ELEGIR, ESCOGER, ELECCION

(eklegesthai, eklogé)

En los Setenta el tema de la elección concierne al pueblo escogido por Dios entre todas las naciones para que sea su pueblo particular (Ex 19,4-6; Dt 14,2), pero también al rey (Sal 78,70) y al lugar del templo (Dt 12,5). El Deuteronomio subraya la gra-tuidad de una elección para la que el pueblo no puede hacer valer ningún mérito (Dt 7,7; 9,4-6).

En el Nuevo Testamento, «elegido» (eklektos) es un tí­tulo de Cristo (Le 9,35; 23,35; Jn 1,34?). Pablo no lo emplea, seguramente porque este tí­tulo no señala suficientemente la relación única entre Cristo y su Padre. En una perspectiva apocalí­ptica, los elegidos son los que se libran de la tormenta (Mt 24,22.24 y par).

En Pablo, el tema de la elección aparece desde la Primera Carta a los Tesalonicenses. El apóstol da gracias a Dios por haber elegido a los tesalonicenses por amor (1 Tes 1,4), para hacer de ellos una Iglesia (1 Tes 1,1), mientras que los judí­os se apartan de la fe cristiana (1 Tes 2,14-16). La elección les permitirá escapar de la cólera que viene (1 Tes 1,10).

La elección es por tanto el fruto de una libre elección de Dios (Rom 9,11). Son los más débiles a los que Dios ha elegido primero (1 Cor 1,27s).

Hemos sido elegidos en Cristo, precisará más tarde Ef 1,4. El tema de la elección adquiere una tonalidad especial en Rom 9-11, cuando Pablo se pregunta por el destino espiritual de Israel. Eklogé, en un sentido técnico, designa al Resto que accede a la salvación por la fe en Cristo (Rom 9,11; 11,5.7.28). La evocación del juicio (Rom 8,33; 2 Tim 2,10) se difumina en muchos casos, en los que la fórmula consagrada «los elegidos» designa a los fieles (Rom 16,13; Col 3,12; Tit 1,1).

E. Co.

AA. VV., Vocabulario de las epí­stolas paulinas, Verbo Divino, Navarra, 1996

Fuente: Vocabulario de las Epístolas Paulinas