alrededor de 305 iku o 10.600 áreas cada mes, o sea de un campo de 1, 06 km2, lo que nuevamente parecería ser una cantidad razonable.
(iv) Condimentos y preparación de alimentos.
La preparación de alimentos incluía el horneado de pan y tortas (con o sin levadura), y la preparación de sopas, guisos, y carne asada o hervida (véase sup.). La *sal era un elemento primordial en las comidas (Job. 6.6). Como ya se ha expresado, el compartir una comida simbolizaba acuerdo (Gn. 26.30; 31.54), y las frases “pacto de sal” (Nm. 18.19), o “comemos la sal del palacio” (Esd. 4.14, °vm) eran expresiones del mismo tipo (
Existen tablillas grecomicénicas de Creta y Grecia, escritas en el alfabeto “lineal B” de los ss. XV-XIII a.C., en las que aparecen el comino (ku-mi-no), el culantro (ko-ri-a-da-na/do-no) y el sésamo (sa-sa-ma), entre otras especias. Estos nombres (y probablemente algunas de las especias también) se importaban del Cercano Oriente a través del Siropalestina y Chipre, lo que corrobora la antigüedad del uso tanto de las especias como de los nombres en las tierras bíblicas. M. Ventris y J. Chadwick, proporcionan detalles en Documents in Mycenaean Greek, 1956, pp. 131, 135–136, 221–231; y Chadwick, The Decipherment of Linear B, 1958, pp. 64, 120, contiene un breve estudio del tema. En Ugarit se ha comprobado el uso del sésamo en la propia Siria en este mismo período (Gordon, Ugaritic Textbook, 3, 1965, pp. 495, Nº 2.496, como ššmn).
La miel se usaba para hornear (cf. Ex. 16.31), pero no en los sacrificios a Dios (Lv. 2.11), aunque los egipcios la ofrecían a sus dioses. Por textos egipcios y mesopotámicos también se conocen vinos dulces aromatizados (Cnt. 8.2) y cervezas, para lo cual se empleaba miel o hierbas. Con la dudosa frase “prepara las especias” (°bj) en contexto culinario en Ez. 24.10 (con el significado de carne condimentada [?]; cf.
La frase “la clara del huevo” (rı̂r ḥallāmûṯ, °vrv2, Job 6.6 “caldo de malvas”
Bibliografía.R. de Vaux, Instituciones del Antiguo Testamento, 1985; M. Noth, El mundo del Antiguo Testamento, 1976.
Para aspectos incidentales modernos, cf. H. Carey, The Art of Syrian Cookery, 1960. Respecto al tema general de los alimentos en la antigüedad, véase R. J. Forbes, Studies in Ancient Technology, 3, 1955, pp. 50–105, y sobre miel y azúcares, Forbes,
II. En el Nuevo Testamento
Como la familia típica heb. era principalmente vegetariana, no es sorprendente que las referencias neotestamentarias a los alimentos sean casi exclusivamente de este tipo.
a. Alimentos vegetales
(i) Cereales. El alimento típico del hombre en la Biblia es el pan, que se hacía ya sea con harina de trigo (Mt. 13.33; Lc. 13.21) o de cebada (Jn. 6.9, 13; cf. Jue. 7.13; 2 R. 4.42). Esta última era el ingrediente usual del pan que comía la gente más pobre (cf.
(ii) Frutas y aceite. Las huertas producían uvas (Mt. 7.16), de las que proviene el “fruto de la vid” (Mt. 26.29, etc.); y aceitunas, aunque estas últimas (cf. Ro. 11.17ss); Stg. 3.12) nunca se mencionan expresamente como artículo alimentario. Sin embargo, la aceituna producía un aceite de gran utilidad que se empleaba en la preparación de alimentos; y la aceituna misma se preservaba en salmuera. Las aceitunas encurtidas se comían con pan como aperitivo. También podemos mencionar en este contexto una salsa preparada con dátiles, higos, pasas y vinagre llamada ḥarōseṯ que se utilizaba en la comida pascual (Mr. 14.20; Jn. 13.26; en la Misná, Pesaḫim, 2.8; 10.3).
Mt. 7.16 menciona el fruto de la higuera en el mismo contexto que la uva. Ambas eran muy apreciadas en Palestina, mientras que en el otro extremo de la escala social se encontraba el fruto o las vainas del algarrobo que producía las “algarrobas” que el hijo pródigo hubiera querido comer cuando cuidaba los cerdos (Lc. 15.16), aunque en realidad constituían el alimento para dichos animales.
b. Productos animales
(i) *Animales (en el concepto popular). En el mundo judío de la época neotestamentaria las leyes alimentarias se cumplían rigurosamente, especialmente en lo que se refería a la distinción entre animales y aves *limpios e inmundos (Lv. 11.1–23; Dt. 14.4–20; Hch. 10.9ss; el tratado de la Misná denominado ˒Abodah Zarah). La abolición de estas reglas dietéticas es uno de los temas que se destacan en el NT (Mr. 7.18–20; Hch. 15.20, 29; Ro. 14; 1 Co. 8; 10. * Ídolos, Carne ofrecida). Entre los animales limpios se podían comerse (siempre que hubieran sido sacrificados en forma adecuada y se les hubiera sacado toda la sangre, de modo que fueran kosher) podemos mencionar el cabrito (Lc. 15.29) y el becerro (Lc. 15.23), especialmente engordados para ocasiones festivas.
(ii) *Pescado. También los diferentes tipos de pescados estaban clasificados como puros o inmundos de acuerdo con Dt. 14.9s (cf. Lv. 11.9–12). Los relatos de los evangelios familiarizan a los lectores con los nombres de las localidades galileas que formaban el centro de la industria pesquera a orillas del lago. A los primeros discípulos se los conocía como “pescadores” (Mr. 1.16ss y pasajes paralelos). Aparte de la referencia en Lc. 11.11 tenemos la conocida mención de los peces en la alimentación milagrosa de una multitud (Mr. 6.41ss y pasajes paralelos, y Mr. 8.7ss y pasajes paralelos), como así también en las comidas que el Señor resucitado compartió con sus seguidores (Lc. 24.42–43; Jn. 21.9ss). La popularidad del símbolo del pez en las épocas primitivas del cristianismo (cf. el estudio concluyente de F. J. Dölger, , 1928) y el uso del pescado en algunas observancias de la eucaristía en círculos cristianos primitivos probablemente se derivan de estos incidentes en los evangelios.
(iii) Aves. En el NT no se mencionan las aves como artículos alimenticios, excepto en forma general en Hch. 10.12, y lo que puede deducirse de la venta de pajarillos en Mt. 10.29 y Lc. 12.6; pero Lc. 11.12 alude al huevo como alimento.
(iv) Insectos. Entre los insectos comestibles está la langosta que, junto con la miel silvestre, constituía la alimentación de Juan el Bautista en el desierto de Judea (Mt. 3.4; Mr. 1.6).
c. Condimentos
Diversos condimentos se empleaban para aumentar el placer de la comida. El principal era la sal, que tiene la propiedad de añadir sabor a la comida (Job 6.6). Este hecho se convierte en la característica central de ciertas instrucciones éticas en los evangelios (Mt. 5.13; Mr. 9.50; Lc. 14.34) y epístolas (Col. 4.6). Comparar, para el fondo judío del tema, T. W. Manson, The Sayings of Jesus, 1949, pp. 132. La menta, el eneldo, el comino, y la ruda (combinando Mt. 23.23 y Lc. 11.42, que agrega “toda hortaliza”: cf.
Bibliografía.F. Wight, Usos y costumbres de las tierras bíblicas, 1961; H. Kropatschek, E. Tiedtke, G. Braumann, “Comer, comida”,
Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.
Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico
(Del latín, alimonia, alimento, de alere, alimentar)
En el sentido común legal de la palabra, los alimentos son la asignación que por orden de un tribunal un marido paga a su mujer para su mantenimiento mientras ella está viviendo separada de él, o la asignación o provisión que un tribunal ordena que el exmarido pague a la mujer divorciada. Hay dos clases de alimentos, una, los alimentos pendente lite, que es una asignación a la mujer durante un pleito entre ella y su marido, y la otra la asignación o provisión tras el pleito, que se conoce como alimentos permanentes. La jurisdicción exclusiva de las causas matrimoniales en Inglaterra recaía antiguamente en las cortes eclesiásticas. Estos tribunales, no obstante la ley común inglesa, por el que la propiedad de una mujer se convertía en el matrimonio en propiedad de su marido, asignaban a una mujer que era obligada a vivir separada de su marido una parte de la renta de éste para el mantenimiento o alimentos de ella. Al regularse su acción por el derecho canónico, estos tribunales se limitaban a dos clases generales de casos matrimoniales: pleitos por separación (divorcio a mensâ et toro), y pleitos por haberse declarado un matrimonio nulo desde el principio. Los alimentos pendente lite podían concederse en un pleito perteneciente a cualquier clase, pero los alimentos permanentes sólo en un pleito por separación. Pues, al ser accesorios al matrimonio, los alimentos no se concedían en un decreto que declaraba al matrimonio nulo desde su origen.
La falta de pago por el marido le sometía a excomunión, una sentencia del tribunal eclesiástico que el departamento ejecutivo del gobierno civil ejecutaba por medio de su funcionario, el sheriff, a quien se emitía el mandato de excommunicato capiendo, recitando que «potestas regia sacrosanctæ ecclesiæ in querelis suis de esse non debet» (Registrum omnium brevium, 65). Y así se dice que bajo la denominación de estovers, el cobro de alimentos se ejecutaba mediante un mandato de estoveriis habendis. En 1857 se quitó a los tribunales eclesiásticos la jurisdicción en los casos matrimoniales y se estableció el tribunal de divorcio y causas matrimoniales, con facultad de conceder el divorcio absoluto. En ninguno de los estados de los Estados Unidos se ha confiado los casos matrimoniales a tribunales eclesiásticos. Los tribunales en los diversos estados que tienen jurisdicción para conceder alimentos en los casos matrimoniales y las circunstancias en las que pueden concederse han de determinarse a partir de la Constitución, de los estatutos, y de las decisiones de los tribunales de cada estado. Por la antigua ley romana se concedía en favor de un pupilo contra un tutor o procurador infiel un procedimiento en el que el pupilo podía obtener lo que se ha denominado alimentos. En este procedimiento era deber del pretor fijar el carácter y cuantía de los gastos del pupilo, «decernere alimenta», “y si”, señala Cumin (“Manual de Derecho Civil”, 2ª ed., Londres, 1865, 79) “el tutor comparecía y alegaba falsamente que los medios del pupilo no permitían que se decretaran los alimentos, se le alejaría como suspectus y se le entregaría al Præfectus urbis para su castigo”. El Código Civil del Estado de Luisiana contiene una definición muy amplia de los alimentos como reclamación de sostén. El término se ha usado en la literatura inglesa en el sentido general de sustento. Así, Jeremy Taylor se refiere a los Sacramentos considerándolos como “alimentos espirituales”.Véase el “Nuevo Diccionario Inglés de Principios Históricos” por J.A.H. Murray, Oxford, Nueva York, 1888 s.v. “Alimentos”.
Bibliografía: BLACKSTONE, Commentaries on the Laws of England, I. xv, 441, III, vii, 94 (Filadelfia, 1869); KENT, Commentaries on American Law, Part IV, XXVII, 99 (Filadelfia, 1889); Manby et al. vs. Scott, 1 LEVINZ Rep. 4 (tr. Salkeld); ANON., 2 SHOWER’S Rep. 282; BISHOP, New Commentaries on Marriage, Divorce and Separation (Chicago, 1891), I, § 1386 y nota 1, II, §§ 855, 887, 925; BURN, The Ecclesiastical Law, (9ª ed., Londres, 1842). 508, s.v. Marriage; PHILLIMORE, The Ecclesiastical Law of the Church of England (2ª ed., Londres, 1895), 638, 642; MERRICK, Revised Civil Code of the State of Louisiana (Nueva Orleans, 1900), art. 230; para el derecho escocés, WATSON-BELL, Dictionary and Digest of the Law of Scotland, (Edimburgo, 1890) s.v. Aliment.
Fuente: Sloane, Charles. «Alimony.» The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907.
http://www.newadvent.org/cathen/01313a.htm
Traducido por Francisco Vázquez.
Fuente: Enciclopedia Católica