MARIA DE JERUSALEN

«Y habiendo reflexionado así­, llegó a casa de Marí­a la madre de Juan, el que tení­a por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban reunidos orando». (Hechos 12:12)
Léase Hechos 12:1-12. Marí­a de Jerusalén era una viuda rica. Lo sabemos porque era propietaria de una casa bastante grande para que cupiera en ella toda la congregación. Y porque La casa tení­a un gran portal, por lo que podemos suponer que era una de las casas notables de Jerusalén. Tení­a también criadas, de las cuales se nombra una, Rode, que fue a abrir La puerta a Pedro.

Esta Marí­a se habí­a unido al servicio del Señor muy pronto. Su hijo, Juan Marcos se habí­a hecho ministro de la Palabra, y acompañó a Pablo en uno de sus viajes. Es también el autor de uno de los Evangelios, el de Marcos. Pero, vamos a ver a lo que las Escrituras nos dicen de ella. La congregación se reuní­a en su casa de modo regular durante los dí­as de La persecución de Herodes Agripa, que echó a los cristianos del Templo, donde se reuní­an antes. Entonces Marí­a les abrió la puerta de su casa. Pedro se dirigió allá inmediatamente que salió de la cárcel.

Marí­a tiene interés para nosotros en el hecho que no se limitó a entregar su óbolo (contribución) para la obra en las colectas de la iglesia, sino que poseyendo una casa espaciosa, la puso toda ella a disposición de la congregación. No es raro que haya personas de edad, quizá viudas, cuyos hijos ya han salido de la casa y están esparcidos, que posean casas grandes y espaciosas. Antes llenas de vida, ahora hay en ellas numerosas habitaciones vací­as y sin vida. ¿No podrí­an animarse otra vez con reuniones, grupos de meditación, de oración, o para cantar salmos e himnos de modo más o menos regular. Con ello además se aliviarí­a el silencio y la soledad de la casa y de sus dueños.

En algunos puntos es posible incluso que haya congregaciones en estado de formación, que no dispongan todaví­a de un local propio. No se trata de alquilar unas habitaciones para este propósito, sino de poner la casa a disposición para el Señor.

Marí­a lo hizo y además las sirvientas se hací­an cargo de ayudar en lo posible. Vemos que Rode abre la puerta a Pedro, y de gozo no sabí­a que se hací­a. Sin duda la sirvienta era también cristiana. Toda la atmósfera de esta casa era propicia para ayudar al crecimiento de La obra del Señor. Deberí­amos tener Marí­as hoy que ofrecieran sus casas para la obra.

Preguntas Sugeridas Para Estudio Y Discusión
1. ¿Cual de los cuatro evangelistas era hijo de Marí­a?
2. ¿En qué forma especí­fica ayudó Marí­a a La congregación de Jerusalén?
3. ¿Qué significado particular tiene este mensaje?

Fuente: Mujeres de la Biblia