Esta opción es expresada, de manera plena, por la palabra del centurión ante la muerte de Jesucristo en la cruz. «Y el centurión que estaba frente a Jesús, ai ver que había expirado de aquella manera, dijo: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios»». El centurión nos es presentado por Marcos, en este momento crucial de todo el camino de Jesús, como la imagen de aquel que, frente a la cruz, al ver morir a Jesús, ha dado el salto de la religión utilitaria pagana, que ponía a Dios al servicio de su propio triunfo y de su éxito en la vida, a una religiosidad de entrega, al descubrimiento del Dios de Jesucristo. Aparentemente, Dios abandona a Jesús en la cruz, no le asegura el éxito en este mundo, pero, a pesar de eso, Jesús se muestra lleno de amor, de confianza, de entrega ejemplar. La opción por el Dios de Jesucristo es también un cambio de orientación de la personalidad, que pasa del concepto de un Dios utilitario que me sirve para mi camino en la vida, a una actitud bautismal en la que pongo a disposición del Dios de Jesucristo mi vida y mi muerte con una confianza total, y al hacer esto me identifico con las actitudes de disponibilidad, de abandono, de entrega de la vida, que son propias de Jesús, el Hijo de Dios.
Carlo María Martini, Diccionario Espiritual, PPC, Madrid, 1997
Fuente: Diccionario Espiritual