CRONOLOGIA DEL NUEVO TESTAMENTO

(Véanse Tabla “Cronología: Antiguo y Nuevo Testamentos”) Los cristianos primitivos demostraron poco interés en las cronologías. La escasez de datos en los escritos del NT y la falta de certeza en cuanto a la interpretación de la mayor parte de los datos de que se dispone hacen que la cuestión de la cronología del NT resulte bastante espinosa. Además, se trata de una cuestión inconclusa, ya todavía pueden aparecer aclaraciones de fuentes insospechadas. En la actualidad, en la mayoría de los casos, apenas se pueden tener en cuenta ciertas probabilidades y determinar hacia qué lado se inclina la balanza.

I. Cronología de la vida de Jesús

a. Su nacimiento

El nacimiento de Jesús ocurrió antes de la muerte de Herodes el Grande (Mt. 2.1; Lc. 1.5), por lo tanto a más tardar en el año 4 a.C. (Jos., Ant. 17. 191; 14. 389, 487).

Según Lc. 2.1–7, el nacimiento de Jesús se produjo en el momento en que se realizaba un empadronamiento, cuando Cirenio era gobernador de la Siria. Ahora bien, Cirenio no pudo haber gobernado la Siria sino después de su consulado en el año 12 a.C. y Josefo no menciona, ni tampoco los historiadores romanos, que lo haya hecho durante el intervalo 11–4 a.C. Pero fue gobernador de la Siria en el año 6/7 d.C., y en ese entonces efectuó el empadronamiento de Judea que provocó el alzamiento de Judas el Galileo (Jos., Ant. 18. 1ss). Esto llevó a algunos a pensar que en Lc. 2.2 el empadronamiento llevado a cabo cuando nació Jesús se ha confundido con este empadronamiento posterior y más conocido. Sin embargo, es posible que *Cirenio haya gobernado la Siria desde el año 11 a.C. hasta la llegada de Ticio como su gobernador en el 9 a.C. (así, p. ej., Marsh, Founding of the Roman Empire, pp. 246, n. 1), y que Augusto haya decidido efectuar un empadronamiento después de consultar a Herodes cuando este lo visitó en el año 12 a.C. De ahí que el nacimiento de Jesús puede haber sucedido en el año 11 a.C. Las tentativas para determinar el mes y el día no han dado resultados positivos.

El cometa Halley que se vio en el año 12 a.C. fue un espectáculo fulgurante, perfectamente adecuado para ser heraldo de aquel que habría de ser la luz del mundo. Pero en la antigüedad, la aparición de cometas generalmente se consideraba como presagio de desgracias. La conclusión a que llegó el astronomo italiano Argentieri, de que esta estrella fue la que guió a los magos, está basada en dos suposiciones discutibles: que Jesús nació en domingo, y que fue un 25 de diciembre.

Aceptando que la palabra traducida “estrella” en Mt. 2 se refiere a una sola estrella, los que adhieren a la conocida teoría de la conjunción Saturno-Júpiter respecto a la estrella de los magos se han separado en dos escuelas; una de ellas sostiene que la estrella de Israel fue Saturno (así Gerhardt, Das Stern de Messias), y la otra que fue Júpiter (así Voigt, Die Geschichte Jesu und die Astrologie). Pero parecería improbable que la conjunción de estos dos planetas pudiera haber significado para los astrólogos orientales el nacimiento de un rey.

b. El comienzo de su ministerio

Entre el nacimiento de Jesús y el comienzo de su ministerio hubo un período “como de treinta años” (Lc. 3.23). Pero el comienzo a que se hace referencia allí podría no ser el de su ministerio, y se desconoce qué amplitud puede abarcar el vocablo “como”. La afirmación de que “aún no tienes cincuenta años” (Jn. 8.57) sugiere que durante su ministerio Jesús estaría en los cuarenta; según Ireneo, entre los “ancianos” de Asia circulaba una tradición en ese sentido. No obstante, la observación de los judíos puede referirse a la edad levítica para el retiro del servicio activo en el tabernáculo (Nm. 4.3). Es como si le dijeran a Jesús, “si todavía estás, como lo sostienes, al servicio de Dios, no puedes tener ni siquiera 50 años de edad”.

Jesús comenzó su ministerio después de que lo hiciera Juan el Bautista, por lo tanto no antes del decimoquinto año del reinado de Tiberio (Lc. 3.1). Por razones muy valederas actualmente se descarta en general la idea de que ese año se calcule a partir del momento en que Tiberio pasó a ser corregente con Augusto. Dado que Augusto murió el 19 de agosto del 14, el 2º año del reinado de Tiberio empezó el 1 de oct. del 14 según el calendario sirio, el 1 de Nisán del año 15 según el calendario judío. En consecuencia, en Lc. 3.1 el año decimoquinto de su reinado significa ya sea el 27 (1 de oct.)-28, o el 28 (1 de Nisán)-29. Lo más probable es que sea la segunda alternativa, por cuanto aquí Lucas aparentemente utiliza una fuente derivada de un círculo vinculado con el Bautista, y en muchos escritos antiguos, tanto paganos como judíos y cristianos, el decimoquinto año de Tiberio comprende parte del año 29.

En Lc. 3.21 se indica que transcurrió algún tiempo entre el llamado del Bautista y el bautismo de Jesús, aunque no se puede precisar cuánto. Al bautismo de Jesús siguieron los 40 días en el desierto, el llamado de los primeros discípulos, las bodas de Caná, y una breve estada en Capernaum. Posteriormente a estos acontecimientos, que ocuparon por lo menos dos meses, Jesús se dirigió a Jerusalén para participar de la primera pascua de su ministerio (Jn. 2.13). Podría parecer que la fecha está dada por la aseveración de los judíos de que “en cuarenta y seis años fue edificado este templo” (Jn. 2.20), juntamente con la observacion de Jos., Ant. 15. 380, de que Herodes en el año 18 de su reinado (20/19 a.C.) “se dispuso a edificar” dicho templo. No obstante, reunió muchos materiales antes de comenzar la edificación, y el tiempo utilizado en estas tareas puede no estar incluido en los 46 años. Además, la afirmación de los judíos significa, quizás, que la construcción ya había sido terminada con anterioridad a esta pascua.

c. El final de su ministerio

Jesús fue crucificado cuando Poncio Pilato era procurador de Judea (los cuatro evangelios, Tácito, Anales 15. 44, y posiblemente Jos., Ant. 18. 63s), por lo tanto en alguno de los años 26–36. Se han hecho varios intentos de determinar cuál de ellos es el más probable.

(i)      De Lc. 13.1 y 23.12 puede inferirse que Pilato ya había sido procurador por algún tiempo antes de la crucifixión, y que por lo tanto difícilmente pudo haber sucedido en fecha tan temprana como lo sería el año 26 o el 27.

(ii)      En muchos documentos primitivos la crucifixión se asigna al consulado de los Gémini, e. d. al año 29. Pero esta fecha de ninguna manera se aceptaba en forma general en la iglesia primitiva; y no existen pruebas, como algunos piensan, de que se trata de una tradición fidedigna. Los escritores que la citan, de los cuales Tertuliano (ca. 200 d.C.) es el más antiguo, pertenecen en general al occidente latino. El 25 de marzo, la fecha-mes de la crucifixión dada por Hipólito, Tertuliano, y muchos otros, fue un viernes en el año 29; pero la crucifixión se llevó a cabo en el momento de la luna llena pascual, y en el 29 esa luna apareció casi seguramente en abril.

(iii)      Cuando Pilato fue procurador ofendió a los judíos cuando colocó escudos votivos en el palacio en Jerusalén. Herodes Antipas participó en forma prominente en el envío a Tiberio de una petición por la que se solicitaba la remoción de los mismos. Esto, según algunos entendidos, explica la enemistad mencionada en Lc. 23.12. Tiberio accedió al pedido, y esta actitud, según los mismos entendidos, no la pudo haber asumido mientras estuvo bajo la influencia de su confidente Sejano, enemigo acérrimo de los judíos. Se llega, pues, a la conclusión de que la crucifixión debe de haberse llevado a cabo después de la muerte de Sejano acaecida en octubre del año 31, y por ello no antes del año 32. Pero la enemistad pudo haber sido motivada igualmente por la matanza mencionada en Lc. 13.1, o debido a alguna disputa ante la cual la historia ha guardado silencio.

(iv)      Keim, en su Jesus of Nazareth, 2, pp. 379ss, fija “el gran año en la historia del mundo” en dependencia de la afirmación de Josefo (Ant. 18. 116) de que la derrota de Antipas por Aretas en el año 36 fue considerada por algunos como “de Dios, y eso con toda justicia, como castigo por lo que hizo contra Juan, a quien llamaban el Bautista”. Keim llega a la conclusión de que la ejecución de Juan debe de haber acontecido tan sólo dos años antes, en el 34, y la crucifixión en el 35. Pero el castigo no siempre sigue inmediatamente a la perpetración del crimen; y si bien el origen de la hostilidad entre Antipas y Aretas bien puede haber sido el hecho de que el primero se divorció de la hija del segundo, hay indicaciones en Josefo de que hubo un intervalo entre el divorcio y la guerra del año 36.

(v)      De los esfuerzos realizados para determinar el año de la crucifixión, el más fructífero es el que se ha llevado a cabo mediante la ayuda de la astronomía. Según los cuatro evangelios la crucifixión se llevó a cabo en viernes; pero mientras que en los sinópticos ese viernes fue el 15 de Nisán, en Juan es el 14 de Nisán. Por lo tanto, el problema que tiene que resolverse con la ayuda de la astronomía es el de determinar en cuál de los años 26–36 el 14 y el 15 de Nisán cayeron en viernes. Pero teniendo en cuenta que en la época del NT el mes judío era lunar y que el momento de su comienzo se determinaba por la observación de la luna nueva, el problema consiste básicamente en determinar cuándo se tornó visible la luna nueva. Después de estudiar este problema, Fotheringham y Schoch han arribado cada uno a una fórmula por aplicación de la cual encuentran que el 15 de Nisán cayó en viernes únicamente en el año 27, y el 14 de Nisán únicamente en los años 30 y 33. Ya que el año de la crucifixión no puede ser de ninguna manera el 27, la elección se reduce a escoger entre el 30 (7 de abril) y el 33 (3 de abril).

En la cronología sinóptica de la semana de la pasión se asignan al 15 de Nisán acontecimientos muy improbables para ese día de santa convocación. La cronología de Juan para esa semana ciertamente parecería ser de por sí la más probable, y hasta por lo menos los comienzos del ss. III evidentemente era la más generalmente aceptada en todos los ámbitos de la iglesia. Los intentos realizados para armonizar los evangelios en lo que se refiere a esta cuestión no han obtenido asentimiento general, y las discusiones tocantes al problema prosiguen. No obstante, es digno de notar que los cálculos de los astrónomos no señalan, para la crucifixión, un año que pueda aceptarse por otras razones en el que el 14 de Nisán fuera jueves.

d. La duración de su ministerio

Es más importante conocer cuál fue la duración del ministerio de Jesús que saber cuándo comenzó o cuándo terminó. Existen tres teorías principales respecto a su duración.

(i)     La teoría de que duró un año. Los primeros en apoyar esta teoría consideraban que era una convincente confirmación de la misma el hecho de que Jesús se había adjudicado a sí mismo el pasaje de Isaías que profetiza sobre “el año agradable del Señor” (Is. 61.2; Lc. 4.19). Esta teoría tuvo amplia aceptación durante el período anteniceno, y en el ss. XVII se renovó el interés en ella. Entre los trabajos importantes que la exponen se encuentran los de van Bebber, Zur Chronologie des Lebens Jesu, 1898, y Belser en Biblische Zeitschrift 1, 1903; 2, 1904.

(ii)     La teoría de que duró dos años. Los que apoyan esta teoría, entre los cuales uno de los primeros fue Apolinario de Laodicea, sostienen que en el intervalo entre el bautismo de Jesús y su crucifixión, las únicas pascuas fueron las tres que se mencionan explícitamente en Jn. (2.13; 6.4; 11.55). Si bien en la Edad Media apenas si tuvo alguna aceptación esta teoría, en la actualidad es aceptada por muchos.

(iii)     La teoría de que duró tres años. El primer defensor de esta teoría de quien se tiene noticia fue Melitón de Sardis, pero su amplia aceptación en épocas posnicenas y durante toda la Edad Media debe atribuirse mayormente a la influencia de Eusebio, quien rechazó la interpretación literal del vocablo “año” en la frase “el año agradable del Señor”, y demostró en forma convincente que solamente un ministerio de tres años enteros podía satisfacer las exigencias del cuarto evangelio. En la actualidad esta teoría tiene también muchos sostenedores.

Debido a la pascua de Jn. 6.4, versículo que goza de excelente autoridad en los manuscritos, debe rechazarse la teoría de un solo año. Para que pueda decidirse entre las teorías de los dos y los tres años, el intervalo entre las pascuas de Juan 2.13 y 6.4 debe someterse a un cuidadoso examen.

Dado que ordinariamente transcurrían seis meses entre la época de la siembra y la de la siega, las palabras “aun faltan cuatro meses para que llegue la siega” (Jn. 4.35) no pueden constituir un dicho en forma de proverbio, sino que deben relacionarse con las circunstancias imperantes en la época en que fueron pronunciadas. Por lo tanto, el regreso de Jesús a Galilea que se menciona en Jn. 4.43 debe de haberse producido en invierno. El que la fiesta innominada de Jn. 5.1 fuese Purim, como lo han sostenido muchos de los que apoyan la teoría de los dos años, siguiendo a Kepler, es improbable. La fiesta de Purim se celebraba en febrero/marzo, y por consiguiente poco tiempo después del regreso de Jesús. Pero las palabras “después de estas cosas” (Jn. 5.1) indican que hubo un intervalo bastante prolongado entre su regreso y su posterior visita a Jerusalén. Es más probable que la fiesta innominada fuese la pascua siguiente, en marzo/abril, o el día de Pentecostés o la fiesta de los tabernáculos siguientes. Algunos sostenedores de la teoría de los dos años, aunque aceptan que puede haber sido la pascua siguiente, la equiparan con la pascua de Jn. 6.4, sosteniendo algunos que “estaba cerca” significa “acababa de pasar”, y otros que Jn. 6 debe leerse inmediatamente antes de Jn. 5. Pero el “estaba cerca” de Jn. 6.4 no puede significar “acababa de pasar”, puesto que, como es evidente por las palabras “después de esto” en Jn. 6.1, hubo un intervalo bastante largo entre los acontecimientos de Jn. 5 y los de Jn. 6. Además, no existen pruebas textuales que abonen la propuesta de modificar el orden de los capítulos. Parecería, en consecuencia, que hubo una pascua entre las de Jn. 2.13 y 6.4, y que, por lo tanto, la duración del ministerio de Jesús fue realmente de tres años completos.

De acuerdo a la primera de las teorías ya mencionadas, la primera y la última pascuas del ministerio de Jesús fueron la del 29 y la del 30; de acuerdo a la segunda, la del 28 y la del 30; de acuerdo a la tercera, la del 30 y la del 33.

II. Cronología de la era apostólica

a. Desde Pentecostés hasta la conversión de Pablo

Cuando, tres años después de su conversión (Gá. 1.18), Pablo logró escapar de Damasco, un funcionario del lugar, “gobernador de la provincia del rey Aretas guardaba la ciudad de los damascenos” para prenderlo (2 Co. 11.32). Según algunos, este funcionario era el jeque de una banda de árabes, súbditos de Aretas, acampados fuera de los muros de la ciudad. Pero cuando Pablo se refiere a él da la impresión de que se trataba de un funcionario que actuaba dentro de la ciudad. Según otros, la ciudad de Damasco estaba bajo el control directo de la administración romana, y este funcionario era el representante de la comunidad árabe residente en ella (cf. el etnarca o gobernador de los judíos en la ciudad de Alejandría, Jos., Ant. 14. 117). Pero este representante no hubiese tenido autoridad para guardar la ciudad. Por lo tanto en esa época Aretas estaba aparentemente en posesión de Damasco, y el indicado funcionario sería en realidad su virrey. Se han encontrado monedas cuya acuñación demuestra que Damasco estuvo en poder de Roma hasta el año 33. Cuando, en el año 37, Vitelio, gobernador de Siria, se lanzó contra Aretas, se dirigió, no a Damasco, sino en dirección al S, hacia Petra, 1o cual no hubiera hecho salvo que Damasco todavía estuviese en poder de los romanos. Aretas, que murió en el año 40, debe de haber obtenido posesión de Damasco entre el 37 y el 40, y la conversión de Pablo debe considerarse como acaecida entre el 34 y el 37.

No existen indicaciones claras de que el intervalo bajo consideración haya sido prolongado. El apedreamiento de Esteban, según insisten algunos, fue un hecho ilegal que los judíos no se hubieran atrevido a cometer siendo Pilato procurador, y en consecuencia la fecha de este hecho no pudo haber sido anterior al año 36. Pero nadie puede decir cuándo no han de estallar tales brotes de fanatismo. Otros han observado que antes de la conversión de Pablo el cristianismo ya se había extendido hasta Damasco, pero aparentemente todavía no había comunidades cristianas organizadas fuera de Jerusalén. Es muy posible que el cristianismo haya avanzado rápidamente en esos primeros días pentecostales; y si bien una tradición preservada en Ireneo y en la Ascensión de Isaías, en el sentido de que este intervalo duró 18 meses, puede ser de valor muy relativo, la conversión de Pablo parecería más probable en el 34 ó 35 que en el 36 ó 37.

b. Desde la primera visita de Pablo a Jerusalén posterior a su conversión hasta la visita de socorro en el período de hambre

En el año 37 ó 38 Pablo hizo una visita a Jerusalén por primera vez desde su conversión, se quedó allí durante 15 días, y luego partió a Siria y Cilicia, donde permaneció hasta recibir una invitación de Bernabé para ir a prestarle ayuda en Antioquía. Un año más tarde los dos hicieron juntos la visita de socorro a Jerusalén que se menciona en Hch. 11.29s y 12.25.

Dado que en Hch. 12.1–24 Lucas interrumpe el relato de esta visita a fin de completar la historia de la iglesia de Jerusalén hasta ese momento, se desprende que la fecha que le asigna es posterior a la muerte de Agripa I. Según datos de Josefo este rey falleció en el 44, posiblemente antes del 1 de Nisán. La persecución de la iglesia, que llevó a cabo en época pascual, puede haber ocurrido en el año 43, pero quizás no antes, ya que aparentemente no hubo un período prolongado entre dicha persecución y la muerte de Agripa.

El hambre profetizada por Agabo sobrevino en Judea mientras gobernaba allí el procurador Tiberio Alejandro (46–48). Las condiciones adversas llegaron a su punto culminante en el año que siguió al de la pérdida de la cosecha, e inmediatamente antes de que se recogiese la nueva cosecha. Fue justamente en ese momento que Helena, reina de Adiabena, llegó a Jerusalén trayendo trigo de Egipto para sus habitantes. Como se descubre al examinar los papiros de la época, hubo hambre en Egipto en la segunda mitad del año 45. Los servidores de la reina Helena no habrán, pues, encontrado allí trigo hasta después de la cosecha del año 46. Por lo tanto, la mala cosecha en Palestina habrá ocurrido en el año 46 ó 47. La ofrenda que se levantó en Antioquía probablemente sólo se remitió cuando los creyentes en Judea empezaron a sentir la necesidad de ese socorro, por consiguiente hacia fines del 45 ó 46. La primera de estas fechas resulta la más aceptable porque permite acomodar dentro del período ciertos acontecimientos subsiguientes, y ha de preferirse.

c. El primer viaje misionero

Después de regresar a Antioquía, muy pronto, probablemente a principios del año 46, Pablo y Bernabé comenzaron el primer viaje misionero. Navegando hasta Salamina en Chipre, atravesaron la isla hasta Pafos, donde se encontraron con el procónsul Sergio Paulo. No hay seguridad de que se trate del mismo Sergio Paulo que cita Plinio en su Historia Nateralis. Existe en Roma una inscripción que menciona a un tal L. Sergio Paulo que fue guardián del Tíber durante el reinado de Claudio, pero no se sabe si posteriormente fue gobernador de Chipre. Una inscripción descubierta en la localidad de Soloi en Chipre termina con la fecha “año 13, mes Demarcusio 25”, pero tiene un agregado que dice lo siguiente: “También modificó [el Apolonio de la inscripción] el senado cuando Paulo era procónsul. “Este Paulo posiblemente sea el de Hechos, pero quizás Apolonio no haya modificado el senado en el año 23; además, lo que en realidad significa “año 13” no está muy claro. Ya que otra inscripción indica que el año en que Paulo fue procónsul no fue ni el 51 ni el 52 no es posible determinar con mucha precisión, sobre la base de las informaciones que proveen las inscripciones hasta el momento, cuál fue el año.

A medida que avanzaban hacia el O desde Salamina, los misioneros probablemente predicaron en las ciudades por las que fueron pasando. Así habrán llegado a Pafos para el otoño y, cruzando el mar hasta Perge, habrán comenzado su obra misionera en Pisidia y Licaonia antes de que empezara el invierno. Como parecería que 12 meses sería tiempo suficiente para completar esta parte de su obra, el regreso a Antioquía podría fijarse en el otoño del 47.

d. El concilio apostólico

A principios del año 48, 14 años después de su conversión, Pablo juntamente con Bernabé asistieron al concilio apostólico de Hch. 15.

Algunos entienden que este concilio y la conferencia de Gá. 2.1–10 son la misma cosa, y opinan que la objeción de que en Gálatas Pablo no puede haber omitido la visita a Jerusalén de Hch. 11.30 carece de valor, ya que atribuye la visita de Gá. 1.18 a un motivo, y a un motivo distinto la de Gá. 2.1. Para demostrar que era “apóstol, no de hombres ni por hombre” afirma que no tuvo ningún contacto con los apóstoles hasta tres años después de su conversión. Su propósito al mencionar una visita posterior a Jerusalén es el de asegurar a los gálatas que su apostolado a los gentiles había sido reconocido por los dirigentes de la iglesia. (* Concilio de Jerusalén; Gálatas, Epístola a los )

Algunos ubican la visita de Hch. 11.30 antes de la persecución de la iglesia por parte de Agripa y sostienen que el concilio de Hch. 15 (= Gá. 2.1–10) se realizó entonces. Pero cronológicamente esto es difícil porque en ese caso la fecha de la conversión de Pablo no podría ser posterior al año 30. Otros sostienen que el concilio se llevó a cabo después del primer viaje misionero, pero que fue en esa oportunidad, y no antes, que la ofrenda levantada en Antioquía para el alivio de los creyentes afectados por el hambre fue llevada a Jerusalén. Se presume que Lucas contaba con dos descripciones de esta visita, una originada en Antioquía y otra en Jerusalén, atribuyéndolas erróneamente a visitas diferentes. J. Knox, en su Chapters in a Life of Paul (1954), no solamente condensó en un solo período (40–51) toda la actividad evangelística de Pablo, sino que colocó al concilio apostólico después de ella. Sin embargo, su revisión radical de la cronología de Pablo no ha merecido aceptación general.

e. El segundo viaje misionero

Según parece, Pablo inició su segundo viaje hacia fines de la primavera del año 48. Después de visitar las iglesias en Siria y Cilicia, y las que ya habían sido fundadas en Asia Menor, se introdujo en un nuevo campo de labor, “la región de Frigia y Galacia” (Hch. 16.6). No se relata nada acerca de su obra misionera allí. Sin embargo, sus labores deben de haber incluido la constitución de las iglesias a las cuales fue más tarde dirigida la Epístola a los Gálatas, si es que estas iglesias (de acuerdo al criterio sustentado en todas partes hasta el ss. XIX) se encontraban en Galacia en el sentido etnográfico. La constitución de dichas iglesias puede haberlo tenido ocupado hasta principios del 49. La misión posterior en Macedonia y Acaya concluyó poco después del episodio relacionado con Galión (Hch. 18.12–17), cuyo fechamiento, con la ayuda de una inscripción, puede fijarse dentro de límites bastante precisos. En esa inscripción, un rescrito de Claudio a los de Delfos fechado en su “26ª aclamación imperatoria”, se menciona a Galión como procónsul. Las inscripciones (CIL 3. 476 y 6. 1256) demuestran que Claudio fue aclamado por vigesimotercera vez en una fecha posterior al 25 de enero del 51 y por vigesimoséptima vez antes del 1 de agosto del 52. De esto se desprende que muy probablemente fue aclamado por vigesimosexta vez en la primera mitad del año 52, y que, por consiguiente, el rescrito fue escrito en esa misma fecha también. Pero con anterioridad a esto Galión había investigado la cuestión de límites sobre la que trata, y había mantenido correspondencia con Claudio al respecto. Por lo tanto el rescrito debe corresponder a la segunda mitad del año en que Galión actuó como procónsul, año que debe de haber comenzado en el verano del 51. Hch. 18.12 indica que Galión había ocupado su cargo por algún tiempo antes de que los judíos iniciaran su movimiento contra Pablo, pero es improbable que hayan esperado más que un par de meses. Como Pablo había pasado 18 meses en Corinto con anterioridad a este episodio, debe de haber llegado allí a principios del año 50; y como después de esto se quedó en Corinto “muchos días (Hch. 18.18), expresión que aquí no puede significar más que uno o dos meses, quizás haya regresado a Siria antes del invierno del 51/52.

Al llegar a Corinto Pablo encontró a Aquila y Priscila, que habían llegado poco antes de Roma, porque Claudio había ordenado que todos los judíos saliesen de la ciudad. Según Orosio, esta orden de expulsión se promulgó en el noveno año del gobierno de Claudio, o sea el 49 (25 de enero) -50. Aunque no existe ninguna certeza acerca del origen de la fecha dada por Orosio, puede tener buen fundamento. Concuerda bien con la conclusión de que Pablo llegó a Corinto a principios del 50.

f. Desde el comienzo del tercer viaje misionero de Pablo hasta su llegada a Roma

Es difícil que el tercer viaje de Pablo haya comenzado antes del año 52; y teniendo en cuenta que incluía una estada de tres años en Éfeso (Hch. 20.31), y tres meses pasados en Grecia (Hch. 20.3), debe considerarse su finalización no antes del 55. Por lo tanto, la llegada de Festo como procurador en lugar de Félix dos años más tarde (Hch. 24.27) debe fijarse en el año 57, y no antes. Como el sucesor de Festo se encontraba en Palestina en la época de la fiesta de los tabernáculos del 62 (Jos., GJ 6. 300ss), Festo, que murió mientras ejercía sus funciones, debe haber llegado a más tardar para el año 61. De estos años posibles, 57–61, la mayoría de los entendidos rechaza los años 57 y 58, por considerarlos demasiado tempranos, y, eligiendo el año 59 ó 60, estima que Pablo debe de haber llegado a Roma en el 60 ó 61.

Pero, mientras fue procurador, Festo permitió que una embajada llevara una petición a Roma, la que fue concedida “para complacer a Popea, esposa de Nerón” (Jos., Ant. 20. 195). Como Nerón se casó con Popea en mayo del 62, es posible que Festo todavía viviera en abril. Una nueva moneda provincial acuñada y puesta en circulación en Judea en 59 d.C. (la última antes de la rebelión del 66) quizás indique que asumió sus funciones ese año.

El motivo del regreso de Pablo de Corinto a Siria quizás haya sido una enfermedad, y es posible que no haya comenzado su tercer viaje hasta el año 53. Al regresar a la región de Frigia y Galacia entró por esta última (Hch. 18.23) en esta oportunidad y, después de lo que según Hch. 19.1 parece haber sido una misión bastante amplia en la región central de Asia Menor, llegó a Éfeso, probablemente en el otoño del 54. En el 57, después del tumulto que hubo allí, partió a Troas. Cruzó a Europa a comienzos del 58, se encontró con Tito, quien lo tranquilizó con respecto a la iglesia en Corinto. Luego continuó trabajando en Macedonia y Acaya, y posiblemente en Ilírico (Ro. 15.19), y volvió a Jerusalén en el 59. En el 61, después de pasar dos años en la cárcel de Cesarea, apeló a César, y en el otoño (Hch. 27.9) se embarcó para Roma, arribando a dicha ciudad en el 62. Observando que, según Josefo, al volver a Roma Félix pudo evitar el castigo por su mal comportamiento en Palestina gracias a la intervención de su hermano Palas, “quien en ese entonces era tenido en la mayor estima por él (Nerón)” y que, según Tácito, Nerón relevó a Palas de su puesto a poco de ascender, observando también que en la Crónica de Eusebio (versión hieronímica) la llegada de Festo en calidad de procurador se registra en el segundo año de Nerón y considerando el período de dos años de Hch. 24.27 como el del desempeño de Félix como procurador, ciertos entendidos sostienen que Festo sucedió a Félix en el 55 ó 56. Las objeciones a esta cronología “antedatada” son: que apenas deja lugar para los acontecimientos relacionados con el tercer viaje de Pablo, que supone la interpretación menos natural del Hch. 24.27 y que Josefo mismo ubica los acontecimientos del período en que Félix fue procurador en el reinado de Nerón.

g. Desde el arribo de Pablo a Roma hasta el final de la era apostólica

Durante por lo menos dos años, e. d. hasta el 64, año de las persecuciones de Nerón, Pablo permaneció en Roma como prisionero. Acerca de lo que le sucedió luego, nada se sabe con certeza.

Pedro fue librado milagrosamente de las manos de Agripa (Hch. 12.3ss). Posteriormente concurrió al concilio apostólico, y más tarde aun visitó Antioquía (Gá. 2.11ss). La referencia que se hace en (1 Co. 1.12) a la existencia en Corinto de un partido favorable a Cefas no ofrece ninguna prueba fehaciente de que Pedro haya visitado esa ciudad. Hay suficientes pruebas de que en algún momento estuvo en Roma, pero en cuanto a su asociación con esa ciudad, solamente lo referente a su martirio puede aceptarse como razonablemente seguro.

Jacobo, el hermano del Señor, murió apedreado en el año 62, según Jos., Ant. 20. 200, pasaje que, sin embargo, podría ser una interpolación. Poco antes de la guerra de los judíos (66–70) los cristianos de Jerusalén huyeron a Pela. En cuanto a las persecuciones que pudiera haber habido contra los cristianos durante el reinado de Domiciano (81–96) aparentemente fueron consecuencia de enemistades personales, o de la furia popular, y no de la acción de las autoridades. Existen escasas pruebas de que el apóstol Juan haya sufrido el martirio juntamente con su hermano Jacobo (Hch. 12.2). El que haya sobrevivido hasta el época de Trajano, como lo atestigua Ireneo (Adv. Haer. 2. 22. 5) es mucho más probable. Su muerte (ca. 100) marca el final de la era apostólica.

Para la datación de los libros del NT, véanse los artículos sobre los libros correspondientes.

Bibliografía. °J Finegan, Manual de cronología bíblica, 1975; M. Join-Lambert, “Cronología biblica”, °EBDM, t(t). II, cols. 660–682; A. Robert, A. Feuillet, Introducción a la Biblia, 1970, t(t). Il; W. Marxsem, Introducción al Nuevo Testamento, 1983.

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G.O.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico