La pobreza cristiana no está determinada por los gestos, sino por los valores del Reino que se propone expresar. El criterio de discernimiento de nuestra pobreza es, por tanto, la vida de Cristo, su «austeridad y sencillez dignas» en el ministerio público, su disponibilidad ante los acontecimientos supremos y definitivos de su vida. La nuestra es una sociedad contradictoria. Por una parte, produce cada vez nuevos pobres: gente marginada, decepcionada, inadaptada, a veces incluso abandonada y desesperada. En este caso, nuestra pobreza está llamada a ser signo de solidaridad y de ayuda hacia estos hermanos nuestros. Por otra parte, vivimos también en una sociedad que de alguna manera se puede llamar opulenta, que está amenazada por los peligros del bienestar, y que está expuesta a los riesgos y a las atracciones del consumismo. Nuestra pobreza, en este caso, tiene que ser algo distinto, una realidad no homogénea, una crítica del mundo que nos rodea, algo que sea signo de una distinta valoración de las personas y de los bienes. La experiencia de un camino de pobreza es camino de liberación, de alegría y de entusiasmo, porque nos une íntimamente a Cristo y nos hace gustar de una manera imprevista la tuerza de la cruz, su capacidad de renovar incluso las situaciones más estancadas, y más irritantes precisamente por su inmovilismo. Un poco de gusto, de atención, de esfuerzo por un mayor ejercicio de austeridad, de pobreza, de penitencia, de renuncia, es para todos el momento del descubrimiento de las páginas del evangelio. Sin este esfuerzo, estas páginas se quedan como mudas; pero cuando hemos dado algún paso, aunque sea sencillo, en este sentido, entonces las palabras de Jesús se vuelven actuales y sonoras, adquieren relieve, y nos parece estar viviendo algo de la alegría y del entusiasmo que tenían los Doce cuando caminaban por las calles de Palestina detrás de Jesús y le decían: «Mira, Maestro, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido».
Carlo María Martini, Diccionario Espiritual, PPC, Madrid, 1997
Fuente: Diccionario Espiritual