UNGIMIENTO, UNGIDO

En el AT se ungía a las personas y las cosas, para significar santidad, o separación para Dios: columnas o piedras (cf. Gn. 28.18); el tabernáculo y sus muebles (Ex. 30.22ss); escudos (2 S. 1.21; Is. 21.5: probablemente para consagrarlos para la “guerra santa”, véase Dt. 23.9ss); reyes (Jue. 9.8; 2 S. 2.4; 1 R. 1.34); sacerdotes (Ex. 28.41); profetas (1 R. 19.16). La importancia y la solemnidad del ungimiento se ve, primero, en el hecho de que preparar el aceite santo para fines comunes constituía una ofensa digna de excomunión (Ex. 30.32–33); segundo, por la autoridad que confería, a tal punto que, por ejemplo, mientras los otros jefes, compañeros de Jehú, se burlaban del profeta, tildándolo de “loco”, no se atrevieron a resistir las consecuencias de su acción, sino que aceptaron sin titubeos que el que había sido ungido como rey debía en efecto ser rey (2 R. 9.11–13); tercero, por el efecto que producía en el ungido, la persona o cosa que de este modo se hacía santa (Ex. 30.22–33) y sacrosanta (1 S. 24.7, etc.). Fundamentalmente el ungimiento era un acto de Dios (1 S. 10.1), y la palabra “ungido” se usaba metafóricamente para significar el otorgamiento del favor divino (Sal. 23.5; 92.10) o la designación para ocupar un lugar especial o cumplir una función especial en los propósitos de Dios (Sal. 105.15; Is. 45.1) (* Mesías). Más aun, el ungimiento simbolizaba capacitación para el servicio, y se asocia con el derramamiento del Espíritu de Dios (1 S. 10.1, 9; 16.13; Is. 61.1; Zac. 4.1–14). Este uso se traslada luego al NT (Hch. 10.38; 1 Jn. 2.20, 27). El uso de aceite para ungir enfermos (Stg. 5.14) se entiende mejor si se considera que tiene el sentido de señalar al Espíritu Santo, el dador de la vida. O, siguiendo el modelo veterotestamentario de separar a los reyes por medio del ungimiento, el aceite podría significar el apartamiento de la enfermedad, separándola del paciente y entregándola a Cristo (cf. Mt. 8.17).

Bibliografía. E. Kutsch, Salbang als Rechtsakt im A.T. (ZAW Beiheft 87), 1963; W. Brunotte, D. Müller, NIDNTT 1, pp. 119–124.

J.A.M.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico