1Ch 15:23 Berequías y Elcana eran p del arca
Mar 13:34 yéndose lejos .. al p mandó que velase
Joh 10:3 a éste abre el p, y las ovejas oyen su voz
Portero (heb. generalmente shôêr; gr. thurí‡rós [de thúra («puerta») + óurus («guardián»)]). Quien cuidaba la puerta o el portón. La organización que hizo David del servicio del tabernáculo proporcionó 4.000 levitas como «porteros» (1Ch 23:5) para servir por turnos (26:1-19). En las antiguas ciudades había porteros (2Ki 7:10, 11 ). La traducción «portera» de 2Sa 4:6 se basa en la LXX pero no en el texto hebreo. En Ezr 7:24 la palabra es traducción de la heb. târâ. En tiempos del NT había porteros en algunas casas particulares (Mar 13:34), y también los había en las puertas de los rediles (Joh 10:3). Pórtico. Traducción del 1. Heb. ‘êl y ‘ûlâm (1Ki 7:6, 19; Eze 40:48; etc.), a veces también vertido como «atrio» (1Ki 7:12; Eze 8:16). 2. Gr. stoá (Joh 5:2; 10:23; Act 3:11; 5:12), que designaba una columnata cubierta que servía como protección del sol y de la lluvia. Los griegos usaban estos pórticos para reuniones y mercado (fig 53). La parte sur del pórtico oriental del templo de Herodes, llamado de Salomón, era lugar de reuniones (fig 498). Los 5 pórticos del estanque de Betesda* servían como salas para los que deseaban sumergirse en el agua. Véase Templo (IV).
Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico
Los edificios públicos, los templos y las ciudades amuralladas tenían oficiales especiales para vigilar las puertas (2Sa 18:26; Psa 84:10; Joh 18:17).
Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano
Persona que tiene a su cargo la responsabilidad de cuidar una puerta. Se mencionan en la Biblia cuatro tipos de p. a) Los p. del †¢templo. Esto estaba reservado para los levitas. Era una especie de guardia que debía cuidar, entre otras cosas, que se cumplieran las ordenanzas restrictivas que regulaban el acceso a los distintos recintos. David y Salomón reservaron cuatro mil hombres para esta función (1Cr 9:17-18; 1Cr 23:1, 1Cr 23:5). Se dividieron en grupos, y se decidió por suerte el turno que le correspondería a cada cual (1Cr 26:1-19). b) Los que cuidaban las puertas de la ciudad (2Sa 18:26; 2Re 7:10-11). c) Los pastores que cuidaban las puertas de los rediles (Jua 10:3). d) Los que estaban a la puerta de casas privadas de personas de importancia (Jua 18:17).
Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano
tip, OFIC
vet, En 1 Cr. 9:19-24 y 16:38 se hace referencia a los levitas al servicio de la tienda del Tabernáculo. Había guardas para la vigilancia de las puertas de las ciudades (2 S. 18:26; 2 R. 7:10) y de las del Templo (1 Cr. 26:12); también había servidores que vigilaban las entradas de casas de alcurnia privadas (Mr. 13:34). Cuando David organizó el servicio de los levitas para la casa de Dios, asignó a cuatro mil de ellos al servicio de la guarda de las puertas. No llevaban todos a cabo esta actividad de manera simultánea: David los repartió en órdenes, que deberían turnarse en su función (1 Cr. 23:5; 26:1-19).
Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado
En tiempos antiguos los porteros servían en diversos lugares: las puertas de la ciudad, las puertas del templo e incluso en las entradas de los hogares. Los porteros que tenían a su cargo las puertas de la ciudad debían asegurarse de que estuvieran cerradas por la noche, y estaban en ellas como guardianes. Otros guardianes estaban apostados como vigías sobre la puerta o en una torre, desde donde podían ver a los que se acercaban a la ciudad y anunciar su llegada. Estos vigías cooperaban con el portero (2Sa 18:24, 26), quien tenía una gran responsabilidad, puesto que de él dependía en buena medida la seguridad de la ciudad. Además, los porteros transmitían a los que estaban dentro de la ciudad los mensajes de aquellos que llegaban a ella. (2Re 7:10, 11.) A los porteros del rey Asuero, dos de los cuales tramaron asesinarle, también se les llamó oficiales de la corte. (Est 2:21-23; 6:2.)
En el templo. Poco antes de morir, el rey David organizó extensamente a los levitas y a los trabajadores del templo. En este último grupo se encontraban los porteros, que ascendían a 4.000. Cada división de porteros trabajaba siete días seguidos. Tenían que vigilar la casa de Jehová y asegurarse de que las puertas se abriesen y cerrasen al debido tiempo. (1Cr 9:23-27; 23:1-6.) Además de la responsabilidad de estar de guardia, algunos atendían las contribuciones que las personas llevaban para el templo. (2Re 12:9; 22:4.) Tiempo después, el sumo sacerdote Jehoiadá puso guardas especiales en las puertas del templo cuando ungió al joven Jehoás por rey, a fin de protegerlo de la reina Atalía, que había usurpado el trono. (2Re 11:4-8.) Cuando el rey Josías emprendió la lucha contra la adoración idolátrica, los porteros ayudaron a quitar del templo los utensilios empleados en la adoración de Baal. Luego quemaron todo esto fuera de la ciudad. (2Re 23:4.)
En los días de Jesucristo, los sacerdotes y los levitas trabajaban de porteros y atalayas en el templo reedificado por Herodes. Tenían que mantenerse constantemente despiertos en su puesto para que no los sorprendiera desprevenidos el superintendente u oficial del monte del Templo, que se presentaba de improviso en sus rondas. Había otro oficial que estaba a cargo de echar las suertes para los servicios del templo. Cuando este llegaba y llamaba a la puerta, el guarda tenía que estar despierto para abrirle, pues podría sorprenderlo dormido. Respecto a mantenerse despierto, la Misná (Middot 1:2) explica: †œEl oficial del monte del templo acostumbraba a rondar por cada una de las guardias, llevando delante de él varias antorchas encendidas. Al vigilante que no estaba en pie, que no le decía: †˜oficial de la montaña del templo, la paz sea contigo†™ y que era manifiesto que estaba dormido, lo golpeaba con su bastón. Tenía también permiso para quemarle el vestido† (véase también Rev 16:15).
Estos porteros y guardas estaban apostados en sus lugares para proteger el templo de robos e impedir la entrada a toda persona inmunda o a posibles intrusos.
En los hogares. En los días de los apóstoles, algunas casas tenían porteros. Por ejemplo, en la casa de María, la madre de Juan Marcos, una sirvienta llamada Rode contestó cuando Pedro llamó a la puerta después de que un ángel lo liberó de la prisión. (Hch 12:12-14.) Asimismo, fue la muchacha empleada como portera en la casa del sumo sacerdote la que preguntó a Pedro si era uno de los discípulos de Jesús. (Jn 18:17.)
Pastores. En tiempos bíblicos, los pastores solían guardar sus rebaños de ovejas en un aprisco o redil durante la noche. Estos apriscos consistían en un muro de piedra bajo con una entrada. Los rebaños de un hombre o de varios se guardaban en el aprisco durante la noche, con un portero que los vigilaba y protegía. Jesús recurrió a la costumbre que existía de tener un aprisco vigilado por un portero, cuando se refirió a sí mismo de modo figurado, no solo como el pastor de las ovejas de Dios, sino también como la puerta por la que podían entrar dichas ovejas. (Jn 10:1-9.)
Cristianos. Jesús puso de relieve la necesidad de que el cristiano se mantuviera atento y a la expectativa de su venida como ejecutor de los juicios de Jehová. Asemejó al cristiano a un portero a quien su amo manda que se mantenga alerta porque no sabe cuándo regresará de su viaje por el extranjero. (Mr 13:33-37; véanse GUARDIA; PUERTA, PASO DE ENTRADA.)
Fuente: Diccionario de la Biblia
thuroros (qurwrov», 2377), portero (thura, puerta; ouros, guardián). Se traduce así en Mc 13.34; Joh 10:3; en forma femenina se usa en 18.16, 17: «portera».¶ En la LXX, 2Sa 4:6; 2Ki 7:11; Eze 44:11:¶
Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento
(También llamado “ostiario”; de ostiarius; latín, ostium, una puerta)
Entre los romanos el término “portero” denotaba al esclavo cuyo deber era proteger la entrada de la casa. En el período romano todas las casas de la clase mejor tenían un ostiarius, u ostiario, cuyas funciones se consideran muy inferiores. Cuando, a partir de finales del siglo II, las comunidades cristianas comenzaron a poseer casas para la celebración de servicios eclesiásticos y para propósitos de administración, se comenzaron a mencionar los ostiarios, al menos para las grandes ciudades.
Se les menciona por primera vez en la carta del Papa San Cornelio al obispo Fabio de Antioquía escrita en 251 ( Eusebio, Hist. Ecl. VI.43), donde se dice que en Roma había 46 sacerdotes, 7 diáconos, 7 subdiáconos, 42 acólitos y 52 exorcistas, lectors y ostiarios, o porteros. De acuerdo con la declaración del «Liber Pontificalis» (ed. Duchesne, I, 155) un ostiario llamado Romano sufrió el martirio en 258, al mismo tiempo que San Lorenzo. En Europa occidental el oficio del ostiario era el grado más bajo del clero menores. En una ley de 377 del Código Teodosiano (Lib. XVI, tit. II, núm. XXIV; ed. Gothofredi, VI, I, 57) destinada al vicariato de Italia, también se menciona a los ostiarios entre los clérigos que tienen un derecho a la inmunidad personal. En su carta de 11 de marzo de 494, a los obispos del sur de Italia y de Sicilia, el Papa Gelasio dice que para ser admitido al clero era necesario que el candidato pudiese leer (debía, por tanto, tener una cierta cantidad de educación), pues sin este requisito previo un solicitante podía, a lo sumo, ocupar sólo el cargo de ostiario (PL, LVI, 691). En la misma Roma este oficio no alcanzó ningún desarrollo particular, ya que gran parte de sus funciones, a saber, el trabajo real necesario en el edificio de la iglesia, lo que hoy es probablemente el deber del sacristán, en Roma era realizado por el mansionarii. En Roma, el clero de los tres grados inferiores (órdenes menores) se unió en la Schola Cantorum y como tal participaban en las ceremonias de la Iglesia. No hay oraciones especiales o ceremonias para la ordenación del bajo clero en los libros litúrgicos más antiguos de la Iglesia Romana.
Para el rito galicano, breves declaraciones relativas a la ordenación del de las órdenes menores, entre ellas el de ostiario, se encuentran en el “Statuta ecclesiæ antiqua», una colección de cánones que apareció en Arles cerca del comienzo del siglo VI (Maassen, «Quellen des Kirchenrechts», I, 382). El «Sacramentarium Gelasianum» y el «Missale Francorum» contienen el mismo rito con las oraciones utilizadas en esta ocasión. De acuerdo con éstos, los ostiarios primero son instruidos en sus funciones por el archidiácono, tras lo cual éste los lleva ante el obispo, quien toma del altar las llaves de la iglesia y se las entrega a los candidatos a la ordenación con las palabras: «Cumple con tu oficio para demostrar que sabes que has de dar cuentas a Dios en cuanto a las cosas que están encerradas bajo estas llaves.” Luego sigue una oración por el candidato y una oración para la ocasión que el obispo pronuncia sobre él. Más tarde la Iglesia Romana aprobó esta ceremonia para su liturgia y ha continuado con ligeros cambios en las fórmulas hasta ahora.
En la Europa occidental latina, fuera de Roma, en la época romana tardía y en la siguiente, todavía se utilizaban los ostiarios como guardianes de las edificaciones eclesiásticas y su contenido. Así lo demuestra el epitafio de un Ursacio, un ostiario de Tréveris (Corpus inscr. Latin., XIII, 3789). En otro epitafio (Corpus inscr. latin., III, 13142) también se menciona un ostiario de la iglesia de Salona. Más tarde, sin embargo, en la Iglesia latina, el oficio de ostiario permaneció sólo como uno de los grados de ordenación y el trabajo real del ostiario se transfirió a los laicos ( sacristanes, campaneros, sepultureros, etc.). El Pontifical enumera así los deberes de los ostiarios para su ordenación: Percutere cymbalum et campanam, aperire ecclesiam et sacrarium, et librum ei aperire qui prædicat (para que suene las campanas, para abrir la iglesia y la sacristía, para abrir el libro para el predicador). Las formas de oración para la ordenación son similares a los del antiguo rito galicano.
En el Oriente también hubo porteros en el servicio de la Iglesia. El Concilio de Laodicea (343-81) los menciona como personas eclesiásticas. Al igual que los acólitos y exorcistas, eran nombrados sólo para servir a la iglesia, pero no recibían la ordenación propiamente dicha, y no se consideraban como pertenecientes a la jerarquía eclesiástica. Según las «Constituciones Apostólicas», pertenecientes al final del siglo IV, era deber de los diáconos y subdiáconos el oficio de guardar la puerta durante el servicio. Así, los porteros ejercían su oficio sólo cuando no había servicio religioso.
Bibliografía: DUCHESNE, Origines du culte chrétien (5ta ed., París, 1909). 349 sq.; WIELAND, D. genetische Entwicklung d. sogen. Ordines minores in den drei ersten Jahrhunderten (Roma, 1897), 54 ss., 161 ss.; THOMASSINUS, Vetus et nova ecclesiæ disciplina circa beneficia et beneficiarios, pt. I, lib. I, cap. XXX-XXXIII, I (Lyons, ed. 1706), 319 ss.
Fuente: Kirsch, Johann Peter. «Porter.» The Catholic Encyclopedia. Vol. 12. New York: Robert Appleton Company, 1911.
http://www.newadvent.org/cathen/12284b.htm
Traducido por Luz María Hernández Medina.
Fuente: Enciclopedia Católica