Encina/o (heb. ‘allôn, ‘allâh, ‘elâh, ‘êlôn). Los términos hebreos designan árboles grandes -más bien que una especie en particular-, entre los cuales está la encina. Algunas de las encinas conocidas en Palestina son: la encina de Valonia, el roble, la encina espinosa y otras. Los términos hebreos sin duda incluyen también el terebinto. * Este árbol de tamaño medio tiene la apariencia de una encina cuando está sin hojas en invierno, pero, a diferencia de ellas, crece más a menudo en forma solitaria que en bosquecillos. Por causa de su tamaño y longevidad, en la antigüedad el terebinto o árbol de trementina era tan venerado como la encina. 377 Estos árboles grandes y majestuosos de la tierra santa eran hitos (1Ki 13:14; cf Jos 24:26), y servían como depositarios de riqueza (Gen 35:4) o como tumbas (Gen 35:8; 1Ch 10:12). Fue bajo una encina donde Gedeón se encontró con el ángel que le indicó que reuniera a Israel contra los madianitas (Jdg 6:11, 19), y en las ramas bajas de uno de estos árboles, en el bosque de Efraín, Absalón quedó atrapado del cabello mientras cabalgaba en la batalla (2Sa 18:9, 10, 14). En Jdg 9:37 se menciona una «encina de los adivinos» (heb. ‘êlôn Me’ônenîm) que, para algunos, sería una planicie cerca de Siquem; pero para la mayoría se refiere al árbol, aunque todavía no se ha podido ubicar el sitio donde habría estado. Bib.: PB 178, 179, 193-199.
Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico