MONEDA

v. Dinero
Mat 22:19; Mar 12:15; Luk 20:24 mostradme la m


Moneda (gr. kérma, nómisma d’nárion). Pieza de metal emitida por las autoridades de un gobierno con valor garantizado para ser usada como dinero.* Se supone la 1ª moneda acuñada se deberí­a a los reyes de Lidia del s VII a.C. Este acuñamiento fue adoptado por Ciro con la conquista de Sardis (547 a.C.) y posteriormente difundido a lo largo de todo el Imperio Persa y las demás naciones. Las monedas antiguas eran de oro, plata, cobre y bronce (las más comunes). Algunas de las monedas mencionadas en el NT son traducciones del gr. d’náiron, drajme, leptón y mná (Mat 22:19; Luk 15:8, 9; 20:24; 21:2; 19:13; Mar 12:15, 42). Los primeros 2 términos se refieren a monedas de plata, griegas o romanas. Estas, por lo general, llevaban el busto del emperador y sus tí­tulos en el universo (fig 169), y a menudo la imagen de un genio o una deidad en el reverso. Tales representaciones hací­an que fueran rechazadas por los judí­os ortodoxos como ofrendas aceptables para el templo. Por consiguiente, los judí­os en tiempos de Cristo usaban monedas de cobre, acuñadas localmente, que llevaban inscripciones hebreas, pero no imágenes de criaturas vivientes. Por esta razón los cambistas estaban muy ocupados los dí­as de fiesta en el atrio del templo (Mat 21:12; Joh 2:15), cambiando las monedas de plata que los 806 adoradores traí­an de otras regiones por las de circulación corriente con el templo. Véanse Blanca; Cuadrante; Cuarto; Denario; Didracma; Dracma; Estater; Mina; Talento; Tetradracma. MONEDAS DEL NUEVO TESTAMENTO* Las monedas de oro, como el aureus romano, no se mencionan en el NT, con excepción tal vez de la referencia general de Mat 10:9 Los judí­os acuñaron otra vez sus propias monedas durante la guerra contra los romanos (66-70 d.C.), pero éstas no se mencionan en el NT; también las acuñaron durante la guerra romana del 132-135 d.C. (fig 462). 365. Ampliación (2 1/2 veces) de una moneda de plata judí­a (v IV a. C.), proveniente de Bet-sur, que imita la dracma griega. Bib.: F. A. Banks, Coins of Bible Days [Monedas de los tiempos bí­blicos] (Nueva York, 1955); A. Reifenberg, «Ancient Jewish Coins» [Antiguas monedas judí­as], JPOS 19 (1941):59-81, 286-313; F. W. Madden, History of Jewish Coinage and of Money in the Old and New Testament [Historia de la acuñación judí­a y del dinero en el AT y el NT ] (nueva ed., Nueva York, 1967); M. Wacks, The Handbook of Biblical Numismatics [Manual de numismática bí­blica] (Houston, 1976). 366. Dárico de oro de Darí­o I de Persia (tamaño real).

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

pieza de metal acuñada por cuenta del soberano para servir en las transacciones. En el A. T., se empleaban los metales, oro, plata, cobre, para las transacciones, como medio de pago. El metal se pesaba para pagar, Gn 23, 15-16; Jos 7, 21; Is 46, 6; Jr 32, 9. Antes del destierro no se acuñaban monedas en Palestina, estas se conocieron ya en la época del Imperio persa, bajo el rey Darí­o I, quien poco después del 515 a. C., ordenó la acuñación del dárico de oro. Antes de Darí­o I, la m. apareció en el siglo VII a. C., primero en Abatolia y luego en Grecia. En la época del Imperio macedónico, Alejandro Magno llevó el sistema ático a sus territorios. Posteriormente, los romanos extendieron su sistema por el Imperio, y, por ejemplo calculaban las grandes sumas en sextercios. En época de los Macabeos, Antí­oco VII, rey seléucida, autorizó a Simón para acuñar moneda en Judea, pero esto fue revocado, y las monedas encontradas hasta ahora ninguna parece pertenecer a este privilegio dado por el seléucida. Se han encontrado bastantes piezas pequeñas de bronce, con la inscripción †œJuan y la comunidad de los judí­os†, que bien podrí­an ser del hijo y sucesor de Simón, Juan Hircano. En tiempos de Jesús, circulaban en Judea las monedas romanas y griegas: Monedas griegas: Mina = 25 siclos de plata = 25 tetradracmas.

Tetradracma= 1 siclo.

Didracma = 1/4 de siclo = 6 óbolos = 1 denario.

í“bolo = 8 calcos.

Calco= 1/48 dracmas.

Leptón= 1/144 dracmas.

Monedas romanas: Denario de oro = 25 denarios de plata.

Denario de plata = 1 dracma. As= 1/16 denario.

Cuadrante = 1/64 denario.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

ver DINERO

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

Ver «Dinero».

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

tip, MEDI

ver, PESOS Y MEDIDAS

vet, Primitivamente, el comercio se hací­a por medio de trueque. El término lat. «pecunia» (moneda) se deriva de «pecus» (ganado), lo que indica que el valor de las mercancí­as se medí­a originalmente por cabezas de ganado. Las primeras piezas de moneda fueron probablemente emitidas en el siglo VIII a.C. en Asia Menor, entre los lidios y los griegos. Según Herodoto (1:94), los lidios se sirvieron de ellas desde su aparición. Ya desde el año 700 al 650 a.C. se acuñaban oficialmente en Lidia (Asia Menor) unos estateros hechos de una aleación de oro y plata llamada «electrón»; habí­a monedas de plata en Egina. En el resto de Asia occidental, como en Egipto, se usaban lingotes de oro y plata que asumí­an distintas formas, especialmente la de anillos, y que probablemente llevaban impresa una indicación de su valor; sin embargo, estas piezas no estaban emitidas por ninguna institución oficial (Jos. 7:21; cfr. «kikkãr», cí­rculo, nombre dado al talento). Cuando se efectuaba una transacción comercial, habí­a poca confianza en las estampaciones de valor, por lo que se recurrí­a al pesaje (Gn. 23:16; 43:21). (Véase PESOS Y MEDIDAS). El dinero era contado sólo en casos excepcionales y de manera aproximada (2 R. 12:10 ss) Al principio el «siclo» no era una moneda acuñada sino un cierto peso («shekel») de plata. Los pesos se llamaban: «talento», «maneh», «siclo», «gera» y «beka» (medio siclo). Antes de la época en que los judí­os emitieran su propia moneda las alusiones a siclos o a otros pesos de metales preciosos se refieren a lingotes, no a piezas acuñadas de moneda. La introducción de moneda en Persia se atribuye a Darí­o Histaspes (521-486 a.C.; Herodoto 4:166). Los judí­os la conocerí­an entonces. El «dárico» ordinario (Esd. 2:69, RVR: «dracmas») era una pesada moneda de oro que llevaba a un lado la efigie del rey, con una rodilla en tierra, y blandiendo en una mano un arco, y con una jabalina en la otra. En el reverso aparecí­a una concavidad en forma de cuadrado irregular, indudablemente la marca de la herramienta con que se habí­a estampado la otra cara contra la matriz. A la caí­da del imperio persa prevaleció en Judea el sistema monetario griego, con el «talento» y la «dracma» como unidades (1 Mac. 11:28; 2 Mac. 4:19). En el año 141-140 a.C., Simón Macabeo obtuvo el derecho a acuñar una moneda nacional teniendo su propio sello (1 Mac. 15:6), privilegio éste que bien pronto le fue arrebatado (v. 27). La pequeña moneda de cobre de Juan Hircano lleva, en el anverso, en el interior de una corona de olivo, la inscripción «Jehonanan, sumo sacerdote, y la comunidad de los judí­os». El reverso tiene un sí­mbolo griego: un doble cuerno de la abundancia alrededor de una amapola. Herodes el Grande y sus sucesores (hasta Herodes Agripa II), acuñaron monedas de cobre, pero las inscripciones aparecí­an siempre en griego. Las monedas griegas siguieron teniendo curso legal en Palestina cuando los judí­os tení­an una moneda nacional, las dracmas y las tetradracmas. Bajo los Herodes y los procuradores, la dracma de plata (Lc. 15:8) equivalí­a a un poco más del denario romano. El «estatero» o «tetradracma» (Mt. 17:27) acuñado por las ciudades griegas de Siria y de Fenicia se depreció rápidamente. El «leptón», o «blanca» (Lc. 12:59; 21:2) no es el leptón de los griegos. El leptón de los judí­os, su moneda más pequeña de cobre, era la mitad del «cuadrante» romano (Mr. 12:42). Como era moneda judí­a, debida probablemente a Juan Hircano o a algún otro macabeo, el leptón tení­a curso legal en el Templo, donde no se aceptaban monedas extranjeras. La didracma se correspondí­a con el medio siclo (Mt. 17:24), pero no circulaba, o muy poco, en Palestina. Los judí­os empleaban el «talento» ático (1 Mac. 11:28; Mt. 18:24), que Alejandro Magno habí­a impuesto como patrón a lo largo y a lo ancho de todo su imperio, y que siguió en vigor después de él. No se trataba de una pieza de moneda, sino de una moneda de cuenta dividida en «minas» (1 Mac. 14:24; Lc. 19:13-25; del gr. «mnã»). El talento tení­a 60 minas o 6.000 dracmas. La mina, que valí­a 100 dracmas, se devaluó rápidamente bajo los primeros césares. Cuando los romanos ocuparon Palestina, introdujeron su moneda, el «denario» (Mt. 18:28), que era de plata. Bajo el Imperio, el anverso presentaba casi siempre la cabeza del soberano reinante o de un miembro de la familia imperial. No se puede saber el valor real de estas monedas, que sufrieron diversas fluctuaciones, y cuyo poder de compra era muy superior al de las monedas de nuestros dí­as. El tributo a César se pagaba en denarios (Mt. 22:19). El término gr. «assarion» (Mt. 10:29; Lc. 12:6) designaba al as romano, «sou», una moneda pequeña de cobre que, en el año 217 a.C., equivalí­a a un 1/16 de denario. Los procuradores de Judea estaban facultados para acuñar monedas en nombre de la familia imperial, aunque sólo de cobre; la leyenda figuraba en caracteres griegos. Una moneda lleva la inscripción «Ti. Claudius Caesar Germanicus», en gr., sobre el borde. En el anverso hay dos palmas con la inscripción «año 14». El reverso presenta el nombre de la emperatriz Julia Agripina. Fue acuñada en el año 54 d.C., durante la etapa de Félix como procurador. La moneda en curso en la Palestina del NT era el denario de oro, generalmente llamado «áureo» (Ant 14:8, 5), que equivalí­a a 25 denarios de plata. Durante la primera rebelión, los judí­os acuñaron una moneda nacional de plata, e hicieron lo mismo durante la segunda rebelión (132-135 d.C.). Después del aplastamiento de la primera rebelión, y de la toma de Jerusalén (70 d.C.), Roma acuñó monedas con la efigie y nombre del emperador Vespasiano; en el reverso figuran una mujer cautiva sentada bajo una palmera, en posición de abatimiento, y las palabras «IUDAEA CAPTA» (Judea vencida). Herodes Agripa II, que reinó sobre una parte de Galilea y al este del Jordán, continuó acuñando monedas de cobre después de la caí­da de Jerusalén. Algunas de ellas, que datan del reinado de Tito, tienen, en el anverso, la cabeza del emperador, su nombre y tí­tulos y al reverso hay una victoria alada con una corona y una palma; la inscripción dice: «año 26 del rey Agripa». Durante la segunda rebelión dirigida por Bar-Koqueba (132-135 d.C.), se volvieron a acuñar siclos y cuartos de siclo de plata y también monedas de cobre, con antiguas inscripciones hebreas. El anverso del siclo presenta un templo con cuatro columnas, indudablemente el diseño estilizado de la Puerta Hermosa del Templo de Jerusalén. El nombre de Simón, el caudillo de la insurrección, aparece en los bordes. Lo domina una estrella, alusión al sobrenombre de Simón: Bar-Koqueba: «hijo de una estrella». Para conseguir cuartos de siclos, se reacuñaron los denarios romanos; para esta época valí­an casi el cuarto de siclo, y podí­an tomar su lugar.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

Dinero acuñado y garantizado por el Estado, que sirve para facilitar transacciones comerciales, representando un valor o precio convencional. La moneda hizo su aparición en Asia Menor en el siglo III a. de C. y se extendió lentamente por el Oriente Medio, sobre todo bajo el imperio persa. La Biblia empieza a hablar de monedas a partir del destierro. Antes de ese momento, los cambios, los contratos, el pago de tributos, el comercio en general, se hací­an en especie o mediante lingotes de oro, plata o cobre, que podí­an recibir la forma de discos, barras, anillas u otras similares.

De la época persa, la Biblia conserva el recuerdo de dóricos de oro (Esd 8,27), siclos de plata (Neh 5.,15), cuyo peso era de 8,41 gr. y 5,60 gr., respectivamente. Judea, al igual que las demás provincias persas, tení­a permiso para acuñar monedas. A partir de Alejandro Magno, Palestina estuvo sometida al sistema monetario griego, que era el siguiente: dracma de plata (Lc 15,8-9), que pesaba 4,36 gr.; el didracma (Mt 17,24), 8,60 gr.; el tetradracma, 17,40 gr.; la dracma tení­a seis óbolos, y el óbolo ocho calcos; estaba también en uso la mina, que tení­a 100 dracmas, y el talento (Mt 18,24; 25,16.20.22.24.25.28), que tení­a 60 minas (Lc 19, 13. 16. 18. 20. 24. 25). Los romanos introdujeron en Palestina su moneda. La unidad era el denario (Mc 18,28; 20,2-13; 22,19; Mc 6,37; 12,25; Lc 7,41; Jn G,7), que en un principio equivalí­a a 10 ases y luego a 16. El as (Mc 10,29; Lc 4,6) tení­a dos múltiplos, el dipondio y el sestercio, equivalentes a dos y cuatro ases, respectivamente, y dos submúltiplos, el semis y el cuadrante (Mt 5,26; 12,42), equivalentes a un medió y a un cuarto de as, respectivamente. El cuadrante tení­a dos ochavos o leptos (Mc 12,42; Lc 12,59; 21,2). El peso del denario romano no fue siempre uniforme: en un principio pesaba 4,53 gr.; luego, 3,88 gr., y bajo Nerón, 3,43 gr.; el denario romano equivalí­a, más o menos, a la dracma griega. -> .

E. M. N.

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret

1. denarion (dhnavrion, 1220), se traduce «moneda» en la RVR en Mc 12.15; Luk 20:24; véase DENARIO, Nº 1. 2. kerma (kevrma, 2772), primariamente una rodaja (relacionado con keiro, rebanar, véase CORTAR, A, Nº 4), se usa en forma plural en Joh 2:15 «esparció las monedas de los cambistas», probablemente grandes montones de monedas pequeñas.¶ 3. nomisma (novmisma, 3546), primariamente aquello que está establecido por la costumbre (nomos, costumbre, ley), y, de ahí­, la moneda de curso legal de un estado. Se encuentra en Mat 22:19, «el dinero del tributo».¶ En la LXX, Neh 7:71:¶

Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento