Dos aparejos se usaban para hilar (heb. ṭāwâ; gr. nēthō). La rueca (heb. kı̂šôr, Pr. 31.19 °vm, °bj; °vrv2, °nbe “huso”), en la que se devanaban las fibras, se sostenía con la mano derecha, mientras que el huso (peleḳ, Pr. 31.19, °vm, °bj; °vrv2, °nbe “rueca”) era manipulado con los dedos y el pulgar de la mano derecha para torcer las fibras naturales y formar el hilo. El huso tenía un mango de madera de entre 23 y 30 cm. de largo, con una pesada nuez de piedra o arcilla para darle impulso al movimiento de rotación. Un gancho en un extremo sostenía la fibra, la que, al ser hilada, era enrollada en el mango del huso. Se hilaba varias clases de fibra, tales como lino y lana (Lv. 13.47), pelo de cabra (Ex. 35.26), y pelo de camello (Mt. 3.4), aunque la mezcla de diferentes clases de hilo estaba prohibida por razones de pureza ritual (Lv. 19.19).
En Israel la tarea de hilar correspondía a las mujeres (Ex. 35.25; Pr. 31.19). Para tejer (heb. ˒āraḡ; gr. hyfainō), empero, se empleaban tanto hombres (Ex. 35.35) como mujeres (2 R. 23.7), y en 1 Cr. 4.21 se indica la existencia de un gremio de tejedores. No se sabe si era el telar horizontal o el vertical el más común en Israel, si bien el que el cabello de Sansón haya podido ser tejido con la tela mientras dormía (Jue. 16.13) indicaría que en este caso, por lo menos, se trataba del primer tipo de telar. En Egipto los telares horizontales eran comunes, y entre los beduinos y los campesinos en Palestina se siguen usando telares de este tipo. Los tejedores
El rodillo del tejedor (mānôr), con el que se compara el asta maciza de la lanza de Goliat (l S. 17.7), era el medio utilizado para hacer subir y bajar los lizos longitudinales (šeṯı̂) a fin de permitir que la lanzadera que llevaba la trama (˒ēreḇ, Lv. 13.48) pudiese pasar entre ellos. Luego la trama era apretada firmemente con un palo o “estaca” (yāṯēḏ, Jue. 16.14) a fin de producir una tela firme.
El arte tan familiar de la tejeduría proporciona algunos símiles notables en el AT; la velocidad de la lanzadera del tejedor representa el veloz paso de la vida del hombre (Job 7.6), y la muerte se compara con la tarea de cortar la tela terminada de los cadillos (dallâ) atados al telar (Is. 38.12). Las actividades de hilar y tejer se toman como ejemplos del incansable afán humano, del que el mundo de la naturaleza está libre (Lc. 12.27,
Bibliografía. G. E. Wright, Arqueología bíblica, 1975, pp. 273ss; M. Noth, El mundo del Antiguo Testamento, 1976, pp. 179ss; W. F. Albright, Arqueología de Palestina, 1962.
R. J. Forbes, Studies in Ancient Technology, 4, 1956; A. Neuburger, The Technical Arts and Sciences of the Ancients, 1930.
Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.
Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico