El adjetivo «vivo (viva)» se aplica generalmente a personas y puede ser la traducción de ḥay o de formas relacionadas: Coré descendió «vivo» al Seol (Nm. 16:30; cf. Sal. 55:15; 124:3). Además se aplica, en el caso de la lepra, a la carne viva (Lv. 13:10, 24). También se usa para expresar intensidad, «vivo» deseo, «vivo» celo (Nm. 11:4; 1 R. 19:10, 14). A Dios se le llama Dios vivo, especialmente para contrastarlo con los ídolos que son dioses inanimados (Sal. 42:2; 84:2; Is. 37:4; Jer. 10:10). Él es Dios de vivos y no de muertos y ha de juzgar a los vivos y a los muertos (Hch. 10:42).
La resurrección de Jesús consistió en que apareció vivo después de haber padecido (Hch. 1:3). Se usa la palabra viva para calificar la Palabra de Dios (Heb. 4:12), la esperanza (1 P. 1:3). Cristo es piedra viva y los creyentes son piedras vivas (1 P. 2:4, 5) que han renacido para una esperanza viva (1 P. 1:3).
Vivificar aparece unas 22 veces en la RV60. Es la traducción de la forma causativa de ḥāyāh y su equivalente griego dsōopoiein, «hacer vivir» o «dar vida». Una semilla sembrada es «vivificada» (1 Co. 15:36). Dios «da vida» a todas las cosas (1 Ti. 6:13, lectura alternativa, dsōogonein) y las preserva con vida (MM; 1 S. 2:6; pero cf. Crem). La vivificación produce vida después de la muerte. Así, Abraham «ya casi muerto» fue vivificado para engendrar a Isaac (Ro. 4:17; cf. Sal. 71:20). La resurrección de Cristo lo vivificó de una existencia carnal limitada para entrar a una plena vida espiritual (1 P. 3:16). Así el Hijo, como el Padre, «vivifica» o da vida a los hombres (Jn. 5:21; 1 Co. 15:45). Por medio de la regeneración (Jn. 5:24, 25), él nos hace vivir con él, sudsōopoiein (Ef. 2:5), aun cuando estábamos muertos en pecados. Su Espíritu «vivifica» llevando a él a los hombres, dándoles percepción espiritual (Jn. 6:63; cf. Ez. 36:27–28), vivificándolos en «tu camino», en «tu justicia» (Sal. 119:37) de la decadencia espiritual. Vivificar significa descanso de los problemas personales (Sal. 143:11) por medio de la palabra escrita de Dios (Sal. 119:25), o descanso de la opresión nacional (Sal. 80:18). Jn. 5:21 alcanza su clímax cuando el Hijo vivifique los cuerpos mortales de los hombres para que resuciten (vv. 28–29, cf. Ro. 8:11).
BIBLIOGRAFÍA
Crem; Crem Supplement, Sunzaw, E. Hatch, Essays in Biblical Greek, 5; HDB; MM; RTWB.
- Barton Payne
RV60 Reina-Valera, Revisión 1960
Crem Cremer’s Biblico-Theological Lexicon of NT Greek
HDB Hastings’ Dictionary of the Bible
RTWB Richardson’s Theological Word Book
Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (644). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.
Fuente: Diccionario de Teología