HAMBRE

v. Sed
Gen 12:10 hubo .. h en la tierra .. Abram a Egipto
Gen 41:27 las siete vacas .. siete años serán de h
Gen 41:54 años del h .. hubo h en todos los países
Exo 16:3 para matar de h a toda esta multitud
Deu 28:48 con h y con sed y con desnudez, y con
Deu 32:24 consumidos serán de h, y devorados de
Rth 1:1 aconteció en .. que hubo h en la tierra
2Sa 21:1 h en los días de David por tres años
2Sa 24:13 ¿quieres .. siete años de h en tu tierra?
1Ki 8:37; 2Ch 6:28 si en la tierra hubiere h, o
1Ki 18:2 fue, pues, Elías .. h era grave en Samaria
2Ki 4:38 Eliseo volvió a Gilgal cuando había .. h
2Ki 6:25 hubo gran h en Samaria, a consecuencia
2Ki 8:1 Jehová ha llamado el h .. por siete años
Job 5:20 en el h te salvará de la muerte, y del
Job 38:39 león? ¿Saciarás el h de los leoncillos?
Psa 34:10 los leoncillos necesitan, y tienen h
Psa 50:12 si yo tuviese h, no te lo diría a ti
Psa 105:16 trajo h sobre la tierra, y quebrantó
Pro 6:30 para saciar su apetito cuando tiene h
Pro 10:3 Jehová no dejará padecer h al justo
Pro 25:21 si el que te aborrece tuviere h, dale de
Isa 5:13 su gloria pereció de h, y su multitud se
Isa 9:20 cada uno hurtará .. y tendrá h, y comerá
Isa 29:8 sucederá como el que tiene h y sueña
Isa 49:10 no tendrán h ni sed, ni el calor ni el sol
Isa 51:19 h y espada. ¿Quién se dolerá de ti?
Isa 65:13 siervos comerán, y vosotros tendréis h
Jer 11:22 sus hijos y sus hijas morirán de h
Jer 14:15 con h serán consumidos esos profetas
Jer 24:10 y enviaré sobre ellos espada, h y
Jer 38:9 morirá de h, pues no hay más pan en la
Jer 52:6 en el mes cuarto .. prevaleció el h en la
Lam 2:19 desfallecen de h en .. todas las calles
Lam 5:10 nuestra piel .. a causa del ardor del h
Eze 5:12 será consumida de h en medio de ti
Eze 36:29 llamaré al trigo, y lo .. y no os daré h
Amo 8:11 enviaré h a la tierra, no h de pan
Mat 5:6; Luk 6:21 bienaventurados .. que tienen h
Mat 12:1 discípulos tuvieron h .. arrancar espigas
Mat 21:18; Mar 11:12 volviendo a la ciudad, tuvo h
Mat 25:35 porque tuve h, y me disteis de comer
Mar 13:8 h y alborotos; principios de dolores son
Luk 4:25 Elías .. hubo una gran h en toda la tierra
Luk 6:25 ¡ay de vosotros, los .. porque tendréis h
Luk 15:14 vino una gran h en aquella provincia
Luk 15:17 tienen .. pan, y yo aquí perezco de h!
Luk 21:11 en diferentes lugares h y pestilencia
Joh 6:35 el que a mí viene, nunca tendrá h; y el
Act 7:11 vino .. h en toda la tierra de Egipto
Act 10:10 y tuvo gran h, y quiso comer; pero
Act 11:28 vendría una gran h en toda la tierra
Rom 12:20 si tu enemigo tuviere h, dale de comer
1Co 4:11 hasta .. padecemos h, tenemos sed
1Co 11:21 y uno tiene h, y otro se embriaga
1Co 11:34 si alguno tuviere h, coma en su casa
2Co 11:27 h y sed, en muchos ayunos, en frío
Phi 4:12 para estar saciado como para tener h
Rev 6:8 fue dada potestad .. para matar .. con h
Rev 7:16 no tendrán h ni sed, y el sol no caerá


Hambre (heb. rââb, reâbôn; gr. limpós, peináí‡). Las hambrunas eran frecuentes en Palestina; y se debí­an a sequí­as (1Ki 17:1; 18:2), invasiones enemigas (Deu 28:49-51), plagas y pestes (Amo 4:9) y sitios por causa de las guerras (2Ki 6:24-7:20; 25:1-3; Jer 32:4, 5). Algunas veces eran el resultado de los juicios o castigos de Dios (Jer 29:17; Eze 5:5, 7, 8,12; etc.). Abrahán fue obligado por el hambre a abandonar Canaán (Gen 12:10), y sus descendientes más de una vez tuvieron que hacer lo mismo (26:1; 41:56-42:5). El hambre era conocida en los dí­as de Job (Job 5:22; 30:3). En los dí­as de los jueces impulsó a Elimelec y a su familia a emigrar a Moab (Rth 1:1). El hambre de 3 años en tiempos de David (2Sa 21:1) fue explicada como el resultado de la desobediencia de Saúl relacionada con los gabaonitas, y los 3 1/2 años sin lluvia que imploró Elí­as indicaban el desagrado de Dios con el perverso liderazgo de Acab (1Ki_17; 18; Jam 5:17). Act 11:28 menciona un hambre que ocurrió (c 44 d.C.) durante el reinado de Claudio. La parábola del hijo pródigo menciona el hambre (Luk 15:14), y Pablo habla de que el hambre, entre otras cosas, no puede separarnos del amor de Cristo (Rom 8:35). Las hambrunas son mencionadas como una señal de los últimos dí­as (Mat 24:7; Mar 13:8; Luk 21:11).

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

latí­n fames. Necesidad de comer; escasez de alimentos. En los tiempos bí­blicos se habla de distintas épocas en que hubo escasez de comida, debido a diferentes causas, como las sequí­as, las guerras, los saqueos, etc. En tiempos patriarcales, Abraham se desplazó hacia Egipto, por causa del h., Gn 12, 10; Isaac fue a Guerar, donde Abimélek, rey de los filisteos, y allí­ se estableció con los suyos, por la misma causa, Gn 26, 1; estando José en Egipto, en la interpretación de los sueños del faraón, le predijo al soberano siete años de abundancia y siete de h. José pidió al rey de Egipto que pusiera a alguien sabio al frente del paí­s así­ como encargados de cobrar el quinto de las cosechas en la época de abundancia, para tener reservas alimenticias durante la escasez de granos. José fue el encargado para esta misión. Llegado el h., José abasteció a Egipto de grano y de todos los paí­ses vení­an a Egipto a comprar alimentos, como del cananeo, desde donde Jacob envió a sus hijos a proveerse de granos, Gn 41; 42; 43. En la travesí­a del desierto, los israelitas padecieron h., murmuraron de Moisés y de Aarón por esto, pero Yahvéh los alimentó con codornices y maná, episodio éste que se menciona constantemente en las Escrituras, Ex 16, 2-16; Dt 8, 3; Ne 9, 15. En tiempos de los jueces, también hubo h., Rt 1, 1. Cuando las guerras arameas, en tiempos de Eliseo, Ben Hadad, rey de Aram, puso sitio a Samarí­a, y hubo gran h., 2 R 6, 24-31. El h. también puede ser un castigo divino por la infidelidad y por el pecado, Dt 28, 47-48; 32, 24; en el reinado de David, el h. duró tres años, por causa de los gabaonitas que Saúl habí­a matado, 2 S 21, 1-14; Israel sufrió una sequí­a, anunciada por Elí­as, y, por consiguiente, de h. por la idolatrí­a de su rey Ajab, 1 R 17, 1; 18, 2. En el N. T., Jesús, por su naturaleza humana, sintió h., como tras el ayuno en el desierto, Mt 4, 2; Lc 4, 2; una mañana tuvo h., Mt 21, 18; Mc 11, 12. En las bienaventuranzas, se usa el término, junto con el de sed, en sentido figurado, †œBienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados†, Mt 5, 6; Lc 6, 21. Jesús dice que él es el verdadero pan que sacia el h., Jn 6, 35.

En tiempos del apóstol Pablo, el profeta ígabo anunció una gran h., que sobrevino bajo Claudio, emperador romano, año 49-50.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

(heb., ra†™av, hambre, escasez, gr. limos, falta de bien). Las escaseces eran resultado de la falta de lluvia en temporada, tormentas de piedra destructoras y lluvia fuera de temporada, la destrucción de los cultivos por langostas y gusanos, y el corte de suministros por un sitio (2Ki 6:25).

Muchas veces eran seguidas por pestilencia y habí­a gran sufrimiento. Se registran escaseces que eran resultado de causas naturales en la época de Abraham (Gen 12:10), José (Gen 41:56), los jueces (Rth 1:1), David (2Sa 21:1), Acab y Elí­as (1Ki 17:1; 1Ki 18:2) y Eliseo (2Ki 4:38; Luk 4:25). El NT habla de una gran hambre en toda la tierra habitada (Act 11:28). Jesús predijo hambres en varios lugares (Mat 24:7; Mar 13:8; Luk 21:11), una profecí­a que se cree haber sido cumplida parcialmente cuando Tito sitió a Jerusalén. A veces se dice que las hambres se enví­an como castigo y a veces se usan como amenaza (Lev 26:19-20; Deu 28:49-51; 2Ki 8:1; Ezr 14:30; Ezr 51:19; Jer 14:12, Jer 14:15; Eze 5:16).
La preservación en la época de hambre es una marca especial del favor y el poder de Dios (Job 5:20; Psa 33:19; Psa 37:19). A veces se usa la palabra hambre en un sentido figurado (Amo 8:11).

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

(gana y necesidad de comer).

1- Muy frecuente en la Biblia, en tiempo de Abraham, de Isaac, de Jacob, de Rut, de David.

– Dios amenaza con ella a los que no observan la Ley: Deu 28:53, Amo 4:6, Age 1:10, Rev 8:6, Rev 18:8.

– Bienaventurados los que sufren hambre y sed por la justicia, por el Reino de Dios, Mat 5:6, Luc 6:21, Luc 6:25.

– Dios remedia el hambre de quienes se lo piden, Mt.6.11, Luc 11:3.

– Dar de comer al hambriento es una buena obra por la que seremos juzgados en el Juicio Final, Mat 25:35, Mat 25:42.

– S. Pablo sufrió hambre, 2Co 11:27, Fi14:11-13.

2- Hambre de justicia, Mat 5:6, Luc 1:53Luc 6:21, Rev 21:6, Rev 22:17.

3- Hambre de la Palabra de Dios, Amo 8:11.

4- Hambre de Dios: Jesús es el «Pan de vida»: Jua 6:35-70, Mat 6:11.

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

La escasez de alimentos, o su ausencia total. A veces regiones enteras la padecen como consecuencia de malas cosechas, o por haber sido éstas destruidas por algún fenómeno natural, plaga de langostas, etcétera. Muy a menudo el h. vení­a a causa de la disminución de las lluvias. O por efecto de la acción humana en las guerras. La Biblia menciona muchos casos de h., sin decir necesariamente el origen de las mismas, como sucede con el h. que obligó a Abraham a descender a Egipto (Gen 12:10) y la que tuvo lugar en tiempos de José, que llevó a Jacob y sus hijos a ese paí­s (Gen 41:56-57; Gen 42:1; Gen 43:1; Hch 7:11). Pero Dios, que gobierna todos los aspectos de la naturaleza, utiliza a veces el h. como una medida disciplinaria o de juicio. (†œOs hice estar diente limpio en todas vuestras ciudades, y hubo falta de pan en todos vuestros pueblos…. os detuve la lluvia…† [Amo 4:6-9]). Si el pueblo de Israel obedecí­a a Dios, se le prometí­a: †œYo daré la lluvia de vuestra tierra a su tiempo … y recogerás tu grano, tu vino y tu aceite† (Deu 11:13-14; Deu 28:11-12). Pero si desobedecí­a, se le advierte: †œLos cielos que están sobre tu cabeza serán de bronce, y la tierra que está debajo de ti, de hierro. Dará Jehová por lluvia a tu tierra polvo y ceniza…†, describiéndose una situación de h. generalizada (Deu 28:15-45). Pero era claro que el arrepentimiento traerí­a de nuevo la abundancia de frutos y comida (1Re 8:33-38). Como señales de los últimos tiempos se menciona que vendrá h. (Mat 24:7; Mar 13:8) y el juicio de Dios incluirá h. sobre la tierra (Apo 6:8).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

ver, AMALECITAS, EGIPTO, FARAí“N, HICSOS

vet, Carencia de alimentos, provocada generalmente por la carencia de lluvia seguida de la pérdida de las cosechas, o por la imposibilidad de introducir ví­veres en una ciudad asediada. El hambre llevó a Abraham a la decisión de ir a Egipto (Gn. 12:10). Esta fue una de las primeras hambres que tuvo efectos sobre la historia de los patriarcas y de sus descendientes; fue el hambre lo que llevó a los hebreos a retirarse provisionalmente de Palestina (Gn. 26:1; 41:27-56; 47:13). Hubo otras épocas de hambre: en la época de los Jueces, Elimelec marchó al paí­s de Moab (Rt. 1:1). También la hubo bajo el reinado de David (2 S. 21:1); en la época de Elí­as (1 R. 17:1 ss.); en la época de Eliseo (2 R. 4:38; 8:1); bajo el reinado de Claudio (41 a 54 d.C.) se dieron duras escaseces locales sucesivamente en Judea (cuarto año del reinado), en Grecia (año noveno) y en Italia (año undécimo, Hch. 11:28; Ant. 20:2, 5; 5, 2; Tácito, Anales 12:43). De la cantidad de hambres provocadas por las guerras, citemos la sufrida por Samaria, asediada por Ben-adad (2 R. 6:24-7:20) y las hambres que fueron el acompañamiento de los diferentes asedios de Jerusalén por Nabucodonosor (2 R. 25:1-3; Jer. 52:5, 6) y por Tito (Guerras 5:10, 2 y 3). La profecí­a menciona expresamente las hambres entre las señales del fin del siglo (Mt. 24:7; Mr. 13:8; Lc. 21:11; Ap. 6:5-6, 8). El hambre de la época de José en Egipto tuvo la peculiaridad de que fue preanunciada a Faraón por medio de un sueño, interpretado por José (Gn. 41), lo que permitió adelantarse a los efectos catastróficos, almacenando grano para la época de sequí­a que iba a seguir. En base a esto se ha podido establecer la identificación de este importante hito en la historia de Egipto, que tení­a que cumplir las condiciones de ser un hambre de gran extensión, y prevista con anterioridad. Courville documenta, en base a las inscripciones documentales, que es la que tuvo lugar en época de Serostris I, en la XII dinastí­a, anterior a los hicsos, que en la cronologí­a revisada que propone y documenta quedan identificados innegablemente con los amalecitas. (Véanse AMALECITAS, EGIPTO, FARAí“N, HICSOS.) Bibliografí­a: Véase la correspondiente a EGIPTO.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

[359]

Necesidad de alimentación por carencia de elementos calóricos en el organismo vivo. En sentido social y moral se denomina a la situación lamentable de la humanidad que, debido a la explosión demográfica y a la mala distribución de la riqueza (el 20% de la humanidad se reparte el 80% de los productos) genera una situación angustiosa de miseria y deficiencia alimenticia.

El hecho del «hambre masiva en el mundo», fuera de todo eufemismo, se convierte en interrogante moral y religioso para todos los creyentes.

Y nunca como en los tiempos actuales, y previsiblemente inmediatos, el tema del hambre se convierte en un problema de alcance planetario.

La mayor parte de los trastornos mundiales (guerras, emigraciones, epidemias, etc.) tienen como causa directa o indirecta la pobreza, de manera especial la que afecta gravemente a la subsistencia primaria de los hombres, condenados a muerte lenta por las carencias alimentarias. Por eso este tema profundamente humano y esta necesidad se hallan en referencia directa al mensaje cristiano. Y se hace urgente el sensibilizar a los creyentes para que hagan lo posible por influir en su ambiente y por repartir bienes superfluos para que otros lleguen a tener los imprescindibles. La educación religiosa en los paí­ses ricos y en las capas ricas de los paí­ses pobres es urgente.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

Jesucristo anuncia tiempos escatológicos de angustia y de hambre (Mt 24,7; Mc 13,8; Lc 21,11). El hombre muchas veces pasa hambre (Mc 2,25; Lc 4,25; 6,3; 15,14.17). El mismo Jesucristo la pasó (Mt 4,2; 21,18; Mc 11,12; Lc 4,2) y sus discí­pulos (Mt 12,1). Jesucristo, que sabí­a lo que era pasar hambre, se ofrece personalmente a los hambrientos para que acudan a El y no vuelvan a tener hambre (Jn 6,35), porque Dios colma de bienes a los hambrientos (Lc 1,53); Jesucristo los proclama bienaventurados, porque ellos serán saciados (Mt 5,6; Lc 6,21), y se identifica con ellos (Mt 25,35.37.42), mientras que a los que están hartos les anuncia que pasarán hambre (Lc 6,25). -> .

E. M. N.

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret

Carencia extrema de alimento; también de oí­r las palabras de Jehová, es decir, hambre espiritual. (Am 8:11.) El hambre es una de las plagas que le habrí­an de sobrevenir a la simbólica Babilonia la Grande. (Rev 18:8.)

Causas y efectos del hambre. La sequí­a, las granizadas destructivas (Ex 9:23-25), las pestes, el arrasamiento de la tierra y el tizón de las cosechas, así­ como la guerra, estuvieron entre las causas comunes del hambre en tiempos bí­blicos. (Am 4:7-10; Ag 2:17.) Las langostas, que en algunas ocasiones aparecí­an en enjambres inmensos, ocasionaban mucho daño a las cosechas. (Ex 10:15.) En algunos casos, el problema no era la falta de lluvia, sino que la lluvia caí­a en una estación que no era apropiada, como, por ejemplo, durante la cosecha del trigo o la cebada. (Compárese con Le 26:4; 1Sa 12:17, 18.)
La sensación de hambre es algo natural, pero privarse de alimento durante mucho tiempo perjudica la salud mental y fí­sica. La privación de alimento induce a la somnolencia, atenúa las emociones e impide pensar con normalidad. El deseo de comer se hace prioritario (compárese con Ex 16:3) y se diluyen los valores morales. (Compárese con Isa 8:21.) El hambre extrema puede tener un efecto deshumanizador que lleve al robo, al asesinato e incluso al canibalismo. A menudo el hambre va acompañada de enfermedad y epidemias, que tienen su origen en el estado de debilitamiento de los afectados. (Compárese con Dt 32:24.)

Tiempos de hambre en la antigüedad. La primera hambre de la que nos ha llegado registro histórico fue aquella que obligó a Abrán (Abrahán) a dejar Canaán y residir como forastero en Egipto. (Gé 12:10.) En los dí­as de Isaac sobrevino otra hambre, pero Jehová le mandó al hijo de Abrahán que no fuera a Egipto. (Gé 26:1, 2.) El hambre de siete años que le sobrevino a Egipto cuando José era primer ministro y administrador del alimento se extendió muy lejos de las fronteras egipcias, porque †œde toda la tierra [fueron] a Egipto a comprarle a José [alimento]†. (Gé 41:54-57.)
Mientras que las inscripciones egipcias evitan escrupulosamente cualquier referencia a la estancia de Israel en Egipto, hay antiguos textos egipcios que mencionan perí­odos de hambre provocados por la crecida insuficiente del rí­o Nilo. Un texto hace mención de un perí­odo de siete años de pequeñas crecidas del Nilo y el hambre que esta situación provocó. Según el relato, cuando pasó el hambre, se concedieron al sacerdocio ciertas porciones de la tierra. Aunque queda la duda en cuanto a si el documento no es †œuna falsificación sacerdotal posterior, con el propósito de basar en ella la reclamación de privilegios territoriales†, por lo menos vemos reflejada una tradición concerniente a un perí­odo de siete años de carestí­a. (La Sabidurí­a del Antiguo Oriente, edición de J. B. Pritchard, 1966, pág. 29.)
Antes de que los israelitas entraran en la Tierra Prometida, Jehová les aseguró mediante Moisés que tendrí­an abundancia de alimento si le seguí­an sirviendo fielmente. (Dt 28:11, 12.) Sin embargo, el hambre serí­a uno de los temibles resultados de la infidelidad. (Dt 28:23, 38-42.) Un hambre que se produjo en los dí­as de los jueces hizo que Elimélec y su esposa Noemí­ se fueran a vivir a Moab como residentes forasteros. (Rut 1:1, 2.) Jehová trajo un hambre de tres años sobre la tierra de Israel en los dí­as de David debido a la culpa por derramamiento de sangre que habí­a contraí­do la casa de Saúl con relación a los gabaonitas. (2Sa 21:1-6.) En respuesta a la oración de Elí­as, Israel padeció una sequí­a de tres años y medio que resultó en un hambre severa. (Snt 5:17; 1Re 17.) Además de las hambres generales del tiempo de Eliseo, el sitio sirio de Samaria causó un hambre que dio lugar a un caso de canibalismo. (2Re 4:38; 8:1; 6:24-29.)
Aunque los profetas de Dios advirtieron que la apostasí­a ocasionarí­a la muerte por el hambre, la peste y la espada, los infieles judaí­tas prefirieron escuchar a sus falsos profetas, quienes les aseguraron que no les sobrevendrí­a ninguna calamidad. (Jer 14:11-18; Eze 5:12-17.) Sin embargo, las palabras de los profetas verdaderos resultaron ciertas. Tan severa fue el hambre en Jerusalén durante el sitio babilonio (609-607 a. E.C.), que las mujeres cocieron a sus propios hijos y se los comieron. (La 4:1-10; 5:10; 2Re 25:1-3; Jer 52:4-6; compárese con Dt 28:51-53.)
Jehová advirtió de antemano mediante su profeta Joel de una tremenda plaga de insectos que devastarí­a la tierra y traerí­a un hambre severa antes de la venida del †œdí­a de Jehovᆝ. (Joe 1.)
Siglos más tarde Jesús predijo que las escaseces de alimento serí­an una de las caracterí­sticas que señalarí­an la conclusión del †œsistema de cosas†. (Mt 24:3, 7; compárese con Rev 6:5, 6.) Tal como anunció con anticipación el profeta cristiano ígabo, en el tiempo del emperador Claudio (41-54 E.C.) hubo una gran hambre. (Hch 11:28.) Unos años antes, en 42 E.C., un hambre severa habí­a asolado Egipto, donde viví­an muchos judí­os. Asimismo, una †œgran necesidad† le sobrevino a la tierra de Judá y Jerusalén cuando los ejércitos romanos bajo el general Tito asediaron Jerusalén y finalmente la destruyeron en 70 E.C. (Lu 21:23.) Josefo relata las terribles condiciones de hambre que se dieron en la ciudad: hasta el extremo de comer cuero, hierba y heno. También menciona que una madre se comió a su propio hijo. (La Guerra de los Judí­os, libro VI, cap. III, secs. 3, 4.) Cuando Jesús predijo tales escaseces de alimento, indicó que no solo pensaba en los acontecimientos que precederí­an a la destrucción de Jerusalén, sino también en lo que ocurrirí­a cuando llegara el tiempo para que el Hijo del hombre retornara en la gloria de su Reino. (Lu 21:11, 27, 31; compárese con Rev 6:5, 6.)

No se padecerá hambre. Cristo Jesús aseguró que Dios contestarí­a la oración por el pan de cada dí­a de sus siervos fieles y cuidarí­a de aquellos que pusieran el Reino en primer lugar. (Mt 6:11, 33; compárese con Sl 33:19; 37:19, 25.) Sin embargo, Jesús mostró que sus siervos en algunas ocasiones podrí­an sufrir hambre debido a la oposición y a la persecución. (Mt 25:35, 37, 40.) El apóstol Pablo, en particular, explica sus frecuentes sufrimientos, debidos tanto al hambre como a la sed, al efectuar su ministerio en circunstancias difí­ciles. (1Co 4:11-13; 2Co 11:27; Flp 4:12.) No obstante, confiaba en que el hambre fí­sica nunca podrí­a separar a los fieles siervos de Dios de la fuerza sustentadora del amor de Dios. (Ro 8:35, 38, 39; contrástese con Lu 6:25.)
Aquellos que realmente tienen hambre y sed de justicia y verdad siempre verán satisfechas sus necesidades espirituales. (Mt 5:6; Jn 6:35.) Esto incluye a los de la †œgran muchedumbre†, que tienen la esperanza de sobrevivir a la †œgran tribulación† y de quienes se dice que †œya no tendrán hambre ni tendrán más sed†. (Rev 7:9, 13-17.) Asimismo, bajo la gobernación del reino de Dios llegará a haber abundancia para satisfacer el hambre fí­sica de toda la humanidad. (Sl 72:16: Isa 25:6.)

Fuente: Diccionario de la Biblia

La Biblia no siempre indica el sentido moral y espiritual de los casos de hambre que registra. Por ejemplo, los de Gn. 12.10; 26.1; Hch. 11.28, etc., simplemente se mencionan como hechos históricos. Pero en otras partes el hambre, como cualquier otro acontecimiento de la naturaleza o la historia, se integra dentro de la doctrina bíblica característica relativa a la providencia divina, p. ej. Am. 4.6; Ap. 6.8. La religión cananea deificaba los procesos naturales, y trataba de controlarlos por medio de la práctica de la magia propiciatoria, pero Israel contaba, con un medio diferente de alcanzar la prosperidad. Yahvéh, como creador, poseía y controlaba las “fuerzas” de la naturaleza, las estaciones según su orden, y el fundamento material de la vida del hombre en la tierra (p. ej. Sal. 104). El ejercicio que el santo Dios hacía de este poder corresponde directamente a la relación que existe entre él y el hombre en cualquier momento determinado. De este modo, en un extremo de la escala el “día mesiánico”, cuando exista perfecto acuerdo entre Dios y su pueblo, está señalado por una fertilidad sin precedentes en la tierra (p. ej. Is. 4.2; 41.19; Os. 2.21–22; Am. 9.13). Por otra parte, los frutos de la naturaleza se retiran en épocas de desobediencia, cuando se disloca la relación entre Dios y el hombre. De este modo la maldición de la tierra fue uno de los resultados principales e inmediatos de la caída (Gn. 3.17–18), y Dios utiliza el hambre en el curso de la historia como indicación de su desagrado, y como un llamado al arrepentimiento (p. ej. 1 R. 17.1; 18.17–18; Hag. 1.6, 9–11; 2.16–17). Este punto de vista persiste en Apocalipsis (p. ej. 6.5–8), donde el hambre es resultado directo del pecado del hombre. La obediencia y la prosperidad (Sal. 1.1–3; Pr. 3.7–10; Is. 1.19), como la desobediencia y la necesidad (Lv. 26.14–16) son elementos inseparables en la Biblia. Esta ley encuentra su expresión clásica en Dt. 28, y su ilustración poética en Jer. 14.

El hambre (gr. limos) que afectó severamente a Judea durante el principado de Claudio (ca. 46–47 d.C.) está corroborada por otros documentos. Así Josefo cuenta que la reina Elena de Adiabena compró granos en Egipto e higos en Chipre, para socorrer al atribulado pueblo de Judea (Ant. 20.51s). Esta hambre figura en Hechos como la ocasión en que se llevó a cabo el primer acto de ayuda entre las iglesias; cuando Agabo la predijo en la iglesia de Antioquía de Siria, esta última iglesia recolectó una suma de dinero para ayudar a la de Jerusalén (Hch. 11.27–30).

La proclama de Ap. 6.6 indica que el precio de los alimentos sería diez veces más elevado que en tiempos normales.

En 2 Co. 11.27 el “hambre” (limos) se debe a la ausencia de alimentos; los “muchos ayunos” (nēsteia) se deben entender como voluntarios.

Bibliografía. “Hambre”, °DTNT, t(t). II, pp. 252–263.

J.A.M., F.F.B.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico