SIMEON

hijo de Jacob. Nace, Gen 29:33; es detenido como rehén, Gen 42:24; su futuro predicho, Gen 49:5-7.
Gen 34:25 S y Leví .. tomaron cada uno su espada


Simeón (heb. Shimon, «atención [respuesta]» [a la oración] o «que oye [escucha; oyendo]»; gr. Sumeon; el nombre aparece en un contrato heb. entre los Rollos del Mar Muerto, en una inscripción en un osario judí­o [fig 468] y en las inscripciones nab. y pal.). Véase Simón. 468. Inscripción sobre un osario judí­o (receptáculo de huesos): «Simeón Barsabás». 1. Segundo hijo de Lea y Jacob (Gen 29:33). El y su hermano Leví­ mascaron a los siquemitas para vengarse por la humillación a que éstos sometieron a su hermana Dina (34:25-31). José eligió a Simeón para que se quedara en prisión en calidad de rehén hasta que sus hermanos regresaran con Benjamí­n (42:24). Simeón tuvo 6 hijos, de los cuales 5 fueron antepasados de familias tribales (Gen 6:10; Num 26:12-14; 1Ch 4:24). Cuando Jacob bendijo a sus hijos en su lecho de muerte, condenó a Simeón y a Leví­ por su crueldad, y predijo que sus descendientes se dividirí­an y serí­an esparcidos en Israel (Gen 49:5-7). 2. Tribu a que dio origen Simeón I. El jefe tribal durante la 1a parte de la peregrinación por el desierto fue Selumiel, hijo de Zurisadai (Num 1:6; 2:12; 7:36, 41; 10:19), y más tarde Semuel, hijo de Amiud (34:20). Safat, hijo de Horí­, representó a la tribu entre los espí­as (13:5). Resulta extraño que en las bendiciones pronunciadas por Moisés no se mencione a Simeón. No se sabe si la omisión fue intencional por parte de Moisés, o si algún escriba por accidente omitió ese nombre 1099. Cuando las 12 tribus se reunieron junto a los montes Ebal y Gerizim, la tribu de Simeón se ubicó en las laderas del monte Gerizim para pronunciar las bendiciones de Jehová (Deu 27:12). Cuando el paí­s se distribuyó echando suertes, la tribu de Simeón, que aparentemente era una de las más insignificantes, recibió su territorio dentro de la región meridional de Judá, en el cual se encontraban algunas ciudades importantes como Beerseba, Siclag y Horma (Jos, 19:1-9). Por consiguiente, los simeonitas* se unieron a Judá en sus luchas contra los cananeos (Jdg 1:1, 3, 17). Aparentemente, con el tiempo fueron absorbidos por Judá y difí­cilmente volvieron a desempeñar algún papel como tribu distinta, aunque no perdieron del todo su identidad, ya que en los dí­as de Ezequí­as se dice que derrotaron al pueblo de Cam, que moraba en el valle de Gedor, y ocuparon su territorio (1Ch 4:24, 39-41). Más o menos en esa época unos 500 simeonitas* exterminaron los remanentes de amalecitas y se apoderaron de sus tierras (vs 42,43). Ezequiel incluyó a esta tribu en el Israel ideal que habitarí­a Canaán (Eze 48:24, 25, 33), y Juan los incorpora a los sellados por el ángel de Rev 7:7 Mapa VI, F-2. 3. Miembro de la familia de Harim; estaba casado con una mujer extranjera en los dí­as de Esdras (Ezr 10:31). 4. Hombre piadoso que esperaba la salvación de Israel. Puesto que habí­a recibido la promesa del Espí­ritu Santo de que no morirí­a hasta haber visto al Mesí­as, estaba en el templo cuando José y Marí­a fueron a presentar al Niño Jesús ante el Señor, de acuerdo con la ley hebrea. Simeón reconoció en él al Cristo e hizo algunas predicciones con respecto al Niño y su madre, mientras expresaba su disposición a morir pues su más ferviente deseo se habí­a cumplido (Luk 2:25-35). 5. Judí­o que aparece en la genealogí­a de Jesús según Lucas (Luk 3:30).

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

1. El segundo hijo de Jacob con Lea (Gen 29:33). El y su hermano Leví­ masacraron a los heveos que viví­an en Siquem porque Siquem, el hijo de Hamor, habí­a violado a su hermana Dina (Gen 34:24-31).
2. La tribu de la cual Simeón, el hijo de Jacob, llegó a ser el fundador. El extremo sur de Canaán le fue asignado a esta tribu. Eventualmente, la mayorí­a de la tribu desapareció.
3. Un antepasado de Jesús (Luk 3:30).
4. Un hombre justo y devoto a quien el Espí­ritu Santo le reveló que él no morirí­a hasta que él hubiese visto al Mesí­as (Luk 2:25, Luk 2:34).
5. Simón Pedro (Act 15:14, ver nota de RVA). Ver PEDRO.
6. Uno de los lí­deres cristianos en la iglesia de Antioquí­a (Act 13:1-2).

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

(oir).

1- Judí­o devoto que tomó en sus brazos a Jesús, Luc 2:25-35.

2- Segundo hijo de Jacob, Gen 29:33; José lo retuvo como rehén, Gen 42:24. La Tribu que formó fue eventualmente absorbida por Judá: (Jos 19:1-9).

3- Ascendiente de Jesus, Luc 3:30.

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

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Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

(Dios oye). Nombre de personas del AT y el NT.

1. Segundo de los hijos de Jacob y †¢Lea (Gen 29:33) y epónimo de la tribu formada por sus descendientes. El nombre le fue puesto por su madre, pensando que Dios †œhabí­a oí­do† su clamor por no ser tan amada por Jacob. Junto con su hermano Leví­, S. hizo una matanza en †¢Siquem para vengar la honra de †¢Dina (Gen 34:25). Este incidente se refleja negativamente en las palabras proféticas de Jacob sobre los descendientes de sus hijos (Gen 49:5-7). Cuando José quiso que trajeran a Benjamí­n a Egipto, aprisionó a S. delante de sus demás hermanos y lo dejó como rehén (Gen 42:24). Pero cuando volvieron a él lo liberó (Gen 43:23). S. trajo a Egipto su familia, que incluí­a a sus hijos †œJemuel, Jamí­n, Ohad, Jaquí­n, Zohar y Saúl hijo de la cananea†(Gen 46:10).

. Tribu de los descendientes del #1. Cuando salieron de Egipto se contaban cincuenta y nueve mil trescientos varones †œque podí­an salir a la guerra† (Num 1:22-23). En el segundo censo en el desierto se contaron veintidós mil seiscientos. Esta tribu acampaba al S del †¢tabernáculo, junto a la tribu de Rubén (Num 2:12). La parte de la tierra adjudicada a S. aparece en Jos 19:1-9. Recibió esta tribu heredad †œde la suerte de los hijos de Judᆝ, es decir, dentro del territorio de esta última. Es posible que eso esté relacionado con la ausencia de S. en las bendiciones de Moisés en Dt. 32. S. y Judá pelearon juntos por la tierra (Jue 1:3). Pero fue más fuerte la presencia de los simeonitas en el sur, en el †¢Neguev. En la lista de lugares simeonitas (1Cr 4:24-43) aparece varias veces el nombre hazar ( †¢Hazar-sual, †¢Hazar-susim), que señala a localidades sin muros, que no habí­an llegado a la categorí­a de ciudad, lo cual coincide con el tipo de vida pastoril que fue tradicional a esta tribu (1Cr 4:40). Todaví­a en tiempos de Ezequí­as esta tribu llegó a Gedor buscando pastos, y desalojó a los cananeos que la habitaban antes. Resalta el hecho de que siendo S. el segundo de los hijos de Jacob no aparece desempeñando ningún papel protagónico en la historia temprana de Israel. No hubo ningún juez que fuera de esa tribu. Tampoco en el perí­odo de la monarquí­a tuvo papel relevante.

. Personaje del tiempo de Esdras que fue uno de los que se habí­an casado con mujeres extranjeras. Era †œde los hijos de Harim† (Esd 10:31).

. †œHombre justo y piadoso† que viví­a en Jerusalén y que †œesperaba la consolación de Israel†. El Espí­ritu Santo le habí­a revelado †œque no verí­a la muerte antes que viese al Ungido del Señor†, por lo cual le trajo al †¢templo cuando José y Marí­a llevaron al niño Jesús para circuncidarle. S. tomó al niño en sus brazos y pronunció una bendición y alabanza en la cual profetiza que éste serí­a †œluz para revelación a los gentiles, y gloria† del pueblo de Israel (Luc 2:25-32).

. Personaje en la genealogí­a del Señor Jesús (Luc 3:30).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, BIOG HOMB HOAT PROF HONT

ver, DINA

vet, = «que ha sido oí­do». (a) Segundo hijo de Jacob y Lea (Gn. 29:33). Junto con Leví­, su hermano, masacró a los cananeos que moraban en Siquem, a causa del ultraje infligido a Dina, la hermana de ellos, por un prí­ncipe de esta ciudad (Gn. 34:24- 31). (Véase DINA.) Simeón fue el que tuvo que quedar como rehén en una cárcel de Egipto (Gn. 42:24). Jacob, al morir, predijo el papel futuro de Simeón, y le recordó la matanza de los siquemitas, anunciándole que, lo mismo que Leví­, sus descendientes quedarí­an dispersados en Israel (Gn. 49:5-7). (b) Antecesor de Cristo que vivió entre David y Zorobabel (Lc. 3:30). (c) Hijo de Harim. Esdras lo persuadió a que despidiera a su mujer extranjera (Esd. 10:31). (d) Hombre recto y piadoso a quien el Espí­ritu Santo reveló que no morirí­a antes de haber visto al Cristo del Señor. Llegando al Templo en el momento en que José y Marí­a presentaban al niño Jesús, Simeón reconoció en El al Mesí­as prometido, y dijo que ya podí­a morir en paz. El anciano anunció a Marí­a que ella sufrirí­a mucho a causa de la suerte reservada a su hijo (Lc. 2:25-35). (e) Profeta o doctor de la iglesia de Antioquí­a; tení­a como sobrenombre Ní­ger, «el Negro»; es posible que fuera de raza africana (Hch. 13:1).

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

[011]
Nombre de una de las tribus israelitas, derivada del primer hijo que le nació a Jacob de su mujer Lí­a (Gen. 29.33). Sin ser la más importante, aparece en la historia bí­blica con diversidad de hechos e intervenciones: Gen. 34. 25-31; Num. 1. 22-25; Jos. 15. 21-23. Jue. 1.3.

Luego el nombre de Simeón o Simón aparece con frecuencia otorgado a diversos personajes: por ejemplo, en referencia al Sumo Sacerdote fiel: en Ecclo. 50.1-21, en el Antiguo Testamento; o en alusión al anciano que bendijo a Jesús en el templo en Lc. 2.25, en el Nuevo.

Otros personajes con el nombre de Simón o Simeón son 14 en el Nuevo Testamento: Mc. 3.16; Lc. 6.15; Mt. 13. 55; Hech. 13.1; etc.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

1.° Uno de los antepasados de Jesús, que no se menciona en el A. T. (Lc 3,30).

2.° Anciano, justo y piadoso, de Jerusalén, testigo excepcional de la presentación del Niño Jesús en el templo, el cual, lleno de gozo, entonó el himno Nunc dimittis, que proclama la función mesiánica de Jesucristo y predice los sufrimientos de Marí­a (Lc 2,25-35).

E. M. N.

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret

1. Patriarca

(-> Jnd.it). Nombre del segundo de los hijos de Jacob y de la tribu epónima, que significa «Dios ha escuchado» (cf. Gn 29,33). La tribu es poco conocida, pero su patriarca fundador aparece como protagonista de una historia de venganza.

(1) Simeón, portador de la venganza de Dios. El Génesis le presenta como violento y justiciero, pues tomó la espada con engaño y gran violencia, para vengar a los extranjeros que violaron a su hermana, la «virgen» Dina, de manera que el mismo padre Jacob tuvo que condenarle (cf. Gn 34,30-31; 49,5-7). La nueva teologí­a judí­a (cf. Jub 30) rehabilita su figura y le presenta como vengador de sangre, patrono de todos los que luchan con la espada en contra de los opresores de su pueblo. De esa forma ha recreado Judit 9,2-15 su hazaña sangrienta, pidiendo a Dios que le ayude para realizar una acción semejante, en contra de los enemigos de Israel: «Señor Dios de mi padre Simeón a quien pusiste en la mano la espada, para ven gar a los extranjeros que violaron la matriz de una virgen para mancharla, que desnudaron sus partes para vergüenza y profanaron su matriz para deshonra; aunque tú habí­as dicho ¡no se actúe así­! ellos lo hicieron. Por eso entregaste sus jefes a la muerte; y su lecho, envilecido por su engaño, con engaño quedó ensangrentado; heriste a esclavos con sus señores y a los señores en sus tronos. Entregaste sus mujeres al pillaje, sus hijas a la cautividad; y todos sus despojos fueron repartidos entre tus hijos queridos. Ellos, llenos de tu celo, abominando la mancha hecha a su sangre, te habí­an pedido auxilio…» (Jdt 9,2-4). Judit emerge por esta oración como nuevo Simeón, pidiendo la ayuda de Dios para engañar y destruir a los contrarios. Como los hermanos mayores (Simeón) debí­an vengar, por ley tribal, a la hermana maltratada, así­ Judit, heroí­na mayor de Israel, pide a Dios venganza y se dispone a castigar a los extranjeros. El Dios de Simeón es el Dios de la venganza, que Judit invoca en contra de Holofernes, opresor del pueblo.

(2) Testamento de Simeón, la envidia. El Testamento (apócrifo) de Simeón ha desarrollado el tema de la envidia, desarrollando, desde la perspectiva de Rubén, la actitud celosa de los hermanos de José, a quien desearon matar, para venderlo luego (Gn 37). Superando aquella actitud juvenil, el viejo Simeón, a quien se atribuye este «testamento» pide a sus descendientes que eviten la envidia, que amen y acojan a los otros. Así­ acaba su mensaje: «obedeced a Leví­ y a Judá; no os levantéis contra estas dos tribus, porque de ellas surgirá la salvación de Dios; porque el Señor suscitará de Leví­ un sumo sacerdote y de Judá un rey… que salvará a todas las naciones y al pueblo de Israel» (TestSim 7,1-2). El que así­ habla no es ya el Simeón antiguo, hombre de espada o envidia, sino el Simeón recreado, patriarca de conversión y esperanza mesiánica.

SIMEí“N
2. Anciano

(Lc 2,25-35) (-> Marí­a, madre de Jesús, espada). «Hombre justo y piadoso, que esperaba la consolación de Israel, y el Espí­ritu Santo estaba con él y le habí­a sido revelado por el Santo que no verí­a la muerte antes que viera al Cristo del Señor» (Lc 2,25-26). No era sacerdote, ni escriba, ni fariseo ni esenio. Sim plemente un hombre (antltropos) que espera la llegada del Mesí­as. Posiblemente es una figura literaria y religiosa, creada por el mismo Lucas o por la comunidad judeocristiana que está en el fondo de Lc 1-2, partiendo del recuerdo del patriarca Simeón, que ahora aparece como portador de esperanza mesiánica, como signo de aquellos fieles israelitas que aguardan la llegada del salvador (en la lí­nea de TestSim). Conserva los rasgos del viejo patriarca pero, al mismo tiempo, los transforma, invirtiendo la violencia: no pondrá la espada vengadora en manos de Judit, su descendiente, para que mate al enemigo, sino que enseñará a Marí­a, madre mesiánica, a sufrir en su interior el dolor de la espada cristiana. Aquí­ evocamos sus palabras más significativas.

(1) Ahora, Señor, puedes dejar a tu sierx†™o irse en paz (Lc 2,29). Simeón personifica la justicia y piedad israelita: es el pueblo que escucha a Dios, que recibe su Espí­ritu y espera la llegada de su Cristo. No tiene edad, no es de ahora ni de antes, es de siempre: es la plenitud de la esperanza. Es evidente que Dios no le puede engañar ni rechazar; ha recibido la promesa de ver al CristoSeñor antes de morir y vive solamente para ello. Por eso, cuando llegan los padres de Jesús, él se presenta, toma al niño en sus brazos y bendice a Dios diciendo: «Ahora, Señor, puedes dejar a tu siervo irse en paz según tu palabra; porque mis ojos han visto tu salvación, que has preparado en presencia de todos los pueblos: luz para revelación de las naciones y gloria de tu pueblo Israel» (Lc 2,29-32). Ha esperado bien, sabe morir. Su vida ha culminado, ha tenido sentido lo que ha hecho. Por eso bendice a Dios diciendo ¡gracias! Puede morir desde la esperanza realizada, como individuo concreto y como patriarca, representante del pueblo, que se condensa en su figura. El verdadero Israel que es Simeón ha cumplido su tarea, puede acabar, esperando al Salvador donde se vinculan todos los pueblos (pantón ton laón). Desaparece ya la división entre ethné (gentiles) y laos (judí­os); la gloria (doxa) de Israel es que su Cristo sea luz (phós) de las gentes.

(2) Una espada te atravesará el alma (Lc 2,35). Los padres se admiran, implicados como están en la vida del niño a quien Simeón ha recibido y cantado como Luz para los pueblos. Como vivien te que ha realizado su camino, Simeón les bendice para decir luego a Marí­a su más honda palabra: «Este niño está puesto para caí­da y para elevación de muchos en Israel y para contradicción, a fin de que sean descubiertos los pensamientos de muchos corazones. Y una espada traspasará tu misma alma» (Lc 2,34-35). Este es el verdadero Testamento de Simeón para los cristianos. Jesús será signo de contradicción, bandera discutida. Jesús mismo se vuelve antilegomenon, señal de choque, piedra de escándalo. Este es el momento de la gran revelación (apokalypsis) que expresa y define el final de los tiempos. Hasta ahora las cosas estaban mezcladas, podí­an confundirse. Ahora quedan al fin desvelados los más hondos pensamientos, el bien más hondo y la maldad suprema de los corazones. Simeón ha contemplado la verdad desde su más alta perspectiva de vidente dispuesto a morir: es patriarca convertido finalmente en profeta. Puede morir, pero Marí­a ha de vivir para contemplar el cumplimiento de la esperanza, compartiendo el sufrimiento del Mesí­as. Ella debe culminar su «parto», realizando su camino de maternidad rnesiánica y acompañando hasta el final al Cristo. Por eso le dice Simeón: «Â¡Y a ti misma una espada te atravesará el alma!» Esta no es la espada del viejo Simeón, vengador de los siquemitas (Jdt 9,2); no es la espada de Judit (cf. Jdt 9,9), que corta el cuello de Holofemes (Jdt 13,6-8), sino la espada del dolor personal convertido en fuente de amor mesiánico.

PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007

Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra

(Oí­r; Escuchar).

1. Segundo de los doce hijos de Jacob; se le llamó así­ debido a que su madre Lea dijo: †œJehová ha escuchado, por cuanto era odiada, y por eso me dio también este†. (Gé 29:32, 33; 35:23-26; 48:5; Ex 1:1-4; 1Cr 2:1, 2.)
Cuando su padre Jacob estaba acampado cerca de Siquem, Simeón y Leví­, el hermano que le seguí­a en edad, se entregaron a la cólera, y, de manera arbitraria, contra toda razón y sin el conocimiento o autorización de su padre, vengaron con saña la honra de Dina, su hermana más joven, matando atrozmente a los siquemitas, lo que acarreó extrañamiento a toda la familia. (Gé 34:1-31.)
Simeón más tarde fue partí­cipe de una mala acción cuando planeó matar a José junto con sus hermanos. (Gé 37:12-28, 36.) No se dice si Simeón, como segundo hijo de Jacob, era o no el cabecilla en este complot contra la vida de José. Años más tarde, cuando José, entonces administrador de alimentos en Egipto, puso a prueba a sus hermanos, seleccionó a Simeón para que lo ataran y pusieran en prisión hasta que los otros hermanos llevasen a Benjamí­n a Egipto. (Gé 42:14-24, 34-36; 43:15, 23.)
Poco antes de morir, cuando Jacob bendijo a sus hijos, recordó con desaprobación la violencia que habí­an demostrado muchos años antes Simeón y Leví­ con relación a los siquemitas, por lo que dijo: †œInstrumentos de violencia son sus armas de degüello. En su grupo í­ntimo no entres, oh alma mí­a. Con su congregación no vayas a unirte, oh disposición mí­a, porque en su cólera mataron a hombres, y en su arbitrariedad desjarretaron toros. Maldita sea su cólera, porque es cruel, y su furor, porque actúa con dureza. Permí­taseme distribuirlos en Jacob, y permí­taseme esparcirlos en Israel†. (Gé 49:5-7.) Así­ Jacob descartó cualquier esperanza que Simeón hubiera podido abrigar de recibir la primogenitura que habí­a perdido su hermano mayor Rubén. Simeón tuvo seis hijos, uno de una mujer cananea. Como se profetizó, las porciones asignadas a las tribus de Simeón y de Leví­ estaban †˜esparcidas†™; la porción de Simeón estaba dividida en ciudades enclavadas en el territorio de Judá. (Gé 46:10; Ex 6:15; 1Cr 4:24; Jos 19:1.)

2. La tribu de Israel que provino de las familias de los seis hijos de Simeón: Jemuel, Jamí­n, Ohad, Jakí­n, Zóhar y Shaúl. (Gé 46:10; Ex 6:15.) Durante el perí­odo en que Israel vagó por el desierto, Simeón acampaba con Rubén y Gad al S. del tabernáculo, y Rubén encabezaba esta división de tres tribus. Cuando estaban en marcha, se mantení­a este mismo orden tribal, y Selumiel serví­a de principal de Simeón, tanto en el campamento como en el ejército. (Nú 1:4, 6; 2:10-15; 10:18-20.)

Reducción de la población tribal. Al tiempo del primer censo, realizado un año después del éxodo de Egipto, la tribu de Simeón ascendí­a a 59.300 hombres fí­sicamente capacitados mayores de veinte años que eran aptos para servicio militar. (Nú 1:1-3, 22, 23.) Sin embargo, unos treinta y nueve años después, el segundo censo reveló que la tribu habí­a sufrido grandes pérdidas, pues solo habí­a 22.200 en la misma categorí­a. Esto equivalí­a a una disminución de más del 62%, mucho mayor que la que experimentó cualquier otra tribu. (Nú 26:1, 2, 12-14.)
Moisés no mencionó por nombre a Simeón en su bendición de despedida a Israel. Esto no significa que la tribu no fuese bendecida, pues se la incluyó al final en la bendición general. (Dt 33:6-24, 29.) Se nombró en primer lugar a Simeón entre las tribus asignadas para estar de pie en el monte Guerizim a fin de bendecir al pueblo. (Dt 27:11, 12.)
El tamaño reducido de la tribu de Simeón sin duda fue algo que se tuvo en cuenta cuando llegó el momento de asignar territorios individuales en la Tierra Prometida; a la tribu no se le dio una porción entera e independiente, sino ciudades incluidas dentro del territorio de Judá. De esta manera se cumplió la profecí­a que Jacob habí­a pronunciado en su lecho de muerte más de doscientos años antes. (Nú 34:16-20; Jos 19:1-9; compárese con Gé 49:5-7.) Simeón participó con Judá en arrebatar este territorio de las manos de los cananeos. (Jue 1:1-3, 17.) También se apartaron enclaves en la herencia de Simeón para la tribu de Leví­. (Jos 21:4, 9, 10; 1Cr 6:64, 65.)

Su mención en la historia bí­blica posterior. Se mencionó a los simeonitas de vez en cuando en la historia posterior de Israel: en el tiempo de David (1Cr 4:24-31; 12:23, 25; 27:16), en los dí­as de Asá (2Cr 15:8, 9) y en el tiempo de Josí­as. (2Cr 34:1-3, 6, 7.) Esta última referencia a las reformas de Josí­as muestra que si bien Simeón estaba geográficamente en el territorio de Judá, se puso de parte del reino septentrional tanto polí­tica como religiosamente. Parece que en los dí­as de Ezequí­as 500 simeonitas derribaron a un resto de amalequitas y empezaron a morar en su lugar. (1Cr 4:41-43.)
En los libros proféticos de Ezequiel y Revelación, el nombre de Simeón aparece junto con los de las otras tribus de Israel. La franja de territorio asignada a Simeón en la distribución de la Tierra Prometida que Ezequiel vio en visión estaba entre la de Benjamí­n y la de Isacar, al S. de †œla contribución santa†. Pero la puerta asignada a Simeón en el S. de la santa ciudad estaba con las que llevaban el nombre de Isacar y Zabulón. (Eze 48:21-25, 28, 33.) Simeón es la séptima tribu en la visión de los 144.000 sellados en Revelación capí­tulo 7. (Rev 7:7.)

3. Anciano justo y reverente que entró en el templo el mismo dí­a que José y Marí­a llevaron al niño Jesús. Dios le habí­a revelado a Simeón que antes de su muerte verí­a al Cristo. Por lo tanto, tomó al niño en brazos, bendijo a Jehová y, bajo el poder del espí­ritu santo, le dijo a la madre del niño: †œEste es puesto para la caí­da y el volver a levantarse de muchos en Israel†. También profetizó que Marí­a estarí­a sumamente afligida (como si le atravesara una espada) por la angustiosa muerte de su hijo. (Lu 2:22, 25-35.)

4. Antepasado de Marí­a, la madre de Jesús. (Lu 3:30.)

Fuente: Diccionario de la Biblia

1. Segundo hijo de Jacob por Lea (Gn. 29.33). El heb. šim˓ôn deriva de šāma˓ (‘oír’), y la razón del nombre se explica en Gn. 29.33. Simeón tomó parte, juntamente con Leví, en la muerte de los hombres de Siquem por haber este último deshonrado a su hermana Dina (Gn. 34). También tuvo una parte destacada en el asunto de José y sus hermanos, ya que quedó como rehén a fin de garantizar el regreso de los mismos con su hermano Benjamín. Es posible que José lo haya elegido por el importante papel que le cupo cuando fue vendido a Egipto, o puede haber sido porque era el segundo hijo después de Rubén, quien había asumido una actitud más responsable que los demás hermanos (Gn. 37.21–22; 42.22). Cuando Jacob bendijo a sus hijos, Simeón y Leví fueron reprochados por su carácter violento, y habrían de ser divididos y desparramados (Gn. 49.5–7). Los hijos de Simeón y Leví fueron Jemuel, Jamín, Ohad, Jaquín, Zohar, y Saúl hijo de la cananea (Gn. 46.10; Ex. 6.15).

2. La tribu de Simeón. El número de la tribu se especifica en 59.300 en Nm. 1.22–23 y 22.200 “familias” en Nm. 26.14. Debían acampar junto a la tribu de Rubén (Nm. 2.12–13). La tribu de Simeón figuraba entre aquellas que debían establecerse sobre el mte. Gerizim y ser bendecidas (Dt. 27.12), pero no se menciona (como tampoco Isacar) en la bendición de Moisés en Dt. 33. En la tierra prometida le fue asignada una porción de la extremidad S y fue casi absorbida dentro Judá (Jos. 19.1–9). Las ciudades dentro de la región se consideran como pertenecientes a Judá en Jos. 15.26–32, 42 y en otras partes. Judá y Simeón unieron sus fuerzas al comenzar la conquista de Canaán (Jue. 1.3, 17), aunque es evidente que Judá era la tribu más poderosa. Los hijos de Simeón, a pesar de conservar un registro genealógico, no se multiplicaron con tanta rapidez como Judá (1 Cr. 4.24–33). Sin embargo, lograron obtener una victoria sobre los amalecitas bajo el mando de Ezequías (1 Cr. 4.41–43), y proveyeron más hombres para David que la tribu de Judá (1 Cr. 12.24–25). El Cronista parece insinuar que Simeón perteneció al reino del N; no obstante, un considerable número de simeonitas se unió a Asa en el restablecimiento del culto a Yahvéh (2 Cr. 15.9). Esta tribu no se menciona después del exilio, y la única referencia posterior a ella aparece en la lista de los sellados en Ap. 7.7, donde figura en séptimo lugar en la lista.

3. Un antepasado de Jesús (Lc. 3.30).

4. Un hombre que vivió en Jerusalén, que era justo y piadoso y “esperaba la consolación de Israel” (Lc. 2.25–35). No debe ser confundido con el rabí Simón ben Hillel. Fue uno de los integrantes del remanente fiel que anhelaba la venida del Mesías, y había recibido una revelación directa de que no había de morir hasta que hubiese visto con sus propios ojos al Mesías. Cuando estaba a punto de realizarse la presentación de Jesús, fue guiado por el Espíritu para entrar en el templo. Al ver a Jesús, pronunció el himno de alabanza conocido como el *Nunc Dimittis. Percibió que el Mesías había de reivindicar a Israel ante la vista de los gentiles. Luego siguió hablando a la asombrada María acerca del papel de Cristo en el seno de Israel. Habría de ser como una piedra que sería causa de caída para unos y de levantamiento para otros. Habría de ser una señal que no sería atendida sino que más bien sería contradicha (34). El sufrimiento de María ante la contemplación de la vida y muerte de él habrían de ser como una espada que traspasaría su propia alma, y él habría de revelar los pensamientos más íntimos de los hombres (35). Habiendo dado su testimonio respecto al Cristo, Simeón desaparece silenciosamente de la escena.

5. Un discípulo de Antioquía que poseía los dones de profeta y maestro y fue uno de los que ordenaron a Bernabé y a Pablo para su primer viaje misionero (Hch. 13.1–2, pb). Tema por sobrenombre Niger, lo cual sugiere que era africano, pero no existen pruebas de que se trate de Simón de Cirene (Lc. 23.26, etc.).

6. Versión arcaica del nombre de Simón Pedro utilizada por Jacobo en su discurso ante el consejo de Jerusalén (Hch. 15.14, pb). Algunos buenos mss, leen Simeón también en 2 P. 1.1 (así pb).

Bibliografía. M. Noth, M. Mínguez, “Simeón”, °EBDM, t(t). VI, cols. 697–699.

R.E.N.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico

El segundo hijo de Jacob y Lía y ancestro patronímico de la tribu judía que lleva ese nombre. Se desconoce el significado original del nombre, pero el escritor del Gn. 29,33-35, según su costumbre, ofrece una explicación, y deriva el nombre de shama, “escuchar”. Él cita a Lía diciendo: “Yahveh ha oído que yo era aborrecida y me ha dado también a éste. Y le llamó Simeón” (Gn. 29,33). Similares etimologías referentes a Leví y Judá se encuentran en los dos siguientes versículos. En Gn. 34, Simeón aparece con Leví, su hermano carnal, como el vengador de su hermana Dina que había sido humillada por Jamor, un príncipe del país de Siquem. Por un extraño subterfugio, todos los hombres de esta tribu se vuelven incapacitados y son asesinados por los dos furiosos hermanos, quienes, junto con los otros hijos del patriarca, saquean la ciudad. Este acto de violencia fue condenado por Jacob (Gen. 34,30) aunque por una razón bastante egoísta: su desaprobación sobre una base más ética aparece en la bendición profética conferida a sus doce hijos en Gén. 49,5-7. Refiriéndose a Simeón y a Levi, Jacob dice: “¡Maldita su ira, por ser tan impetuosa, y su cólera, por ser tan cruel! Los dividiré en Jacob, y los dispersaré en Israel.

Existe un dramático contraste entre esta primera apreciación de la obras traidora y sangrienta y la de los escritores del judaísmo post-exílico, quienes tienen sólo palabras de alabanza para la acción de los dos hermanos, e incluso los consideran actuando por inspiración divina (vea Judit 9,2-3). El mismo cambio de sentido ético se puede captar más completamente en el libro no canónico de los Jubileos (XXX) y de un poema en conmemoración de la masacre de los de Siquem por Teodoto, un escritor judío o samaritano, quien vivió aproximadamente en el año 200 d. C. Simeón aparece sólo en un incidente más registrado en el Génesis, el cual se relaciona con la visita de los hijos de Jacob a Egipto a comprar granos. Aquí es detenido por José como un rehén, mientras que los otros hermanos regresan a Canaán prometiendo que al regreso traerán a su hermano más pequeño, Benjamín (Gén. 42,25). Según algunos comentadores, fue seleccionado para este propósito porque él fue un agente principal en el abandono de José en manos de los mercaderes madianitas. Sin embargo, la narración no menciona esto, lo cual es una inferencia conjetural por lo que se sabe sobre el carácter violento y traicionero de Simeón.

Bibliografía: VON HUMMELAUER, Comment. in Genesim (Comentario sobre los caps. 29, 34, 42 y 49); VIGOUROUX, Dict. de la Bible, s.v.

Fuente: Driscoll, James F. «Simeon.» The Catholic Encyclopedia. Vol. 13. New York: Robert Appleton Company, 1912.
http://www.newadvent.org/cathen/13794b.htm

Traducido por Giovanni E. Reyes y Luz María Hernández Medina.

Fuente: Enciclopedia Católica