I. Talmud
El Talmud está compuesto por la Misná, la ley oral que ya existía a fines del ss. II d.C., que fue recopilada por el rabí Judá el Príncipe; y la Gemara, los comentarios de los rabinos entre 200 y 500 d.C. sobre la Misná. El Talmud contiene Halakhah, disposiciones y preceptos legales con las complejas discusiones mediante las que se alcanzaban las decisiones, y Haggadah, interpretaciones no legales. El Talmud es la fuente de la que se deriva la ley judía. Todo judío ortodoxo está obligado a seguir los preceptos del Talmud para la fe y la vida. Los judíos liberales no lo consideran autorizado, si bien interesante y venerable. Es importante para nuestro conocimiento de la manera en que los judíos interpretan el
Se adopta la posición de que era preciso adaptar la ley de Moisés a las condiciones cambiantes en Israel. Se dice que “la gran sinagoga” (120 hombres) tenía autoridad para hacerlo, pero no hay prueba de ello. El rabí Akiba (ca. 110–35 d.C.), o un erudito anterior, hizo una completa colección de las leyes tradicionales. El rabí Judá el Príncipe utilizó este material junto con otras porciones en su edición de la Misná. Podemos asignar la primera colección de la Misná a la época de las famosas escuelas de Hillel y Shammai, que florecieron en los días del segundo templo.
La Misná está dividida en tres principios: (1) tema; (2) orden bíblico; y (3) elementos artificiales, tales como números. La Misná se encuentra en seis órdenes o divisiones principales (llamadas seḏārı̂m), que contienen el material de sesenta tratados. Las principales categorías están subdivididas en tratados, capítulos y párrafos. El primer orden (Semillas) se ocupa de leyes agrícolas y deberes religiosos relativos al cultivo de la tierra, e incluye mandamientos sobre el tributo de los productos agrícolas que debe entregarse al sacerdote, al levita y a los pobres. La segunda división (Festividades) determina las diferentes festividades del calendario religioso, incluida la observancia del día de reposo, con las ceremonias y sacrificios que deben efectuarse en esos días. El tercer orden (Mujeres) se ocupa de las leyes del matrimonio, el divorcio, el matrimonio por levirato, el adulterio y los reglamentos para los nazareos.
La cuarta división de la Misná (Multas) trata de la legislación civil, transacciones comerciales de diversa índole, procedimientos legales y una colección de las máximas éticas de los rabinos. Cosas sagradas, el quinto orden de la Misná, presenta legislación referente a los sacrificios, los primogénitos, los animales limpios e inmundos, y una descripción del templo de Herodes. La sexta parte de la Misná (Purificaciones) establece las leyes relativas a la pureza e impureza levíticas, a las personas y objetos limpios e inmundos, y a las purificaciones. En todas estas porciones el objeto del rabí Judá fue diferenciar entre la ley vigente y la obsoleta, y entre las prácticas civiles y las religiosas.
La marca de la Misná es la brevedad, la claridad y su carácter abarcador, y se la empleó como libro de texto en las academias rabínicas. Una vez que fue editada, la Misná se convirtió pronto en el modelo oficial de las academias de Palestina (Tiberias, Cesarea, Séforis y Lida) y Babilonia (Sura, Pumbedita y Nehardea), dando como resultado el Talmud palestino y el babilónico, respectivamente. En estos centros de enseñanza la discusión se convirtió en el núcleo del estudio de la ley, que llegó a conocerse como el Talmud.
La mayor parte de las discusiones en el Talmud tienen forma de diálogo. El diálogo introduce preguntas y lleva a la investigación de causas y orígenes. Hay numerosas y largas digresiones en la Haggadah. En realidad es un recurso literario destinado a reducir la complejidad y la monotonía de las discusiones legales. El Talmud actual es un comentario sobre solamente dos tercios de la Misná. Contiene tanto decisiones aceptadas como rechazadas de la ley. Se justifica ampliamente la observación de A. Darmesteter: “El Talmud, aparte de la extensa literatura rabínica vinculada al mismo, representa la obra ininterrumpida del judaísmo desde Esdras hasta el ss. VI de la era común, la resultante de todas las fuerzas vivas y de la totalidad de la actividad religiosa de una nación. Si consideramos que es fiel reflejo de las costumbres, las instituciones y el conocimiento de los judíos, en una palabra de toda su civilización en Judea y Babilonia durante los prolíficos siglos que precedieron y siguieron al advenimiento del cristianismo, comprenderemos la importancia de una obra, única en su género, en la que un pueblo ha depositado sus sentimientos, sus creencias y su alma” (The Talmud, pp. 7).
II. Midrás
El término midrás se deriva de la raíz heb. dāraš, ‘buscar, investigar’, o sea, descubrir un pensamiento que no se ve en la superficie. Hace referencia, por lo tanto, a una exposición didáctica u homilética. Dos veces aparece en el AT, en 2 Cr. 13.22, donde se menciona la “historia” o “comentario” del profeta Iddo, y en 2 Cr. 24.27, pasaje en el que se menciona la “historia” o comentario del libro de los reyes. “Probablemente fueron formulaciones didácticas de las narraciones históricas que poseemos, en las que se valieron de dichas narraciones para destacar alguna verdad religiosa; pero nada sabemos más allá de sus títulos” (HDB, 1, pp. 459).
Nuestro término ha recibido el más amplio uso en el contexto extrabíblico. A veces se utiliza Midrás por oposición a Misná, caso en el que significa la rama de conocimiento rabínico que tiene que ver especialmente con las reglas de la ley tradicional. Es imposible en esta etapa de nuestro conocimiento determinar cuál de los dos es el método de estudio más antiguo, si el Midrás o la Misná (Véase G. F. Moore, Judaism, 1, pp. 150ss). Baste decir que después del retorno de los judíos de Babilonia, con la actividad de Esdras y su escuela en pro de la ley, la exposición y el comentario se hicieron necesarios para la congregación.
Posteriormente la forma oral de dichos comentarios adquirió forma escrita. Como la mayor parte de estas importantes obras ya no existen en su composición original, es casi imposible determinar su fecha de compilación. La actividad midrásica llegó a su fin poco después de completado el Talmud babilónico. A su vez el Midrás fue desplazado por la historia, la gramática y la teología.
Los midrás se dividen en exposicionales y homiléticos. Los primeros comentan el texto de la Escritura de acuerdo con su orden actual, o les agregan cuentos, parábolas y cosas por el estilo (H. L. Strack, Introduction to Talmud and Midrash, pp. 201–205). Los últimos se ocupan de textos individuales, principalmente de los comienzos de las lecciones escriturales. Existen Midrás sobre el Pentateuco, los Cinco rollos, Lamentaciones, los Salmos, Proverbios y otros libros.
Bibliografía. D. Romano, “Talmud”, °EBDM, t(t). VI, cols. 854–856; M. Adler, El mundo del Talmud, 1964; A Steinsaltz, Introducción al Talmud, 1985; J. Gartenhaus, A mi pueblo, 1974, pp. 81–86; E. Schürer, Historia del pueblo judío en tiempos de Jesús, 1985, t(t). I, pp. 102–138.
HDB (
Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.
Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico