Del latín «convenientia» (de con venio, vengo con, con-vengo), es la relación que la inteligencia descubre entre dos verdades de orden diverso.
Aunque, según la revelación, la razón no puede demostrar las verdades sobrenaturales de la fe, sí que puede señalar su verosimilitud, o al menos demostrar que no son absurdas e impensables, en cuanto que manifiestan una «conveniencia» con ciertas adquisiciones racionales. Si se trata de verdades necesarias en sí mismas, aunque inaccesibles al espíritu creado, como la fecundidad interna de la naturaleza divina y la trinidad de las Personas en la unidad de la esencia, se puede demostrar la armonía del dogma por medio de algunas leyes de la creación (por ejemplo, la emanación de una palabra en el acto intelectual). La percepción de esta armonía ofrece una satisfacción provisional al deseo de luz que impregna el espíritu del crevente; le permite ordenar mejor sus pensamientos respecto a los misterios divinos. Además, ofrece a los datos racionales un alcance que ni siquiera sospechaban los filósofos puros, sugiriendo que esos datos se realizan eminentemente en la vida íntima de Dios. En cuanto a las libres decisiones de la voluntad divina, conocidas por la revelación, la razón creyente reconoce su armonía con las otras obras de Dios, naturales y sobrenaturales, y se maravilla de descubrir allí las opciones del amor y las preferencias de la sabiduría divina. Es lo que ocurre con los «motivos» de la encarnación (5. Th. III, q. 1, a. 1 y 2), o con sus circunstancias (Ib., a. 5), y con la «necesidad» de los sacramentos (5. Th. III, q. 61, a. 1) o con su número (Ib., q. 65, a. 1).
Las expresiones razones de conveniencia, argumentos de conveniencia, demasiado devaluadas en nuestros días, deberían conservar sin embargo en teología el sentido fuerte de una manifestación de una armonía escondida.
Se utiliza también esta expresión en la teología de la gracia, especialmente a partir de la Escolástica del siglo XIII, respecto al acto humano, para indicar el «mérito de conveniencia» o «de congruo», en contraposición al mérito «de condigno» (mérito de justicia o proporción).
Gf Coffele
Bibl.: B. Lonergan, Metodología teológica, Sígueme, Salamanca 1988;
PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995
Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico
La conveniencia es el carácter de un acto en el que cualquier objetivo predeterminado es buscado por cualquier medio que capacite a la persona para conseguir la meta más directa y ventajosa, sin fijarse en las implicancias morales de estos medios.
La relación entre la conveniencia y los valores morales pueden verse en distintas maneras. Según los utilitaristas las dos áreas se funden; lo que es realmente conveniente constituye lo correcto.
Según los estoicos (véase) y Kant, las dos áreas se traslapan. Lo bueno debe siempre ser seguido solamente por la causa del deber; pero donde no se pueden aplicar normas morales de conducta, la conveniencia se convierte en el único camino a seguir.
Un tercer tipo de relación entre la conveniencia y los principios morales es la separación de ellos como mutuamente excluyentes y, generalmente, en conflicto. Lo conveniente por lo tanto nunca debe seguirse por ser conveniente, sino que cada acto debe determinarse moralmente.
Los cristianos generalmente han seguido el segundo punto de vista y argumentan por una área de adiáfora (véase) donde la conveniencia tiene un lugar; pero algunos han mantenido el tercer esquema. Todos los cristianos han insistido, sin embargo, que aunque a veces alguna acción pueda parecer poco conveniente, en la providencia divina (véase) el creyente puede saber que la buena moralidad siempre obra finalmente para su conveniencia (Ro. 8:28).
Kenneth S. Kantzer
Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (125). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.
Fuente: Diccionario de Teología