LOCI THEOLOGICI

En la teologí­a católica los lugares teológicos son las fuentes del conocimiento teológico, como la Escritura, la Tradición, el Magisterio, etc.; en la teologí­a protestante son, por el contrario, los artí­culos importantes de la fe, como el pecado, la justificación, la gracia, etc.

Este término, en su equivalente griego tópoi, se utilizó por primer vez en el í“rganon de Aristóteles para indicar aquellos principios fundamentales, aquellos «lugares comunes», como por ejemplo los proverbios, a través de los cuales es posible dialogar para convencer a alguien, pero sobre los cuales no se puede erigir ninguna ciencia. Remitiéndose a Aristóteles, la tradición retórica occidental posterior elaborará auténticas colecciones de «lugares comunes», como episodios históricos ejemplares, citas útiles, figuras retóricas, etc., que el experto orador tení­a que aprender a tener al alcance de las manos. Con el humanista Rodulfo Agricola (t 1485) los «loci», no serán ya postulados sobre los que fundamentar argumentaciones probables, sino diversos puntos de vista dentro de los cuales observar una cosa (por ejemplo, los de substancia o de causa), una especie de categorí­as dentro de las cuales analizar un problema. Siguiendo las huellas de Agricola, que en su De inventione dialectica del 1479 habí­a señalado hasta treinta «loci»» el concepto de lugar entró también en el terreno de la teologí­a, pero siguiendo dos caminos totalmente distintos: el protestante con Felipe Melanton (t 1560) y el católico con Melchor Cano (-t 15¿0). Efectivamente, para Melanton, uno de los primeros teólogos que se ocuparon expresamente de este tema en su obra Loci communes rerum theologicarum (152 1), revisada con el tí­tulo Loci praecipui theologici (1559), los lugares teológicos serán los temas principales que constituven la estructura de la Escritura, como nuestra condición humana caí­da, el pecado, el evangelio, la justificación, la fe, etc., temas sobre los cuales habrí­a que articular todo el material teológico. El recto uso de estos 1ugares teológicos ayudará sin más a comprender mejor el testimonio bí­blico sobre la generosidad de Dios con la humanidad pecadora.

Para Melchor Cano, por el contrario, autor de un tratado fundamental para la metodologí­a teológica, el De locis theologiciS, publicado después de su muerte en 1563 y reimpreso treinta veces hasta el 1880, los lugares teológicos serán las fuentes, los sitios de invención, los «cajones» de los que el teólogo católico sacará el material necesario para sostener las doctrinas que deben exponerse y para refutar las doctrinas que deben rechazarse. Concretamente, Cano distingue diez «loci», divididos en dos grupos principales: las fuentes de conocimiento propiamente teológicas («loci theologici proprii,,), y las fuentes de conocimiento que la teologí­a toma en préstamo de las otras ciencias («loci theologici alieni vel adscriptitii,,). Las fuentes teológicas verdaderas se subdividen a su vez en dos grupos: las que son constitutivas para la revelación («revelationem constituentes»), es decir, la Escritura y la Tradición, y las que interpretan .la revelación (-«revelationis interpretationem continentes»), que son la Iglesia católica, los concilios ecuménicos, la Iglesia romana (el papa), los padres, los teólogos escolásticos. Las fuentes de conocimiento que la teologí­a toma de otras ciencias son, a su vez: la razón humana, los filósofos, la historia. En el ámbito de la gnoseologí­a teológica, esta presentación de Cano, si exceptuamos aquellos lí­mites objetivos que se deben al contexto histórico, sigue conservando su actualidad, aun cuando una doctrina contemporánea de los loci theologici intentará señalar algunos temas ausentes en Cano, como el testimonio de la liturgia, la experiencia de las Iglesias locates, los problemas planteados en el diálogo ecuménico e interreligioso, etc.

G. Occhipinti

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PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico