La atención a los últimos se basa en motivaciones obvias e inmediatas. Son los más necesitados, los más marginados, los que están al límite de la resistencia: hay que actuar con carácter de urgencia, con absoluta prioridad. En realidad, la atención general se centra en las necesidades generales. Los últimos son tales no solamente por la situación en la que se encuentran, sino también porque no consiguen hacer que les escuchen, no logran llamar la atención. Entonces es importante que la caridad intervenga. Los últimos tienen prioridad porque son aquellos que Jesús ha amado más; los que más necesitan la esperanza que procede del amor pascual. En ellos la pascua revela con más claridad su capacidad de ser una victoria definitiva precisamente sobre los males más irreparables. A ellos es a quienes hay que decirles, de una manera especial, que Cristo está cerca; que también en su situación puede nacer un germen de amor. Hay que darles urgentemente la certeza de que, si consiguen creer en el amor y vivir en el amor, han encontrado la salvación. Insisto en la importancia de que el acercamiento a los últimos se tiene que vivir en una perspectiva61 de fe: la caridad del que se acerca a ellos tiene que estar arraigada, mediante la fe, en el amor pascual de Jesús. De lo contrario, se corre el riesgo de llegar a enfatizar sentimental o ideológicamente a los últimos, cayendo en una extraña contradicción: por un lado, en nombre del evangelio, se pretende sacar a los últimos de su situación de pobreza; por el otro, se declara que su situación les permite estar más cerca del evangelio.
Carlo María Martini, Diccionario Espiritual, PPC, Madrid, 1997
Fuente: Diccionario Espiritual