MANUSCRITOS DEL MAR MUERTO

  1. Qumrán. Los manuscritos más importantes entre aquellos que se han descubierto desde 1947 en las playas del Mar Muerto, son los encontrados en las once cuevas de Qumrán; parecen ser los restos de la biblioteca de una comunidad que tenía su sede en Khirbet Qumrán entre el año 100 a.C. y el 68 d.C. (con un intermedio de treinta años entre el 34 a.C.–4 a.C.). Esta comunidad, fundada por un dirigente llamado el Maestro de Justicia, se miraba a sí misma como el remanente fiel de Israel, y se separó hacia el desierto de Judea para prepararse para los eventos cataclísmicos que terminarían con el «período de maldad» e introducirían el Reino de Dios. Mediante el estudio diligente y la práctica de la ley, ellos esperaban ganar la aceptación para sí mismos y expiar los errores de sus hermanos israelitas; también ellos esperaban ser los ejecutores del juicio divino sobre los paganos al fin del tiempo. Los últimos días coincidirían con el levantamiento de tres figuras prefiguradas en la profecía del AT: un profeta como Moisés, un príncipe guerrero del linaje de David, y un gran sacerdote descendiente de Aarón. Este sacerdote sería la cabeza de estado en la nueva comunidad, precediendo al Mesías davídico. Ellos rechazaban reconocer el sacerdocio de el «período de maldad» porque éste no pertenecía a la familia de Zadok y, en parte, por su falta de moral para el oficio sagrado. Ellos habían preservado una verdadera estructura de sacerdotes y levitas dignos, dispuestos a reasumir la adoración sacrificial pura en el templo de la nueva Jerusalén.

Su biblioteca, de la que se han identificado 400 manuscritos (la mayoría en un estado fragmentario), incluía escritos bíblicos y no bíblicos; cerca de 100 manuscritos son bíblicos, todos del AT (excepto Ester), representando varios de ellos, diversos períodos. Estos manuscritos bíblicos que datan desde los últimos siglos a.C. y el primer siglo d.C., atestiguan al menos tres tradiciones textuales distintas de las escrituras hebreas no únicamente del texto (de proveniencia babilónica) que señalaba la recensión masorética sino del texto base de la versión Septuaginta (de proveniencia egipcia), y un texto análogo al pentateuco samaritano (de proveniencia palestina). El descubrimiento de estos manuscritos ha reducido la brecha que separaba a los autógrafos de las copias más antiguas; unos 1.000 años, y es de una gran importancia para la historia textual del AT.

Los manuscritos no bíblicos, junto con la evidencia arqueológica proporcionados por las excavaciones de Khirbert Qumrán, nos dan una imagen de las creencias y prácticas de esta comunidad que, ciertamente, era un grupo esenio. Practicaban abluciones ceremoniales, tenían comidas de convivencia, seguían el calendario del Libro de los Jubileos, mantenían una esperanza apocalíptica, interpretaban la escritura profética en términos de personas y eventos de sus propios días y de los días inmediatos. Algunos de los documentos más interesantes son comentarios (pesharim) sobre libros bíblicos, de los cuales podemos aprender y conocer las ideas que tenían sobre la interpretación bíblica. Ellos creían que, por revelación, los profetas sabían lo que Dios iba a hacer al fin del tiempo; pero no se les había dicho cuándo vendría el tiempo del fin. Esta revelación estaba reservada para el maestro de justicia, quien la impartiría a sus seguidores. Consecuentemente, ellos se miraban a sí mismos como hombres a los que Dios había favorecido al iniciarles en estos misterios maravillosos. Su sistema de interpretación presenta impresionantes puntos de semejanza y contraste con la interpretación del AT que se encuentra en el NT.

Las expectativas de la secta de Qumrán no se cumplieron; ellos fueron dispersados, y su sede fue destruida por las fuerzas de Vespasiano en el año 68 d.C.

La secta de Qumrán ha sido comparada a la iglesia primitiva en su apreciación escatológica y en su mentalidad de remanente, así como en su exégesis bíblica. Pero la diferencia decisiva entre las dos está en la persona y obra de Jesús. El Maestro de Justicia era exactamente lo que su título sugiere: no era ni Mesías ni Salvador. Jesús fue para los primeros cristianos todo lo que el Maestro fue para los hombres de Qumrán, aunque Jesús era más. Como Mesías, él fue profeta, sacerdote y rey; y cumplió su misión mesiánica tal cual la profecía del siervo sufriente que la comunidad de Qumrán esperaba cumplir corporativamente. Si (como parece posible) los refugiados de Qumrán después del año 68 hicieron causa común con la refugiada iglesia de Jerusalén, tuvieron que comprender al final que Jesús cumplía las esperanzas que no se habían cumplido de la manera que ellos esperaban.

  1. Murabba’at. En las cuevas de Wadi Murabba’at, cerca de dieciséis kilómetros al sur de Qumrán, se descubrieron manuscritos cerca de 1952, siendo los más importantes los pertenecientes al período cuando Murabba’at fue ocupada por las fuerzas de Bar-Kokhbah, dirigente de la segunda revolución judía contra Roma (132–135 d.C.). De algunos de los documentos (incluyendo dos cartas del mismo líder) parece que su propio patronímico fue Ben-Kosebah. Se encontraron muchos manuscritos bíblicos de este período, todos ellos exhibiendo un «texto protomasorético». De cuevas vecinas aparecieron manuscritos del mismo período, incluyendo manuscritos no bíblicos en hebreo pero también un importante fragmento de la Septuaginta, de los Profetas Menores.

III. Khirbet Mird. Otra colección de manuscritos fue desenterrada en Khirbet Mird, al norte de Wadi en-Nar (valle de Cedrón), entre Qumrán y Murabba’at. Esta colección, que data de los siglos quinto y octavo d.C., es de fuente cristiana y contiene varios textos bíblicos en griego (incluyendo fragmento de códices unciales de los libros sapienciales, Marcos, Juan y Hechos), y en siriaco palestino (incluyendo fragmentos de Josué, Lucas, Juan, Hechos y Colosenses).

BIBLIOGRAFÍA

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Frederick Fyvie Bruce

Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (378). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

Fuente: Diccionario de Teología