2 TESALONICENSES

Introducción

El lenguaje y contenido de la segunda carta son muy cercanos a los de 1 Tes., lo que sugiere que fue escrita no mucho tiempo después. Continúa el mis mo modelo general. Desde el cap. 1 aparece aquella situación de oposición desde afuera que debió haber empeorado. El lenguaje punzante de Pablo también puede sugerir que él mismo era objeto de ataque particular desde afuera de la iglesia (ver 3:2). Este incremento en la oposición pudo haber sido parte de la razón por la que se desarrolló un grupo en la iglesia que creí­a que estaban viviendo en los últimos tiempos. Reclamaban apoyo para su creencia a partir de alguna declaración que Pablo mismo proporcionó. Pablo repudió esta declaración (o más probablemente las cuestionables inferencias deducidas de ella), y argumentó que varios eventos tení­an todaví­a que suceder antes del regreso del Señor. En la parte final de la carta encontramos evidencia de que algunos miembros de la iglesia estaban aprovechándose de la hospitalidad de otros y viviendo perezosamente a sus expensas. Aunque no hay una conexión explí­cita, es difí­cil no creer que la †œapocalí­ptica† conmoción reflejada en el cap. 2 contribuyó a esta situación. Pa blo utilizó palabras fuertes de censura ya que creyó firmemente que, hasta donde fuera posible, los cristianos debí­an trabajar para vivir.
Estos puntos determinan la estructura de la carta. Como en 1 Tes. los saludos iniciales (1:1, 2) están seguidos por una oración-informe que también funciona como estí­mulo y enseñanza: La iglesia estaba sufriendo oposición, pero la soportaba con firmeza, y Pablo asegura a los creyentes que Dios juzgarí­a a aquellos que se oponí­an y preparó a la iglesia para compartir su gloria cuando Cristo ven ga (1:3–12). El centro de la carta es la enseñanza sobre la venida de Cristo, dirigida contra las personas que estaban aseverando que los últimos dí­as (en el sentido de que el perí­odo final de la historia) habí­an comenzado. Pablo enseña que un perí­odo de oposición satánica a Dios, en una escala sin paralelo, precederá el regreso de Cristo; mientras tanto, la iglesia, consciente de que es el objeto de elección de la gracia de Dios y que depende de su fortaleza, debe mantenerse firme hasta el fin (2:1–17). Finalmente, hay una exhortación: se le pide a la iglesia que ore por Pablo y se reconviene a los cris- tianos que han abandonado su trabajo diario y viven a expensas de sus amigos bondadosos. Pablo condena fuertemente esta ociosidad y la consiguiente molestia que traen los haraganes (3:1–16). Hay un breve saludo de cierre (3:17, 18).
Estos comentarios sobre 2 Tes. han sido hechos en términos del ostensible contexto histórico del documento como una carta genuina de Pablo a la iglesia en Tesalónica. En vista de esta situación, tenemos que asumir que en el perí­odo posterior a aquel en que se escribió 1 Tes. se habí­a desarrollado una clase de †œfervor apocalí­ptico† en la iglesia, cuyo origen puede ser detectado en 1 Tes. Pablo no trata de castigar directa o indirectamente a un gru po de oponentes, como en algunas otras cartas; sino que escribe a creyentes que se han extraviado por una interpretación equivocada de su enseñanza.
Tal situación parece ser muy plausible aunque muchos comentaristas están en desacuerdo. Detectan un agudo contraste entre el énfasis de la cercana segunda venida en 1 Tes. y el énfasis del †œtodaví­a no† de 2 Tes. Este hecho entonces los alerta a otra peculiar caracterí­stica: detectan la falta de alusiones concretas, personales, la peculiar repetición de frases que forman 1 Tes., algunas dife rencias de lenguaje y pensamiento, etc. Numerosos eruditos piensan que estas diferencias son incompatibles con la comprensión tradicional de la carta como paulina. Consideran que intentar solucionar algunos de los problemas señalando que las cartas estaban escritas en orden cronológico inverso, o que son composiciones de fragmentos originalmente escritos en un orden diferente, parece ser inadecuado. La única solución que hará justicia a estas peculiaridades, así­ se argumentó, es que la carta es una composición tardí­a de otro escritor que deseaba usar el nombre de Pablo para corregir su enseñanza o las falsas inferencias surgidas de esta, quizás aun sosteniendo que solo esta carta era la auténtica (ver 3:7) y que 1 Tes. debí­a ser rechazada. La mayor debilidad de este argumento es que sus proponentes no han ofrecido una reconstrucción convincente de las circunstancias en las que la carta pudo haber sido compuesta y dirigida a Tesalónica en particular. Otra vez, el lenguaje utilizado para refutar la pretensión de que el dí­a del Señor habí­a llegado es tan enigmática que resulta difí­cil pensar que un escritor tardí­o pudiera expresarse de esta forma y al mismo tiempo ser convincente a sus lectores. Aunque hay algunas rarezas en el lenguaje, estructura y pensamiento de la carta, es justo decir que las dificultades en considerar la carta escrita por algún otro que no sea Pablo son grandes.

EL MENSAJE DE LAS CARTAS
Ambas cartas contienen enseñanza amplia sobre el evangelio y el carácter de una joven iglesia la cual puede ser desarrollada para mostrar cómo los cris-tianos deberí­an vivir y testificar hoy. Sin embargo, algunos cristianos contemporáneos, conscientes de un largo —y ya prolongado— perí­odo de historia de la iglesia, pueden sentir que el encuadre de la teologí­a de Pablo con su énfasis en la futura venida del Señor, y sobre todo el sentido de su cercaní­a con todas las implicaciones que esta trae para el vivir cristiano, es poco realista. Todaví­a los cristianos hoy pueden fácilmente asumir la permanencia e independencia de su existencia colectiva propia en un universo seguro y fallar en darse cuenta de que en todo momento dependen de la misericordiadel Señor y viven en la luz de su venida. Si Dios alteró el esquema espacio-tiempo del universo al venir en la persona de su Hijo encarnado, seguramente puede y llevará la historia humana a su consumación, una intervención futura para establecer su eterno reino de justicia, paz y amor. Pablo también señala que ser cristiano no quiere decir dejar pasar el tiempo ociosamente esperando que el Señor venga. Por el contrario, se deben preparar para su venida mostrando las cualidades del vivir cristiano, fe, amor y esperanza.

BOSQUEJO DEL CONTENIDO

1:1, 2 Saludos iniciales

1:3-12 Agradecimientos iniciales

2:1-17 Instrucciones sobre el dí­a del Señor

3:1-16 Instrucciones para la vida en la iglesia

3:17, 18 Saludos finales
Comentario

1:1, 2 SALUDOS INICIALES
El saludo es, como podrí­a esperarse, muy similar a aquel en 1 Tes., pero aquí­ Pablo habla de Dios como nuestro Padre, y explí­citamente nombra al Padre y al Señor Jesús como fuentes de gracia y paz (ver también el artí­culo †œLeyendo las epí­stolas†).

1:3-12 AGRADECIMIENTOS INICIALES

Con una oración-informe Pablo comienza una carta de estí­mulo a la iglesia que enfrentaba presión hostil de gente de afuera. Principia con pala bras que traen reminiscencias de 1 Tes. 1:2, 3 y muestra que la iglesia estaba creciendo en cualidades cristianas básicas, por lo que su acción de gracias no era una hueca formalidad. En cambio, le dio base para hablar bien de ellos entre las otras iglesias, por su constancia en enfrentar la persecución. Así­ Pablo los puso como ejemplo para estimular a otras iglesias que atravesaban por una situación similar.
5 Luego Pablo se aparta de su oración-informe para comentar sobre el significado de la situación. La justicia de Dios en el tiempo presente se ve en el doble resultado de la persecución. Los dos resultados se mencionan en los vv. 5–10.
Por otro lado, el juicio de Dios se ve en la suerte que corren aquellos que persiguen a su pueblo (vv. 6, 8, 9). En la venida del Señor Jesús recibirán el tratamiento que le dieron a otros. En esta forma Dios hace justicia a su propio pueblo contra sus opresores y también deja claro que aquellos que no obedecen el evangelio caen bajo su juicio. Deberí­a notarse que el pueblo de Dios no debe vengarse por sí­ mismo de aquellos que lo atacan (Rom. 12:17–21), y que la acción de Dios no es una de tomar venganza sino para establecer la jus ticia. Dios no puede ser acusado de actuar injustamente o de carecer de misericordia para con ellos. Los que son juzgados son aquellos que han rechazado un evangelio cuyo contenido es †œCuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo† (Rom. 5:10); han rechazado la amorosa oferta de Dios. El lenguaje tradicional de llama de fuego (Exo. 3:2; Isa. 66:15) expresa simbólicamente la venida de Dios en juicio tanto para gentiles que (obstinadamente) no han conocido a Dios y judí­os que (también obstinadamente) no obedecen el evangelio. La eterna perdición está enlazada con exclusión de la presencia del Señor y de compartir su gloria (cf.cf. Confer (lat.), compare Isa. 2:10. Pablo, como en otros lugares, aplica un texto del ATAT Antiguo Testamento sobre Jehovah a Jesús).
Por otro lado, hay una vindicación para el pueblo de Dios (5, 7, 10). Si soportan la persecución, él los considera dignos de entrar a su reino (en el futuro, como en 1 Tes. 2:12), y él estima sólo justo el garantizarles alivio de sus sufrimientos, al igual que los misioneros perseguidos (ver 3:2), en la parusí­a de Jesús. Las bendiciones de Dios están asociadas así­ con Cristo cuando venga con sus ángeles (cf.cf. Confer (lat.), compare 1 Tes. 3:13). Será rodeado por su santo pueblo y glorificado por ellos (más tarde se muestra que comparten en su gloria; ver 12; 2:14). Serán llenados de admiración, compartiendo la ocasión precisamente porque han aceptado y han creí­do al testimonio del evangelio dado por los misioneros.
11, 12 La digresión sirve para indicar la motivación para las peticiones de Pablo a Dios acerca de sus lectores. Ya que la constancia en la vida cristiana depende de la acción continua de la gracia de Dios y de la fe de su pueblo, Pablo ora sin cesar para que Dios los capacite para demostrar la realidad de su fe en acción y así­ hacerlos dignos de su llamado. Tal conducta llevará a la alabanza ofrecida a Jesús, y su pueblo compartirá en la gloria y honor dados a él. Es posible que aquí­ Pablo describa a Jesús como Dios y Señor (cf.cf. Confer (lat.), compare Rom. 9:5; Tito 2:13; 2 Ped. 1:11).

2:1-17 INSTRUCCIONES SOBRE EL DIA DEL SEí‘OR

La sección mayor de enseñanza de la carta es difí­cil de comprender por dos razones. Primera, es la réplica de Pablo a los problemas que se habí­an originado en la iglesia debido a mala interpretación de su enseñanza; y segunda, el lenguaje que utiliza es enigmático para personas que no conocen lo que él dijo oralmente a los lectores (5).
1, 2 El problema estaba enfocado en la venida del Señor Jesús, que apareció tan centralmente en 1 Tes. Pablo habí­a enseñado que estaba cerca, posible mente en su propio tiempo, y que implicarí­a el juntar al pueblo de Dios de todo el mundo para permanecer con él desde ahí­ en adelante (cf.cf. Confer (lat.), compare 1 Tes. 4:17; Mar. 13:27). Ahora algunas personas estaban diciendo que ya habí­a llegado el dí­a del Señor. Para ellos el †œdí­a† era como un perí­odo extendido el cual culminarí­a en la venida del Señor, y probablemente ellos consideraban su presente persecución (1:4, 5) como las últimas etapas de oposición al reino de Dios. Su enseñanza estaba inquietando a las personas, creando agitación tanto como inseguridad, y sin lugar a dudas distrayendo a los creyentes de su normal vivir. Para sostener su discurso dijeron que Pablo mismo lo habí­a enseñado, aunque él no estaba seguro si ellos estaban citando un oráculo profético, una pieza de enseñanza oral o una carta. Las palabras como si fuera nuestra son a menudo tomadas para sugerir que estaba circulando una carta falsa de Pablo. Sin embargo, es improbable que alguien haya producido cartas en el nombre de Pablo en esta época. Es más probable que la frase se refiera a cualquier declaración de Pablo de la cual pueden haber extraí­do falsas inferencias.
3, 4 La réplica de Pablo es dada para afirmar su enseñanza oral (v. 5) que el dí­a del Señor no puede venir antes que ciertos eventos hayan tenido lugar. Mucho de lo que dice es un eco de la enseñanza de Jesús en el discurso registrado en Mar. 13, y como Jesús previene con seriedad acerca de ser confundido por la falsa enseñanza (Mar. 13:5). Podrí­a ser que las personas estaban siendo guiadas al error en cuanto al tiempo de la aparición del Señor, o podrí­an confundir al Señor con un impostor (cf.cf. Confer (lat.), compare Mar. 13:6, 21, 22). Otras cosas deben suceder primero, especialmente la apostasí­a y la manifestación del hombre de iniquidad. Estos dos conceptos probablemente pertenecen en forma unida; lo que el hombre de iniquidad hace constituye la apostasí­a. Apostasí­a es un término que se usaba en la literatura judí­a para la oposición a Dios (1 Mac. 2:15), y un gran estallido de maldad en el mundo en contra de Dios fue un tema familiar. Una iglesia apóstata no es el pensamiento primario aquí­. El hombre de iniquidad es una forma heb. de expresión para †œlas personas sin ley† (v. 8), y de nuevo, sugiere oposición a Dios. Probablemente está pensando en un hombre (posiblemente una †œencarnación† de Satanás), y aquí­ puede ser el mismo †œanticristo† (1 Jn. 2:18). Al decir se manifieste, Pablo sugiere que su venida es una vil parodia de la venida o revelación del Señor. Ya en este punto asegura a sus lectores que este hombre está destinado para la destrucción antes de describir lo que él hará. Básicamente se opondrá a toda religión y a Dios mismo, y se hará a sí­ mismo un objeto de adoración (cf.cf. Confer (lat.), compare el lenguaje con Dan. 11:36; no es necesariamente una profecí­a de la misma persona). Que se siente (o intente sentarse) en el templo de Dios es interpretado de diversas formas. Puede significar que se sentará en el templo judí­o (destruido en el año 70 d. de J.C.d. de J.C. Después de Jesucristo) o en un futuro templo recons truido. También el templo puede ser una metáfora para la iglesia. Es más probable, sin embargo, que la figura tomada de Eze. 28:2, y que refleja la historia de Antí­oco y Pompeyo cuando ambos entraron al templo judí­o, se debe tomar metafóricamente como los reclamos totalitarios del hombre rebelde.
5–7 A partir de la enseñanza previa dada por Pablo, los lectores ahora deben ser capaces de recordar por qué el hombre de iniquidad no habí­a aún aparecido. El será revelado en el tiempo propicio, pero actualmente hay algo (neutro en el v. 5, pero masculino en el v. 7) que lo detiene (o posiblemente †œmanteniéndolo alejado†). En el presente, a no dudarlo, la rebelión contra Dios está en plena actividad, pero en una forma oculta, y esto permanecerá hasta que la fuerza que lo retiene sea removida. Entonces, se implica, el rebelde actuará abiertamente y el Señor vendrá para derrotarlo. Pero, ¿qué es esta fuerza que lo detiene? Algunos la han tomado como refiriéndose al Imperio Romano (o la fuerza de la ley y el orden representados por él). Otros piensan que se refiere a Satanás o a alguna otra fuerza del mal la cual está actualmente en el poder, pero se hará a un lado cuando se manifieste el hombre de iniquidad. Otra interpretación indica que Dios mismo, a través de alguna agencia celestial, el evangelio o la iglesia, refrena el poder del mal. (La literatura judí­a se refiere a la restricción de los poderes satánicos mediante un ser celestial hasta el fin del mundo, cf.cf. Confer (lat.), compare Apoc. 7:1–3; 20:1–3). Aunque no hay solución libre de dificultades, la última causa menos problemas. Hasta que sea quitado de en medio obviamente no se refiere a que Dios sea obligado a salir de la escena sino a su re tiro de todo lo que refrena el poder del mal hasta el momento de la batalla final.
8 Cuando el Señor aparezca el hombre de iniquidad será destruido. Se usa la imagenerí­a del ATAT Antiguo Testamento para expresar el poder del Señor (Isa. 11:4). Calvino sugirió que el soplo de su boca era simplemente su palabra. En cualquier caso, no se describe una batalla literal. Resplandor (del gr. epifaneia) es una palabra utilizada para la venida poderosa de Dios para juicio (cf.cf. Confer (lat.), compare 2 Sam. 7:23).
9–12 En el último punto que Pablo toca nos lleva a considerar otra vez al hombre rebelde y constituye una advertencia importante. Su advenimiento (gr. parouséa) será una parodia satánica de algo real con toda clase de manifestaciones impresionantes (cf.cf. Confer (lat.), compare Apoc. 13:13) que imitan el poder de Cristo y sus seguidores (cf.cf. Confer (lat.), compare Rom. 15:18, 19), pero las mismas son falsas e ilusorias. Estos acontecimientos desviarán al error a las personas que están en camino a la destrucción, porque han cerrado sus mentes a la verdad del evangelio que es lo único que puede salvarles; y así­ están abiertas a aceptar tonterí­as. El triste final de los perdidos es en último lugar su propia responsabilidad. Lo que Dios hace es confirmarlos en sus malos caminos, haciéndolos resistentes a la verdad, la cual han rechazado, y sujetos a la persuasión mediante mentiras. El fin de todo ello es el juicio, y otra vez se enfatiza que esto viene cuando las personas se comprometen con el mal y rechazan la verdad. Puede llegar al punto cuando una persona que ha rechazado el evan gelio ya no sea capaz de volverse de un curso que conduce directamente a la destrucción.
13, 14 Aquí­ hay una advertencia a los creyentes a no iniciarse en un camino que lleva al desastre. Ello, sin embargo, está eclipsado por la elocuente convicción de Pablo de que esto no les pasarí­a a sus lectores. Cualquier incertidumbre acerca de su propia salvación serí­a superada al considerar la excelencia de su posición en Cristo. Pablo expresa sus comentarios en la forma de otra oración-infor me (vv. 13, 14). Piensa en sus lectores como amados del Señor, eso es, de Jesús, que regresa para juzgar a los incrédulos. El se asocia con el Padre que los ha escogido desde el principio para salvación. Este principio ubica este acto en un pasado distante (cf.cf. Confer (lat.), compare Ef. 1:4) y tiene el efecto de sugerir que el plan fue hecho mucho tiempo atrás y no será alterado ligeramente ahora. El plan fue llevado a cabo por la acción de Dios, aquí­ llamado santificación (eso es, la separación de los lectores como pueblo de Dios y la transformación de sus vidas por el poder de su Espí­ritu), y por la fe de los lectores en el evangelio (contrastar v. 12). Para que es tos dos procesos complementarios puedan comenzar Dios llamó a los lectores en y a través de la predicación del evangelio (cf.cf. Confer (lat.), compare 1 Tes. 1:4, 5; Gál. 1:6, 7). El propósito final de este llamado es que a los creyentes se les pueda dar una participación en la gloria de Cristo (cf.cf. Confer (lat.), compare Rom. 8:17, 30).
15 Sobre la base de su fe Pablo anima a sus lectores a permanecer firmes, no solamente al enfrentar la persecución (1 Tes. 3:8) sino también al enfrentar la falsa doctrina. Ellos deben retener lo que Pablo les enseñó, tanto durante su visita a Tesalónica como en sus cartas. Aquí­ probablemente Pablo establece un contaste entre la correcta interpretación de su enseñanza y las inferencias falsas que han sido extraí­das de ella (2:2). Lo que Pablo les enseñó era lit.lit. Literalmente †œtransmisiones† [gr. paradosis, †œlo que se transmite de una generación a otra†], una palabra que comunica el hecho de que la enseñanza paulina estaba basada en lo que a él mismo le habí­a sido enseñado, la fe común de los primeros cristianos (cf.cf. Confer (lat.), compare 1 Cor. 15:3).
16, 17 El futuro de los tesalonicenses dependí­a no solamente de la obra de Dios y la respuesta de ellos, sino también de las oraciones de sus amigos. Pablo respalda su exhortación con una oración expresada en tercera persona (cf.cf. Confer (lat.), compare 1 Tes. 3:11–13). Esto conlleva incidentalmente a que Jesús (nombrado primero) y el Padre son la fuente unida de las bendiciones espirituales. Recuerda a los lectores que Dios les ama y que así­ les ha dado aliento y es peranza para el futuro, a pesar de los eventos temibles mencionados inicialmente en el capí­tulo. Pide a Dios que continúe alentándolos en sus corazones y los haga resueltos en el actuar y en el hablar en maneras que demuestren la realidad de su fe.
La enseñanza de Pablo en este capí­tulo advierte a sus lectores que el fin no está tan cerca como ellos pensaban, y los anima a permanecer firmes a pesar de los eventos terribles por venir. Su mensaje para los cristianos de hoy es que no deberí­an estar interesados en identificar las †œseñales del fin†, sino en estar alertas en asuntos morales y espirituales que surgen en tiempos de persecución, y en la tentación a abandonar la fe en el Señor y en su venida.

3:1-16 INSTRUCCIONES PARA LA VIDA EN LA IGLESIA

Sigue una serie de instrucciones generales para la vida y misión de la iglesia. Hay dos temas principales: la oración por la misión de Pablo (vv. 1–5) y el peligro de la pereza (vv. 6–16).
1–5 Por lo demás no es necesariamente una señal de que la carta va a concluir inmediatamente, sino que indica una transición hacia un nuevo tema. Pablo repite su pedido en cuanto a la oración (cf.cf. Confer (lat.), compare 1 Tes. 5:25). Aquí­ está motivado por las continuas necesi dades de que el evangelio se expanda veloz y victoriosamente como un corredor de carreras en un estadio. Esta figura ya fue aplicada a la palabra de Dios en el Sal. 147:15. La palabra es glorificada cuando las personas la reciben con fe y acción de gracias. Otro pedido por la oración es que Pablo mismo sea librado de hombres perversos y malos (cf.cf. Confer (lat.), compare Rom. 15:31); probablemente estaba pensando en la oposición de los judí­os (cf.cf. Confer (lat.), compare 1 Tes. 2:16). Quizás el obvio comentario porque no es de todos la fe indica el porqué hay oposición al evangelio, prepara el camino para la declaración de Pablo de que los lectores mismos necesitan, y recibirán, la fuer za para superar sus propios problemas. Detrás de las varias formas de oposición a sus lectores, Pablo ve la figura de Satanás, el mal. Con esta afirmación de la fidelidad de Dios para con su pueblo en men te, Pablo puede expresar su confianza en que los lectores harán lo que les manda. Lo que os mandamos puede referirse a las instrucciones de Pablo en general, o quizás al pedido especí­fico de que oren por él. Luego sigue otra oración en tercera persona para que los tesalonicenses muestren en sus vidas la misma clase de amor que Dios les mostró, y la misma constancia que Cristo mostró.
6–10 La segunda sección se dirige a un tema que surgió previamente en 1 Tes. 4:11, 12; 5:14. Aclara que el problema de ciertos miembros que viví­an de la generosidad de otros hace regresar al tiempo en que la iglesia fue fundada (10). Evidentemente, allí­ habí­a personas que estaban viviendo en el lí­mite mismo de la pobreza y esperaban la ayuda de los más pudientes. La creencia de que el dí­a del Señor habí­a venido puede haber animado su actitud. Esta forma de vida estaba dando a la iglesia una mala fama y, por lo tanto, Pablo la ataca firmemente. El v. 6 comienza con un mandato contundente (cf.cf. Confer (lat.), compare 1 Tes. 4:11), respaldado por la autoridad del Señor, de que los miembros de la iglesia deben evitar a los que tienen una conducta indigna. Los últimos no deben ser privados de su lugar en la iglesia, pero debe haber un cierto distanciarse de ellos para que así­ re conozcan que su conducta no es aceptable o de acuerdo con la enseñanza establecida en la iglesia por mano de Pablo (1 Tes. 4:1, 2). Esta enseñanza estaba ilustrada concretamente en el estilo de vida de Pablo y sus colegas de ministerio cuya conducta se ofrece aquí­ como un ejemplo a seguir. Los misioneros no viví­an de una forma desordenada o de manera ociosa (cf.cf. Confer (lat.), compare 5:14, nota), y por lo tanto no necesitaron recibir dones o alimentos de la iglesia. Ni hemos comido de balde el pan de nadie puede sugerir que ellos no tení­an que pagarles nada por sus servicios. Sin embargo, es más probable que Pablo indique que no quiso recibir ayuda o donaciones de alimentos de la iglesia, sino que iban a los almacenes y compraban lo que necesitaban. No es necesario decir que esto no significa que los misioneros rechazaran rí­gidamente la hospitalidad cuando se les ofrecí­a. Más bien, habí­an trabajado duro para evitar ser un estorbo a otras personas (cf.cf. Confer (lat.), compare 1 Tes. 2:9). Esto fue a pesar del hecho de que Pablo creyó firmemente y enseñó que las iglesias tení­an una obligación de proveer sustento a sus maestros (1 Tes. 2:6b; 1 Cor. 9:4–6; Gál. 6:6). A causa de la situación en Tesalónica Pablo se privó de este privilegio. Habí­a así­ más que una razón por la que Pablo trabajaba con sus manos mientras ejercí­a su trabajo misionero. Su ejemplo estaba de acuerdo con las instrucciones que él dio (el tiempo del ver bo utilizado sugiere †œrepetidamente†). Aunque el mandato tiene la forma de una instrucción a los creyentes pudientes de no dar bienes a los hambrientos ociosos, es principalmente una advertencia para los últimos. Vale la pena re petir que el dicho, tipo de proverbio, se aplica a los que no están dispuestos a trabajar, no a aquellos que no tienen oportunidad, y por lo tanto no es un argumento contra la provisión social para los desempleados.
11, 12 La forma curiosa del v. 11 hemos oí­do que †¦ es una manera de hablar directamente a cualquier persona de esa categorí­a sin mencionar nombres (probablemente Pablo sabí­a quienes eran las personas). En vez de trabajar, estaban estorbando a otros en su trabajo. Severamente se les manda, otra vez en la autoridad del Señor, que eviten ser molestia a otras personas (cf.cf. Confer (lat.), compare 1 Tes. 4:11), y que trabajen duramente de tal manera que puedan comprar lo que necesitan. Todo ello ha sido muy bien resumido por William Neil: †œDejad de protestar, de ser perezosos, de aprovecharos.†
13 Entonces, por contraste, Pablo se dirigió al resto de la iglesia y, a pesar del peligro de que los ociosos se aprovechen de ellos, les dice no os canséis de hacer el bien (cf.cf. Confer (lat.), compare Gál. 6:9). En este contexto seguramente significa que no deben cesar de ayudar a los necesitados aun si algunos se aprovecharan de ellos.
14–16 No obstante, a pesar de las repetidas instrucciones de Pablo en esta carta, era posible que algunos continuaran en una forma de vida discorde con el evangelio. En este caso la disciplina debí­a ser usada como último recurso. Un ofensor debe ser señalado, una expresión un tanto vaga, que no llega tan lejos como para significar que la persona sea separada de la iglesia (quizás se parezca más a cuando un árbitro muestra a un jugador una tarjeta amarilla, como advertencia). No debí­a haber compañerismo con tal persona. A la luz de 1 Cor. 5:9–11 lo más probable es que se refiera a la exclusión de las comidas en común que tení­an un significado especial en la vida de la iglesia. Tal exclusión, sin embargo, era considerada como un remedio para hacer que las personas experimentaran un sentimiento de vergüenza y guiarlas así­ a un arrepentimiento. Ello es enfatizado en que el acto de disciplinar no debe conducir a la intrusión de cualquier rencor y actitudes de hostilidad. Las personas que han sido disciplinadas son hermanos y hermanas y el objetivo debe ser la amonestación (antes que la ad vertencia) a ellos. El procedimiento así­ debe ser llevado a cabo en lo posible en un espí­ritu de amor por el bien del ofensor. Al mismo tiempo la vida ética de la iglesia no debe ser comprometida.
Es sorprendente que Pablo concluya una sección que trata una incipiente causa de tensión en la iglesia con una bendición-oración para que Dios bendiga a los lectores. El lenguaje nos recuerda 1 Tes. 5:23, pero aquí­, como en otras partes en esta carta, Pablo reemplaza †œDios† con el Señor (eso es, Jesús). Paz es un deseo apropiado aquí­; el término incluye, pero no está limitado a, la ausencia de lucha y desorden.

3:17, 18 SALUDOS FINALES

Siguiendo la costumbre normal, Pablo toma la pluma de su escriba para anotar este saludo. Estas palabras son en sí­ mismas un saludo. El saludo de la propia mano de Pablo era una marca distintiva de que las cartas eran suyas, y por lo tanto la enseñanza e instrucción en ella lleva su autoridad (cf.cf. Confer (lat.), compare 1 Tes. 5:27; 1 Cor. 16:21–23; Gál. 6:11, por co mentarios similares). Es más improbable que con esto se quiera distinguir esta carta de falsificaciones extrañas, porque ¿quién falsificarí­a cartas paulinas en esta época tan temprana?
18 La bendición con que concluye es idéntica a la de 1 Tes. 5:28, con el agregado de todos: ni los seguidores de enseñanzas erróneas, ni los ociosos, están excluidos de la gracia del Señor.
I. Howard Marshall

Fuente: Introducción a los Libros de la Biblia