MELQUISEDEC

Gen 14:17-20.
Psa 110:4; Heb 5:10; 6:20


Melquisedec (heb. Malkî-tsedeq; gr. Meljisédek, «mi rey es justo», «mi rey es justicia» o «rey de justicia»). Rey de Salem y sacerdote del Dios altí­simo, quien, cuando Abrahán regresó con los cautivos y el botí­n recuperados de los 4 reyes invasores, salió a su encuentro, le dio pan y vino, y lo bendijo. Por su parte, Abrahán le dio los diezmos de todo el despojo (Gen 14:1, 2, 11-20). La identidad de Melquisedec ha sido muy discutida. Las Escrituras dan muy poca información con respecto a él. Salem* es muy probablemente una forma abreviada de Jerusalén, como lo indica Psa 6:2 Como fue tanto rey de Jerusalén como sacerdote del Dios altí­simo, es presentado como un sí­mbolo de Cristo, que también unió en sí­ mismo los 2 oficios de rey y sacerdote (Psa 110:2-4; Heb 6:20-7:21; véase CBA 1:321, 322; 7:454, 455). La afirmación que se hace en Heb 7:3 de que Melquisedec era «sin padre, sin madre, sin genealogí­a», sin duda significa sencillamente que no se conoce su genealogí­a o no está registrada. Esta expresión encuentra paralelos en los registros extrabí­blicos: A. Urukagina, uno de los reyes tempranos de Lagash, dijo que no tení­a padre ni madre, sino que el dios Ningirsu lo habí­a nombrado como rey, afirmación por la que admití­a que era un usurpador y no habí­a heredado el reino. B. Abdu-Heba, un rey de Jerusalén en el s XIV a.C., escribe en las Cartas de Amarna* al Faraón egipcio: «He aquí­ esta tierra de Jerusalén: No (fue) mi padre ni mi madre me (la) dieron, (sino) el brazo del poderoso rey me (la) dio». Bib.: ANET 488.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

rey-sacerdote de Salem, con quien Abraham se encontró después de la batalla con Kedorlaomer y los reyes aliados; M. lo bendijo y Abraham le entregó el diezmo de todo, Gn 14, 18-21. Este M., personaje que aparece fugaz y misteriosamente en este pasaje bí­blico, como rey de Salem, es decir de Jerusalén, ciudad escogida por Yahvéh para establecer allí­ su morada, es sacerdote del Altí­simo, mucho antes de la institución de los levitas, es considerado en el Sal 110 (109), 4, como figura de David, quien a su vez es figura profética de Jesús, el Cristo, el Mesí­as, rey y sacerdote perpetuo. Esta prefiguración del sacerdocio perpetuo de Jesús fue desarrollada la epí­stola a los Hebreos, donde se explica el significado del nombre M., †œrey de justicia†, rey de Salem, es decir, †œrey de paz†. Como la Escritura guarda silencio sobre sus antepasados y su descendencia, según el autor de la carta indica la eternidad de su sacerdocio como el de Cristo. Como ni M. ni Jesús pertenecen al linaje leví­tico, un sacerdocio eterno, a la manera de M., y no a la manera de Aarón, sustituye al antiguo sacerdocio, considerado ya caduco, el de Jesús. El sacerdocio de Aarón era por ley de sucesión carnal, y dice el texto sagrado: †œLa Ley constituye sumos sacerdotes a hombres débiles; pero la palabra del juramento, posterior a la Ley, nombra a uno que es Hijo, perfecto para la eternidad†, Hb 7.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

(heb., melkitsedhek, rey de justicia). Un sacerdote y rey de Salem, identificada con Jerusalén.

Melquisedec fue a encontrarse con Abram cuando éste volví­a de derrotar a Quedarlaomer y a los reyes que estaban con él. Le presentó a Abram pan y vino y lo bendijo en el nombre del Dios Altí­simo, creador de los cielos y de la tierra. Abram le dio el diezmo de todo. La palabra heb. para Dios en esta ocasión es la misma que en tales frases como Dios Todopoderoso (Gen 17:1), el Dios Eterno (Gen 21:33) y Dios de Betel (Gen 35:7) y es la designación semita más antigua para Dios.

Melquisedec era entonces un monoteí­sta y adoraba en esencia al mismo Dios que Abram, el cual lo reconoció como sacerdote.

La próxima vez que Melquisedec aparece es en el Psa 110:4 : Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec. Este salmo es de un interés especial porque Jesús se refiere a él (Mat 22:44; Mar 12:35-36; Luk 20:41-42) y se le considera unode los salmos mesiánicos. El soberano ideal de la nación hebrea serí­a uno que combinara en su persona el papel tanto de sacerdote como de rey. El autor de la epí­stola a los Hebreos utiliza a Melquisedec (Hebreos 5—7) en su gran argumento demostrando como Jesucristo es la revelación final y perfecta de Dios. El sacerdote ideal debe pertenecer al orden de Melquisedec, y Cristo fue el cumplimiento de esta profecí­a, ya que provino de Judá, una tribu sin ví­nculo con el sacerdocio leví­tico.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

†œRey de Salem y sacerdote del Dios Altí­simo† (Gen 14:18) †œque salió a recibir a Abraham que volví­a de la derrota de los reyes† de la llanura (Heb 7:1). Su †œnombre significa primeramente Rey de Justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de paz† (Heb 7:2). Salem fue luego conocida como Jerusalén. Cuando David hizo de ésta la ciudad capital de Israel estaba reconociendo su antigüedad como ciudad sagrada y apelando a la vieja tradición de M. (Sal 110:4). El encuentro entre Abraham y M. se produjo en †œel valle de Save, que es el Valle del Rey† (Gen 14:17), generalmente identificado con †¢Cedrón. M. †œsacó pan y vino† (Gen 14:18). Este acto no tiene que haber sido necesariamente litúrgico, pues los hombres de Abraham vení­an cansados y seguramente necesitaban un refrigerio. M. bendijo a Abraham y al Dios Altí­simo †œy le dio Abraham los diezmos de todo† (Gen 14:19-20). Es evidente que Abraham reconoció que M. era sacerdote del mismo Dios al cual él serví­a (Gen 14:22). Interpretando el Sal 110:4, el autor de Hchhos señala que el Mesí­as serí­a sacerdote †œsegún el orden de M.† y que ese sacerdocio tení­a precedencia sobre el de los hijos de Leví­ (Heb 7:5-10). Señala también la particularidad de este sacerdocio, que es presentado sin genealogí­a y del cual no se dice nada en cuanto a su final, como una indicación del carácter eterno del ministerio del Mesí­as (Heb 7:3). Además, se resalta el hecho de que este sacerdocio es constituido acompañado de un juramento, lo cual no ocurrí­a con el leví­tico (Heb 7:21-22). La figura de M. es utilizada abundantemente en literatura rabí­nica y extrabí­blica.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, BIOG SACE REYE TIPO HOMB HOAT

vet, = «rey de justicia». Rey de Salem (probablemente Jerusalén, cfr. Sal. 76:3) y sacerdote del Altí­simo (Gn. 14:18). Fue al encuentro de Abraham, victorioso de la batalla de los reyes que habí­an llevado preso a Lot; le ofreció pan y vino, y lo bendijo. Por su parte, el patriarca le dio el diezmo del botí­n. La epí­stola a los Hebreos hace una notable aplicación tipológica de esta misteriosa aparición. Aarón, con sus sucesores, era una figura anticipada de Cristo, nuestro Sumo Sacerdote, considerado sobre todo en su obra de expiación (Lv. 16; He. 9:11-12:24). Pero al ser Aarón pecador y mortal, su sacerdocio se tení­a que transmitir con constantes interrupciones; por otra parte, era insuficiente, porque no podí­a ofrecer más que sí­mbolos (los sacrificios de animales) que representaban el gran sacrificio de la cruz (He. 7:23, 27; 10:1-4). El redentor del mundo, considerado en Su resurrección y oficio perpetuo, tení­a que ejercer un sacerdocio de un orden totalmente diferente: el de Melquisedec. En efecto, Melquisedec era: (a) Rey y sacerdote (Gn. 14:18), de la misma manera que Cristo será rey y sacerdote sobre su trono (Zac. 6:12- 13). (b) Rey de justicia según el significado de su nombre, y Rey de Paz (He. 7:2), dos términos que caracterizan igualmente al Mesí­as (Is. 9:5; 11:5; 32:1; Jer. 23:5-6; 72:1-3, 7). (c) Melquisedec es «sin padre, ni madre, sin genealogí­a; que ni tiene principio de dí­as, ni fin de vida» (He. 7:3). Se ignoran su principio y su fin; no figura en ninguna genealogí­a leví­tica, única reconocida; se ignora incluso quiénes fueron su padre y madre. En ello, Melquisedec es el tipo de Cristo eterno, que aparece súbitamente en medio de Israel sin descender de Aarón y sin pertenecer a la tribu sacerdotal, y que por el poder de su resurrección queda como nuestro sumo sacerdote para siempre (He. 8:13-16, 24: Jn. 1:1; 8:58; Ro. 6:9). (d) A diferencia de Aarón, es mediante juramento que Dios confiere directamente a su Hijo este sacerdocio, de la manera que la consagración de Melquisedec no fue hecha por el camino establecido en Israel (Sal. 110:4; He. 7:2-22). (e) Melquisedec ofreció a Abraham pan y vino en comida de comunión (Gn. 14:18). Esto lleva el pensamiento al pan y vino de la cena que se toma en memoria del sacrificio ya consumado en la cruz (Lc. 22:15-20). (f) Melquisedec recibió de Abraham (y en consecuencia de Leví­, que aún debí­a venir de él) el diezmo de todo. Se muestra superior al patriarca, a quien dio su bendición; por ello, su sacerdocio es de un orden más elevado que el de los sacerdotes leví­ticos y que el de Aarón (He. 7:4-10). Así­, el sacerdocio de Cristo sobrepasa en excelencia a todos los sacerdocios judaicos y humanos (He. 7:26-28). Viene así­ a ser la base del Nuevo Pacto, anunciado por los profetas e infinitamente superior al Antiguo (He. 7:11-12, 22; 8:6-12). Este tipo de Melquisedec exalta así­ el ministerio único y totalmente eficaz e intransmisible del Hijo eterno de Dios. Por ello, constituye un grave error la práctica de la Iglesia de Roma de aplicar a cada uno de sus sacerdotes el pronunciamiento: «Tú eres sacerdote, según el orden de Melquisedec». Es evidente que esta pretensión carece de fundamento, por cuanto este sacerdocio de Cristo es intransferible (cfr. el original gr. en He. 7:24, «aparabaton», en el Nuevo Testamento interlineal griego-español [Clí­e, Terrassa, 1984]). En Cristo, todos los creyentes forman parte del sacerdocio regio en el que El ha tenido a bien asociarnos (1 P. 2:5, 9-10; Ap. 1:5- 6; 5:9-10). En contraste con las claras afirmaciones de las Escrituras, se puede mencionar también la confusión en que han caí­do los mormones, que también pretenden perpetuar en su «Iglesia de los Santos de los Últimos Dí­as» no sólo el sacerdocio de Melquisedec, sino junto y en paralelo con éste también el de Aarón.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

[011]
Personaje que aparece en la historia de Abraham, definido como «sacerdote del Dios altí­simo» y rey de Salem (Jerusalém). Salió a bendecirle después de la victoria sobre los asaltantes. (Gen 14) Al haber ofrecido en sacrificio «pan y vino», la piedad cristiana le vio siempre como un precedente de la Eucaristí­a y por lo tanto del sacerdocio de Jesús.

Con todo ya en otros textos del Nuevo Testamento se le presenta como modelo de sacerdocio libre (Hebr. 5.6; 10.27) y por lo tanto como prototipo del sacerdocio de Jesús, y en consecuencia de los sacerdotes del Nuevo Testamento. El autor de la catequesis o del sermón de Hebreos, que escribe para «sacerdotes leví­ticos» hechos cristianos, insiste en que Jesús es sacerdote «según el orden de Melquisedec». Por lo tanto nada tienen que ver con la ascendencia aarónica ni con la dependencia del Templo de Jerusalén.

Se sigue de ello la natural consecuencia de que Jesús ha iniciado otro sacerdocio, pues el del Antiguo Testamento, atado a la carne de la descendencia, es imperfecto. El de Jesús, que viene del Espí­ritu Santo, es superior. Y los que participan del sacerdocio de Jesús son los sacerdotes de la Nueva Alianza.

(Ver Profetas 3)

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

(-> Hebreos, sacerdocio, Jerusalén). Rey sacerdote de la ciudad-santuario de Jerusalén, antes que ella fuera conquistada por los israelitas: «Cuando Abram (= Abrahán) llegó de vencer a Kedorlaomer… Melquisedec, rey de Salem, presentó pan y vino, pues era sacerdote de El-Elyon, y le bendijo diciendo: ¡Bendito sea Abram de El-Elyon, creador de cielos y tierra, y bendito sea ElElyon, que entregó en tus manos a tus enemigos! Y Abram le dio el diezmo de todo» (Gn 14,17-20).

(1) Pervivencia cananea. Este Melquisedec, rey-sacerdote de Salem (= Jerusalén), aparece así­ como antepasado legí­timo de los que serán después sacerdotes israelitas de la misma ciudad sagrada, que David* integrará en su reino. De esa forma aparece como puente entre la Jerusalén «pagana» (jebusea) y la israelita y como uno de los signos más importantes de la unión de las dos religiones o, mejor dicho, de la conservación de elementos cananeos en la religión israelita. Abrahán es pastor, ganadero nómada. Melquisedec es agricultor de la tierra prometida, sacerdote de El-Elyon, Dios Altí­simo de esa tierra, a quien ofrece los dones de su territorio (pan y vino), dones que ahora comparte con Abrahán y sus compañeros que vienen de la guerra. Por su parte, Abrahán ofrece a Melquisedec (y a su Dios) los diezmos de su guerra, reconociendo así­ el culto de Jerusalén y avalando el valor de su santuario. Los signos de Melquisedec (pan y vino) están relacionados con la victoria de Dios (de Abrahán) sobre los reyes de oriente, que querí­an adueñarse con violencia de la tierra. Por eso, Melquisedec, sacerdote de Salem, sale al encuentro de Abrahán, ofreciéndole (a él y a su Dios) los dones mejores de la tierra liberada y de su santuario (pan y vino), que sirven para bendecir a Dios. El salmo 110,4 presenta a los reyes de Jerusalén como «sacerdotes según el orden de Melquisedec», diferenciándolos así­ de los sacerdotes oficiales de la tradición israelita (de la lí­nea de los levitas y de Aarón; sacerdocio*). La tradición parabí­blica (apócrifa) del judaismo y la literatura de Qumrán* ha desarrollado poderosamente la figura de Melquisedec, viniendo a convertirle incluso en un personaje celeste.

(2) Reinterpretación cristiana. Carta a los Hebreos. Fundándose quizá en motivos judí­os anteriores, propios de algunos cí­rculos judí­os «heterodoxos», la carta a los Hebreos ha elaborado la visión del sacerdocio mesiánico de Je sús, en la lí­nea de Melquisedec, oponiéndose así­ a la lí­nea oficial del sacerdocio del templo de Jerusalén (cf. Sal 110,4; Heb 4,6). Ese testimonio de Hebreos resulta esencial para entender el nuevo sacerdocio-sacrificio de Jesús, desligado de todos los rasgos leví­ticos (sacrificios de animales, sacralidad nacional). El nuevo sacerdocio de Jesús se encuentra evocado en la historia de Melquisedec, que recibió por Abrahán el homenaje de sus descendientes israelitas, incluidos los sacerdotes de Aarón (Heb 7,1-20; cf. Gn 14,17-20), apareciendo como superior a todos ellos y mostrando de antemano la caducidad del judaismo religioso nacional, con su templo y rituales, su pureza y sacrificios. Según eso, la misma institución sacerdotal de Aarón (templo, culto y ritos), y no sólo la impureza de alguno de sus discutidos sucesores (sadoquitas, hijos de Boeto), ha sido una inmensa (¿necesaria?) equivocación, llamada a desaparecer con la llegada del sacerdote de Melquisedec, Hijo de Dios (Jesucristo). Paradójicamente, la institución de Aarón ha realizado un servicio negativo: su misma incapacidad (no podí­a conducirnos al misterio de Dios, ni ofrecernos perdón) exige que busquemos y encontremos otro sacerdocio en la lí­nea de Melquisedec.

(3) Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec. Aarón no ha sido sacerdote verdadero, ni ha ofrecido un culto aceptable, sino sangre de animales muertos, incapaces de salvar. «Cristo, en cambio, constituido Sumo Sacerdote de los bienes futuros, penetró en el Santuario, una vez y para siempre, a través de un mayor y más perfecto Tabernáculo, no hecho con las manos, es decir, no de esta creación, y no por medio de la sangre de machos cabrí­os y de becerros, sino por medio de su propia Sangre, habiendo obtenido redención eterna» (Heb 9,11-12). El ritual y sacerdocio de Jesús se identifica con su vida entera. No incluye ritos o sacrificios separados de la vida, no exige ningún tipo de objetivación religiosa. Desaparece el templo externo, los ritos especiales, y no queda más rito ni templo que la vida, que es presencia de Dios, camino que conduce al Tabernáculo celeste. Jesús es sacerdote de tal forma que supera el sacerdocio previo (separado, ritual) e introduce en su misma existencia sacerdotal a todos los creyentes. Por un lado, es sacerdote tí­nico, de manera que sólo él puede serlo: no por oficio, familia, ritual o liturgia mundana, sino porque, siendo Hijo de Dios, ha expresado humanamente la riqueza y plenitud del ser divino al encarnarse y vivir en amor hacia los otros. Por otro es sacerdote universal: en su camino quedamos integrados todos los creyentes, como portadores de su ofrenda de vida.

Cf. C. A. Franco, Jesucristo, su persona, su obra en la carta a los Hebreos: lengua v cristologí­a en Heb 2,9-10; 5,1-10; 4,14 y 9,27-28, Ciudad Nueva, Madrid 1992; A. Vanhoye, El mensaje de la carta a los Hebreos, Verbo Divino, Estella 1990; Sacerdotes antiguos, sacerdote nuevo según el Nuevo Testamento, Sí­gueme 1992; C. Zesatt Estrada, Hebreos 5,7-8. Estudio histórico exegetico, Istituto Bí­blico, Roma 1990.

PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007

Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra

(Rey de Justicia).
Rey de la antigua Salem y †œsacerdote del Dios Altí­simo†, Jehová. (Gé 14:18, 22.) Es el primer sacerdote mencionado en las Escrituras; fue sacerdote con anterioridad a 1933 a. E.C. Como era rey de Salem, que significa †œPaz†, el apóstol Pablo lo llama †œRey de Paz†, y de acuerdo con el significado de su nombre, †œRey de Justicia†. (Heb 7:1, 2.) Se cree que la antigua Salem fue el núcleo original de la Jerusalén posterior y que su nombre se incorporó al de esta última, a la que a veces se llama †œSalem†. (Sl 76:2.)
El patriarca Abrán (Abrahán) derrotó a Kedorlaomer y sus reyes confederados, y después llegó hasta la llanura baja de Savé o †œla llanura baja del rey†. Allí­ Melquisedec †œsacó pan y vino† y bendijo a Abrahán, diciendo: †œÂ¡Bendito sea Abrán del Dios Altí­simo, Productor de cielo y tierra; y bendito sea el Dios Altí­simo, que ha entregado a tus opresores en tu mano!†. Ante esto Abrahán dio al rey-sacerdote †œel décimo de todo†, es decir, de los †œdespojos principales† que habí­a conseguido al vencer en la batalla a la coalición de reyes. (Gé 14:17-20; Heb 7:4.)

Representación tí­pica del sacerdocio de Cristo. En una importante profecí­a mesiánica, el juramento de Jehová al †œSeñor† de David es: †œÂ¡Tú eres sacerdote hasta tiempo indefinido a la manera de Melquisedec!†. (Sl 110:1, 4.) Este salmo inspirado hizo que los hebreos consideraran que el Mesí­as prometido serí­a aquel que ocupara simultáneamente los puestos de sacerdote y rey. En la carta a los Hebreos, el apóstol Pablo despejó cualquier duda relativa a la identidad del Mesí­as predicho al decir que Jesús habí­a †œllegado a ser sumo sacerdote a la manera de Melquisedec para siempre†. (Heb 6:20; 5:10; véase PACTO.)

Nombramiento directo. Jehová debió nombrar sacerdote a Melquisedec. Cuando Pablo habló de la posición de Jesús como el gran Sumo Sacerdote, mostró que un hombre no consigue esta dignidad †œpor su propia cuenta, sino únicamente cuando es llamado por Dios, así­ como también lo fue Aarón†. También explicó que †œel Cristo no se glorificó a sí­ mismo mediante llegar a ser sumo sacerdote, sino que fue glorificado por aquel que habló respecto a él: †˜Tú eres mi hijo; yo, hoy, yo he llegado a ser tu padre†™†, y después aplica las palabras proféticas del Salmo 110:4 a Jesucristo. (Heb 5:1, 4-6.)

†˜Recibió diezmos de Leví­.†™ La posición sacerdotal de Melquisedec no estaba vinculada al sacerdocio de Israel, y, como muestran las Escrituras, fue superior al sacerdocio aarónico. Así­ lo indica la deferencia que Abrahán, el antepasado de toda la nación de Israel, que incluí­a a la tribu sacerdotal de Leví­, tuvo con Melquisedec. Abrahán, el †œamigo de Jehovᆝ, que se convertirí­a en †œel padre de todos los que tienen fe† (Snt 2:23; Ro 4:11), dio una décima parte, o un †œdiezmo†, a este sacerdote del Dios Altí­simo. Pablo expone que los levitas tomaban diezmos de sus hermanos, quienes también procedí­an de †œlos lomos† de Abrahán. No obstante, señala que Melquisedec, †œque no derivó de ellos su genealogí­a[,] tomó diezmos de Abrahán†, y †œmediante Abrahán hasta Leví­, que recibe diezmos, ha pagado diezmos, porque este todaví­a estaba en los lomos de su antepasado cuando Melquisedec salió a su encuentro†. Por consiguiente, aunque los sacerdotes leví­ticos recibieron diezmos del pueblo de Israel, mediante su antepasado Abrahán, también pagaron diezmos a Melquisedec. Además, la superioridad del sacerdocio de Melquisedec se muestra en el hecho de que bendijo a Abrahán, como dice Pablo: †œLo menor es bendecido por lo mayor†. Estos son algunos de los factores que constituyen a Melquisedec en figura tí­pica idónea del gran Sumo Sacerdote Jesucristo. (Heb 7:4-10.)

Sin predecesores o sucesores. Pablo indica claramente que era imposible alcanzar la perfección mediante el sacerdocio leví­tico, por lo que era necesaria la intervención de un sacerdote †œa la manera de Melquisedec†. Explica que Cristo procedí­a de una tribu no sacerdotal, Judá, pero, al citar la similitud entre Melquisedec y Jesús, muestra que este accedió al sacerdocio †œno según la ley de un mandamiento que dependa de la carne, sino según el poder de una vida indestructible†. A diferencia del nombramiento sacerdotal de Cristo, que fue refrendado por un juramento de Jehová, el de Aarón y sus hijos se realizó sin que mediara juramento alguno. Además, a diferencia de los sacerdotes leví­ticos, que morí­an y necesitaban sucesión, el resucitado Jesucristo, †œpor cuanto continúa vivo para siempre, tiene su sacerdocio sin sucesores†, y por consiguiente †œpuede salvar completamente a los que están acercándose a Dios mediante él, porque siempre está vivo para abogar por ellos†. (Heb 7:11-25.)

¿Por qué podí­a decirse que Melquisedec no tuvo †œprincipio de dí­as ni fin de vida†?
Pablo resaltó una caracterí­stica notable de Melquisedec cuando dijo que †˜estaba sin padre, sin madre, sin genealogí­a, sin tener principio de dí­as ni fin de vida†™, pero que †˜habí­a sido hecho semejante al Hijo de Dios y permanecí­a sacerdote perpetuamente†™. (Heb 7:3.) Melquisedec nació y murió como todos los humanos. No obstante, no se mencionan los nombres de su padre ni de su madre, no se hace referencia a sus antepasados ni a sus descendientes y las Escrituras tampoco registran información sobre el principio o el fin de su vida. Por lo tanto, Melquisedec fue una prefiguración adecuada de Jesucristo, cuyo sacerdocio no tiene fin. Así­ como Melquisedec no tuvo ningún predecesor ni hay constancia de que tuviera sucesores para su sacerdocio, de forma similar Cristo tampoco tuvo ningún sumo sacerdote que lo precediera, y la Biblia muestra que nadie le sucederá jamás. Además, aunque Jesucristo nació en la tribu de Judá y en la lí­nea real de David, su ascendencia carnal no afectó su sacerdocio, ni tampoco influyó en que concurriesen en él los puestos de sacerdote y rey. Esto llegó como resultado del juramento que Jehová hizo.
Un punto de vista que se halla en los targumes de Jerusalén y de Jonatán y que ha conseguido gran aceptación tanto entre los judí­os como entre otras personas, es que Melquisedec era Sem, el hijo de Noé. Sem vivió incluso tras la muerte de Sara, la esposa de Abrahán. Además, Noé le bendijo especí­ficamente. (Gé 9:26, 27.) No obstante, no se ha confirmado esta identificación. Hay buenas razones para que las Escrituras no revelaran la nacionalidad, genealogí­a ni descendencia de Melquisedec, pues así­ pudo tipificar a Jesucristo, quien gracias al juramento de Jehová, †œha llegado a ser sumo sacerdote a la manera de Melquisedec para siempre†. (Heb 6:20.)

Fuente: Diccionario de la Biblia

Históricamente (en Gn. 14:18–20), Melquisedec fue (1) rey de Salem (Jerusalén), (2) un sacerdote del Dios Altísimo y (3) y uno que bendijo a Abraham. Su identidad (sobre esto se han sugerido variadas opiniones) es desconocida. Al igual que Abraham, era monoteísta (Gn. 14:18, 22).

Proféticamente (en el Sal. 110), Melquisedec llega a ser un modelo del sacerdocio del Mesías. Este salmo davídico describe (1) la deidad (v. 1; cf. Mt. 22:41–46), (2) el reinado (vv. 1ss.; cf. Hch. 2:34–36), y (3) el sacerdocio (v. 4; cf. el pasaje citado) del sacerdote-rey mesiánico. Esta profecía es un eslabón necesario entre Génesis y el NT.

Típicamente (en Heb. 5:6, 10; 6:20; y en particular el capítulo 7), Melquisedec ilustra la superioridad del sacerdocio de Cristo sobre el sacerdocio de Aarón. La historia (en Génesis) y la profecía (en los Salmos) demuestran a una cómo el nombre de Melquisedec («rey de justicia»), su residencia (Salem, «paz»), vida (sin un nacimiento o muerte), ordenación (con un juramento), oficio (tanto sacerdote como rey) y funciones (un dispensador de bendiciones y recolector de diezmos) superan los de Aarón. Casi incidentalmente, Cristo (en Melquisedec) es igualmente superior a Abraham (Heb. 7:4, 6) y Leví (Heb. 7:5, 8).

Hermenéuticamente, Melquisedec ejemplifica (1) el significado de los nombres, (2) el profundo significado de la historia, (3) la relación de la historia con la profecía y el tipo, (4) la unidad de los testamentos, (5) la universalidad implícita de la misión mesiánica, (6) la abrogación del ceremonialismo, y (7) la sensatez y misterio de la inspiración.

Wick Broomall

Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (385). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

Fuente: Diccionario de Teología

(heb. malkı̂ṣeḏeq, ‘Sedec es (mi) rey’, o, como en He. 7.2, “rey de justicia”). Fue el rey de Salem (probablemente Jerusalén) y sacerdote del “Dios Altísimo” (˒ēl ’elyôn) que recibió a Abraham a su regreso de la batalla en que derrotó a *Quedorlaomer y sus aliados, le ofreció pan y vino, lo bendijo en el nombre del Dios Altísimo, y recibió de el la décima parte del botín que había tomado del enemigo (Gn. 14.18ss). Luego Abram declinó la oferta del rey de Sodoma de permitirle guardarse todo el botín, excepto los prisioneros recuperados, y juró por el Dios Altísimo que no permitiría que hombre alguno tuviera el honor de enriquecerlo (v. 22, donde el TM, pero no el samaritano, la LXX ni la Pes., añade Yahvéh delante de ˒ēl ’elyôn, subrayando de este modo que los dos nombres denotan uno y el mismo Dios). Probablemente corresponda fechar el incidente en la edad del bronce media (* Abraham). El nombre de Melquisedec puede compararse con el de un rey posterior de Jerusalén, Adonisedec (Jos. 10.1ss).

En Sal. 110.4 se aclama a un rey davídico por juramento divino como “sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec”. El antecedente de esta aclamación lo proporciona la conquista de Jerusalén por David ca. 1000 a.C., en virtud de la cual David y su casa se convirtieron en herederos de la dinastía de reyes-sacerdotes de Melquisedec. El rey así aclamado fue reconocido por Jesús y sus contemporáneos como el Mesías davídico (Mr. 12.35ss). Si Jesús es el Mesías davídico, debe ser también el “sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec”. El escritor de la Epístola a los Hebreos saca esta conclusión inevitable, y desarrolla el tema del sacerdocio celestial de nuestro Señor sobre la base del Sal. 110.4, visto a la luz de Gn. 14.18ss, en el que Melquisedec aparece y desaparece súbitamente sin que nada se haya dicho acerca de su nacimiento, su muerte, sus antepasados, o sus descendientes, de un modo que destaca su superioridad sobre Abram e, indirectamente, sobre el sacerdocio aarónico que desciende de Abram. De este modo se establece la superioridad de Cristo y su nuevo orden con respecto al orden levítico de la época veterotestamentaria (He. 5.6–11; 6.20–7.28).

Un texto fragmentario de la cueva 11 de Qumrán (11 QMelch.) considera a Melquisedec como un juez nombrado divinamente en la corte celestial e interpreta Sal. 7.7ss; 82.1ss en este sentido (cf. A. S. van der Woude, “Melchisedech als himmlische Erlösergestalt”, OTS 14, 1965, pp. 354ss).

Bibliografía. °F. F. Bruce, La epístola a los hebreos, 1987; °O. Cullmann, Cristología del Nuevo Testamento, 1965; C. Duquoc, Cristología, 1974, pp. 176ss; R. Guardini, La imagen de Jesús, el Cristo, en el Nuevo Testamento, 1960, pp. 61ss; J. Baehr, “Sacerdote”, °DTNT, t(t). IV, pp. 130–136; R. Schnackenburg, “Cristología del Nuevo Testamento”, Mysterium salutis, 1980, t(t). III.

Comentarios sobre Génesis, Salmos, Hebreos; F. F. Bruce, The Epistle to the Hebrews, NIC, 1964, pp. 94ss, 133ss; H. H. Rowley, “Melchizedek and Zadok”, Festschrift für A. Bertholet eds. W. Baumgartner et al.), 1950, pp. 461ss; A. R. Johnson, Sacral Kingship in Ancient Israel, 1955; O. Cullmann, The Christology of the New Testament, 1959, pp. 83ss; J. A. Fitzmyer, Essays on the Semitic Background of the NT, 1971, pp. 221–269; F. L. Horton, The Melchizedek Tradition, 1976; B. A. Demarest, A History of Interpretation of Hebrews 7:1–10 from the Reformation to the Present, 1976.

F.F.B.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico

[Griego, Melchisedek, del significado hebreo “Rey de justicia (Gesenio)]

Melquisedec era rey de Salem (Gen. 14,18-20) quien, cuando Abraham regresaba con el botín tomado a los cuatro reyes, “presentó pan y vino, porque él era el sacerdote del Dios Altísimo, y le bendijo”, y recibió de él el diezmo de todo” (v. 20). Flavio Josefo y muchos otros identifican a Salem con Jerusalén, y añaden que Melquisedec “le sirvió al ejército de Abraham de manera hospitalaria, y les dio provisiones en abundancia… y cuando Abraham le dio la décima parte de su botín de guerra, él aceptó el regalo” (Ant., I, X, 2). Cheyne dice “es una conjetura plausible que él es meramente un personaje ficticio” (Encic. Bib., s.v.), cuya “conjetura plausible”, sin embargo, Kaufmann la condena como es debido (Jew. Encyc., s.v.). Los rabinos identificaban a Melquisedec con Sem, hijo de Noé, más por razones polémicas que históricas, pues deseaban oponerse a lo que se dice de él que es el tipo de Cristo “sin padre, sin madre, sin genealogía” (Heb. 7,3). En la Epístola a los Hebreos se explica ampliamente el carácter típico de Melquisedec y su importancia mesiánica. Cristo es “sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec (Heb. 7,6; Salmo 110(109),4); “sumo sacerdote para siempre”, etc. (Heb. 6,20), es decir, orden o manera (Gesenio), no a la manera de Aarón. El Apóstol desarrolla su enseñanza en Hebreos 7: Melquisedec era un tipo debido a:

  • su doble dignidad de sacerdote y rey,
  • debido a su nombre, “rey de justicia”,
  • debido a la ciudad que gobernaba, “rey de Salem, es decir, rey de paz” (v. 2), y también
  • porque él “sin padre, sin madre, sin genealogía, sin principio ni final de su vida, pero parecido al Hijo de Dios permanecía sacerdote para siempre.” (v. 3).

El silencio de las Sagradas Escrituras sobre los datos del nacimiento y muerte de Melquisedec fue parte del plan divino para hacerlo prefigurar más notablemente los misterios de la generación de Cristo, la eternidad de su sacerdocio. Abraham, patriarca y padre de naciones, pagó el diezmo a Melquisedec y recibió su bendición. Esto fue muy notable pues el sacerdote rey era un extraño, a quien él no estaba obligado a pagarle el diezmo, como lo estaban los israelitas a los sacerdotes de la línea aarónica. Abraham, por lo tanto, y Leví “en las entrañas de su Padre” (Hb. 7,9), reconoció su superioridad como un prototipo de Cristo (pues personalmente no era superior a Abraham), con esto confesó la excelencia del sacerdocio de Cristo. Ni se puede objetar que Cristo estaba en las entrañas de Abraham como estaba Leví, y le pagó el diezmo a Melquisedec; pues, aunque descendía de Abraham, él no tenía padre humano, sino que fue concebido por el Espíritu Santo. En la historia de Melquisedec San Pablo no dice nada sobre el pan y el vio que el “sacerdote del Dios Altísimo” ofreció y debido al cual su nombre aparece en el Canon de la Misa. El designio del apóstol explica esto; pues él desea mostrar que el sacerdocio de Cristo era superior al de Aarón en dignidad y duración, y por lo tanto, puesto que no es lo que Melquisedec ofreció, sino más bien las otras circunstancias de su sacerdocio lo que pertenecía al tema, ellas sólo son mencionadas.

Bibliografía: MCEVILLY, Una Exposición de las Epístolas de San Pablo (Hebreos 7); PICONIO, Triplex Expositio (Hebrews 7); HOONAKER, Le Sacerdoce Levitique (1899), 281-287; HASTINGS, Diccionario de la Biblia, s.v.; Referencias Rabínicas en Jew. Ency., s.v.; Santo Tomás, III, Q. XXII, a. 6; HOMMEL, La Tradición Hebrea Antigua (Trad. del Alemán, 1897), 146.

Fuente: Tierney, John. «Melchisedech.» The Catholic Encyclopedia. Vol. 10. New York: Robert Appleton Company, 1911.
http://www.newadvent.org/cathen/10156b.htm

Traducido por Luz María Hernández Medina.

Fuente: Enciclopedia Católica