La palabra consciencia se deriva del latín conscientia que es un compuesto de las preposiciones con y scio que significa «conocer juntos», «conocimiento común con otros», «el conocimiento que compartimos con otro». La consciencia es un conocimiento pero restringido a la esfera moral. Es un conocimiento moral. El equivalente griego en el NT es suneidēsis, una palabra compuesta de sun «juntos» y eidenai «conocer», es decir, «conocer junto con, tener un conocimiento común junto con alguien». El término alemán Gewissen tiene el mismo significado. El prefijo ge expresa una idea colectiva, el «junto con» y wissen es «conocer».
La palabra consciencia no aparece en el AT. Sin embargo, la idea es bien conocida y se expresa en el término «corazón». Éste aparece en el mismo comienzo de la historia humana con el sentimiento de culpa de Adán y Eva después de la caída. Leemos que a David le pesó el pecado en su corazón (2 S. 24:10). Job dice: «No me reprochará mi corazón en todos mis días» (Job 27:6). Y los Sal. 32:15 y 51:19 son los clamores angustiados de consciencias sensibilizadas.
Tanto los babilonios como los hebreos identificaban la consciencia con el corazón. Los egipcios no tenían una palabra específica para consciencia, pero reconocían su autoridad, como se deduce del Libro de los Muertos. Los griegos y romanos personificaban la consciencia y la describían como unas mujeres demonios llamadas Euménides y Furias respectivamente.
La palabra suneidēsis o consciencia aparece treinta veces en el NT: diecinueve veces en los escritos de Pablo, cinco en Hebreos, tres veces en las cartas de Pedro, dos en Hechos y una en el evangelio de Juan, aunque la exactitud de la última lectura (8:9) ha sido cuestionada.
Definición. La consciencia es la facultad en el hombre mediante la cual él distingue entre lo moralmente bueno y lo malo, lo que le lleva a hacer lo que él reconoce que está bien y que a su vez lo estorba para hacer aquello que él entiende está mal, que emite un juicio sobre sus actos y que ejecuta ese juicio dentro de su alma. Según el diccionario, la consciencia es el sentido moral que permite al individuo reconocer la justicia, equidad, bondad o maldad de su propia conducta. Kant habla de la consciencia como de un tribunal que está dentro del ser humano o del imperativo categórico. Otros han definido la consciencia como el órgano del sentido ético en el hombre.
La consciencia es innata. Según Ro. 2:14, 15, la consciencia es innata y universal. No es el producto del medio ambiente, entrenamiento, costumbre, raza o educación, aunque está influenciada por todos estos factores.
En cuanto a su funcionamiento, la consciencia es (1) Obligatoria. Debido a ello urge al hombre a hacer lo que es correcto y le limita en sus posibilidades de hacer lo que él considera incorrecto. (2) Judicial. La consciencia juzga las decisiones y hechos del hombre. (3) Ejecutiva. La consciencia ejecuta su juicio en el corazón del hombre. Condena sus actos cuando estos están en conflicto con su convicción ocasionándole una inquietud interna, tensión, vergüenza o remordimiento. Elogia la acción de uno cuando el hombre actúa en conformidad con sus convicciones.
Consciencia errada. Este es un nombre equivocado. La consciencia no yerra, pero las normas sobre las que la consciencia actúa pueden estar en un error.
Consciencia estrecha, pervertida o morbosa. Por este término se quiere indicar a una consciencia desequilibrada, estrecha, fanática, intolerante.
Consciencia patológica y neurótica. Esta tiene su origen en un desorden psicológico o en una neurosis relacionada con una fobia, obsesión, ideas fijas y compulsión.
Consciencia dudosa. Una que actúa con incertidumbre. Ro. 14:23 declara que tal acción es pecaminosa.
Consciencia empedernida, encallecida o muerta. Esta es una condición en la que la consciencia deja de funcionar a causa de un continuo descuido de su voz de advertencia. Pablo habla de una consciencia cauterizada (1 Ti. 4:2).
Buena consciencia. Cuando el hombre actúa en conformidad con sus convicciones se dice que tiene una buena consciencia. «La fe no puede existir y habitar junto a una intención maligna de pecar y de actuar contra la consciencia» (Fórmula de Concordia, Epítome IV, Triglotta, p. 795, Concordia Publishing House, St. Louis, Mo.).
Consciencia social. La unión de la consciencia moral individual en un grupo de consciencia moral, da como resultado una consciencia social.
Libertad de consciencia. Consiste en creer, practicar y propagar cualquier religión o ninguna de ellas.
La consciencia es un don maravilloso de Dios. Es un guardián de la moralidad, la justicia y la decencia en el mundo. Ella es un testimonio irrefutable de la existencia de Dios.
BIBLIOGRAFÍA
A.M. Rehwinkel, The Voice of Conscience; C.A. Pierce, Conscience in the New Testament.
Alfred M. Rehwinkel
Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (121). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.
Fuente: Diccionario de Teología