ESPERA MESIANICA

La espera mesiánica indica fundamentalmente el sentido de una esperanza que nunca falló en el pueblo bí­blico, sobre una intervención de Yahveh con la que quedarí­a establecido su reino. Esta espera no se puede identificar inmediatamente con un sujeto histórico; estuvo más bien caracterizada por diversas figuras e imágenes que sólo progresivamente fueron adquiriendo la identidad de una persona.

El papel que habrí­a de representar el Mesí­as se explicita en referencia con la identidad que éste asume; de todas formas, una caracterí­stica común del mismo es la de aquel que habrá de derrotar a los enemigos de Yahveh y que reinará sobre Israel en paz y en Santidad. Procurará grandes beneficios a 1srael y será su vengador contra los enemigos; restaurará el templo y volverá a proponer la pureza de la ley en Jerusalén. La espera del Mesí­as se hace más intensa en los momentos de crisis que vive el pueblo; en estas ocasiones se le ve como la última instancia de apelación a la que referirse para poder sobrevivir.

Hay varios textos, tanto bí­blicos como extracanónicos, que informan sobre esta espera en el Mesí­as; entre estos últimos hay que mencionar de manera particulas los Salmos de Salomón (17- 18), los Oráculos sibilinos, las Bendiciones y maldiciones de Filón, algunos trozos del 1V Libro de Esaras y el Apocalipsis siriaco de Baruc, las Parábolas de Henoc y los textos de Oumrán, La espera del Mesí­as va ligada, en algunos aspectos, con la esperanza escatológica más amplia, y marca una de sus etapas fundamentales; a menudo, pero no siempre, el Mesí­as es esperado en el horizonte de un cuadro polí­tico, representando al caudillo que recoge en sí­ mismo las exigencias nacionales, polí­ticas y religiosas. La espera del Mesí­as, en este sentido, se identifica con el mesianismo real.

Los diversos grupos religiosos y polí­ticos presentes en Israel transmiten su peculiar espera mesiánica. Los fariseos, en particular, aguardaban la expresión real del Mesí­as; los saduceos, por el contrario, temí­an una forma de mesianismo que tuviera caracterí­sticas populares. Merece una referencia especial la espera mesiánica de los esenios, que aguardaban con impaciencia el cumplimiento del mesianismo en virtud de una liberación que habrí­a situado a Israel como pueblo elegido.

El elemento sacerdotal y fuertemente religioso que caracteriza a este movimiento hace comprender el porqué de una espera mesiánica que se referí­a a un doble mesí­as: el mesí­as de Aarón y el mesí­as de Israel. El mesianismo religioso posee una supremací­a sobre el polí­tico-real; en efecto, el Mesí­as polí­tico será capaz de capitanear la guerra santa, pero teniendo siempre como referencia las normas dadas por el Mesí­as de Aarón. La Regla de la Guerra nos ofrece la idea de una espera mesiánica y de las tareas que habrí­a de cumplir el Mesí­as de Israel, tal como lo concebí­a Qumrán.

La espera en el Mesí­as encontró su cumplimiento, para los cristianos, en el acontecimiento de Jesús de Nazaret, ya que encierra en sí­ todos los rasgos definitivos que ponen fin a toda espera ulterior; al contrario, para algunos sectores del judaí­smo, sigue siendo todaví­a una esperanza abierta a un cumplimiento futuro.

R. Fisichella

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PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico