IRA, ENOJO

A. Nombres jemah (hm;je , 2534) «ira; calor; furia, rabia; cólera, enojo». Este nombre se encuentra en las lenguas semí­ticas con acepciones como «calor, ira, ponzoña, veneno». El nombre y también el verbo yajam denotan un alto grado de emotividad. El nombre se usa 120 veces, por lo general en la literatura poética y profética, particularmente en Ezequiel. El primer uso de jemah acontece en la historia de Esaú y Jacob. Este recibe el mensaje de viajar a Harán con la esperanza que la «ira» de Esaú se disipara: «Y mora con él algunos dí­as, hasta que el enojo de tu hermano se mitigue» (Gen 27:44). El término indica un estado de «ira». La mayorí­a de los usos involucra la «ira» de Dios. Su «ira» se dirige hacia el pecado de Israel en el desierto: «Porque temí­ a causa del furor y de la ira con que Jehová estaba enojado contra vosotros para destruiros» (Deu 9:19). El salmista ruega por la misericordia de Dios en la hora de su «ira»: «Jehová, no me reprendas en tu furor, ni me castigues con tu ira» (Psa 6:1). La «ira» de Dios contra Israel finalmente se manifestó en el cautiverio de los judí­os a Babilonia: «Cumplió Jehová su enojo, derramó el ardor de su ira; y encendió en Sion fuego que consumió hasta sus cimientos» (Lam 4:11). La metáfora «cáliz» denota el juicio de Dios sobre su pueblo. Su «ira» se derrama: «Derramó sobre él el ardor de su ira y la violencia de la batalla; le prendió fuego por todos lados, pero él no se dio cuenta; lo consumió, pero él no hizo caso» (Isa 42:25 lba). El «cáliz de su ira» se tiene que beber: «Â¡Despierta! ¡Despierta! Levántate, oh Jerusalén, que de la mano de Jehová bebiste la copa de su furor y que bebiste hasta la última gota de la copa del vértigo» (Isa 51:17 rva). De esta manera, Dios el Señor Todopoderoso se enoja por los pecados y el orgullo de su pueblo porque son un insulto a su santidad. En un sentido derivado también se dice que los reyes de la tierra están airados, pero su «ira» surge de circunstancias sobre las que no tienen control. Naamán se enojó con el consejo de Elí­as (2Ki 5:11-12; en paralelo con qatsap); Asuero se enfureció cuando Vasti rehusó mostrar su belleza delante de sus hombres (Est 1:12; en paralelo con qatsap). Jemah también denota la reacción de los seres humanos ante circunstancias cotidianas. La «ira» del hombre es una manifestación peligrosa de su estado emocional porque inflama a todos los que se acercan al enfurecido. La «ira» puede surgir por varias razones. Proverbios establece en términos muy enfáticos la relación entre jemah y los celos (6.34); cf. «Cruel es la ira e impetuoso el furor; pero, ¿quién podrá mantenerse en pie delante de los celos?» (Pro 27:4 rva; «enfrentarse a la envidia» nvi; cf. Eze 16:38). A una persona furibunda se le puede culpar de un crimen y condenarla: «Temed la espada por vosotros mismos, porque el furor trae el castigo de la espada para que sepáis que hay juicio» (lba). La respuesta sabia a la «ira» es una respuesta suave: «La blanda respuesta quita la ira: Mas la palabra áspera hace subir el furor» (Pro 15:1). Jemah está asociado con qinal («contra»). «Porque tení­a mucho miedo de la ira [al] vosotros hasta querer destruiros» (Deu 9:19 bj). La ira de Dios se expresa en contra de la desobediencia (Lev 10:6) y el pecado (Ec 5.5ss). El pueblo mismo puede ser también objeto de la ira de Dios (Psa 106:32). Los israelitas provocaron la ira de Dios en el desierto por su desobediencia y falta de fe: «Acuérdate, no olvides que has provocado la ira de Jehová tu Dios en el desierto; desde el dí­a que saliste de la tierra de Egipto, hasta que entrasteis en este lugar, habéis sido rebeldes a Jehová» (Deu 9:7; cf. vv. 8, 22). Moisés habla de la ira de Dios en contra de la desobediencia de Israel que finalmente causarí­a el cautiverio (Deu 29:27), y los profetas amplí­an la amonestación de Moisés advirtiendo acerca del «furor y enojo e ira grande» que vendrí­a (Jer 21:5). Después del cautiverio, Dios tuvo compasión de Israel y volcó su ira sobre los enemigos de Israel (Isa 34:2). En la versión griega encontramos las siguientes traducciones: orgizomai («estar enojado» o «airado») y lupew (forma verbal de «afligido, adolorido, triste»). yajam (µj’y: , 3179), «arder, enardecerse». Este verbo, que aparece únicamente 10 veces en hebreo bí­blico, es la raí­z del nombre jemah. En Deu 19:6 yajam significa «enardecer»: «No sea que cuando su corazón arda en ira, el vengador de la sangre persiga al homicida, le alcance por ser largo el camino» (rva).

Fuente: Diccionario Vine Antiguo Testamento