FE SANADORA

Este término describe las sanidades que ocurren y que son contrarias a la expectación médica normal, obradas por virtud de un don espiritual especial (1 Co. 12:28). Los milagros bíblicos de esta naturaleza se veían como fruto de la directa acción divina, en respuesta a la fe de la persona enferma (Mt. 9:22, 29), o de alguien que representaba al enfermo (Mt. 9:2; Mr. 9:24; Jn. 4:50). Jesucristo sanó milagrosamente todo tipo de enfermedad, y también expulsó a los demonios. Durante su ministerio aquí en la tierra, él dio a sus discípulos el poder para sanar enfermedades y expulsar a los demonios (Mt. 10:1), y este poder también fue ejercitado después de Pentecostés cuando nuevamente se menciona la necesidad de fe (Hch. 14:9), y más específicamente, fe en Cristo (Hch. 3:16).

Pablo dice que algunos tienen el don de sanidad porque les ha sido dado a través del Espíritu Santo, aunque no es un don para todos (1 Co. 12:9, 30). En Stg. 5:14, 15 quizá no había cerca nadie con el don de sanidad, por lo que se pide a los ancianos que unjan al enfermo y oren por él: nuevamente se enfatiza la fe; «la oración de fe salvará al enfermo» (v. 15). Los comentaristas difieren en si éste es un tratamiento médico (el aceite) con oración, o si se trata del ungimiento como un acto simbólico de fe, como cuando se imponen las manos (cf. Mr. 6:13). En ninguna manera, sin embargo, este pasaje que habla de la sanidad, apoya la idea romana del sacramento de la Extremaunción, como una preparación para la muerte. En el NT podemos notar que: (1) los cristianos no siempre fueron sanados (2 Ti. 4:20); (2) todas las sanidades de fe fueron prácticamente instantáneas, y los pacientes no necesitaron un tratamiento posterior.

A través de las edades y en nuestra propia época, los milagros de sanidad han sido reclamados no sólo por los cristianos ortodoxos sino por seguidores de distintos cultos. La Ciencia Cristiana pretende sanar por medio de la negación de la existencia de la enfermedad. Los sanadores espiritistas, por lo general, afirman ser guiados por el espíritu de algún médico ya fallecido. Los católicos romanos presentan muchas sanidades en Lourdes a través de la influencia de la Virgen María, aunque únicamente una pequeña proporción de ellas son declaradas oficialmente como milagros. Los pentecostales y otros a menudo organizan «campañas de sanidades». Ha habido casos en que muchos cristianos han sido sanados milagrosamente en respuesta a la oración cuando los médicos han abandonado las esperanzas.

Es digno de mención que muchas de estas sanidades son graduales, o que necesitan un tratamiento posterior que puede ser médico o de imposición de las manos. ¿Pertenecen ellas al mismo orden de las sanidades divinas del NT? Al evaluar los casos modernos podemos notar: (1) el efecto impresionante de la mente sobre el cuerpo (p. ej., en el hipnotismo); (2) el poder psíquico que tienen algunos, lo cual los hace vehículos de sanidades; (3) la buena voluntad de Dios en responder la oración del creyente que esté de acuerdo a su voluntad. Parece que él normalmente responde a la oración por sanidad por un proceso gradual que puede incluir el uso de medicinas, aunque esté en contra de las posibilidades médicas normales; pero, como en los tiempos del NT, él no quiere sanar a todos los cristianos.

BIBLIOGRAFÍA

B.B. Warfield, Miracles: Yesterday and Today; J. Stafford Wright, «Man in the Process of Time», en What is Man?, cap. viii.

  1. Stafford Wright

Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (264). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

Fuente: Diccionario de Teología