(heb. ´avi·yoh·náh).
Fruto de la alcaparrera. Algunas traducciones de Eclesiastés 12:5 vierten el término hebreo como †œganas† o †œapetito†, y por lo tanto construyen el pasaje de manera que lea: †œLas ganas se acabarán† (Mod), o: †œSe perderá el apetito† (Val, 1960). Sin embargo, muchos otros traductores (BC, BJ, NC, NM, TA) consideran que esta es una de las varias metáforas que usa el escritor de Eclesiastés en su descripción de la vejez humana, y que ´avi·yoh·náh se refiere a la baya de la alcaparra (que estimula las ganas de comer o el apetito). Este último punto de vista encuentra apoyo en la Versión de los Setenta, la Vulgata latina, la Versión Peshitta siriaca y traducciones en lengua árabe.
Si bien la alcaparra (Capparis spinosa) puede alcanzar una altura de 1 m., por lo general es una mata tendida que se extiende sobre el suelo de manera semejante a la vid. Abunda en Israel, y suele crecer en las hendiduras de las rocas o por los muros o las ruinas, de modo muy parecido a como lo hace la hiedra. Sus espinosas ramas tienen hojas ovaladas de color verde intenso. La alcaparra florece en mayo con grandes flores blancas, de cuyo centro salen filamentos morados con la punta amarilla. (GRABADO, vol. 1, pág. 543.)
Las bayas de esta planta no se usan tanto como los pequeños botones florales. Estos últimos se encurten y se comen para estimular el apetito, cualidad por la que se les ha conocido desde tiempos antiguos. De manera que el escritor de Eclesiastés parece indicar que cuando una persona vieja va perdiendo el sentido del gusto y el apetito, hasta el estímulo de la baya de la alcaparra es incapaz de despertar sus ganas de comer.
Fuente: Diccionario de la Biblia