CRITICA DE LA RELIGION

La crí­tica de la religión se extiende a donde se extiende la religión misma, atiende a todos sus aspectos, abraza todos sus ámbitos: no viene solamente de fuera sino desde dentro de ella misma: no tiene sólo una función negativa, sino también positiva. Cuando Agustí­n, en el De civitate Dei, hace una crí­tica implacable de la mitologí­a y – de la religión de los paganos, se apoya en una larguí­sima tradición de exigencia de una «religión más pura», desde Simónides a los trágicos griegos, desde Lucrecio («tantum potuit religio suadere malonlm») hasta el escepticismo académico de Cicerón. La superstición, la ignorancia Y – otros sentimientos y comportamientos análogos no siempre han estado ausentes de una fenomenologí­a religiosa tan amplia y tan variada: son inevitables las puntualizaciones y las crí­ticas. Pero también lo es la objetividad discriminatoria de la opción a favor y en contra, frente a los presupuestos del sensismo, del materialismo, del pesimismo radical, que de vez en cuando obstaculizan el acceso a Dios y a la religión. También la estructura social y polí­tica de la civitas christiana ha contribuido a alimentar prejuicios, hasta llevar al fenómeno Maquiavelo y a los temas de la Utopí­a (Th. Moro, 1516) y de la Locura (Erasmo, 1509), con una referencia especial a la problemática religiosa.

La aspiración al diálogo, junto con un absolutismo, que se considera sofocante con El libro del gentil y de los tres sabios, de Raimundo Lulio (por el 1270), recoge el antiguo motivo de la «parábola de los tres anillos» y llega hasta el Colloquium heptaplomeres de abditis rerum sublimium arcanis, de J Bodin (1530- 1596). El racionalismo cartesiano Y el absolutismo polí­tico son el marco en el que surgen los «espí­ritus fuertes» de la Francia del s. XVIJ, los libertinos que desean sobre todo emanciparse de la autoridad eclesiástica cuando rechazan las definiciones dogmáticas y los preceptos morales.

La polémica de Pascal ataca al mismo tiempo a los jesuitas y a la concepción laxista del cristianismo. Son los precursores de los librepensadores ingleses (final del s. XVII) y de los ilustrados alemanes.

En Francia, el Dictionnaire historique et critique, de Bavle, de 1697 junto con el deí­smo inglés,- abre el camino al sensismo materialista y al agnosticismo de los enciclopedistas (cf. DiderotD’Alembert, Encyclopédie 0u Dictionnaire raisonné des sciences, des arts et métiers, 28 vols., 1751-1772) Y a su ateí­smo camuflado.

La crí­tica teóricamente más profunda, basada en la autonomí­a de la razón y del rechazo del «salto» de la fe, procede de la Ilustración alemana, tras el influjo del Trattato teologico-politico, de 1670, de Spinoza: se piensa en una «religión de la humanidad». La religión filosófica » pura» de Hume (Natural History of religion, 1757 y Dialogues concerning natural religion, 1799) anticipa la actitud cerrada de Kant, que procede sin reparos desde El único argumento posible para una demostración de la existencia de Dios (1763) hasta La religión en los lí­mites de la sola raZón (1793), a través de la Crí­tica de la razón pura.

Entre los idealistas, Fichte se ve objeto de una violenta Atheismusstreit, pero no es menos peligrosa la reducción especulativa de la religión de la fe que llevaron a cabo Hegel y Schelling.

También la «apertura» romántica de Schleiermacher, que, distinguiéndola de la especulación y de la praxis, hace de la religión un «sentimiento y gusto de lo infinito» (Sobre la religión, 1799), suscita la reacción de Kierkegaard, que reserva sus dardos más feroces para atacar por dentro a una «cristiandad institucional» (El momento, 18541855) y profetiza un trágico «finis christianismi».

De la especulativa «muerte de Dios» («que fue ya histórica») hegeliana (Fe y saber, 1802), Nieztsche pasa a la locura del asesinato de Dios (La gaya ciencia, 1882-1887) por parte de un Occidente que camina irremediablemente hacia su disolución. Con el añadido del contexto de la desmitificación y de la secularización, el tema ha conocido una resonancia «americana» (cf. T. W Ogletree, La controversia sobre la muerte de Dios).

Entre las crí­ticas recientes más destacadas están las del marxismo, la del existencialismo ateo y la del psicoanálisis. A través de la reducción antropológica feuerbachiana, Marx se propuso eliminar las causas de toda alienación.

El existencialismo ateo (Heidegger, Jaspers, Sartre, Camus…), aun en la gran variedad de análisis Y de expresiones, tiene un factor común en el rechazo más o menos explí­cito de Dios, como obstáculo para la realización plena del hombre y de la religión como forma menos consciente de existencia. El psicoanálisis ha recorrido un largo camino desde el concepto de ilusión Y de remoción de Freud hasta la recupéración de la religión como dimensión profunda de la realidad humana y cósmica (Jung, Psicologí­a y Religión, Paidós Ibérica, Barcelona í­981).

S. Spera

Bibl.: J Collins, Dios en la Filosofia moderna, Paidós, Buenos Aires 1974; C, Fabro, El problema de Dios, Barcelona 1963; AA, VV , El ateí­smo contemporáneo, 4 vols., Madrid 1971; K, H. Weger La crí­tica religiosa en los tres últimos siglos.’ Diccionario de autores y escuelas, Herder Barce10na 1986; H, Zirker, Crí­tica de la religión, Herder Barcelona 1988.

PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico