OBEDECER, OBEDIENCIA

(hypakouein, hypakoé)

Hypakouein, «obedecer», e hypakoé, «obediencia», se derivan de akouein, «escuchar, oí­r». Hay que distinguir en Pablo el vocabulario de la sumisión (hypotassein y derivados) que designa el orden del mundo al que están todos sometidos (cf. Rom 13,1-7), y el vocabulario de la obediencia, especí­fico de la fe. En efecto, para Pablo la fe se define como obediencia (comparar Rom 1,8 y 16,19); es un acto de obediencia que responde a la obediencia total de Cristo hasta la muerte en la cruz (Flp 2,8, anulando la desobediencia de Adán (Rom 5,19).

El apostolado de Pablo consiste en conducir a los paganos a esta «obediencia de la fe» (Rom 1,5; 15,18; 16,29; cf. también 2 Cor 10,5), que define el encuentro del hombre con la gracia de Dios manifestada en Cristo. Al contrario, la desobediencia es sinónimo de incredulidad (Rom 10,16). La lí­nea de ruptura entre la fe y la incredulidad se sitúa entre la obediencia «que conduce a la justicia» y la obediencia «que conduce a la muerte» (Rom 6,12.16-17). Pablo describe la vida comunitaria en términos de obediencia (Flp 2,12; 2 Cor 2,9; 7,15; 10,5-6; Flm 21), obediencia que hay que colocar en el marco de la comunión de todos los hermanos en Cristo.

La tradición paulina sitúa siempre la obediencia en un marco comunitario, aunque su campo de aplicación afecta a las relaciones interpersonales dentro de la sociedad, muy cerca de la sumisión (Ef 6, 1.5 y Col 3,20.22: hijos, obedeced a vuestros padres; esclavos, obedeced a vuestros amos). Además, el tono se endurece un poco en contra de los que «no obedecen» al evangelio (2 Tes 1,8) o al apóstol (2 Tes 3,14; cf. ya antes en 2 Cor 10,6).

E. Cu.

AA. VV., Vocabulario de las epí­stolas paulinas, Verbo Divino, Navarra, 1996

Fuente: Vocabulario de las Epístolas Paulinas

La palabra «obedecer», tanto en el AT como en el NT, es una traducción contextual del verbo «oír». De manera que, «obediencia» en la Biblia significa una respuesta activa a lo que uno oye, en lugar que un mero escuchar pasivo (Cf. Gn. 3:17; Ex. 24:7; Dt. 21:18–21). De esta forma, en el AT šāmaʿ es la base para mišmaʾaṯ, «guardia, subalterno», esto es, aquel que oye (y obedece) las órdenes de otro (Is. 11:14). Esto es particularmente cierto en cuanto a la voz o los mandamientos de Dios. Escuchar la voz de Dios significa obedecer su palabra. Así, Jehová dice en Jeremías 3:13 que la rebelión de Israel significa que ellos «no oyeron su voz». De la misma forma en Éxodo 19:5, Dios dice, «Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, (esto es) guardareis mi pacto …». Uno no podrá oír verdaderamente la palabra de Dios sin actuar en base a ella.

La idea recibe énfasis adicional por el hecho de que a veces en lugar del normal akouō la LXX y el NT usan hupakouō, «oír bajo (la obligación de acatamiento)» (Ef. 6:1; Fil. 2:12; Sal. 17:45; cf. Testamento de Gad 8:3; también eisakouō en 1 Co. 14:21; Dt. 1:43). El ejemplo supremo de esto es Jesucristo, quien fue «obediente» (hupēkoos) hasta la muerte» (Fil. 2:8).

En ambos Testamentos, en algunas ocasiones «oír (obedeciendo)» significa «creer». Génesis 15:6 afirma que Abraham «creyó» a Dios, y fue contado por justo. Esto se define en Génesis 22:18 como «oíste a mi voz» (la RV60 traduce «obedeciste»). Cf. Ro. 4:3.

De esta forma, «obedecer» se relaciona en forma íntima con «oír» y «creer». Cuando uno ha oído realmente el mandamiento o promesa de Dios, uno cree que es cierto, y, por tanto, está bajo la obligación de obedecer sus condiciones.

Véase también Oír.

BIBLIOGRAFÍA

BDB; Arndt; W.A. Whitehouse en RTWB; G. Kittel en TWNT.

Robert B. Laurin

LXX Septuagint

RV60 Reina-Valera, Revisión 1960

RTWB Richardson’s Theological Word Book

TWNT Theologisches Woerterbuch zum Neuen Testament (Kittel)

Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (429). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

Fuente: Diccionario de Teología