DISCURSO EN EL MONTE DE LOS OLIVOS, EL

A veces conocido como el Apocalipsis sinóptico, este es el último discurso de importancia de Jesús que registran Mateo, Marcos, y Lucas (Mt. 24.3–25.46; Mr. 13.3–37; Lc. 21.5–36), y es la sección más larga e importante de esclarecimiento sobre el futuro en los sinópticos. La parte central del discurso es similar en los tres evangelios, pero Mateo lo relata en su forma más completa, añadiendo al final algunas parábolas y otras enseñanzas relativas al juicio futuro. (En este artículo nos referiremos a la versión de Marcos, a menos que explícitamente se exprese lo contrario.)

I. Estructura

La introducción del discurso es la pregunta de los discípulos sobre (a) cuándo se cumplirá la predicción de Jesús sobre la destrucción del templo; (b) “cuándo serán estas cosas” (v. 4). La redacción de Mateo y el subsiguiente contexto de Marcos sugieren que “estas cosas” incluyen el fin de la era y el segundo advenimiento de Jesús.

Jesús responde: 1. Que no deben dejarse engañar por la aparición de falsos Cristos, guerras, terremotos, y hambres: estos son los comienzos del sufrimiento, y no una indicación del fin (vv. 5–8). 2. Que deben prepararse para sufrir duras persecuciones cuando testifiquen de él (vv. 9–13). 3. Que habrá un período de gran tribulación cuando se instaure “la abominación desoladora” (vv. 14–20). 4. Que no deben dejarse engañar por las actividades de los falsos Cristos (vv. 21–23). 5. Que en aquellos días, después de la tribulación, los cuerpos celestes serán sacudidos, y verán al Hijo del Hombre venir con gran poder y gloria a juntar a sus escogidos (vv. 24–27). 6. Que “estas cosas” son las señales de la cercanía del Señor, y que se producirán en esta generación (vv. 28–31). 7. Que “de aquel día y la hora nadie sabe”, por lo que deben estar alerta (vv. 32–37).

II. Problemas de interpretación

A continuación presentamos algunos de los principales puntos de interpretación sobre los que no hay acuerdo.

a. Problemas exegéticos particulares

1. La frase “abominación desoladora” (v. 14), una de las muchas alusiones al AT en este discurso, es un eco de Dn. 11.31; 12.11. En Daniel la referencia primaria es a la colocación de un altar pagano en el templo de Jerusalén, en 168 a.C., por *Antíoco Epífanes; pero el sentido que se le da en el Apocalipsis sinóptico es difícil de determinar. El llamado al lector para que “entienda” (que probablemente debamos tomar como una advertencia al lector del evangelio, o posiblemente al del libro de Daniel) sugiere que la frase es deliberadamente oscura. Algunos eruditos modernos lo asocian con el fallido propósito del emperador romano Cayo de hacer colocar su estatua en el templo en 40 d.C. Argumentan que la profecía deriva de esa época (por lo que no provendría de Jesús), y que no se cumplió. Otros consideran que la frase se refiere a la futura aparición del *Antíoco en los últimos días, y hacen notar la descripción similar del “inicuo” en 2 Ts. 2. Otros, por otra parte, ven la profecía cumplida en los acontecimientos que condujeron a la caída de Jerusalén en 70 d.C., punto de vista que aparentemente apoya la versión algo diferente de Lucas en 21.20. Este último punto de vista parecería ser el más simple, aunque es posible afirmar que la profecía tiene una doble referencia: al período del ataque romano a Jerusalén en 66–70 d.C., y a los últimos días.

2. Se ha tomado la referencia a la conmoción en el cielo, y a la venida del Hijo de Hombre, en los vv. 24–27, por lo menos de dos maneras diferentes. Algunos entendidos afirman que se trata de lenguaje figurado tomado del AT, con una referencia histórica a la caída de Jerusalén: la venida del Hijo del Hombre es una venida victoriosa, y no su retorno a la tierra; y la reunión de los elegidos por los “mensajeros” de Dios es la obra misionera de la iglesia. El punto de vista más usual es que estos vv. se refieren a la segunda venida, teoría que se ve apoyada por otros pasajes de redacción similar en el NT, que sin duda se refieren a la parusía (p. ej. Mt. 13.41ss; 1 Ts. 4.14ss).

3. La afirmación de que “no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca” (v. 30) presenta problemas particularmente difíciles. ¿Significa que la venida del Hijo del Hombre y todas las demás cosas que describe el discurso se cumplirán durante la vida de los contemporáneos de Jesús? Si así fuera—y si la venida se refiriera a la segunda venida (véase punto 2 inf.)—entonces evidentemente se trata de una predicción errónea. Algunos eruditos lo aceptan así, y sostienen que el error es reflejo de la humanidad de Jesús. Muchos otros han reaccionado en contra de este punto de vista, y han buscado explicaciones alternativas. Algunos argumentan que el dicho no fue de Jesús, sino la enseñanza de la iglesia primitiva; esta explicación posiblemente crea tantas dificultades como las que resuelve. Otros sugieren que el término genea no significa aquí “generación”, sino “raza” o “tipo de gente”. Estas alternativas no encajan bien en el contexto. Una explicación más satisfactoria basada en el texto es la de que “estas cosas” en el vv. 29 son las señales del fin, y no el fin en sí; de modo que “todo esto” en el vv. 30 también puede tomarse como referencia a las señales del fin. Este enfoque puede apoyarse en el vv. 32; aunque este versículo simplemente puede querer decir que Jesús no conoce el momento preciso en “esta generación” en que volverá el Hijo del Hombre, también puede tomarse como negación general de conocimiento del momento exacto de “ese día” (= el último día en la terminología bíblica). De este modo, Jesús sabría que las señales se producirán dentro de una generación, pero no cuándo vendría el fin mismo.

Aun adoptando este enfoque la impresión predominante es que la venida está próxima. Quizás la mejor explicación de este fuerte sentido de inminencia, que se encuentra en todo el NT, consista en considerar que se trata de una percepción teológica del hecho de que una vez venido Jesús, la parusía está cercana en el plan de Dios, en lugar de ser una convicción cronológica particular. El fin comenzó en Jesús, y desde ese momento vivimos en anhelante espera de la consumación.

b. Problemas más generales

1. Muchos eruditos dudan en asignar todo el discurso, o partes del mismo, a Jesús. Muchos de ellos piensan, p. ej., que la enseñanza apocalíptica en el discurso difiere de la enseñanza de Jesús que encontramos en otras partes de los evangelios. La famosa teoría de T. Colani (Little Apocalypse Theory), propuesta en 1864, y aceptada con modificaciones desde entonces por muchos especialistas, sostiene que los vv. 5–31 constituían un tratado apocalíptico judeocristiano que el evangelista incorporó a su obra. Esta teoría se basa en el punto de vista erróneo de que Jesús enseñó verdades éticas eternas, pero no un evangelio escatológico. Pero aunque los eruditos de nuestros días rechazan esta perspectiva de Colani sobre Jesús, algunos de ellos todavía afirman que la enseñanza sobre las señales contradice las demás enseñanzas de Jesús sobre lo inesperado de la parusía (p. ej. Lc. 17.20ss). Este punto de vista no toma en serio el hecho de que en la enseñanza apocalíptica bíblica regularmente se encuentran juntas las enseñanzas sobre lo súbito de este hecho y las señales. Otras objeciones a la teoría de que estas enseñanzas derivan de Jesús, p. ej. que las citas del AT están basadas en la LXX y no en el texto heb., no resuelven tampoco la cuestión.

2. Existen importantes problemas críticos de carácter literario en relación con el discurso. Las diferencias entre los evangelios obligan al crítico a tratar de explicar la relación entre las narraciones; muchos eruditos afirman que dos o más de los evangelistas poseían relatos independientes del discurso, y no que Mateo y Lucas se limitaron a usar el de Marcos. Muchos creen también que uno o más de los evangelistas habrían incluido en su versión material que originalmente había pertenecido a un contexto diferente; así, se cree que Mateo introdujo en su relato material de “Q”.

3. Más importantes que las cuestiones literarias son los problemas relativos a la enseñanza teológica del discurso en los tres evangelios. Una cuestión que se debate es si la intención primaria fue introducir enseñanza apocalíptica acerca de las señales del fin, o exhortar a lectores y oyentes. Lo más probable es que hayan existido ambos propósitos: Jesús enseñó a sus discípulos que el gobierno (o *reino) de Dios había llegado con su ministerio, pero que su establecimiento total se produciría en el futuro. Aquí nos informa sobre lo que ocurrirá antes del final, pero su propósito no era que se formulara una predicción de los acontecimientos futuros, sino preparar a la gente en forma práctica para el futuro; por ello la nota de exhortación es muy fuerte. Los discípulos de Jesús (a) no tenían que entusiasmarse con falsos maestros, ni rumores acerca del fin; (b) debían soportar los sufrimientos hasta el final; (c) tenían que estar preparados para el retorno de Cristo.

Bibliografía. V. Taylor, Evangelio según san Marcos, 1979, pp. 604–632; G. Hamilton, El discurso del monte de olivete, 1970; H. Conzelmann, El centro del tiempo, 1974, pp. 180ss; J. Schmidt, El evangelio según san Mateo, 1967, pp. 480ss.

G. R. Beasley-Murray, Jesus and the Future, 1954; W. Lane, The Gospel according to St Mark, 1974; C. E. B. Cranfield, The Gospel according to St Murk, 1959; D. Wenham, TSFB 71, 1975, pp. 6–15; 72, 1975, pp. 1–9; K. Grayston, “The Study of Mark XIII”, BJRL 56, 1973–4, pp. 371–387.

D.W.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico