SALARIO

v. Jornal, Paga
Gen 29:15; 30:28


Salario (heb. sakîr; gr. misthós, opsonion). Paga que un trabajador o un siervo recibí­a en compensación por los servicios prestados. Los autores bí­blicos emplean el término «salario» tanto literal (Gen 30:28) como figuradamente (Rom 6:23, BJ; Joh 4:36). Cuando lo usaban en sentido literal, se referí­an a 2 métodos principales de pago: 1) en especies (Gen 29:15, 20; 31:7, 41). y 2) con dinero (Exo 2:9; Mat 20:2). La ley de Moisés requerí­a que el salario se pagara cada tarde (Lev 19:13; Deu 24:14, 15), y las Escrituras denuncian decididamente su retención (Jer 22:13; Mal 3:5). La única referencia a la cantidad pagada como tal se encuentra en Mat 20:2, donde se nos dice que el jornal diario de un trabajador era de 1 denárion, palabra traducida por «denario» en la RVR. y por «jornal de un dí­a» en la DHH (fig 169).

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

cantidad que se paga, en dinero o en especie, a alguno por un servicio o trabajo. Labán le pagó un s. a Jacob por su servicio, Gn 29, 15.

En la Ley se establecieron normas sobre el s. que se debí­a pagar oportunamente, Lv 19, 13; Dt 24, 15; Tb 4, 14. Los sacerdotes y levitas recibí­an el s. por el servicio en el Templo, de los diezmos, Nm 18, 25-32.

Los hieródulos aquellos hombres y mujeres dedicados a la prostitución sagrada en los cultos cananeos, son llamados despectivamente perros, y su paga es denominada s. de perro, Dt 23, 19. El apóstol Pablo figuradamente este término para significar que la consecuencia del pecado es la muerte, cuando dice: †œel s. del pecado es la muerte†, Rm 6, 23.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

La mención más temprana de salario está en el convenio entre Labán y su sobrino Jacob (Génesis 29; 30). La hija de faraón prometió paga a la madre de Moisés para servir como nodriza (Exo 2:5-9). En la ley mosaica un jornalero contratado debí­a recibir su paga al final del dí­a (Lev 19:13; Deu 24:14-15), lo que implicaba una existencia precaria. La misma clase de pobreza está en la parábola de los obreros de la hora undécima (Mat 20:1-16; comparar Luk 3:14; Rom 6:23; 2Co 11:8; 1Ti 5:18).

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

La palabra s. se deriva del hecho de que a los soldados romanos se les pagaba muchas veces en especie, especí­ficamente con sal. Se la tomó para traducir varias palabras hebreas y griegas que en distintos pasajes se interpretan también como †œrecompensa†, o †œpago†. Una persona que trabajaba para otra recibí­a su pago generalmente en especie, como es el caso de Jacob, que trabajó para Labán (Gen 29:15; Gen 30:28-33). Pero se daba el caso de individuos que trabajaban como jornaleros, por dí­a. Habí­a que asegurarse de pagar al obrero al final de la jornada, sin detener la paga innecesariamente (Lev 19:13). Otros contrataban sus servicios a cambio de una paga al final del año (Lev 25:53). Se estimaba que un siervo rendí­a un servicio que costaba al amo la mitad de lo que le hubiera pagado a un jornalero (Deu 15:18). Una persona que tuviera servidores podí­a alquilar a éstos y recibir él una paga por ello (1Re 5:6). El utilizar el trabajo ajeno sin remunerarlo adecuadamente fue algo que los profetas denunciaban como pecaminoso (Jer 22:13), lo cual incluye a los que †œdefraudan en su s. al jornalero† (Mal 3:5). La expresión de Hageo en cuanto al que †œrecibe su jornal en saco roto† (Age 1:6), apunta a un s. que se recibe, pero que se pierde en el camino, que no llena su cometido.

Juan el Bautista señalaba a los militares que debí­an contentarse con su s. y abandonar la práctica de la extorsión para aumentar sus ingresos (Luc 3:14). A veces el contrato con los jornaleros incluí­a la comida (Luc 15:17). Los que se dedican a la predicación del evangelio merecen recibir cosas materiales para su sustento, †œporque el obrero es digno de su s.† (Luc 10:7; 1Ti 5:18). Pablo mismo recibí­a donaciones de iglesias, aunque no quiso aceptar nada de los corintios (2Co 11:8-9).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, LEYE COST

vet, En la antigüedad, los salarios se pagaban frecuentemente en especie (Gn. 29:15, 20; 30:28-34), y también con plata (Ex. 2:9). La Ley de Moisés ordenaba el pago de cada trabajador al declinar el dí­a (Lv. 19:13; Dt. 24:14, 15). Los profetas denunciaban a los que retení­an el dinero debido a sus trabajadores (Jer. 22:13; Mal. 3:5; Stg. 5:4). En la época de Cristo, el salario por el trabajo de un dí­a ascendí­a a un denario (Mt. 20:2). El poder de compra de esta suma era elevado, aunque no lo conocemos con exactitud (cfr. Lc. 10:35).

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

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Remuneración económica que se pacta, se gana o adquiere o se reclama por la realización de un trabajo rentable. El término viene de la «sal» que se daba al trabajador por cuenta ajena en tiempos romanos. Pero se aplicó desde tiempos inmemorial a todo los que supone estipendio y correspondencia en dinero o en especie por el trabajo realizado.

El valor ético del salario proyecta una estrecha relación con ideas de justicia, de convivencia, de armoní­a social. No puede ser entendido ni valorado sólo en términos económicos.

Por eso su planteamiento y exigencias han aparecido habitualmente en todos los documentos sociales de la Iglesia y ha sido el centro de referencia de todos los movimientos sociales.

Términos extensivos como «salario justo», «salario familiar», «salario diferido», «salario estable», «salario social» fueron apareciendo en los documentos, en las legislaciones y en las prácticas sociales desde finales del siglo XVIII.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

(v. justicia social, trabajo)

(ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)

Fuente: Diccionario de Evangelización

El salario es la paga, el jornal diario de un obrero (Mt 20,2; Lc 10,7), al que el obrero tiene derecho en justicia (Mt 10,10), que debe ser pagado al contado, jornada trabajada, jornada pagada (Lev 19,3; Di 24,14). En el orden religioso, el salario es la recompensa que Dios dará a los hombres en el cielo (Mt 5,12); una recompensa que, al propio tiempo, es una gracia y que, por tanto, no se ajusta a los postulados de la estricta justicia, sino a la generosidad de Dios (Mc 10,21; Jn 1,16). -> parábolas extravagantes.

E. M. N.

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret

(-> economí­a, riqueza, ministerios). En principio, el Evangelio es experiencia de gratuidad, como ha puesto de relieve la tradición sinóptica, refiriéndose de un modo especial a los cristianos y a los ministros del Evangelio: «Dad, y se os dará; pondrán en vuestro regazo una medida buena, apretada, remecida y rebosando; porque con la misma medida con que midáis seréis medidos» (Lc 6,38). «Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cie los que no se agote, donde ladrón no llega, ni polilla destruye» (Lc 12,33; cf. 11,41). «Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia. No toméis oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos» (Mt 10,8-9).

(1) El salario de los ministros cristianos. En un momento dado, los ministros eclesiales empiezan a verse casi como funcionarios de la Iglesia, de manera que se consideran con derecho para vivir de ella, como ratifica la primera a Timoteo*: «Los presbí­teros que presiden (= gobiernan) bien son dignos de doble honor (= paga), principalmente los que trabajan en la predicación y enseñanza. Porque la Escritura dice: no pondrás bozal al buey cuando trilla y el obrero es digno de su salario» (1 Tim 5,17-18; cf. Mt 10,10; Lc 10,7; Dt 25,4). Estos presbí­teros ejercen una tarea (predicación, enseñanza) al servicio de la comunidad, a la que se vinculan y de la que reciben un salario por su dedicación a la Iglesia, que aparece según eso como institución con fondos propios. No son misioneros (portadores de la palabra hacia fuera), sino servidores de unas iglesias que han crecido y tienen una estructura social definida, de manera que deben ser bien gobernadas, pues no se fundan en carismáticos espontáneos, sino que han de escoger presbí­teros proestótes (= presidentes) para su servicio. Estos «buenos presbí­teros» están liberados para la palabra, no para temas de organización económica o social, ni para dirigir el culto, sino para el mensaje y enseñanza. El salario ministerial que ellos reciben marcará profundamente a las iglesias, vinculando los ministerios a un honor que puede dividir a la comunidad: unos predican-enseñan (sin trabajos materiales), otros producen (para los predicadores). Pablo habí­a defendido ese derecho al salario, con la misma cita que emplea 1 Tim 5,18 (no pondrás bozal al buey que trilla: 1 Cor 9,1-18), pero no habí­a querido utilizarlo para no poner impedimento al Evangelio.

(2) Formas de mantenimiento de los ministros. Desde el contexto anterior se pueden destacar tres modelos de mantenimiento económico de los ministros del Evangelio, (a) Intercomunicación mesiánica (cf. Mc 6,6-12 par). Cada creyente colabora a su manera, todo se comparte (cf. Mc 10,29-31: ciento por uno). Este no es un modelo de mendicidad, sino de división de funciones y comunicación no salarial: el misionero no está obligado a un trabajo económicamente productivo, pues todos comparten palabras y haberes, (b) Servicio eclesial gratuito, con trabajo exterior retribuido (1 Cor 9). El misionero gana con otro oficio su salario (Pablo teje lonas o telas de cabra para tiendas de campaña) y la función eclesial se realiza en tiempos libres. En esta lí­nea se ha mantenido el rabinato judí­o (los grandes maestros han sido trabajadores manuales) y el monacato cristiano más antiguo. (3) Servicio retribuido. Modelo salarial. Aparece en nuestro texto (1 Tit 5,18) : la Iglesia paga con sus medios a quienes trabajan para ella, con dedicación permanente; este modelo ofrece ventajas, pero corre el riesgo de profesionalizar las tareas de Evangelio.

PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007

Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra

Véase ALQUILER, SALARIO.

Fuente: Diccionario de la Biblia

1. misthos (misqov», 3408), denota: (a) paga, salario (Mat 20:8 «jornal»; Luk 10:7 «salario»; Jam 5:4 «jornal»; 1Ti 5:18 «salario»; 2Pe 2:13 «galardón»; Jud_11 «lucro»; en 2Pe 2:15 «premio»). Véanse LUCRO, PREMIO, RECOMPENSA. 2. opsonion (ojywvnion, 3800), para lo cual véase EXPENSA, denota: (a) la paga de soldados (Luk 3:14; 1Co 9:7 «expensas»); (b) en general, paga, salario de cualquier tipo, utilizado metafóricamente: Rom 6:23, del pecado; 2Co 11:8, del sustento material que Pablo recibí­a de algunas de las iglesias que habí­a establecido y a las que él ministraba en las cosas espirituales; su apoyo en parte le mantení­a en Corinto, de donde no aceptaba recibir ninguna ayuda (vv. 9,10).¶

Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento

La palabra salario, tal como es usada en la Biblia, es la traducción de dos palabras griegas y cinco palabras hebreas.

La primera referencia bíblica al salario se encuentra en Gn. 29:15. La ley del AT demandaba el pago de salarios diarios (Lv. 19:13) y juzgaba en forma severa cualquiera retención de salario (Jer. 22:13).

La palabra opsōnion aparece sólo cuatro veces en el NT (Lc. 3:14; Ro. 6:23; 1 Co. 9:7; 2 Co. 11:8), y comunica la idea general de compensación por un trabajo realizado. Puede ser la paga dada a los soldados (Lc. 3:14) o la pena que uno sufre por el pecado (Ro. 6:23). La RV60, por lo general, traduce la palabra griega miszos por «recompenza» (véase), y sólo cinco veces la traduce «salario» (Lc. 10:7; Jn. 4:36; Hch. 1:18; Ro. 4:4; 1 Ti. 5:18). El lexicón de Thayer hace notar que la otra palabra griega, opsōnion, originalmente significaba «cualquier cosa comprada para ser comida con pan». Más tarde llegó a ser un término general para remuneración por cualquier servicio prestado, el cual parece ser su significado bíblico principal.

Howard Z. Cleveland

RV60 Reina-Valera, Revisión 1960

Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (552). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

Fuente: Diccionario de Teología