La palabra «profeta» viene del griego prophētēs, de pro («delante» o «por») y phēmi («hablar»). El profeta es así, el que habla delante, en el sentido de proclamar, o aquel que habla por, es decir, en el nombre de (Dios).
En el AT, existen tres términos para profeta: rō ʾeh, nāḇî ʾ y ḥōzeh. El primero y el último se distinguen por matices que tienen que ver con el carácter habitual o temporal de las visiones. Nāḇîʾ (aquel que testifica) está mejor adaptado para caracterizar la misión profética.
- Inspiración profética. La originalidad de la profecía bíblica deriva del fenómeno de la inspiración. En contraste con las figuras sagradas de la antigüedad pagana (cf. Frazer, en Adonis), el profeta bíblico no es un mago. Él no fuerza a Dios. Por el contrario, está bajo el control divino. Es Dios quien invita, dirige e impele, p. ej., Jeremías 20:7 (cf. A. Heschel, Man is not alone, pp. 125ss.; A. Neher, L’Essence du Prophetisme, pp. 97ss.).
Por medio de la inspiración, Dios habla al nāḇîʾ, quien debe transmitir exactamente lo que recibe. El modo de la inspiración es verbal. La Biblia representa el mecanismo de la inspiración como el acto por el que Dios pone palabras (verba) en la boca de los escritores sagrados. Dios dijo a Moisés: «Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y podré mis palabras (verba) en su boca» (Dt. 18:18). En forma similar a Jeremías: «He aquí he puesto mis palabras en tu boca» (Jer. 1:9). El NT confirma la naturaleza verbal de la inspiración profética (cf. Gá. 1:11, 12; 1 Co. 15:1–4; 1 Ts. 2:13; 4:8).
No obstante, la inspiración no suprime la individualidad. Éste es el milagro de la zeopneustia (2 Ti. 3:16). Para comunicar sus pensamientos a los hombres, Dios usa a hombres de diferentes culturas, caracteres y status de manera que su palabra pueda ser accesible a todos los hombres. La inspiración respeta la individualidad (cf. Moisés en Ex. 3–4, Jeremías en Jer. 20:14–18, etc.).
- Los profetas. Son bien conocidos los escritos proféticos del AT. Generalmente se dividen en los cuatro mayores (Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel) y los doce menores (Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías, Hageo, Zacarías y Malaquías) según la extensión de sus escritos.
Hubo también muchos otros profetas. Moisés, quien escribió la ley de Dios, fue tenido como un nāḇîʾ sin igual (Dt. 34:10–12). También se levantaron voces proféticas en los días de los jueces (Jue. 2:1–5; 3:9–11; 4:4; 6:8; 1 S. 3:1). Samuel llegó a ser considerado un segundo Moisés (Jer. 15:1; Sal. 99:6), y su obra fue continuada por Gad y Natán (2 S. 12 y 24; 1 R. 1). Después de la separación de la diez tribus, Ahías (1 R. 2), Elías y Eliseo (1 R. 18–19; 2 R. 5ss.) son dignos de mención.
Después de cuatro siglos de silencio profético, Juan el Bautista es el último de los profetas del antiguo pacto y el precursor de Jesús (Mt. 19:1; cf. Mt. 3:7ss.; Lc. 3:16ss.; Jn. 1:23, 29). Además de Juan el Bautista, el NT se refiere también a un ministerio profético ejercitado por hombres y mujeres. Después del Pentecostés, se hace mención de Agabo (Hch. 2:28; 21:10), Judas y Silas (Hch. 15:32), y de las cuatro hijas de Felipe (Hch. 21:8–10). Podríamos citar también a Ana, la hija de Fanuel (Lc. 2:36).
III. El mensaje profético. Las profecías de los profetas escritores del AT pueden dividirse en tres grupos principales: (1) Profecías concernientes al destino interno de Israel. Estas declaran el juicio de Dios sobre el incrédulo y las iniquidades del pueblo, aunque prometen restauración después del período de prueba en el exilio. (2) Profecías mesiánicas. Estas señalan a la venida del Redentor de Israel y el mundo. En el libro de Miqueas (5:1) y especialmente en Isaías (52:13–53:12), estas profecías alcanzan un impresionante grado de claridad y precisión. Isaías nos entrega un asombroso resumen de la vida y obra salvadora de Cristo. (3) Profecías escatológicas. Éstas se refieren a los últimos días, cuando el reino de Dios sea establecido sobre la tierra.
Desde un punto de vista diferente podríamos adoptar la siguiente clasificación. (1) Profecías ya cumplidas. Dos ejemplos son el exilio anunciado por Oseas, Amós y Miqueas en el caso del norte de Israel (deportados a Asiria en el año 722 a. de C.) e Isaías, Jeremías, Ezequiel, Oseas, Amós y Miqueas en el caso de Judá (exiliados en Babilonia en 586 a. de C.) y, por supuesto, la venida misma de Cristo. (2) Profecías en proceso de cumplimiento. Un buen punto en este apartado es la restauración del moderno estado de Israel. La profecía de Jeremías 31:31 (cf. Is. 27:12, 13; Ez. 37:21) encuentra un milagroso cumplimiento en mayo de 1948, y la resurrección física de la nación israelita, aunque incompleta, es una nueva garantía actualizada que las otras profecías llegarán a su cumplimiento. (3) Profecías aún no cumplidas. Podemos referirnos a cuatro. La primera es la total restauración de Palestina y su recuperación por todas las otras tribus de Israel (Is. 27:12, 13; Ez. 37:11–14; Jer. 31:1–5, 31, etc.). La segunda es la destrucción de los enemigos de Israel (Jer. 30:11; Is. 17:1–3; Ez. 38–39). La tercera es la conversión colectiva de Israel (Ez. 37:6b, 10; Zac. 14:4s.; 12:10). La cuarta es el establecimiento del reino de Dios en la tierra. Muchas profecías describen la venida del Mesías, el Rey de Israel, y la restauración de la humanidad a la justicia, paz y felicidad bajo su reino (cf. Is. 2:4; 11:1–10; 65:19–23), la reconstitución de la naturaleza (Ez. 47:13a; 48:1–35, cf. Ro. 8:19–21), y el restablecimiento del Israel convertido en las prerrogativas de su vocación original (cf. Is. 49:6; Ro. 11:15; Jl. 2:28–32; Hab. 2:14; Is. 55:4, 5; Zac. 8:23). Antes que el reino de Dios sea establecido, la tierra será el escenario del retorno y reinado temporal del Mesías (cf. Ap. 20:2b, 3, 4b) e Israel será instrumento de Dios (Zac. 8:13) para la conversión de las naciones (cf. sobre todo este tema, A. Lamorte, La Vocation d’Israel et la Vocation de l’Eglise; R. Pache, Le Retour de Jesus Christ; G.N.H. Peters, The Theocratic Kingdom)
Andre Lamorte
Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (492). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.
Fuente: Diccionario de Teología